Esperando una llegada algo peculiar

Hacía tiempo que Coday se mantenía “fuera del mundo” como aquel que dice, ya que se marchó en busca de lo que se podría llamar un sueño, aunque realmente lo que encontró fue una pesadilla. Se marchó en busca de chicas, de poder verlas e incluso tocarlas, nada malicioso, claro, sin embargo solamente vio a hombres robustos, de pelo en pecho e incluso con un bigote con más pelos que la cabeza rubia del chico y algunos estaban tan desesperados que se lanzaban a por el indefenso chaval y al defenderse, se gano un milloncejo y un cartel de wanted que le perseguiría para toda la vida. Aquello, realmente, no le hizo la menor gracia, sin embargo, su suerte cambió. Hace poco escuchó una conversación que un tipo llamado Desmond con una recompensa bastante alta había llegado a la isla de Drum. El usuario de la bara bara todavía recordaba a Desmond, a quien le dijo que se marcharía para un viaje personal, aunque no le dijo el motivo… y ahora tampoco iba a decírselo. Coday se marchó rumbo a Drum en un barco algo destartalado y de polizón, pero por lo menos había llegado sano y salvo.

Al llegar a la isla, buscó algún bar donde poder estar un tiempo hasta encontrar a Desmond y su tripulación, aunque esperaba que fuera el mismo Desmond que él conocía y que tuviera una tripulación, sino la cosa iría mal. Encontró uno un tanto viejo pero que le podría servir igualmente, así que entró y se quedó allí, mirando hacia la puerta, esperando ver si pasaba alguien y si no era el caso, bueno, siempre tenía su jarra de cerveza para apaciguar los animos.

- ¿¡Y tú dices que esto es cerveza?! - Grito Shirokami desde la barra dirigiendose al tabernero.
- Pero... ¿¡si aun no te he dado la bebida?! - exclamó el tabernero intentando calmar al hombre, pero sin mucha suerte -.
- ¡No me mientas! ¡Las mesas hablan! Y cuando un hombre, traicionado por la patria a la que ama, es su última esperanza, ante un futuro y una muerte oscuras e indefenso ante los ojos de aquella ley a la que anteriormente protegía... - Shiro se quedó callado por un tiempo, inmóvil mirando la luz de la parte superior de la habitación, como si se tratase de una luciérnaga.

Tras darse cuenta de que paró de hablar, el hombre se sentó tranquilo ante el asombro de todos los presentes, como si se hubiese dado cuenta de que estaba haciendo el ridículo, después se giró y comenzó a musitar en sus cosas. El tabernero lo miró y suspiró, después se dirigió a por la bebida del hombre, a la cual le hecho hidromiel y poca cerveza, era más como un zumo para un niño que una cerveza, pero durante esos 3 días que ese hombre había estado allí, él ya se había acostumbrado, era asombroso como un simple hombre que parecía estar loco, conseguía ser comprendido y aceptado tan pronto. Se volvió a acercar al Shiro y le dejó la cerveza al lado.

- Aquí tienes. Serán 300 Berries. - Dijo el Tabernero calmadamente.
- ¡OH! ¡Gracias! - El hombre la cogió con una amplia sonrisa y se giró hacia el tabernero. - Por cierto, ¿Qué tal tu familia?
- Bien, bien, gracias por preguntar, ya sabes que esta profesión me lleva demasiado tiempo y no es lugar para que ellas me ayuden, sobre todo hoy en día…
- Ya, lo entiendo, esos piratas tan problemáticos te deben llevar de cabeza – Dijo Shiro mientras bebía su primer sorbo y sonreía-.
- Bueno, hay unos mejores que otros, sin lugar a dudas – Sonrió el tabernero mientras miraba a aquel pirata que tenía enfrente, bebiendo su hidromiel -.

