Llegada a un Bar. 29zrdle

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Llegada a un Bar. 29zrdle
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Llegada a un Bar. Empty Llegada a un Bar.

Lun Ago 15, 2011 8:03 pm
Sentía la tentación de ser la primera vez que iba al mar, sin embargo estaría buscando donde comenzar a crear un nuevo mecanismo que le podría servir con su nueva vida pirata. Llevaba lo fundamental, experiencia y sobre todo sabía muchas cosas, las cuales le servirían para cuando fuera a crear algo o fuera de ayuda para los piratas. Aunque de por si no tenía miedo, ya que antes había tenido largas charlas con los piratas, y hasta había bebido con ellos hasta que no podían más.

Pero estaba en Logue Town, un lugar donde trataban bien a los piratas, donde podría conseguir muy buenos materiales, entonces era una ciudad bastante favorable para Leon. Sin embargo iba a estar mucho tiempo ya que aquí era donde diseñaría su nuevo cuerpo, ya que admiraba mucho a los cyborg y quería experimentar con ellos, o con los robots ya que le llamaban la atención muchos de ellos.

Así que estaba buscando un bar, donde podría ir a beber unas cervezas, allí de seguro podría encontrarse con algún pirata y hacer una buena conversación. Pero quería entrar a un bar respetable, no donde iban los peores piratas. Leon con el tiempo se había vuelto alguien que se hacía respetar, ya que con la experiencia y todo lo que vendía ahora tenía dinero. Luego observo un bar donde entraban piratas, y tenía muy buena apariencia.


-Este bar es donde voy a entrar-. Dijo en voz baja, luego entro y se quedo sentado esperando a que lo atendieran, y porque no que podría llegar algún personaje que quisiera hablar con Leon.
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Miér Ago 17, 2011 3:02 am
Alessandra Rosenfeld, pirata con buenas habilidades para la lucha cuerpo a cuerpo que yacía entre las calles del alfa y el omega, en pocas palabras "Logue Towm". Dónde todo pirata quisiera tener su inicio y, que a pesar de esto la chica había elegido tal isla para ser un punto de sus diversos inicios. Esta caminando con su vestimenta poco usual el cual se trataba de una especie de "Traje de baño" al estilo militar, llevando un pequeño sombrero por encima de sus rubios cabellos y aquellos guantes de metal del color rojo. Sus piernas completamente al descubierto, dejando ver unos tatuajes militares en las mismas, pero en poca cantidad. Lo que más relevancia daba a su rostro era aquella cicatriz en la parte inferior de la mejilla izquierda. ¿Qué buscaba la chica?, tan solo pasar el tiempo, entretenerse con algo que la haga alejarse de aquél mundo al menos por un tiempo.

Sus pasos con aquellas botas hacían que el piso dejara salir un pequeño sonido, el cual no era el único, puesto que aquellos pasos del sin número de personas que le rodeaba igual sonaban a la par. Su mirada pudo fácilmente divisar una especie de bar lujoso en comparación a muchos otros, el cual hizo que su mirada se fijara totalmente en él y dejara salir una pequeña sonrisa de satisfacción. Caminó lentamente hacia aquél establecimiento con el único fin, el cual era llegar a tal local y obtener un buen tiempo antes de iniciar su nuevo y largo viaje.

Entrando al bar pudo notar a varios civiles, los cuales podrían ser piratas, cazarecompensas, marines o tan solo simple personas. Su vista notó una mesa, la cual se encontraba cerca de un hombre de buen vestir, por no decir extraño... El cual con su larga cabellera adornaba aquella vestimenta. La chica con dos colas de cabello y un mechón saliendo por delante de su frente se dispuso a caminar hacia la mesa que había visto al entrar al bar, en la cual con suma delicadeza se sentó, esperando que la llegaran a atender o simplemente entablar conversación con alguna persona dentro del bar.
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Vie Ago 19, 2011 4:10 pm
- Argh... - Farfulló Kratos, cansado. Después de pasar unos días en una ciudad tan extraña como LogueTown ya no podía soportarlo más. Tanto crimen... y tanto orden... todo se mezclaba en una extraña ciudad de calles polifacéticas. Podías encontrarte a uno de los criminales más peligrosos caminando por ellas como a un poderoso Marine de alto rango. Pero no pasaba nada por casualidad, todo estaba planificado desde atrás, todos menos las cosas pequeñas, como él. No le gustaba esa ciudad, había mucha resistencia marine, por lo que tenía que contenerse para no lanzarse a por ellos y ser acribillado. Por eso, sus pesadillas se repetían en su mente, como estallidos de recuerdos que agostaban su cerebro. No encontró otra solución que esa, así que ahí se encontraba. Esquivó el puñetazo con algo de dificultad, y luego ejecutó un fuerte rodillazo a su enemigo, que había quedado expuesto. El adversario calló al suelo tendido tras una larga pelea, con ese final tan rápido a causa de un descuido - Yo... me retiro, buscad a otro - Entonces la gente saltó, frenando su marcha al interponerse en su camino - ¿¡Quuuueeeeee!? ¡No puedes irte ahora mismo, has ganado todas las peleas callejeras y yo estoy apostando dinero por ti, por fin podré pagarme la casa, y la educación de mi familia... ¡Te lo suplico! - El chico se arrodilló, reclamando que no se fuera, pero Kratos ya había decidido, y cuando Kratos decidía algo...

Le dio una patada a la barbilla del humano arrodillado, el cual salió disparado hacía atrás un metro o dos, y tuvo la mala suerte de romper un barril con su impulso, y clavarse un trozo de madera amplio en el pecho, a la altura de los pulmones. Kratos lo visualizó con frialdad. Tras unos segundos de ver su agonía, camino a paso lento. Con estas peleas había conseguido varias cosas, la más importante era el dinero, luego olvidar sus pesadillas, y para finalizar quitarse el estrés y la ira acumulada. Fue caminando impasivo por esas calles, su vestimenta escasa denotaba una diferencia entre la gente, haciendo que esta se alejara de él por motivos obvios. Fue caminando un rato, buscando algo que hacer, una licorería a poder ser. Tan solo encontraba bares mundanos, donde seguramente encontrase a gente como él. Eso no le convenía, no quería ponerse a pelear de nuevo. Debería esperar al menos... cinco minutos más. Ignoraba la mirada de los civiles, incluso los comentarios que le hacían de forma oral en voz baja. Estaba caminando ya un rato, y había llegado a una zona más bien adinerada en esa isla. Ahí casi se encontraba solo en las calles. Pero parece que ahí eran más exigentes y estaban más mimados como para permitir ver a un hombre como Kratos paseando.

Fue entonces cuando se encontró de cara con el Marine, en un cruce de calles. Este llevaba un mosquete, un sable y un retrato a lápiz de una persona muy parecida a... él. Kratos al ver eso se impactó, iba por él, no había duda alguna. El Marine dio la pista clave de su objetivo cuando sus nervios le hicieron la mala jugada de que se le cayese el retrato al suelo y le encañonase con el arma, preparado para disparar. El pirata sin embargo, giró hacia un lado con facilidad haciendo así que ya nada le apuntara a él. Con algo de suerte, consiguió desenvainar el sable del Marine y quedárselo para él, ya que el sujeto que se supone que lo iba a disparar estaba tan ocupado con apuntar bien con su arma que no estaba atento. Por lo visto, habían mandado a un recluta, o ni siquiera eso, pues parecía ser más experto limpiando bases de la Marina que peleando en ella. Aún así era un objetivo a tener en cuenta, era un idiota, era un inepto, pero las armas de fuego casi mataban por si solas. El Marine se retiró unos pasos hacía atrás, intentando evitar el cuerpo a cuerpo para tener más angulo de disparo, pero Kratos no se lo permitió. Le siguió y golpeó con el sable el mosquete para intentar desarmarle. No lo consiguió, el uniformado se aferraba bien a su arma. Justo en ese momento, disparó.

La bala rozó la piel de Kratos, por la parte del hombro, causando un corte que ardía como el inframundo a causa de la velocidad de este. Los ojos de Kratos se inyectaron en ira, el Marine lo vio y tembló aún más, mientras recargaba su arma. El tatuado agarró el mosquete con una mano, y lo tiró hacía él. El cuerpo del Marine por consecuente también fue atraído de forma involuntaria hacía el cocinero, el cual le regaló una patada al estomago con fuerza. Luego, utilizando el sable por el lado frontal, a base de martillo, propinó un fuerte golpe en el costado del enemigo, haciendo que cayese al suelo con algunas lastimaciones, pero sin consciencia. Miró el mosquete y el sable... podría llevarselo, pero él no quería nada que perteneciese a la escoria de la Marina, así que lo lanzó sobre el cuerpo del chico y prosiguió su camino. Ahora, algo agotado y herido se dirigía como podía a un establecimiento. Vio un bar medianamente lujoso, donde parecían entrar piratas. Era el lugar ideal, ahí podría estar a gusto al menos hasta que le echaran o cerrasen el local.

Entró con fuerza, haciendo notar su llegada a todas las personas que estaban en el bar. Se quedó inmóvil en la puerta durante dos segundos, mirando a todos los individuos por encima, para hacer una rápida comprobación de personal. Al parecer él sería el más destacado, pues el resto al menos, aunque fueran personas con distinciones algo atípicas, no era de una forma tan exagerada a la suya. Pasó de las mesas, fue directamente a la barra, donde el dueño del bar le atendió al momento de sentarse - ¿Que desea? - Kratos miró fijamente al señor que le atendía, de edad algo avanzada, con barba... y sin miedo, pues no le desviaba la mirada, sino que le trataba como uno más - Ron... Ron fuerte y... si tiene, unos vendajes - Hizo la petición en voz baja, recordando que aún tenía esa herida en el hombro que seguía ardiendo, aunque ya no tanto. Era momento de olvidar. A los pocos minutos le habían traído lo que pidió, una jarra de ron fuerte y una tira de vendajes. Empezó por lo importante: Dio un trago al ron para comprobar cosas como dulzura, la fuerza del alcohol, textura... y después de ese largo trago de ron, que había que decir que estaba muy bueno, se empezó a vender el hombro con esas tiras, y después de envolverse el hombro de lado a lado, cortó el vendaje.

Seguiría bebiendo allí por un buen rato, hasta que algo sucediese, algo significativo. Aún tenía en mente sus deseos, sus objetivos. De momento eran varios, pero no tenía gente con la que interactuar, por eso antes tenía en mente unirse a una tripulación donde le fuese más sencillo entablar lazos sociales. Tras unas largas copas, justo cuando empezaba a sentir algo chispeante en su estomago y sentía como cada vez que bajaba el alcohol su garganta le empezaba a arder, dejó un fajo de Berries en la mesa y salió del lugar, yéndose de la zona.
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