La posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante. [Prologo]

El ritmo de la música hacia que el cuerpo de Poesy se zarandease de un lado a otro moviendo la cadera siguiendo el son de la música. Subiendo las manos bajando los brazos no existía coordinación alguna pero se notaba la pasión que ponía en aquel baile. Los largos y lisos cabellos azules revueltos por el fuerte viento eran ondeados como una bandera. En ningún momento abrió los ojos, una extensa sonrisa juguetona adornaba su dulce rostro mientras tarareaba la canción. Un coro de palmas y risas rodeaban a la peliazul. Tras la ella unos músicos tocaban una canción pegadiza y movida que había conseguido que la joven pirata se olvidará de todo y se dejase guiar por aquella melodía tan divertida. No era una profesional ni se acercaba pero sus movimientos estaban llenos de fogosidad y arrebato tales que unidos a la música parecían complementarse.

Ni si quiera era consciente de la gente que estaba a su alrededor ni de que aquel baile había tenido un efecto inesperado en las personas las cuales ahora alegres la seguían con la vista. Algunos incluso echaron dinero cerca de donde la joven bailaba pensado, seguramente, que se trataba de un espectáculo callejero. La canción llegaba a su fin, podía notarse como el sonido iba decreciendo al tiempo que los pasos de la joven pirata se hacían más lentos. Una ovación es lo que obtuvo como desenlace, las personas lanzaban vítores y colmada de aplausos. Los ojos de Poesy si se abrieron lentamente, y no pudo más que sorprenderse al ver tal espectáculo delante de ella. Apenas fue consciente del revuelo que había ocasionado en minutos. Sin saber como actuar, ejecuto una endeble reverencia. De pronto se sentía un poco intimidada por toda aquella multitud, nunca había actuado con tanta gente como público, directamente nunca había actuado en publico. Actuar sin pensar y sin miedo al que dirían así lo hacia todo. No tardo mucho en desaparecer del lugar no sin antes recibir felicitaciones de todos.

Intentaba recordar como había ocurrido todo, tras bajar de pequeño bote iba decidida ha hacer algo pero nada más escuchar el ritmo fue como si hubiese sido hipnotizada. Solo se acordaba de haberse divertido ni siquiera sabía que había estado bailando enfrente de cien personas. No tardo mucho en darse por vencida, no se acordaba ahora de lo que vino ha hacer a esta isla, ya lo recordaría más tarde, no existían problemas en su vida. En su cabeza aún resonaba la pegadiza melodía y andaba un poco como si bailase, de un momento a otro volvería a descontrolarse y retomaría el espectáculo callejero. Si efectivamente al parecer la joven peliazul no tenía vergüenza alguna, ¿una ventaja o una desventaja?, quien sabe.

Pero el embrujo termino, y se encontró vagando por una de las calles mas concurridas de la ciudad. Perdida, no, si no tenía destino tampoco tenía un camino el cual seguir, pero desorientada, eso sí. Lo primero de todo, ¿donde se encontraba?, sabía que era una isla llamada Dawn pero no por que al rededor de ella hubiese mar porque para ella podría haber sido perfectamente una tortuga gigante, no, lo sabía por que vio un cartel nada más arribar donde te daban la bienvenida a la pequeña isla. Pero.. ¿en que parte de East Blue se encontraba?, el sentido de la orientación de aquella chiquilla era completamente nulo. Suspiro pesadamente. Millones de preguntas rondaban su mente ninguna tenía solución pero que más daba no había mal en el mundo que pudiese desanimarla. Miraba a ambos lados de la calle buscando alguna referencia, o cualquier cosa que la hiciese recordar. Estuvo apunto de preguntar a un señor que andaba por allí, pero su cara de sabueso le hizo cambiar de opinión no parecía ser muy amable, continuaría andando hasta que se cansase o hasta que encontrase algo que hacer, aquella joven era imprevisible.