Tras el sorbo el hombre se tambaleó en su silla como si un cosquilleo le recorriese el cuerpo y realizo un pequeño gritito como aceptación de esa bebida tan dulce que parecía gustarle. Shiro se había fijado en la habitación, llevaba allí un par de horas, pero estaba tan sumido en sus pensamientos que no le había dado razón para realizar esa comprobación. Había nuevas personas que habían entrado hace poco y viejos clientes. La habitación permanecía iluminada como siempre por la luz central, a su izquierda estaban las mesas de juego, donde se reunían algunos vecinos para jugar a cartas o a otros juegos, por detrás de él y a su derecha había más mesas, estas eran usadas para beber o comer por grupos de personas. En la barra donde él se situaba no vio a nadie más, las botellas de alcohol brillaban bajo aquella luz y el agua de dentro se movía ligeramente, dando indicio de que alguien golpeaba el suelo o la mesa, esperando algo, junto a la barra, había un televisor sobre una caja de madera, el cual no estaba enchufado y no tenía cables. El tabernero ya se había retirado a atender otras cosas pendientes que tenía, Shiro cogió su bebida con la mano derecha y le dio otro sorbo. Tras ello se giró al asiento de su izquierda y comenzó a hablar en voz alta, pero consigo mismo.

- ¿Pues tú sabías que en algunas zonas a los peces de pesca se les llama Bocanas? – Continuó hablando consigo mismo, como si de un loco se tratase. Pero lo que pensaba y sabía eran cosas muy distintas.

Mientras Coday miraba a la puerta fijamente, como si quisiera aprender algún tipo de truco, alguien empezó a vociferar por la taberna donde se encontraba. ¿Quién sería aquella persona tan escandalosa que no dejaba concentrarse a los demás? Miró por toda la taberna hasta que se dio cuenta de un chico que no había conocido nunca. Sin mayor dilación, se dirigió hacia su posición para evitar que empezara de nuevo a gritar como si estuviera loco, ya que algunos de los que estaban allí si tenían derecho a algo de paz e incluso tenían cosas que hacer.

- Oye tú, para de chillar, hay algunas personas que queremos concentrarnos en hacer algunas cosas y tus berridos cual ballena beluga no nos dejan concentrarnos, así que cierra la boca. - le dijo el chico de cabellos rubios con una sonrisa en la cara, pero haciéndose de notar que no iba a ir con contemplaciones si alguien le molestaba. Luego, se fue hacia su mesa, sentándose nuevamente en la silla y esperando pacientemente a Desmond y compañía, que al parecer tardaban en llegar y dejarse ver. Por otra parte, esperaba que el mensaje le hubiera quedado claro a ese chaval tan chillón y rezando porque no empezara de nuevo a vociferar como si le faltara un tornillo.

Un chico le había dicho unas palabras interesantes, concentración, el peor enemigo de la precaución. Concentrarse en algo era pasar por alto muchas otras cosas, como por ejemplo aquella persona que esperaba impacientemente algo. El pirata del parche se decidió a ver si almenos gracias a su ayuda alguien más se daría cuenta de aquello.

- ¡Lo siento mucho señor! - exclamó en alto Shirokami tras levantarse y mientras le hacia una reverencia al televisor que estaba situado a la derecha de la barra, como si se tratase de la persona que le acababa de hablar.Ante esto, el televisor se tambaleó mínimamente y Shiro levantó la cabeza y lo miró sonriendo. – Que extraño... juraría que los televisores no se mueven...-

El televisor no se movió del sitio y el tabernero se acercó al pirata para separarlo de allí. Shiro no dijo nada más y siguió al tabernero, esperaba que el resto de los piratas allí presentes se diesen cuenta de lo sucedido y tuviesen cabeza para juntar los 2 hechos que se habían sucedido. Que el televisor se moviese y que Desmond llegase a Drum tenía algo que ver, sobre todo si aquello no era un televisor. En cuanto a Desmond, lo único que el peliblanco sabía de él era lo que había podido leer hacia días atrás en periódicos y radios de la marina.

