En una taberna cualquiera

Hace ya horas que había decidido dar fin a su entrenamiento, por lo menos aquel día ya no seguiría, así que se dispuso a dar una pequeña vuelta por la isla antes de volver a la pequeña y avejentada casita en donde suponía que su mentor estaría esperándole como todos los días con una buena taza de té verde, el hogar qué había adoptado ya tiempo atrás. Suspiró cansadamente mientras limpiaba su rostro con el agua que le proveía el gran azul, mirando de vez en cuando los moretones qué había conseguido durante las largas jornadas de entrenamiento, no le dolía mucho pero tampoco podía negar que hacía ver bastante mal sus manos y piernas, pero lamentablemente debía aguantarse ya que para ir haciéndose un poco más fuerte, tenía que dar algo a cambio.

Creo que los ocultaré, aunque sea un poquito.- Comentó por lo bajo mientras dejaba de estar en cunclillas y ahora ya se sentía renovaba, o al menos con las ganas suficientes como para ir en busca de una tienda y tal vez, sólo tal vez, alguna distracción en el camino. Dio media vuelta y caminó por el puerto hacia una pequeña tienda donde vendían todo tipo de armas, ya sean blancas, de fuego o simplemente indumentaria para luchadores, justo lo que buscaba ella.- Disculpe, ¿tiene algo para ocultar esto?.- Preguntó sin mucho interés señalando los moretones al vendedor regordete que se mantenía detrás del mostrador y analizaba con cierta curiosidad a la rubia.- Claro que sí jovencita…creo que tengo lo ideal para ti.-Dijo aún pensativo para dar media vuelta y comenzar a hurguetear en unas cajas apiladas que mantenía en la tienda, para que finalmente sacara un par de guantes al parecer de metal, que a simple vista calzarían justos en las manos de la joven.- Estos son buenos, y su valor no es exagerado…de seguro te servirán.- Insistió para finalizar cuanto antes la compra, sonriéndole de forma amable para que accediera a pagar el dinero. Alessandra los miró detenidamente por un momento para luego asistir con la cabeza, eso sí, colocándoselos enseguida para así ir acostumbrándose. Sacó los berries correspondientes y los dejó encima del mesón.

¿No desea ver nada más?, tengo unos protectores de piernas que seguro le vendrán como anillo al dedo.-Intentó convencerle mostrándole el otro producto, por lo que la joven aceptó sin más ya que cuando se trataba de compras, era fácil de convencer. Agregó el dinero que faltaba, se colocó los protectores en ambas piernas y finalmente salió de la tienda alzando su mano diestra en señal de despedida, escuchando a lo lejos ya el Adiós del hombre que atendía.

Ya con compras nuevas encima continuó su camino hasta que quedó frente a un bar de aspecto no muy demacrado y que al parecer se mantenía absento de peleas por el momento. Nada mal le vendría un poco de licor encima, a modo de premio por largos entrenamientos. Sonrió para si misma e ingresó al bar, no sin antes dar una rápida mirada a todo el lugar en sí viendo qué tipo de gente había…nada muy particular, excepto un extraño tipo con maquillaje de payaso, en fin, cada uno en su mundo pensó la joven. Con delicadeza se movió hasta la barra y ahí tomó asiento, llamando al barman de bigote para que le trajera algo de beber mientras apoyaba ambos codos en la barra y se dedicaba a esperar.

Aún en la espera observó un pequeño plato con aceitunas para quienes consumían algo del bar, tomó una aceituna no muy grande y se dispuso a jugar con ella, denotando lo aburrida que se encontraba en aquellos momentos. Al escuchar una voz masculina a su lado sus dedos hicieron un brusco movimiento haciendo que la aceituna saliera volando en dirección hacia unas botellas, rebotara contra éstas y luego golpear al recién llegado en el pecho.- Lo siento.-Comentó por lo bajo al notar que justo le había dado al tipo que había visto cuando entró al bar, para luego llevar su vista hacia su lado derecho para poder observarle mejor. Antes de poder decir cualquier cosa el sujeto ya se encontraba sentado a su lado pidiendo lo que ella misma había pedido, aunque a decir verdad ni siquiera ella sabía que le traería el cantinero, hasta que vio un vaso bajito y ancho con varios hielos y whyskey en su interior, nada mal para comenzar.

Sinceramente, ese nombre no es muy lindo…-Añadió con aquella sutileza en sus palabras aún observándole casi de reojo mientras rodeaba el vaso con su mano diestra y escuchaba al tipo que estaba a su lado hablar, había pensado en decirle su nombre para que omitiera el anticuado “Dorothy”, pero prefirió esperar un poco.- ¿A qué te refieres con alguien como yo?.-Le preguntó extrañada mientras alzaba su ceja izquierda, seguido de llevar el vaso hasta sus labios y probar un poco de aquel licor, claramente pasando por alto la última parte de lo que había dicho él.- No entendí eso último….-Dijo ahora girando completamente su rostro para ver cómo daba vueltas sobre el banquillo de la barra, haciendo que una pequeña risita saliera desde la comisura de sus labios al presenciar el acto tan infantil.- ¿Y tú?, no me digas que sólo vienes a dar vueltas en los banquillos…-Terminó de decir con un tono más amable del que en un principio había utilizado, llevando nuevamente el vaso hasta su boca para así darle otro sorbo.