De pronto a sus espaldas escucho un grito, en un principio pensó que no se dirigía a ella así que siguió andando, pero tras su siguiente comentario no tuvo ninguna duda de que era para ella. Se giró, dispuesta a correr si hacia falta, pero a ver a aquella chica de bellos cabellos plateados corriendo medio corriendo hacia ella. Curiosidad, sentía curiosidad por aquella chica, ¿que querría?, se preguntaba a medida que se acercaba. Entre sus manos llevaba lo que parecía un tesoro, jamás había visto tantas monedas juntas, los ojos de la joven peliazul se iluminaron al ver tal botín. Nunca fue avariciosa pero estaba falta de dinero y hacía ya dos días que comía mala mente, y aún que la idea de robar era constante en sus pensamientos pero nunca tuvo el suficiente valor para llevarlo acabo. Unos pensamientos poco comunes es la joven salieron a relucir en su mente, coger un puñado de las monedas, que la joven de cabellos plateados sostenía entre sus manos, y echar a correr, pero se desvanecieron igual de rápido que aparecieron.

- ¿Es a mi? - pregunto aún algo dubitativa. No las tenía todas consigo, así que miro detrás suyo, a lo mejor había otra persona y era a ella a la que buscaba.

No daba creído a lo que estaba escuchando de joven. ¿Todo era suyo?, no, seguro que estaba equivocada, ¡pero se había dado cuenta de cuanto dinero llevaba a cuestas!, ni que la joven pirata fuera rica. Si tuviese dinero, ¿de verdad pensaba que iría con esas pintas?, seguramente lo primero que habría hecho hubiese sido comprarse uno de esos collares gran y horteras de oro que ponían sus nombre, absurdo, sí, pero era algo que la hacía ilusión a la chiquilla. Allí por lo menos habría cien berris, podría darse una buena comilona tan solo de imaginárselo su estomago protesto lanzado un horrible sonido, desvaneciendo sus ensoñaciones. La miro con escepticismo entrecerrando los ojos, estaba convencida que era una broma, o a lo mejor era la marina, ¡era una trampa!, alarmada la joven dio un paso atrás girando rápidamente la cabeza a izquierda y derecha en busca de los que saltarían ha a apresarla cuando le quitará el dinero a la joven cabellos plateados. No caería en un engaño tan mal hecho. Se pensaban que era estúpida o algo por el estilo. Incluso podía notar en la joven el resentimiento fingido en sus palabras. Era una buena actriz, pero no lo suficiente como para engatusarla con sus encantos artísticos. ¡Ja!, ella las cazaba todas al vuelo.

- Todo mio dices.. - comenzó orgullosa y algo sarcástica de si misma por haber descubierto aquel embuste a tiempo. Analizaba cada uno de los movimientos de su al parecer nueva enemiga, no descartaba la posibilidad de que ella estuviese compinchada con todos los demás, los cuales aún no había divisado pero estaba segura de que se escondían entre las sombras para salir cuando se diese la señal. Sin dejar de mirar de vez en cuando a los lados siguiendo hablando. - Entonces.. si me llevo digamos.. - metió la mano dentro de todas la monedas y saco un puño lleno de ellas alzándolo en alto. -.. esto, sería mio ¿no? - pregunto cautelosa, indudablemente esa sería la señal para actuar, y ella estaba dispuesta a correr si hacía falta, vamos y aún que no lo hiciese. Estaba dispuesta a saltar con '' ¡Te pille ya sabía que era una trampa! '' cuando una sonrisa malévola se dibujase en el rostro de la joven de largos cabellos plateados. Nunca más la tomarían por inocente ahora la conocerían como la '' Caza troleros '', fantaseaba muy lejos de la realidad en la cual, la joven posiblemente estaría pensando, de cual manicomio se ha escapado.

¿Que?, ¿donde estaba la encerrona?, ¿donde se encontraban los marines saltando sobre ella?, ¿donde?, ¿¡donde!?. Se estaba cansando de estar alerta, su cuello ya estaba adolorido de tanto girarlo de un lado a otro esperando que salieran de la sombras sus captores para llevarla detenida y encerrarla en un calabozo. Pero en cambio la actriz no hacia otra cosa que impacientarse y asentir como si fuera obvio. Pero nada parecía evidenciar que aquella actriz sería uno de mis aprehensores, pero no me rendiría tan fácilmente algo tendría que desatar mi arresto quizás aún no había cogido el suficiente dinero como para que pudiesen actuar. Muchas teorías, casi todas sin sentido, se juntaban en su pequeño cerebro, pero ninguna le parecía lo suficientemente convincente para ella, y fue entonces cuando empezó a plantarse que quizás estuviese equivocada.