Cuando estuvieron en la barra, el pirata de pelo blanco le paso una hoja escrita al tabernero, el cual la cogió y la leyó en silencio, tal y como el pirata pensaba, no era culpa del tabernero, eran ordenes y nada más. El tabernero le sirvió otra hidromiel, mientras ambos esperaban que llegase algo por aquella puerta.

Al parecer, el chico se disculpó por su comportamiento, pero ya era tarde para eso, además de que más vale no volverlo a hacer que pedir doscientas veces disculpas por lo que se hace, de todas formas, era de agradecer que se disculpara frente a lo que acababa de hacer. Fuera como fuera, el chico de cabellos rubios notó que la televisión se movía. Vaya, la ciencia avanzaba que era una barbaridad… ahora las televisiones podían comenzar a andar. ¿Qué sería lo próximo, frutas que dieran poderes sobrehumanos a las personas corrientes? Claramente, eso ya existía y el lugar olía a chamusquina, así que cogió el vaso con la cerveza y se la bebió de un trago, buscó a su “compañero gritón”, que estaba situado en la barra, lanzó su brazo entero y lo agarró de la camisa, por la parte de atrás, estirando de ella con la intención de sacarlo del lugar.

- Será mejor poner pies en polvorosa… esto me huele bastante extraño y la verdad es que ya tengo un wanted… si llegara la marina por lo que sea… - dijo Coday casi para si mismo. Si él estaba en lo cierto, la marina no se quedaría parada ante la llegada de Desmond a Drum y ese podría ser un lugar al que irían, conociendo como era Desmond, seguramente le estarían esperando detrás de cada esquina, como quien dice. Una vez salió Coday, bueno, la mayor parte de él, esperó fuera, a unos cuantos metros de esa taberna a que saliera su brazo con o sin el chaval que había “pescado”.

Técnica usada:

OFF:

Grana seguía meditando sobre todo aquello, mientras miraba su bebida. Si la marina vigilaba aquel lugar de aquella forma, estaba claro que él no iba a ser buscado, no se moverían por una recompensa tan baja y se expondrían a fracasar en la captura del pirata. Podía estar tranquilo bebiendo allí sin preocuparse de eso. Con su mano izquierda notó que la madera de nogal de la barra no estaba perfectamente pulida, habían muescas y marcas. En una taberna de un lugar como ese eso no era normal. Los piratas no solían quedarse mucho tiempo en un lugar tan frío, el tabernero había sido extorsionado, pero que era lo que querían en realidad. Su cabeza divagó un rato sobre esos pensamientos cuando de pronto sintió como algo le agarraba y le estiraba hacia fuera, cayéndose de la silla y tirando la bebida que aún no había pagado, al ser un hombre tan corpulento no le costó levantarse ya que fuese lo que fuese que le estaba agarrando no podía estirarle con fuerza suficiente.

- ¿¡Qué demonios?! - exclamó el pirata mientras apartaba aquello que le agarraba con la mano -.

La gente comenzó a gritar, una mano se movía en el aire a escasos centímetros de él.

- ¡El demonio a venido a llevarme! ¡Oh señor, se lo suplico sálveme! - Grana comenzó a rezar en el suelo, mientras la mano salía de la taberna -.
- ¡¿Qué es esa cosa?! - exclamó uno de los presentes en aquel lugar -.

La gente comenzó a gritar y a salir en pánico de aquel lugar sin importar quien estuviese en medio. Al salir la multitud se topó con el otro pirata y arremetieron todos para salir, empujándole.

"Sea de quien sea esa mano, no ha sido muy buena idea si su intención era no llamar la atención" - Pensó el pirata levantándose y sacudiéndose el polvo, la taberna estaba vacía y dado que ya habían llamado la atención no podía hacer gran cosa, se despidió del tabernero que no había podido ver nada y salió de la taberna poniendose su chaqueta blanca, no sin antes darse cuenta de que en efecto en el interior de aquel disfraz había un pirata que estaba comunicando algo a sus compañeros. – “Al final la vamos a tener…”

OFF:

OFF:

Al parecer, el brazo que estaba flotando y moviéndose dentro de la taberna, había causado bastante revuelo en ella. En el proceso, empujaron a Coday mientras la gente salía como si fuera una estampida de rinocerontes. ¿Es que no habían visto nunca un brazo moviéndose solo? Fuera como fuera, lo más importante era que, como poco, había hecho que aquel chico se diera cuenta de que no tendría que estar allí mucho más tiempo… o por lo menos eso esperaba el chico de cabellos rubios, quien recogió su brazo que llegaba volando después de haber soltado al chaval, quien, seguramente, se habría llevado un buen susto. Colocó nuevamente su brazo como en un principio debería estar y esperó a que saliera su compañero de allí, no sin antes ir a una tienda y comprar algunas cosas que necesitaba… nunca estaba de más algunas armas, aunque la mayoría fueran de corte, ya que, en caso de que las utilizaran en su contra, poco podrían hacer.

- Bueno, ¿sales ya o que? Tengo que pedirte un favor… si es que puedes completarlo, claro. - dijo el chico desmembrable una vez salió de la tienda de armas y se colocó nuevamente delante de la taberna, esperando el regreso del chico chillón, el cual, seguramente, ya no atrdaría demasiado en salir del lugar.

OFF:

El corpulento pirata salió de la taberna el último, con Desmond por allí, era casi seguro que se cocía algo. Mientras salía notó el frío invernal que caracterizaba esa isla, si no tenía cuidado podría llegar a congelarse por completo, se abrigó bien y miró por debajo de su cinta y con su único ojo al joven que ante él estaba.

Bueno, ¿sales ya o que? Tengo que pedirte un favor… si es que puedes completarlo, claro.
¿Un favor dices? – Dijo mientras salía del lugar agarrando su chaqueta con la mano izquierda y agachando su cabeza mientras apoyaba su mano derecha en la parte mas alta de la puerta doblando un poco el codo. – Para ser un chico tan… como decias… a sí, “concentrado”, ahora ves más lo que hay a tu alrededor ¿no? – Grana dijo esto en tono más irónico, mientras caminaba hacia el lado derecho del joven y se situaba a su lado.

Tras mirar detenidamente los rasgos que caracterizaban al muchacho, no tardó en hacerse a la idea de que él buscaba algo parecido a lo que Grana buscaba.

- Entonces dime joven ¿Por qué debería hacerte un favor?

Grana volteó la cabeza hacia la derecha, mientras doblaba los brazos y la inclinaba diagonalmente hacia el otro muchacho, quedando en una posición bastante cómica. Pero paró al muchacho, dandose cuenta de otra cosa. Aquel marine había realizado una llamada, seguramente este joven tendría que ver en algo con Desmond, o eso o él era Desmond, en cuyo caso, quedarse ahí era más peligroso todavía. Cogió al muchacho del brazo y sonriendole le pegó un tirón y le señaló la nieve que caía ante ellos.

- Movamonos, si te parece.- Dijo mientras continuaba sonriendo -.

OFF:

Finalmente el joven al que Coday había pegado un tirón usando el poder de su fruta había salido a la calle. Coday, al oír las palabras de ese joven, no pudo reprimir soltar otra frase, más o menos del mismo tipo que la suya, ya que le había ofendido levemente, aunque esta, seguramente no fuera la intención del chillón.

- Si no hubiera visto antes lo que había a mi alrededor, ¿te habría buscado para decirte que te callaras? - dijo el joven rubio con una sonrisa en su cara, como de costumbre. Esperaba que con aquella frase le dejara decir el porque le necesitaba y sobretodo, si podía conseguir lo que le iba a preguntar. Sin embargo, antes de que se lo dijera, le cogió del brazo y le pegó un tirón de este, seguramente con intenciones de que le siguiera. Hizo lo mismo que él, andar, sin embargo, empezó a hablar a ver si podía decirle que si a su propuesta.

