[PROLOGO] La vida que elegimos...

Luz de luna, luz de arrullo…eso es lo que nos brinda la noche con su destellante espectáculo, danzantes en el cielo los zafiros celestes nos deleitan de emociones y recuerdos, volvemos sobre nuestros pasos para dar miradas escazas a lo que una vez fuimos, para demostrarnos que hemos vencido las expectativas…que los monstruos que antes nos aterraban ahora no son sino siluetas en el suelo, para demostrar que no somos dominados por nuestros demonios, sino que nuestros demonios son controlados por nosotros…falsedad sin lugar en el rostro de las personas cuya ilusión de vivir es un mero espejo, cursilerías sin lugar en el mundo que pintado de rosa se erige sobre las ruinas de la profunda oscuridad, ha arribado la época de la tiranía y la lujuria, de la muerte y el crimen, del robo y la piratería, esta es la época donde no elegimos vivir, mas sin embargo esta es la vida que por necesidad o avaricia hemos tomado con toda alegría.

Vagante entre estas calles de oro y plata, donde las copas de oro destellan en el cielo con ojo ávido para despojar a las alimañas que con dificultad juntan para un almuerzo, esta es la gran ciudad de “Alfa & Omega” donde un día se hiciera leyenda por un evento poco usual, ¿pero hasta donde se ha llevado esta leyenda?, los crueles pasos del tiempo con su reclamo nos abren los ojos pues la época oscura no había llegado a su fin, era solamente un nuevo comienzo; ahí tirados los vagabundos con rostros demacrados suplican por un trozo de pan, pan que algún día una persona conoció muy bien y cuya importancia no reconoció hasta que de hambre sus órganos crujiesen y que de sed sus labios se partiesen; aquella figura antigua de un niño ladronzuelo con ánimos de sobrevivir había desaparecido para ser remplazada por la de un joven, alguien con sueños e ilusiones, de ojos negros como la noche que le acompañaba y de cabellos que con tinte semejante se erigían en una elevada estatura a causa de un amarre a modo de cola, sus ropas antes andrajosas ahora eran una pieza aceptable para mostrarse en sociedad, una sociedad que juzga todo por cuanto tienes y no por cuanto vales, este es el mundo que se ha creado tras la destrucción de un enigma, un antiguo tesoro enterrado y oculto despierta la avaricia entre los hombres, hombres que algún día lucharan por libertad y que ahora lo hacían por libertinaje.

-Vaya noche- exclamo con pausados vocablos el sujeto en cuestión, su cabeza gacha merodeaba por la tierra en búsqueda de algo in cesar, a la distancia unos cuantos comerciantes terminaban sus labores, las tabernas a todo lo que daban dejaban escapar de ellas bramidos a modo de canticos populares, ebrios dentro de ellas seguramente los ciudadanos compensaban sus penas con el alcohol, armas más que efectiva para olvidar aquello que no merece la pena o que simplemente por lo profundo de su alcance anclando raíces a obtenido frutos de tristeza –Diablos como he podido perder eso en medio de la noche, verdaderamente que soy un inútil- la molestia en su voz reflejada en su rostro ahora estaba pues frunciendo el ceño como todo ser humano la desesperación se apoderaba de él, sus manos un tanto mallugadas por el tiempo se mostraban tímidamente bajo las sombras iluminadas por la madre luna que con ternura ayudaba en la ardua tarea de encontrar aquel extraño objeto. Un leve suspiro provino de su parte, sus ansias de encontrar aquello que arrebatado por la mala suerte habíase desaparecido avanzo entonces por plena calle ahora despejada, la noche era joven y desaprovecharla no gustaba.

Con sonrisa forzada diviso unos metros adelante un festín de lo más peculiar, todo indicaba que en el sitio un festejo tenía lugar, personas bailando con singular alegría alrededor de una pareja de recién casados –Vaya…- clamaba con tranquilidad el extraño resistiendo el acercarse, invitado no había sido y de la mala educación no disfrutaba, pero el hambre haciendo mella en sus costillas le impulso a con rapidez deslizarse por las sombras, la tarea no era difícil pues centrados en la celebración todos encontrabanse. Cual gato coge al ratón tomo un par de platos llenos de comida y bebida para darse gusto, sin tener tiempo para echar huir vistazo y corroborar si alguien le había visto corrió hasta un callejón cercano, donde con rapidez engullo todo a su paso, dio gracias por la comida en un acto representativo –Bueno solo espero que esta situación mejore, no pienso pasarme toda la vida robando alimentos, quizás algún día sea rico…si…supongo que eso estaría bien o cuando menos tener dinero suficiente para comer, ¿qué tan difícil puede ser?- y así con aquellos pensamientos decidió descansar recargado en una pared observando simplemente a la gente pasar.

