Compra/Caminando por la isla de los espadachines

Caminaba por esa majestuosa isla en la cual los espadachines comenzaban sus viajes hacia la perfección del uso de sus espadas. Yo, aun no tenia espadas, y debía conseguir algunas. No tenia muchos berries pero de algo me servirían los que tenia. Camine hacia una tienda que se veía prometedora. Entré y vi que tenia gran cantidad de artefactos para todo tipo de piratas o caza recompensas. Me acerque a el hombre que parecía ser el dueño.

-¿Tienes katanas?- Pregunté, ya que debía tener algunas o si no no podría pelear.
-Tengo estas katanas reforzadas que...- Lo interrumpí a mitad de su monologo.
-Dame 4, aquí están los berries, me largo de aquí.- Salí rápidamente de ese lugar.

Caminando me comencé a atar las nuevas espadas sal pecho con sus respectivas fundas. Todo listo, podía pelear ahora normalmente, como hacia con las espadas de paja. Me senté a un lado del muelle y comencé a hacer malabares con las espadas. Tenia un poco de miedo de cortarme porque nunca los había hecho con espadas reales, pero no me corte ni nada. Seguía haciéndolos tranquilamente.

El chico de la bandana había llegado allí después de una travesía no demasiado tranquila, ya que la gente que estaba en el barco no era lo que se podía llamar como cualificada: la mayoría eran novatos que no sabían hacer la mitad de las cosas que le mandaban pero, al fin y al cabo, el viaje le había salido barato, por así decirlo, así que no se podía quejar… por lo menos, no demasiado. Al bajar del susodicho barco y mirar a su alrededor, vio un paisaje algo campestre, no habían muchos edificios altos, en realidad, no habían demasiados edificios… ese lugar era bastante diferente a Logue, las cosas como fueran. Además, la brisa del puerto azotaba todo aquello y un olor a pescado y agua de mar inundaba todo aquello. También notó que se encontraba en una isla donde muchas personas llevaban espada. Coday no conocía la razón de esto, sin embargo, si era verdad que resultaba bastante llamativo: generalmente los únicos que llevaban espadas era la marina y los piratas, hasta donde llegaba a comprender, así que, tal vez, todas aquellas personas fueran espadachines, algo que no llegaba a comprender… luchar con espadas no era demasiado honorable y más contra alguien que no se podía defender. De pronto, vio a alguien con cuatro espadas y eso le llamó la atención, ya que una o dos era pasable… e incluso tres, tener una de reserva pero cuatro ya era pasarse, además, ¿para que las utilizaría?

- Oye, perdona, ¿me puedes decir porque llevas tantas espadas? ¿es que piensas utilizar todas a la vez o algo por el estilo? La verdad es que nunca había visto a una persona con tantas armas cortantes… por lo menos no katanas, así que me resulta algo extraño. - le dijo Coday a ese chico, como si fueran amigos de toda la vida. Luego, prosiguió hablando, aunque en realidad solamente era formalidad, ya que invadir o acosar así a alguien no era gusto de ninguno, ni del acosador ni del acosado. – Por cierto, mi nombre es Coday, para que no tengas que pensar en como llamarme. - le dijo el chico de cabellos rubios mientras extendía su mano en señal de amistad.

La briza golpeaba contra mi cabello haciéndolo moverse en forma ondulada. Me había detenido de hacer malabares y ahora miraba a todo ese paisaje con curiosidad. Ahora pronto partiría en un viaje por el mundo como un pirata. No extrañaría este lugar, ¿O sí?... No, como dicen todos estoy loco y solamente al recordarlo me voy a reír a carcajadas. Un hombre se me acercó con curiosidad a preguntar algo. Era rubio y pálido, llevaba una bandana en su frente. Sus ojos color marrón me sorprendieron, ¿Un rubio de ojos marrones? bueno yo tampoco podía decir nada soy pelirrojo de ojos rojos. Lo mire detenidamente unos segundos luego contesté a su pregunta conteniendo la risa a carcajadas tan característica de mi locura.

-Hola...mi nombre es Rikibi Hibiki. Y sobre tu pregunta, mi estilo de pelea no es el de un espadachín normal. Si piensas que cuatro son muchas, te digo...yo uso hasta 12 espadas, pero no tengo plata para comprar más. Ademas perdí la experiencia en ellas... por usar mucho tiempo 4.- Contenía la risa de una manera increíble, me estaba por sair el corazón por la boca. Suspire suavemente para que se me fueran las ganas de reír. Aunque no se me iban, no podía reírme en estas circunstancias. Este hombre estaba siendo amable y reírme en frente suyo seria como un insulto.

El viento había calmado y las hojas caían de los arboles luego de él. Los muchachos seguían haciendo movimientos con sus espadas y veía a algunos novatos entrar a la misma tienda en la que yo había entrado y salir con espadas.¿Para qué tanto chisme? No van a llegar a ningún lado con su experiencia nula. Solo yo seria el mejor. Solo yo llegaría a tener un alto rango entre los piratas más buscados. Seria el mejor y volvería a controlar todas las espadas que yo quisiera, de eso estaba seguro.

Coday había escuchado las palabras de ese chico, ese que se hacía llamar Hibiki. La verdad es que cuatro espadan ya eran muchas, pero 12 espadas era una brutalidad. Seguramente le estaría tomando el pelo, ya que, de otra forma, ningún ser humano podía tener tantas… aunque, claro estaba, tal vez con el manejo de una akuma podría hacerlo… sin embargo, también podían ser de reserva o de verdad podía pelear con ellas… muchas dudas y muchas cosas pasaban en este mundo sin que nadie lo supiera y todavía le faltaba mucho a Coday para que pudiera saber todo lo que le faltaba por aprender. Por lo pronto, cerró los ojos, olfateando el ambiente, que todavía olía a pescado y a agua de mar y dejó también que la brisa marina moviera los pelos alborotados y que no estaban cubiertos por la bandana para, acto seguido, contestar a la pregunta del chico… o más bien decirle como era posible esa utilización de todas esas armas, si tenía alguna akuma o algo por el estilo… muchas cosas para tan poco tiempo, al parecer, pero claro estaba, si algún día tenía que enfrentarse contra él, lo mejor era saber su modo de combate.

- ¿Cómo puedes llevar doce espadas si solamente tienes dos manos? Si me quieres decir que llevas doce, usando dos y las otras de reserva o incluso usando cuatro y otras de reserva, lo comprendería pero si utilizas las doce, o bien tienes un buen manejo del arma o bien has probado alguna fruta del diablo o algo parecido, ya que sino es así, no me puedo imaginar como puede ser. - dijo l chico de los cabellos rubios sin esconder su asombro. La verdad es que si las manejaba de esa forma, en un futuro no demasiado lejano sería casi imposible de derrotar.

Las palabras de ese chico me sacaron las ganas de reír hacia afuera y comencé a reír a carcajadas. No podía parar era muy gracioso. ¿Qué cómo las podía manejar? Estaba hablando conmigo, para mi nada es imposible. Rápidamente me controle y sople todo el aire que tenia en mis pulmones para luego respirar y volver al estado normal para así contestar a su pregunta. Al momento de soplar me agarro hipo. Lo único que faltaba, hipo. No lo podía creer, el hombre se pondría furioso si lo trataba así. Contuve la respiración unos segundos para que se me fuera, mientras la briza revolvía mis cabellos y las hojas volaban en torno a mi. Finalmente, exhale y inhale para contestar su pregunta.

-Peleo con todas al mismo tiempo. Mira bien tu cuerpo y piensa, ¿Cuántas espadas podrías sostener con tu cuerpo, ademas de con manos y de la boca?. Es simple, nada complicado, el único problema es el equilibrio. Contéstame.- Me volvían las ganas de reír pero comencé a respirar rápido para no hacerlo. Esperaba no hacerlo pensar que raro a ese hombre, pero que puedo decir, estoy loco!. Saque mis espadas para hacer una demostración de los puntos que el diría. Agarre dos espadas en cada mano y luego una en la boca. Luego esperando su respuesta comenzaría a colocarme la espada en diferentes puntos del cuerpo. Miraba nuevamente al paisaje verde y silvestre, todo tan bonito. Me causaba rabia. ¿Por qué la naturaleza no puede tener una vida podrida como la nuestra? Odia la naturaleza. Simplemente no sirve de nada, solo para fabricar barcos y armas. El hombre me intrigaba cada vez más y más, encima me estaba sacando información a mi y yo no sabia nada de el. Luego de que contestara preguntaría sobre él. Era muy carismático pero no pensaba hacerme el bueno con el hasta que no me digiera algo suyo.

Al parecer Hib se había reído en su cara. ¿Cómo podía hacer algo así después de que él le había contestado como se debía? Tal vez se había equivocado o se había acordado de algo muy gracioso, como un chiste o algo que le pasó en el pasado, sin embargo, no podía ser verdad que él se estuviera riendo de alguien a quien apenas conocía. Era de mala educación, además de que Coday no recordaba que había hehco para causar ese estado de risa incontrolada que le había ocurrido en un principio. ¿Estaría loco o es que simplemente era tonto? Fuera como fuera, lo más importante era descubrir las partes con als que se podían coger las armas… contando las manos y la boca, no se le ocurría ningún otro sitio para colocarla… bueno, en realidad uno sí, por eso pensó que tal vez ese dicho le gustaba el sado o, como poco, que le metieran espadas por un agujero. Tal vez estuviera equivocado, es más seguramente el chico de la bandana estaría totalmente equivocado, sin embargo, ¡que otros sitios se podían coger con una katana? Siendo, además que no se podía la fuerza suficiente… tal vez con años de entrenamiento se puede coger una espada con algún otro músculo, pero, por ejemplo, en la pierna no se puede coger y en los dedos de los pies era realmente difícil así que, ¡que otra opción quedaba además de la que ya había pensando el pirata?

- Vaya, así que, si contamos las dos manos y la boca, creo que lo único que te queda es el culo. Así que te va ese rollo, ¿eh? Por eso llevar cuatro espadas, ¿no? Vaya, vaya… lo que se descubre preguntando a la gente… - dijo Coday en un tono de ironía y sarcasmo, que era bastante notorio, aunque claro, ¿Quién podía culpar al chicod e cabellos rubios que pensara de esa manera? Le había dado mucha libertad a la hora de la contestación y no se le ocurría ningún otro lugar donde pudiera cogerse una espada, así que debía ser ese lugar, aunque no fuera muy agradable, era una posibilidad.

Ese chic me estaba tomando el pelo, ¡Con el culo no se puede sostener una espada!...Ya me estaba pasando de la risa a la furia. No tenia ganas de pelear con nadie, menos con alguien que apenas conocía. Era desgastar las espadas sin ninguna razón. Le quería explicar pero parecía enojado. Me paré (off: ya que estaba sentado OwO) y comencé a malabarear con las espadas.

-Te lo mostrare rapido, pero mira bien y no me insultes...ah y perdona por la risa- Me estaba conteniendo igualmente de la risa.

Lancé la espada de la mano derecha a mi cuello, y la agarre doblando la cabeza al lado contrario a la dirección de la espada. La espada de la mano izquierda la pasé con malabares a la mano derecha y la de la boca la lancé hacia la izquierda mientras la cuarta que estaba en el suelo la sostuve con la parte de unión del pie derecho y la pierna y luego de unos segundos para que lo viera, la lancé hacia arriba. Al bajar la agarre con la axila derecha y la espada de la mano derecha la pasé a la axila izquierda. Luego la espada de la mano izquierda la pase a la unión del brazo o mejor dicho, al coda de la mano derecha agarrándola con la parte donde se dobla el brazo. Realicé lo mismo con la espada del cuello, la pasé a la parte donde se dobla el codo del brazo izquierdo. Luego de unos segundos para que viera, las dos espadas de los codos las lancé hacia arriba y al caer las agarré con la parte donde se doblan las rodillas de cada pie respectivamente. Luego de esperar unos segundos hice un malabar más con las espadas y las guardé en sus fundas.

(OFF: Fueron todos malabares aunque no se entiendan. Y cuando digo "la parte de unión" o la "parte donde se doblan" me refiero a ...bueno es redundante...la parte opuesta al codo, rodilla y talón.)

Al parecer, ese chico malinterpretó las palabras de Coday. No era para reírse de él, ya que, al parecer, se había disculpado por lo de la risa que anteriormente había hecho. De todas formas, intentó mostrar al chico de la bandana como se podían sostener algunas espadas sin necesidad de cogerlas por los brazos. Aun así, no dejaba de ser algo realmente llamativo, incluso antes de empezar, el chico de cabellos rubios quería verlo, ya que algo así, presuponía que podía estar delante de la próxima estrella del circo ambulante o incluso de algún espadachín que en un futuro podría darle problemas en caso de que quisiera empezar a atacarle o en un entrenamiento o incluso hablando, como pasaba en ese preciso momento. Cuando Coday vio todo aquello, no dejó de pensar en que él mismo sería incapaz de hacerlo. No por el simple hecho de que no tuviera espadas o armas lo suficientemente grandes como para hacer lo que hacía Hib, sino porque le resultaría imposible concentrarse en tantos puntos a la vez. Ya era bastante despistado como para tener que estar atento a todas las partes y a todas las katanas. Fuera como fuera, el chcio había hecho un gran trabajo con todo aquello, así como con su entrenamiento.

- Vaya, la verdad es que es asombroso. Yo mismo no podría haberlo hecho menos. Está claro que puedes llegar muy lejos con ese tipo de técnicas. - le dijo Coday mientras seguía hipnotizado por aquello. Como se suele decir: verlo para creerlo. Si se lo hubiera contado, no sería capaz de creerlo. Además, podía llevar hasta doce espadas, eso quería decir que aquello solo era una pequeña muestra de todo el potencial que tenía. Luego, una leve brisa pasó por aquella zona, haciendo que Coday saliera de su asombro y que algunos pelos se me movieran.

Terminaba de hacer los malabares con una sonrisa en el rostro. Ese chico estaba atónito, había logrado llamar su atención. El pensaba que yo podía llegar muy lejos; eso ya lo sabia. Nadie de esta isla al que me enfrente me ganó. Soy el mejor hasta ahora de los que han salido del dojo. El muchacho ya me estaba poniendo nervioso, porque estaba como hipnotizado. En un momento una briza lo despabiló moviendo sus cabellos hacia un lado, tal como los míos. La briza era calma y serena, pasaba suavemente sobre mi cuerpo bañándolo de tranquilidad. Eso me ayudaba aun más a contener la risa ante aquel hombre con el que me había topado. Yo ya le había mostrado mucho, pero no sabía nada de él. Me estará preguntando para luego matarme ya sabiendo mis tácticas? O sera solo por curiosidad, por verme hacer malabares en este tranquilo lugar. Pensé un segundo. Tal vez preguntarle no estaría mal, pero dudaba si contestaría o no. Finalmente me dirigí a el con una pregunta.

-Y tu? cuál es tu abilidad? comiste alguna fruta del diablo?- Parecia un hombre común sin habildad alguna. Lo veia un poco tonto. Sera por qué los rubios en general son siempre tontos? no...no lo son siempre. Hay muchos genios que son rubios. Qué más da, dejare a lado el tema del rubio

Cuando Coday se despejó y salió de su asombró gracias a la brisa que le había devuelto a la tierra, por decirlo de alguna forma, escuchó que el chico de cabellos negros le había hecho una pregunta. ¿Si había tomado una fruta del diablo? Por supuesto que si, sin embargo, no le diría nada, no por ahora, ya que de ser así, podrían descubrirse nuevos modos de ganarle y además, una akuma no mi debería ser un secreto, un as bajo la manga para poder ganar un combate o sorprender al rival y no una cosa de la que alardear frente a los demás… más que nada para así, en caso de que la otra persona saque algo para intentar ganar, una nueva arma o utilizar una fruta del demonio, tú podrías hacerle frente con tu propia fruta y no tener que esperar una oportunidad o que no se diera cuenta de algo para poder vencerle o incluso dañarle… todo estaba en el uso que se le daba a las cosas que poseías, bien sean frutos que hayas comido, otro tipo de ataque además de los que ya has usado o una nueva y poderosa arma que te deje aniquilar a los oponentes de una manera brutal y sanguinaria… como se suele decir: todo vale en el amor y en la guerra. Por lo pronto, el chico de cabellos rubios le contestó, aunque, claramente, le iba a decir una mentira.

- Bueno, soy luchador, en otras palabras, me baso en atacar físicamente a los oponente con poderosas patadas o puñetazos para poder vencerles… y bueno, las únicas armas que utilizo son unos puñales que tengo guardados, ya que no es plan de ir enseñando todo lo que tienes, no vaya a ser que la otra persona sepa donde atacarte o se sorprenda de lo que tienes… no sé si me entiendes. Y bueno, no he comido ninguna akuma, pero me gustaría probarla alguna vez… y otra cosa, ¿Qué estabas haciendo por aquí? La verdad es que, además de entrenar, no le veo más utilidad a este lugar. - dijo el chico de la bandana en un tono alegre y serio a la vez. Él le había mentido, ya que si era verdad que se había comido una fruta del diablo, sin embargo, no era el momento ni el lugar preciso para saber de sus ataques ni que poder le otorgaba la fruta que se comió.

Veía que el chic cambiaba rápido de tema. ¿ Quería pasar de largo el tema del akuma no mi?. Ahora yo dudaba sobre si tenia o no tenia el poder de una fruta del diablo. Pero no podía decir nada, su amabilidad me resultaba calmante para mis risas y eso me hacia un poco más alegre en ese momento. Pero su ultima pregunta no tenia sentido. Yo nací aquí, yo vivo aquí. Los espadachines salen de aquí, aquí es donde crecen. Eso me cambió la opinión, ya me parecía bastante estúpida su pregunta. Era muy probable que allá comido una fruta del diablo, pero no lo culpaba, si yo hubiera comido una guardaría también el secreto. Igualmente, de alguna forma le sacaría el secreto de la boca. Contesté a su pregunta de mala gana, incorporándome y sacando mis espadas.

-Es fácil, vivo aquí. Bueno ahora que te veo bien pareces un buen chico. Tienes un navío, un bote o algo así? podríamos ser camaradas.- Miraba al chico con un poco de seriedad, con una sonrisa bien fingida en mi cara. Ahora tenia en duda sobre lo de sus poderes, pero lo dejaría al lado por un tiempo. Levante una de mis espadas y la arrogue hacia arriba, en donde un pájaro andaba volando. El pájaro termino muerto y clavado en una rama de un árbol que estaba allí. Estire la mano haciendo puntas de pie, y dando un pequeño salto y golpeándola con otra espada se destrabó cayendo en mi mano, mientras el pajarito caía muerto en el suelo.

Coday miraba todo lo que hacía el chico antes de responder a su pregunta. No tenía demasiadas ganas para contestarla, ya que, de otra forma, debería decirle que era un pirata y aunque él no se avergonzaba de ello, mucha gente pensaba erróneamente que los piratas eran basura o malos, sin embargo y para él eran los más libres de todos, aunque sus acciones, algunas veces, dejaran mucho que desear. Antes de responder, vio como el pájaro caía muerto al suelo, haciendo un sonido sordo, la verdad es que daba algo de pena pero bueno, si él era capaz de matar a un animal porque sí, sus razones tendría y no era plan de ponerse a luchar allí porque sí.

- Bueno, verás, por ahora no tengo ningún bote o navío donde meterme. La verdad es que vengo de polizón en un barco que me ha traído a esta isla. No tengo mucho más que decir… lo de nakamas… bueno… no sé, nos acabamos de conocer y no quiero aliarme con alguien a quien no conozco de nada… no te lo tomes a mal, pero es que, realmente no quiero ir con un total desconocido… simple precaución, ya sabes. - dijo el chico sin quitar la vista del pájaro muerto. No era nada especial, sin embargo, eso mostraba la fragilidad de la vida y que a cualquiera podían matarle de un espadazo… bueno, a cualquiera no, él era inmune a los cortes, por lo que las espadas no le hacían ningún daño… en esa isla, seguramente, sería inmortal.

[OFF: Siento el post corto, a estas horas no tengo mucha iamginación.]

Me desilusionaba un poco. Ese muchacho era mi oportunidad de salir de este asqueroso lugar y ser libre como el pirata que yo quería ser. Sin trabajos ni obligaciones, exceptuando las de un líder que tendría el titulo honorifico de capitán. Ese sueño me rodeaba por todas partes y me hacia muy feliz. Pero por momentos la locura me sucumbe y dejo de pensar en mi verdadero objetivo. Cuando la briza pasaba sobre mi pelo recordaba fuertemente la pasión por ese deseo que esperaba en mi interior, en lo más profundo de mi alma a ser sacado a la luz y convertirse en una verdad pura. Eso era todo mi motivo de vivir. Sin el no podría vivir. Me tire al suelo sin decir absolutamente nada, y caí dormido.

No quería ofender a ese muchacho cayendo así simplemente dormido, así que decidí decirle algo antes de dormirme completamente.

-Algún día peleare contra ti y te venceré. No hoy, pero ya veras...te vas a sorprender.-Ahora sí dormía en paz mientras comenzaba un viaje por el mundo e los sueños al que era tan irresistible entrar. Los sueños pasan muy rápido, pero son la sensación más emocionante que podes tener. El chico de allí ya no interesaba, ahora solo estaba concentrado en mis sueños. Sueños...¿se podrán volver realidad?....

[OFF: Yo los siento así todos T.T]

Coday podía ver como el chico había caído dormido al suelo. ¿Que le estaría pasando por la cabeza en ese mismo momento como para olvidarse de él? Además, le había dicho algunas palabras que, aunque era algo para un futuro bastante lejano, era para tener en cuenta. Sin embargo, seguramente no podría hacerle frente, ya que, si solamente utilizaba espadas, no podría tocarle o dañarlo de ninguna forma y el chico de la bandana tendría una ventaja abrumadora… en realidad siempre la tenía frente a cualquier espadachín o cualquiera que utilizara frutas que pudieran cortar, empalar o agujerear. Coday ya no tenía mucho que hacer allí, ya que tampoco quería despertarlo y mucho menos hacer que se enfrentara a él en ese mismo instante… sería algo penoso para los dos, ya que sería un combate muy desigual, por lo que se giró y dejó escapar algunas palabras al aire, esperando que su compañero todavía no estuviera lo suficientemente dormido y pudiera escucharlas con total nitidez.

- Hazte más fuerte. Solamente así podrás vencerme. Si de verdad quieres hacer algo, intenta centrarte en ese algo e inténtalo conseguir, solamente así podrás seguir tus sueños y, por tanto, llevar una vida feliz y plena. - le dijo Coday mientras dejaba al chico allí tirado en el suelo y se iba de ese lugar, rumbo al puerto. Esperaba que, gracias a esas palabras, el chico se superara y algún día pudieran combatir como verdaderamente era una pelea: igualada.

[OFF: Bueno, yo me retiro de este tema. Gracias por el roleo.]

Abrí los ojos lentamente. Al ver al muchacho irse me levante y limpie mis ropas. Mire hacia los lados y me acerque al muelle. Tenia ganas de irme de polizón en algún navío hacia otra isla en la cual pudiera conocer más gente, ya que eso me había reconfortado. Ya que no estaba el muchacho yo me estaba matando de la risa. Mi risa se escuchaba de punta a punta en la isla. Miraba hacia los lados esperando ver algún barco en el cual pudiera subirme, mientras me secaba las lagrimas que mis risas me causaban. De repente, un barco grande a lo lejos se veía venir lentamente. No parecía un barco pirata, más bien era un barco que traía mercancía. Cada vez se acercaba más y más. Cuando frenó en el muelle, muchas personas comenzaron a bajar mercancía y a llevarla al local en el cual me había comprado las katanas. Irónico. Vi en un momento la oportunidad de subirme al barco cuando un grupo de personas bajo y en arriba no se veía a nadie. Dando un salto, ni siquiera usando la rampa que daba al muelle, subí al barco sosteniéndome de uno de los bordes. No era muy alto, así que no me costó subirme. Seguía riéndome. En un momento dado un muchacho salió de una puerta cercana a donde yo estaba. Paré la risa y cuando él se había ido, entre al cuarto cerrando la puerta detrás de mí. El cuarto era obscuro y no se podía ver nada. Prendí una vela y divise una mesa que llevaba una tela encima tapando enteramente lo que había abajo de ella. Apagando la vela, me escurrí por debajo de la mesa y me acurruque allí, cuidando de que mis pies o mis espadas no se vieran. Sentí el momento en que el barco comenzó a moverse, en ese momento comencé a reír en voz baja. "No pedí permiso a estos inútiles y estoy arriba" Pensaba para mi mismo, abriendo los ojos fuertemente como cualquier otro desquiciado. Luego los cerré y comencé a dormir, ya que seria un duro viaje, sin rumbo al menos para mí.