- Verás, te necesito porque soy incapaz de crear algunas cosas que me hacen falta para pelear. Soy luchador y como comprenderás, hay muchas cosas que todavía no entiendo y sobretodo, tengo que combatir mano a mano con personas muy extrañas. Es por esto que tengo que pedirte si eres capaz de crear unos guantes de metal y unas gafas que aumenten algo la precisión pero que se base, sobre todo, en que no se meta arena, humo o cualquier otra partícula en el ojo que pueda impedir la visión. - dijo el joven pirata, quitándose los guantes comunes que tenía para que pudiera iniciar la reforma, si es que aceptaba y podía, claro.

Mientras caminaban el chico le dijo aquello que quería, Grana se asombró con aquella inusual petición. ¿Desde cuando le pides algo así a un completo desconocido, que podría ser incluso un mendigo? Eso sí que era inusual, muy inusual. No llegaba a entender el razonamiento de aquel joven que parecía ver a través de las personas.

- ¿Dices que te haga el qué? ¿Acaso te parezco un inventor o mecánico? No se de donde has sacado esa idea, pero que yo sepa nunca he arreglado o creado nada. – Grana estaba sorprendido, lo único que había leído u estudiado de ese tema era un libro, pero era de arquitectura, es decir, edificios.

La sola idea de poder crear algo como lo que el chico le pedía era algo muy inverosímil, su cerebro no podía sacar conclusiones, ni resultados de aquel encuentro. Pero el chico seguía sin haber contestado a su mayor pregunta.

- No sé, ni siquiera si seré capaz de hacer eso, nunca he hecho nada parecido, ¿No te parece extraño pedirle esas cosas a la gente que acabas de conocer? Sobretodo sin saber nada de ellos, ni siquiera su nombre… En cualquier caso, ¿Qué beneficio saco yo de esto?

Seguían caminando, su conversación les había alejado de la taberna, pero el pirata de pelo blanco sentía mas cosas a su alrededor. Al hablarle por última vez se dio cuenta de que había visto a la misma persona dos veces. Les estaban siguiendo, seguramente para hallar al capitán pirata, ya que, si aún no les habían atacado era por que ese chico no era Desmond y por que debía saber algo de él.

Se alejaban más de la zona inicial del pueblo helado, un pueblo no muy concurrido y no muy grande, a su izquierda había un restaurante y el resto eran casas. La gente situada en las puertas y en la calle parecían conocerse entre ellos, cosa normal en un pueblo tan pequeño.

Coday escuchó todo lo que le había dicho aquel chico. En cierta manera, tenía razón. No era muy común decirle a alguien que no conocías de nada que te hiciera alguna cosa, sin embargo, por las pintas que tenía no era un marine, además de que le había caído bien aunque al principio hubiera pareciera que no se iban a llevar bien. Fuera como fuera, el chico de cabellos rubios intentó explicarle el porque debería hacerlo y el beneficio que podría sacar de esto que, aunque no pareciera demasiado, le podría sonar jugoso.

- Bien, primero en principal es porque suelo confiar abiertamente de las personas hasta que me fallan. Si me fallan una sola vez, ya no vuelven a tener mi confianza. Lo segundo, a ti no te costaría nada, es ayudar a alguien y así te ganas el cielo y todas esas cosas que se dicen. Lo tercero, te debería una y como el mundo es muy grande, podrías cobrártela cuando quisieras si nos vemos alguna vez. - dijo el chico sin dejar de caminar, esperando la contestación, positiva tal vez, de aquella persona de la que que no conocía ni su nombre.

Tras meditarlo durante un tiempo Grana llegó a una resolución conveniente para ambos, o así pensaba él. Si el chico conocía de verdad a aquel otro pirata era un golpe de suerte, que venía incluido en sus planes.