Sumido en las delicias que había ingerido el joven reposaba tranquilo en su sitio, repentinamente una voz hizo eco en el oscuro lugar, una voz un tanto extraña y hasta cierto punto distorsionada, girando con rapidez su cabeza observo a su lado a un…hombre…mujer…no estaba seguro, el caso es que portaba uniforme de la marina y eso siempre representaba problemas, una leve sonrisa se provocó en sus labios mientras se ponía más firmemente de pie –Si gracias por preguntar, le hubiese invitado un poco pero dado que estaba usted ocult…a no pude notar su presencia- en último momento había observado parte de los atributos de aquella mujer a pesar de que sus brazos se encontraban interfiriendo con la vista, con más atención comenzó a mirar a la persona en cuestión de arriba abajo, su uniforme era varonil, pero su figura no lo era, sin embargo algo extraño pasaba con su rostro y su cabeza, era casi como si no fuese humana o como si le hubieran implantado alguna especie de artefacto mecánico –Disculpe usted, pero…¿tiene algún problema en su rostro?, no me mal entienda pero puedo notar algo extraño, es casi como si usted no fuera completamente humana- expreso con cierta curiosidad.

Sus manos no temblaban, ir a prisión por un alimento no era la gran cosa, después de todo saldría libre en unos instantes, nunca había sido arrestado más por intervención del destino que por buena suerte, pero había escuchado historias de otros pillos como el, robar comida no era algo grave a no ser que se le robase a alguien importante o en algún evento importante realizado en la ciudad; pensó en escapar pero no era una posibilidad, acabando de comer lo único que lograría seria expulsar todo y en ese caso prefería ir a prisión que sacar de su estómago el poco alimento que había ingerido en el día –¿Me va a arrestar?- comento con una voz perezosa dada la hora en la que se encontraban, la luz apenas otorgada por la luna escaseaba repentinamente por interrupciones de las nubes que con naturalidad se movían en los cielos sobre sus cabezas, la mirada del joven se cruzó con aquellos ojos inquietantes de la marine, esperando únicamente el resultado de lo que sus palabras provocarían, esperaba el destino le sonriese de nuevo y no tener que cometer alguna locura o ser arrestado, la noche era demasiado hermosa como para arruinarla con una intrépida huida…o un lamentable encierro en los lugares más deprimentes.

-Ah, entonces discúlpeme- exclamo tras la primera respuesta de la mujer, a quien ahora meticulosamente observaba enfocándose por el momento en sus cabellos simulando ser canosos pero que no tenían la textura de ese tipo de cabello, ciertamente le daba un porte más serio a aquel rostro de finas facturas, repentinamente retiro el extraño mecanismo mostrando los seductores labios que le caracterizaban como una mujer de hermosas curvas, una voz agradable al gusto de los tímpanos fue acompañada por una firmeza propia de alguien que resguarda la ley, escucho con atención las razones de porque portaba aquel aparato y aunque le costaba un poco de trabajo comenzó a comprender todo en su mente, tal parecía que en el mundo existían muchas cosas desconocidas y que podía haber sorpresas esperando a cada sombra –Creo comprenderlo, aunque nunca quise hacer una alusión a que usted no parecía humana, de hecho es una mujer hermosa, más que muchas con las que he tenido el placer de encontrarme en mi corta edad- respondió cortésmente tratando de no elevar el tono de su voz pues no había porque ponerse agresivo en una situación como esa, después de todo la oficial no demostraba intención alguna de dañarlo, al menos por ahora.

Una nueva incógnita se hizo presente por parte de la fémina a lo cual el joven no emano respuesta inmediata, “¿Qué haría yo?” pregunto a sus adentros comenzando a meditar la situación, si él fuera marine qué pensaría, seguramente pensaría que aquella alimaña merece pasar un buen tiempo tras las rejas por haber despojado de los sagrados alimentos a gente que quizás con honradez había reunido a base de esfuerzo y constancia, pero, si lo analizaba de otra manera, ¿de verdad el merecía ser arrestado por el simple hecho de sobrevivir?, en épocas como esta donde la escases de recursos y oportunidades abunda, ¿qué otra cosa podía hacer?, ¿acaso debía morir de hambre por el simple hecho de respetar las leyes?, nuevamente aquella irónica sonrisa apareció en su rostro a lo cual cruzando sus orbes con los de la marine exclamo –Con todo respeto señorita, si yo fuera marine tendría cuando menos tres comidas al día, lo que me impediría cometer este tipo de actos que lejos de ser un robo es más una necesidad, esto para mí no es robar…es sobrevivir, así de simple, morir no está en mis planes, al menos no por el momento y para dejar de ser extraños sin temor le digo que mi nombre es Kyo…- finalizo con tono respetuoso y pausado aventurándose a lo que pudiera pensar la marine de él, cosa que no importaba mucho…hacía tiempo no le importaba lo que la gente pensara de él o de sus acciones.