Solo cuando escucho las contundentes palabras de la joven comprendió que nadie podría actuar tan bien, sus ojos revelaban que decía la verdad. Alcanzo a cogerla de la camisa, aún sin poder creerse lo, ¿de verdad era todo su suyo?. La joven pirata siempre estaba rodeada por una mala suerte que la rondaba, la fortuna nunca estaba de su lado, el porvenir siempre era difícil y jamás había parado de entorpecer su camino, pero incluso cuando caía ella misma conseguía levantarse. Saltando sobre ella, la abrazo mientras chillaba. - ¡Gracias! - se sentía tal feliz por fin se había roto aquel maleficio. Las monedas se desplomaron y rodaron por el suelo, justo cuando había conseguido un modo de llevarlas. Rápidamente se soltó de ella, y empezó a recogerlas, no por el hecho de perder las si no más bien para disculparse con ella ya que había conseguir que todas la monedas se esparcieran por la calle.

Pero mientras se arrastraba recogiendo del dinero, empezó a dudar otra vez. - Pero.. ¿de donde he sacado tanto dinero? - pregunto a la joven de cabellos plateados mientras la buscaba con la mirada. Mientras repasaba mentalmente sus antepasados, no definitivamente de ninguno podría haber heredado de nada, todos ellos eran unos agarrados. Entonces, ¿de donde había sacado tanto dinero?. Se sentó sobre el suelo meditándolo pero al cabo de unos minutos desistió, fuera como fuese, lo compartiría con aquella amable joven.

Pues sí, definitivamente aquella chica no era una actriz ya que ni se molestaba en ocultar su mal genio, cualquier interprete que se precie debía mantener la calma y nunca ser grosero con su publico, era la norma numero uno, o eso suponía. Pero hizo caso omiso de sus reacciones, estaba tan contenta de tener tanto dinero que le daba igual todo. Agachada arrastrándose por el suelo, buscaba por todas partes las monedas que al parecer eran suyas. La gente se acercaba al ver aquel revuelo, y como respuesta ella no paraba de gruñir y enseñar los dientes, cuando se agachaban a intentar recoger las monedas, no permitiría que nadie se quedará con el dinero que ella había conseguido sin saber como pero, que la joven de cabellos plateados dijo que era todo suyo. Casi babeaba al imaginarse comiendo en un buen restaurante teniendo un esplendido plato delante de suya listo para ser devorado, y pudiendo pagarlo que quizás fuese lo que más le chocaba, ya que siempre tenía que salir corriendo antes de pedir la cuenta.

Escucho la gentil risa de la joven en la cual no había malicia a sus espaldas, parecía divertirse, aquello alegro a la joven pirata, la felicidad era algo fundamental para el ser humano, y algo indispensable para ella. Paro de coger monedas cuando escucho hablar a la joven, no podía creerlo, ¿de verdad había ocurrido eso?, siempre se consideraba despistada pero.. ¿tanto?, tendría que creerla no parecía mentir además de que tampoco ganaría nada no diciendo la verdad. Suspiro lentamente llevándose una mano a la cabeza - Ohh.. - . Debía dejar de ser tan distraída había tenido mucho problemas no necesitaba otro más. No tardo mucho en reunir todas la monedas, levantarse e, imitando a la joven, utilizando su camisa para guardarlas se encamino hacía. - Muchas gracias por todo. - respondió con una amplia sonrisa. Nada más podía hacer, había sido tan amable con ella cualquier persona normal se hubiese quedado con todo sin buscar a la persona a la cual pertenecía. Con un rápido movimiento volteo su camisa en dirección ha la de la chica, si tenía grandes reflejos entendería el movimientos y cogería las monedas antes de que volvieran a caerse al suelo. Sin esperar reacción por parte de la joven dio media vuelta y comenzó a andar. - Quédate las, yo ya tengo suficientes para comer. - respondió satisfecha elevando un puño lleno de monedas, y en sus ojos parecían haberse dibujado dos estrellas llenos de dicha mientras fantaseaba con su gran comilona. Seguramente no era consciente que lo que llevaba en su puño no llegaba ni a la mínima parte de la que le había dejado a muchacha. Poco a poco empezó a correr sin poder evitar la excitación.