- Ninguna de tus ofertas se merece mi simpatía, pero viendo lo visto, creo que podríamos llegar a un trato... - Grana se paró en medio de la calle. Aún siendo consciente de que los seguían, él sabía que podría jugar un gran papel con aquella oferta. – Preséntame al capitán Desmond, el famoso pirata. Quiero saber lo que vale, un novato como él en este mundo puede ser lo que se necesita para finalizar esta era. - Grana giró rápidamente la cabeza, atemorizado o eso parecía, sin dar tiempo a ver la reacción o respuesta del chico, ya que, un perro se situaba enfrente de ellos. – ¡Tú! - Gritó Grana-.
- ¡Guau! - respondió el perro -.
- Maldito seas ¿¡Qué haces aquí!?
- ¡Guau!
- Esta vez no me convencerás con esas cosas, apartate de nuestro camino.
- ¡Guau!¡Guau! - El perro ladró dos veces y Grana se quedó inmóvil y paralizado, tras un breve periodo de tiempo, el gran cuerpo del pirata salió despedido como si le hubiesen golpeado en el pecho y se chocó contra una persona a su espalda, derribándola y cayendo él a varios metros de distancia en el suelo.

Se levantó lentamente del suelo y tosió por el impacto.

Aquel chico definitivamente se había vuelto loco. Estaba hablando con un perro y es más, estaba gritándole. La verdad era que o bien no estaba bien de la cabeza o por otra parte, había perdido los papeles con un animal, lo que significaba que no era muy partidario de los animales. Fuera como fuera, luego se lanzó hacia algún lado, pero Coday ni siquiera se giró para ver lo que había hecho. Estaba demasiado liado en adivinar lo que le había pasado a su “compañero de viajes” tras ver al perro y sobretodo, el hecho de que se había lanzado hacia un lado, como si de un golpe o algo se tratara.

- Esto… tío… ¿pero que haces? – preguntó el chico de cabellos rubios algo intrigado por el comportamiento del chaval. Fuera como fuera, siguió andando, aunque aminoró la marcha, esperando que aquel extraño personaje le siguiera después de jugar a lo que estuviera jugando. - Te presentaré a Desmond, yo también lo voy buscando. - dijo Coday en un susurro, esperando que el chico de cabellos blancos lo escuchara, pero nadie más pudiera oirlo. Lo era plan de nombrar a piratas y mucho menos decir que los estabas buscando sin ser de la marina.

Grana se levantó y volvió a mirar al perro, esta vez sin miedo y a los ojos.

- Ese ha sido un gran golpe, pero la siguiente vez no me vencerás, por hoy has ganado...- el perro miró fijamente al hombre y tras ello se alejó sin decir nada-.

Ahora que Grana estaba más centrado y había divagado lo suficiente sobre sus propios pensamientos, se dio cuenta de que había golpeado a un hombre al recibir el impacto de tan gran ataque. Rápidamente se acercó y ayudó a levantarse a aquel hombre.

- Lo siento mucho señor, no era mi intención... Déjeme que le ayude. - El chico cogió al hombre y lo levantó con facilidad, el hombre rápidamente se separo de él y tras aclararse la garganta se alejó callado. – Que gente más rara ni siquiera se enfadan…

Tras esta pequeña intromisión Grana corrió hasta el lado de su compañero con el que estaba haciendo tratos, ahora a la espera de su respuesta.

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Unos metros más abajo, el hombre que había recibido el impacto se quitó la gabardina y cogió un Den Den Mushi.

- Aquí BK-10, acabo de tener un encuentro con los piratas 1 y 2. Parecen conocer el paradero de “Kutouken”, recomiendo a las otras unidades seguir la vigilancia y aumentar el número de seguimientos, él anda cerca.

OFF:

Al parecer, aquel chico, después de disculparse educadamente, fue hacia la posición de Coday. El chico de cabellos rubios le había dicho que buscaba a Desmond y que le llevaría con él… eso lo haría seguro, aunque claro, primero deberían encontrarlo. Por lo pronto, Coday estaba como loco por tener sus nuevos objetos en su posesión, ya que era lo que realmente le había motivado a emprender ese viaje con aquel extraño joven que no sabía su nombre, sin embargo, el joven separatista de cuerpo esperaba que eso cambiara pronto. Una vez estuvo nuevamente a su lado, empezó a hablarle.

- Bueno, busquemos algún sitio tranquilo donde puedas hacérmelo. Me refiero a lo que te he pedido antes, no pienses mal. Si encuentro a Desmond, hablaré con él y daré algunas palabras a tu favor. Pero antes tienes que crearme las armas, ¿te parece? – dijo Coday al chico, dándole los guantes y sentándose en un banco de madera que quedaba a las afueras del pueblo. Seguramente allí se podría trabajar tranquilamente y si no era así… bueno, siempre podrían escapar.

Antes de poder responder a su acompañante, Grana sintió un temblor en el suelo, no le dio tiempo más que a girar la cabeza cuando la nieve lo atrapó y lo enterró bajo ella. Rápidamente el corpulento pirata se levantó con aires de enfado y tras agachar las manos momentáneamente exclamó:

- ¡Odio las mesas! – Y lanzó una mesa que había debajo de la nieve en dirección opuesta al nuevo desconocido. Tras terminar de respirar agitadamente se cubrió con las manos el pecho, pues misteriosamente su camiseta y camisa habían desaparecido de su cuerpo y habían acabado llegando unos metros más lejos. – Que fresquito ~~ - Dijo con la cara sonrojada.

Después camino como un pato, lentamente, y con dificultad hacia su ropa y se la puso de nuevo. Se giró y buscó a su compañero por los alrededores.

- Juraría que había salido volando por aquí… - Musito el pirata mientras torneaba su cabeza de lado a lado sin ver el resultado que esperaba – Debe haberse perdido, como siempre…

Coday escuchó un sonido bastante alarmante que provenía de detrás de él. A unos cuantos metros, una avalancha de nieve se les caía encima, tanto a él como a su nuevo compañero, sin embargo, había una tercera persona. ¿Quién podría ser? Cuando se acercó, pudo ver quien era realmente, ya que había estado con él antes de dejar la banda por motivos personales. Coday se lanzó de cabeza nuevamente a la taberna para que no le pillara toda aquella nieve y le convirtiera en un muñeco separable.

Cuando la cosa se calmó salió afuera y vio a Desmond con la misma cara que siempre, es decir, con ganas de entrar allí para arruinar el negocio, sin embargo, antes de que pudiera hacer cualquier cosa, el luchador fue hacia el capitán pirata. – ¿Cómo vas Desmond? Yo ya he acabado mis asuntos personales de chi… chistes, ya sabes, como siempre. Por cierto, te traigo a una persona… es algo chillón, pero bueno, supongo que se calmará con el tiempo. – dijo señalando con el dedo índice a quien le había acompañado durante cierto tiempo en aquella isla.

OFF:

Tras darse cuenta de que buscaba al rubio pirata por el lugar equivocado, Grana se giró para fijarse que el rubio se encontraba de pie al lado del otro hombre.

- ¡Magia! - exclamó sorprendido el grandullón mirando a ambos hombres, tras lo cual se dio cuenta de que la nieve le había caído encima y eso solo podía significar una cosa... – ¡He pasado frío! Me muero... ¡Hugh! - Tal y como si le hubiesen disparado en el corazón, se agarró firmemente con su mano derecha y cayó al suelo.

-Ahí va ¿Y ese quién es? – Dijo el compañero del rubio.

Grana se levantó rápidamente como si nada hubiese pasado y corrió para ponerse al lado de aquel hombre, pero no le fue sencillo, en vez de eso, tropezó y comenzó a rodar creando una bola de nieve cada vez más grande, hasta que finalmente se chocó contra la pared de la taberna. Después de un periodo redundantemente corto, el pirata alzó la cabeza aún en el suelo y miró al nuevo moreno que allí estaba.

- Grana Hak.. Cha… Hakusa… ¿Por qué tendré un nombre tan raro? – Decía Grana mientras intentaba pronunciar sus apellidos, los cuales obviamente pronunciaba mal y de forma rara.