Todo indicaba que las dulces palabras del joven surtían efecto en la hermosa mujer que tenía frente a si, lamentablemente él no se daba cuenta de ello pues siempre tenía la mente en otro lado y eso le evitaba darse cuenta de algunos detalles con lo cual más que nada lo que hacía y decía era por su forma de ser, la señorita se presentaba como Frozen Moon, nombre que le pareció peculiar al ladronzuelo pues al menos nunca había escuchado algo similar, pero aun así el nombre le parecía lindo y hasta cierto punto artístico por lo que mostro una amable sonrisa para con suavidad exclamar –Tienes un lindo nombre y…- en ese momento unos cuantos uniformados aparecieron en el sitio con gestos irrespetuosos y una arrogancia que rayaba en la molestia del ambiente, uno de ellos exclamo algo con rumbo a Frozen en tono de burla más por el aspecto del chiquillo que por el aspecto de la señorita, con respeto Frozen intento explicar la situación cubriendo al pelinegro, cosa que le sorprendió a tal punto de mostrar en su rostro incertidumbre, por su cabeza en ese instante se formularon miles de preguntas, ¿por qué una marine le estaba cubriendo?, si le capturaba en ese mismo momento ella obtendría cierto reconocimiento dentro de la marina y sin embargo ahí estaba la bella figura femenina siendo humillada por unos cuantos hombres desprovistos de toda inteligencia acto que de por si hacia hervir la sangre del muchacho pero que por debilidad y por temor a una reprimenda mayor no podía hacer mucho, las carcajadas disonantes de los uniformados no cesaban en aquel sitio molestando los tímpanos de los presentes, al menos los de Kyo quien enviando una mirada rápida a la joven parecía comunicarle un agradecimiento así como una señal para que se retirara, él sabía bien lo que le tocaría a continuación y no quería que aquella mujer fuera testigo de un ataque tan humillante…al mismo tiempo que uno nunca sabia de que atrocidades eran capaces aquellos cerdos.

Los sujetos dejaron brevemente a un lado a la chica para centrar su atención en aquel vagabundo quien al verse rodeado simplemente elevo sus manos como era el protocolo intentando evitar los daños, cosa que, al menos no sería posible con aquellos sujetos de apariencia sádica –Yo no hice nada- exclamaba de una manera nerviosa el sujeto quien ahora rodeado por los oficiales comenzaba a sentir los fríos brazos del odio abrazándole con fuerza. Los oficiales no parecían dignarse a dirigirle la palabra, no al menos en aquellos instantes, en las lejanías la fiesta seguía su curso por lo cual toda esperanza de ser escuchado por algún alma que le ayudara quedaba descartada, quizás en otras circunstancias habría pedido que la bella mujer le ayudase, pero él conocía bien su condición, hacerlo sería poco más que traición a la marina y su castigo podía ser ejemplar, o quizás simplemente seria expulsada de la misma arruinando una oportunidad para ella, él no quería que sucediera ello, así que espero lo que pudiese suceder.

No pasaron mucho tiempo observándole pues logro sentir dolor en sus piernas producto de un golpe lo cual le hizo caer pesadamente al suelo en medio de más burlas provenientes de ellos, sus puños cerraron con fuerza pero logro mantener la compostura y nuevamente desde su posición elevo las manos demostrando que no tenía intenciones de luchar, cosa que de nada sirvió, una patada en su espalda lo arrojo de nuevo contra el suelo haciéndole lamer el polvo del mismo. Conforme el tiempo pasaba la amenaza de una golpiza se hacía más latente, cosa que no sería nada del otro mundo, durante mucho tiempo había tenido que soportar las brutales golpizas tanto de piratas, vagabundos como de miembros de la marina.

Decidió quedarse ahí tirado, después de todo resistirse sobremanera era inútil, no era alguien fuerte, tampoco tenía un arma para intentar defenderse, no podía huir pues estaba rodeado y lo peor de todo es que incluso logrando alguno de los puntos anteriores solo conseguiría poner en un predicamento a la mujer que estaba ahí, cosa que le parecía ya de por si injusto, a final de cuentas él era un simple hombre perdido, no valía la pena arruinar la vida de una joven brillante y con futuro por una estupidez como intentar escapar por un robo que, realmente había cometido. Las burlas cesaron por un instante, era el momento que los cerdos habían estado esperando, el miedo comenzaba a hacer mella en el cuerpo del joven, tanto así que sus manos comenzaron a temblar tímidamente, respiraba de manera agitada imaginándose el dolor que próximamente iba a sufrir, cerro sus ojos y apretó sus dientes deseando que cuando menos, aquella golpiza pasara lo más rápido posible.Tras varios minutos donde fue sometido a la golpiza quedo ahí tirado, los oficiales al ver que ni siquiera se defendía llegaron a la conclusión de que no era alguien que ameritara prisión, tras haberse divertido simplemente le dejaron ahí tirado. Pasaron los minutos y se levantó con dificultad, observo a la señorita y le lanzo una débil sonrisa para después desaparecer entre las sombras como un fantasma, quien sabe, quizás…volverían a verse algún día.

Off:

Spoiler: