De compras...otra vez 29zrdle

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Dom Jul 17, 2011 3:08 pm
Tranquilidad. Era lo que más ansiaba el alma del Teniente. La charla con el llamado Coday había roto con la terrible rutina que llevaba durante todo el día el Marine, logrando sacarle alguna que otra sonrisa. Aun así seguía frustrado. El Puerto comenzaba a recuperar su aspecto original, y es que los carpinteros trabajaban a gran velocidad. Lo que había sido una calle desértica pagada de heridos y cadáveres volvía a estar transitada a la perfección, los civiles volvían a estar tranquilos y parecían haber olvidado el ataque acontecido hacía ya largas horas. Las obras del Cuartel bastante parejas iban a las del resto de la ciudad, pues volvía a ser operativo y los refuerzos de otros cuarteles no habían tardado en llegar. Del Almirante nada había escuchado por lo que supuso que seguiría siendo el Marine de mayor rango en la ciudad. Eso lo agobiaba. En pos de tranquilizarse optó por pasar al primer lugar que encontró…una armería. A este paso iba a hacer ricos a todos los herreros de Logue Town; no dejaba de comprar sus armas.

Extrañamente, y de forma contraria a las anteriores, el establecimiento elegido por el Marine era enorme. Acostumbrado a las pequeñas tiendas de las calles apartadas poco había podido apreciar de los negocios en las calles principales. La diferencia era abismal. Decenas de estantes plagados de armas de lo más variadas y extrañas, algunas irreconocibles para el propio Espadachín que podía presumir de haber visto mucho mundo. A pesar de solo contar con un piso la armería aprovechaba al máximo el espacio. El Teniente asomó el rostro por un par de pasillos, en busca del encargado. El silencio era su único acompañante y parecía ser que así estaría un buen rato. Una suave, tranquilizadora y anciana voz pilló por sorpresa al Marine.


- ¿Desea algo joven?- A pesar de que la voz provenía de una ancianita de apenas metro cincuenta, encorvada, arrugada, de canoso pelo recogido y tapada por varias capas de ropa; lo que viene a ser una anciana entrañable…El Marine dio tal salto hacia atrás que tropezó llevándose por delante un par de estantes de arma. Solo la suave carcajada de la mujer rompió con el intenso silencio que habían formado las armas al chocar entre sí y con el suelo.- Bien…supongo que quieres algo más que destrozarme la tienda Marine-san, ¿no?- Avergonzado, el Teniente se limitó a asentir en silencio.- Bien…acompáñame.

Y procurando olvidar todo lo acontecido, pues había sido una penosa primera impresión, el Teniente siguió a paso lento a la anciana mujer. Se adentraron en el enorme establecimiento alcanzando el mostrador tras el que se metieron. Una cortina separaba el lugar de lo que parecía ser el taller. Así lo atestiguaban todas las herramientas y armas a medias que estaban desperdigadas por la sala. La anciana se detuvo en el centro e indicó al Marine con la mano que se acercara. Una vez recortada la distancia, con regla en mano, la mujer se dispuso a tomar medidas del Espadachín. ¿Quizá deseaba hacerle una armadura? Si así era poco dispuesto se encontraba el Marine, gustaba de armas veloces y una armadura no lo ayudaría en absoluto.


- Bien…tienes unos buenos brazos, pareces acostumbrado a cualquier tipo de arma, aún así puedo ver que portas dos katares.- Señaló la anciana de forma observadora a la par que indicaba con el dedo al lugar donde reposaban las armas del Marine. La mujer no tardó en hacerse con ellas.- Buenas armas…pero poco indicadas para espadachines, debes buscar sorprender al rival con veloces, ágiles e imprevisibles movimientos…necesitas esto.- Y de una rápida carrera la mujer abandonó el lugar y volvió con un pequeño tonel a la espalda cargada de armas. Diez pudo contar el Teniente.- Las katanas normales tampoco harán mucho contigo…necesitas armas cortas y veloces pero que sean potentes…las wakizashi se quedan cortas sin embardo unas kodachi te irán perfectas…son pequeñas y manejables pero tienen un mayor alcance en comparación a otras hojas cortas…seguro que harán maravillas en tus manos. Llévatelas y vete muchacho, ya te mandaré la factura…- Y sin mediar mayor palabra a anciana se esfumó dejando al Teniente sin armas y con un barril lleno de Kodachis. Observó el armamento…diez armas negras por completo, con una guardia pequeña y exactamente iguales. Suspiró, no tenía ganas de discutir así que abandonó la tienda con el barril a la espalda. ¿Cómo llevaría tantas armas? Tendría que pensarlo.
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