El capitán pirata preguntó quien era. Coday ya iba a abrir la boca, sin embargo, se detuvo en el último segundo… ¿Quién era? No le había preguntado el nombre y él tampoco se había presentado realmente, por lo que todavía estaban en un vacío de nombres. Fuera como fuera, aquel chico dijo que se llamaba Grana… parecía como Grano, así que no se le olvidaría, por lo menos, no hasta mañana. Luego, el chico de cabellos rubios separó su mano del brazo y lo llevó a la altura de la mano de ese tal Grana con intención de hacer un apretón de manos.

- Encantado Gran, yo soy Coday, pero puedes llamarte Mi Dios si lo prefieres. – dijo el chico separable con una sonrisa en la cara. Claramente lo decía de broma, aunque tal vez no lo comprendieran. Luego, se dirigió hacia su capitán para contestarle a la pregunta que había hecho, bueno, más que pregunta, le iba a contestar la afirmación. – Vale jefe, ya veremos que nuevos especímenes tenemos entre nosotros. – dijo Coday, esperando la respuesta de uno, de otro e incluso de los dos.

OFF:

Tras oír el nombre de aquel pirata, la sonrisa de Grana parecía contener cierta maldad. Coday quién extrañamente le había dicho que se podía llamar a sí mismo mi dios, lo cual hizo pensar a Grana que no estaba mejor que él de la cabeza, le tendió la mano para levantarlo del suelo y le estrechó esta como saludo. Después el propio Desmond hizo lo propio y además le preguntó:

-¿Estás interesado en unirte a mi tripulación? – Grana se apartó rápidamente del pirata, antes siquiera de estrecharle la mano -.
- Hombre interesado… interesado… no se yo, pero… ¿A caso es una propuesta? ¿El famoso pirata Desmond quiere que me una a él? ¿No tendréis problemas de dinero o algo así y queréis utilizarme para ello no? – Grana acercó su cara a la del otro pirata extendiendo su labio inferior y arqueando sus cejas para formar una cara graciosa. Tras mirarlo detenidamente se separó y suspiró – Dado que le debo un favor a este chico – dijo señalando a Coday –Y si ese es el caso, estaré junto a vosotros, pero no os prometo nada, no me gustaría que me viesen con piratas de tan mala fama – dijo esto con un tono irónico para referirse en realidad al pirata rubio – Pero lo más importante, solo lo hago por saber que clase de gran pirata eres…

Grana extendió la mano para esta vez, sí aceptar el saludo.

- Se une temporalmente el pirata Grana apodado “Shirokami” (peliblanco) a su tripulación capitán.

OFF:

Al parecer, ese tal Grana se iba a unir a la tripulación, aunque, según él, sería de forma temporal, es decir, que cuando quisiera, se iría, dejando tirados a los Fist of Devil cuando más le necesitaran… tal vez. ¿Desmond aceptaría algo así por las buenas o tal vez hubiera algo detrás de todo eso? Fuera como fuera, eso ya sería cosa del jefe y de ese peli blanco, por lo que Coday, apartando la vista de aquella escena y regresando su mano a la posición que le correspondía, entró en la taberna y pudo notar una serie de cuchicheos, además de gente algo nerviosa, así que, haciendo uso de su fruta, se sentó en una mesa apartada, despegó ambas orejas y las fue llevando lo más cerca posible del suelo, de tal forma que nadie pudiera ver lo que hacía pero si que le permitiera escuchar los susurros que unos se decían a otros. ¿Quién sabe? Tal vez fuera una emboscada para los piratas que allí se encontraran o simplemente fueran secretos íntimos y cochinos que no se deseaba que fueran escuchados.

Bien, veamos que se cuece por aquí... pensó el pirata de cabellos rubios mientras escuchaba con atención dos conversaciones, una alejada de la otra, esperando que fuera algo bueno y no simples tonterías sin importancia.

Técnica utilizada: