El encuentro en la isla Karate 29zrdle

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El encuentro en la isla Karate Empty El encuentro en la isla Karate

Mar Sep 06, 2011 12:18 pm
Era una tarde fría de invierno la que azotaba la isla karate a lo lejos en el South Blue. En esta isla era raro que se encontraran animales en esta época ya que debían estar invernando o sino estaban escondidos o buscando comida ya que en este mundo el mas fuerte sobrevivía, había que sobrellevar las situaciones con valor y fuerza, la clave de todo era no rendirse ante ningún obstáculo que pudiera aparecer en la vida ya que si alguna vez se dudaba en alguna decisión o no se podía superar un problema, uno mismo estaría destrozado por dentro. En esta isla reconocida en el mundo entero por sus miles de dojos que enseñaban todos tipos de artes marciales para defenderse. Había escuela de todo tipo, Boxeo, Kick Boxing, Karate, Tae Kwan Do, Ju Jitsu, Capoeira, Fight Do, Judo, Aikido y muchas mas artes marciales de diferentes países o diferentes estilos de combate. Cada una era diferente a la otra y tenía algo en especial cada una, un estilo especial o una chispa que la hiciera llamativa para unirse. No había un solo dojo de cada una de las artes marciales, sino todo lo contrario, había muchos de boxeo, muchos de Karate y así muchos de todas las facultades. Había una gran variedad y diferentes tipos de Dojos. La ciudad también se podía dividir en 2, la zona más adinerada en el norte del país donde había dojos de gran estructura, buenos materiales y muchos seguidores, o la zona sur de la ciudad donde había residentes más pobres o era más peligroso ir por esos lugares ya que ahí se reunían los ladrones para robar. No por ser un dojo de la zona norte te transformaba en mejor lugar, tenía muchas mas ventajas obviamente pero a veces un dojo de la zona sur podía ser mucho mejor por su sensei.

Es por esta isla en la que estaba un joven rubio con cabellos despeinados, un cuerpo bien formado pero ocultado gracias a un traje blanco que podía parecer de una persona adinerada, una camisa violeta por debajo del saco y por ultimo unos zapatos que hacia juego con el traje. Este chico llamado Kagami Sengoku había navegado mucho tiempo ya en su vida y después de navegar tanto con su amigo que ya no se encontraba en este mundo, había llegado a esta isla en busca de conocimientos en la lucha. Kagami Sengoku era un buen luchador y desde muy joven era llamado genio en esta disciplina pero verdaderamente él nunca tuvo un entrenamiento supervisado por un sensei o nunca estuvo estudiando en un dojo profesional para así aprender un estilo de combate específico. Todo lo que el sabia de la lucha se lo había enseñado su amigo, ese amigo de toda la vida que tuvo, el era un pirata muy buen luchador que después de tanto tiempo de vida había decidido acompañar a Kagami a viajar por el mundo pero ahora que estaba muerto Kagami debía hacerlo solo y los viajes no eran lo mismo sin el, eran mucho mas solitarios y aburridos en especial en esos momentos que se esta navegando para llegar a la siguiente isla en el mundo. También este señor fue la causa de que la marina lo considere peligroso ya que el rubio acompañaba a un pirata ayudándolo en sus viajes y cualquiera que ayudara a un pirata seria considerado un cómplice de estos, razón suficiente para que la marina los busque.

Ya había pasado un año desde que Kagami había llegado a esta isla y ya se había instalado en esta isla con un sistema muy particular. Su llegada fue extraña ya que en el principio de todo él se anoto en un dojo de boxeo a entrenar, fue rápidamente el mejor del lugar con un entrenamiento duro y gracias a un entrenador que le enseño y lo siguió. Continuo con varias disciplinas más teniendo un resultado similar. Aunque tuvo la diferencia que con uno de sus sensei, se llevo realmente bien y este lo hospedo en su casa para alegría de Kagami ya que no tenía que pagar más en la posada donde vivía temporalmente. Esa fue una de las razones por la cual se quedara tanto tiempo viviendo en un lugar así.

Ahora el luchador se dirigía a su clase de Judo en un dojo que se encontraba en la zona norte de la ciudad, había conseguido suficiente dinero para varias clases y quería aprovecharlo en uno de los dojos más caros de toda la isla Karate.
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Jue Sep 08, 2011 11:11 pm
Un navío con el emblema del gobierno, avanzaba por las aguas de los mares, guiados por corrientes solitarias de agua clara que llevaban a un solo lugar, manipulada aquella nave por un ser de cabellos llameantes, rojizos al extremo. En caminado por un solo objetivo el complimiento de una petición de los mayores. Una carta había llegado a las manos del peli rojo, actual líder de la embarcación, cuyas letras plantadas por un cincel lleno de pinturas negras.

Noche del día 8 de Marzo
22:40 PM
Gobierno Mundial


Vladimir Von Her

Descritos de una alianza cercan a la isla karate han mandado cartas con aves mensajeras, navíos, personas que surcan los mares en simples balsas, con información de atentados en la división media de tal lugar. Sus problemas han aumentado considerablemente, ya los gentes de la zona pobre quieren tomar el control de los adinerados. Pero un grave problema más, los adinerados solo responden con matones que acaban con las vidas de los ingenuos que atacan sin armas de fuego a los de altos rangos.

Una confabulación entera se lleva a cabo en los interiores de la zona norte, siendo tú, Vladimir, el usuario de la CP más cercano, se te ha pedido lo siguiente: Encamínate a tal isla, fíltrate en la zona norte y espía a los opositores, acaba con el líder de aquel sujeto que altera el orden y la ley natural del sitio. Pon a todos en su lugar y solo tienes permitido matar a esa persona.


Gracias~


La noche visitaba ya con fuerza el lugar, en completa penumbra se encontraban los mares cercanos al South Blue, las estrellas eran solamente pingas blanquecinas brillantes en los cielos, alumbrando con poca fuerza el lugar, todo a causa de nubes oscurecidas que cubría el esplendor completo de tal acontecimiento. La Luna el astro nocturno, y el único que brindaba una luz completa al lugar, inmersa bajo una cortina de espesas nubes grisáceas. La mayoría de la tripulación aún estaba recostada en su recamara, posiblemente durmiendo, y soñando con sus familias y amistades que dejaban por una misión. Sus habitaciones ciertamente eran acogedoras, pero nada comparado con el hogar de su vivienda, el calor de un hogar al cual Vladimir ya no podía encontrar.

La mente de aquel líder de barco, divagaba por algún recuerdo de su mente, aun con aquellos ojos brillos abiertos, su mente estaba ya en otro lugar, por alguna extraña razón no tenía en su rostro aquella mascara de color hueso que cubría mediamente su rostro. Quizá a causa de las horas, en su mano solamente aquella carta donde estaba escrito aquel mandato y petición de la secta o grupo al que pertenecía. –Ojalá tuviera un motivo por el cual volver con vida…- comentaba usando una de sus cientos de personalidad, quizá esta una de las más sinceras en su gran repertorio. Su mente recordaba aquellos días en su habitación calidad en donde no tenía ni de qué preocuparse, la verdad ya nada era como antes. Su forma de ser cambio a causa de muchos factores. En su mente un estallido aparente le saco de todo, era indicaciones claras de sus recuerdos.

Los minutos pasaron volando y como si nada ya eran las 5:30 Am del día 9. Con tranquilidad se levantó y estiro sus músculos elevando sus manos a las alturas. Dio un bostezo típico de un ser que recién despertaba, observo tras la ventana el salir de un sol brillante, que llenaba de un galán color naranja el cielo, limpiando toda impureza de oscuridad su brillo resplandeció en todo el lugar, dándole el tono a las nubes de una noche gris a un todo claro color blanco, con un cielo azul que hacía en juego con los mares próximos. Del lugar ya todo era luz y alegrías, con risas por doquier de la tripulación que consumían sus alimentos, unos más rápidamente que otros, sabían que sería un día largo y querían comenzar ya con todo. –Buenos días, jóvenes…- comento la voz masculina del líder actual. Con respeto y franqueza un sonido de saludo salía de la boca de los tripulantes.

Una sonrisa dibujada en el rostro de un líder que se sentaba a reír y a tomar el desayuno con sus ciervos, reflejaba la felicidad del mismo, completamente un ser diferente al de la noche de penumbra que recién había pasado. –Gracias por la comida…- bujo el líder levantándose de la mesa con una sonrisa completamente sincera, había tenido un rico y sabroso desayuno que lo lleno de alegría, pues compartió con la familia temporal que estaba con él.

El sonido de un marinero resonó por toda la embarcación, hablando por un altoparlante dijo lo siguiente. –Tierra a la vista, Isla Karate a 10 minutos…- Todos y cada uno de los tripulantes alegraron todo, preparando lo necesario para encaminarse al lugar. –Ya saben qué hacer, sus planes y todo listo, sin matar a nadie, sin causar percances y por sobre todo, no comprometan la misión, tómenlo como un día de descanso y de viaje gratis, salgan de particular y relájense, y algo más, si pueden busquen información pero, no arriesguen sus vidas.- dijo con seriedad la voz del peli rojo.

Bajo de la embarcación al arribar en suelo firme, con su traje completamente engalanado como de gente de clase alta, con una camisa blanca manga larga, que no posee botones. Bajo su torso un pantalón de un tono negruzco azabache. Portando sobre su cabeza y cabellera un gran sombrero y un saco negro con encajes de oro y plata, largo hasta sus rodillas que vestía la mayor parte de su cuerpo.

Se abrió paso por las calles llenas de vivaces personas, su dirección la zona rica de la isla.
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Vie Sep 09, 2011 8:51 pm
El viento soplaba levemente en esa tarde de invierno, el rubio caminaba con su paso lento, firme y seguro, su forma de caminar habitual ya que era perfecta para mantener la calma, concentrarse en sus pensamientos e ir tranquilo por la vida como si nada importase. Tenia un viaje un tanto largo ya que la residencia actual del rubio, la casa del anciano sensei, se encontraba en la zona sur de la ciudad y el dojo estaba en la zona norte de la ciudad, una zona que estaba un poco más alta y alejada del resto. Sin duda era uno de los mejores dojos del lugar ya que su nombre era muy conocido e importante por todo el lugar. Sus clases eran realmente exigentes y enormes ya que una sola clase estaba llena de estudiantes deseos de aprender. Una sola clase en ese lugar le serviría a cualquier persona ya que podría aumentar su fuerza, mejorar su resistencia, sin duda aprendería básicamente los principios del Judo y sabría usar alguna que otra técnica de esta disciplina. La casa del anciano era una pequeña posada de no gran tamaño, posicionado al lado de un puesto de ramen en el que el luchador estaba acostumbrado a ir a comer de vez en cuando en especial cuando sobraba el tiempo y el dinero. La casa estaba en una calle oscura en la que ya no pasaba tanta gente o solo se reunían pequeños grupos de gente a hablar como esas bandas callejeras que se creen dueños de la calle. Esa razón era la que preocupaba al chico del aro debido a que Kagami no tenia problemas en pelear contra esos pequeños grupos que robaban para sobrevivir o mantener el miedo en esa parte pero el no era el único que vivía en esa casa, el anciano sensei a veces llegaba tarde del dojo y tenia que pasar a esas personas. Era un anciano fuerte y que podía defenderse solo pero ya no estaba en su época dorado, ya no era tan joven y su vida corría peligro cada vez que volvía tarde. La señora no podía dejar de preocuparse, se hacia mala sangre todo el tiempo y Kagami debía salir a esperarlo para protegerlo por cualquier cosa. Esto era así pero cuando Kagami tendría que irse a continuar con su sueño realmente no sabría que haría este anciano con esas personas.

Ese era el pensamiento que recorría la mente de Kagami Sengoku ya que así eran todos los días, con la preocupación de ese amable anciano que lo había apoyado tanto al darle casa, comida, una familia aunque no sea de sangre. Ese anciano se había portado de maravilla con un extraño como Kagami, alguien que en un tiempo solamente había sido su alumno pero talvez uno de los mejores que tuvo y que tuvo grandes facilidades en aprender en su dojo. Aunque teniendo eso solamente en la mente, olvidándose de su hobbie preferido, el de observar la sociedad, pasaron varios minutos y así pasaron varios metros y cuadras. Había recorrido la mitad del recorrido y ahora se encontraba en la zona céntrica de la ciudad, la zona mayormente comercial y a la vez con varios dojos. Aquí estaba mas llena de gente debido a la razón que esos caminos se originaban en el centro para ir a los demás lugares, aquí se veían pasar a muchos estudiantes de diferentes dojos con ropas de entrenamiento o con bolsos con sus elementos. No solo se veían humanos, sino que también los tritones también eran muy comunes verlos por aquí. Había escuelas de karate Triton que sus estudiantes eran solamente para esta raza. El gran peligro es que estos tritones era mucho mas fuerte que el resto de los humanos, mas un entrenamiento intensivo y enseñarles una disciplina de combate los convertía en unos guerreros muy peligrosos. Tanto así que cualquier banda que pudiera formarse en la zona sur de la ciudad buscaba conseguir entre las filas de sus miembros algún que otro triton. Tener un triton o un gigante como miembro te volvía muy fuerte ya que ellos podían encargarse de la mayoría de las peleas, otra razón por la cual preocuparse por el anciano.

Aunque algo llamo la atención del joven que siempre estaba de traje blanco, a pesar de tener clases de alguna disciplina porque prefería verse formal, había visto caminando y alguno que otro señor de traje negro, uno de ellos poseía unos anteojos del mismo color. Pocas personas andaban así por el mundo pero los más reconocidos por ir así eran los agentes del gobierno. Esto hizo que ya el rubio no empiece a caminar por el centro de la calle, sino que empezara a caminar cerca del borde para intentar pasar más desapercibido. Seguramente no lo estaban buscando a él pero si lo descubrían podía llegar a tener problemas. Aunque su confianza aumento mas cuando empezó a pensar que gran parte de los ciudadanos de la isla karate seguramente eran piratas, mas de uno debía tener recompensa y todos vinieron a aprender. Si se producía una pelea contra el gobierno en ese lugar posiblemente más de uno se uniría la lucha contra ellos para evitar ser apresados por el gobierno. Kagami prefería evitar cualquier lucha innecesaria y más contra un organismo como el gobierno mundial pero a veces el destino no se puede cambiar por más que algo así no exista en la mente de Kagami.

“Perros del gobierno… siempre siguiendo las ordenes de sus jefes que estos siguen las ordenes de otros pocos… Un sistema jerárquico que odio ahora esta en esta isla, cual será su propósito aquí… Tendré que tener cuidado pero tengo que ver cuales son sus razón… Espero no tener problemas y que estos fallen en su misión” Se dejaba llevar Kagami por sus pensamientos siguiendo su caminata por la calle de la isla Karate en dirección al dojo de Judo donde tendría que ver que haría al respecto.
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Sáb Sep 10, 2011 11:54 pm
Deslizándose entre la multitud, como un ser común y corriente, nada hiriente u hostil hacia con los demás, se encontraba Vladimir, con aquel traje correspondiente de su sección, engalanado hasta los calcetines, mezclándose con tranquilidad con tanta gente de diferentes clases sociales. Era el típico centro de la isla, donde comunicaban todos y cada uno de los decires cotidianos. Era el lugar donde casi nunca importaba la clase y o la especie a la que pertenecía, era claro todo eso al ver seres de aspecto a pescado, los tritones, seres acuáticos y sumamente fuertes, con una resistencia meramente sobrehumana, una fuerza fuera de serie y una velocidad que complementaba todos los aspectos pasados.

Un rayo de luz tenue proveniente del sol se escaba entre la cantidad aglomerada de nubes grisáceas, correspondientes al invierno en la susodicha isla marcial, un gélido viento soplaba y se deslizaba entre los vivos como un fantasma, helando la respiración de los seres vivos que habitaban o se encontraba en ese lugar. A paso firma y tranquilo seguía caminando el peli rojo, sabía que dicha isla era hogar de miles de piratas y criminales, algunos fuertes, otros veloces y otros inteligentes, pero a fin de cuentas criminales siempre, pero ahora no le interesaba en lo más mínimo la presencia de ellos, ni siquiera les ponía atención, eran como seres normales para el en ese entonces. Se estaba centrando única y específicamente en su misión. –Espero no se metan en problemas esos inútiles…- comento en un tono escabullido de susurro que a fortuna solo fue escuchado por él.

Había decidido ir al lugar más correcto y más afirmado en el que se acumularían seres adinerados a hacer tratados, las tabernas de trago. Pero tenía que ser un sitio meramente refinado, ya qué siendo seres llenos de cuentos, llenos de babosadas, no les gustaría estar en una taberna con bancas como asiento. Tras el paso de unos minutos en aquel lugar encontró una taberna, en medio de una venida y el cruzar de unas calles, un sitio con luz azul y roja, con una puerta negra y de madera fina, una ambientación agradable aun para los que se encontraban el exterior.

Se adentró en aquel lugar yendo únicamente a la barra, tenía que hablar con los que más conocían el lugar, los camareros. Entrando a aquel lugar se sorprendió, no era una taberna pobre, sino todo lo contrario y para su buena suerte, vestía lo adecuado para ese lugar, elegante y sofisticado. Mesas cafés de roble, redondas y a su par, un grupo de sillas siempre de madera, del mismo tono café que sobresalía en las mesas, su asiento era un cojín rojo y de relleno de algodón, que amortiguaba la parte trasera de los adinerados. –Vaya, vaya, vaya…- pensó sonriendo al entrar al lugar. Al acercarse y adentrarse completamente a la barra distinguió la diversas cantidad de bebidas que habían en aquel lugar. Había vinos añejos, finos, de épocas pasadas, como la de los tiempos dorados de los ancianos de 80 años ahora. Otros vinos de la actualidad, y lo que más prevalecía era el típico alcohol.

Las mesas todas llenas y el lugar ambientado por la música agradable de jazz. Con el elevar de su mano Vladimir llamo al camarero más cercano, quien con cortesía le ofrecía un trago. –Una copa de vino, aquel añejo del buro superior…- dijo acompañado de un dedo indicador del lugar. –A sus órdenes- respondió tranquilamente el camarero, quien tan eficazmente servía el vino en una copa de cristal. –No incomodare más, no estaré con rodeos…- bufo con seriedad el agente de la CP7. –A qué se refiere…- comento el otro sujeto en un tono de voz baja. –Sabes bien a que me refiero, simplemente dime donde se reúnen los idiotas que hacen complot contra los clase baja…- susurro meciendo la copa de vino rojo.

-Era eso- dijo con sarcasmo, dio un suspiro para luego continuar. –Si quieres saber todo de ello, ve a la zona norte, ve al dojo más costoso y encontraras lo que buscas…- susurro para luego hacer un drástico cambio de tema. –Bien son cuarenta exactos, un gusto el servirle- bufo. Una sonrisa para nada fingida se dibujaba en aquel rostro del agente, de seguro aquel sujeto era uno de los espías del lugar, que bien que había electo el lugar adecuado. –Bien quizá regrese pronto.- dijo levantándose del asiento. Abrió la puerta de bar y se encamino a un solo lugar. La zona Norte y esta vez, iría directo al lugar sin detenerse por nada.

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Dom Sep 11, 2011 2:05 am
Fortuna era lo que tenía el joven de cabellos rubios y alborotados, o la tenia la mayor parte del tiempo ya que era algo que estaba en altos y en bajos todo el tiempo cambiando sin previo aviso. Ahora a pesar de que agentes del gobierno se encuentren en la ciudad la suerte que tenia era bastante ya que al parecer no lo estaban buscando a él, tampoco había una gran razón para hacerlo. La recompensa que tenía sobre su cabeza era realmente injusta ya que solamente había acompañado a un pirata en sus viajes razón casi inexistente ya que actos delictivos no había cumplido en su vida. Esa era una de las cosas que mas odiaba el rubio por parte del gobierno mundial, un sistema en el que muchas personas podían llegar a salir afectadas por el corazón salvaje de otra. Un gobierno debería ser libre para la gente en cambio este reprimía a cualquiera que este en un estado grande de esta libertad pero ellos no se daban cuenta de que el sentimiento de libertad no se extinguiría nunca y que existe en todas las personas, solamente que los piratas deciden seguirlo mientras que otras prefieren reprimirse y esconderlo en el fondo de su corazón.

El rubio pudo continuar por la avenida de la isla Karate en dirección del dojo de Judo pero aun le faltaba un poco de camino, menos que antes obviamente. Ya había dejado de ver a esos hombres extraños y que al parecer eran del gobierno debido a sus trajes negros bastantes llamativos en un lugar donde los uniformes blancos de combate eran los que sobresalían en toda la sociedad. Así fue como la atención de los habitantes se centro en un sitio en especial. Un lugar donde se sentía una atmósfera diferente, se sentía la presión en el aire. Todas las personas debían sentirlo, parecía que la mayoría sentía un enojo mayor y esto se manifestaba en el aire. La razón de ese enojo fue clara al mezclarse entre una multitud de personas que formaban una ronda. En el centro de la ronda un espacio grande donde había 2 personas. Una de ellas una persona que debía tener sus 30 o 40 años, parecía ejercitado viendo sus músculos tan grandes, tenia unos ojos marrones al igual que su tez. Su cabello se basaba en una especie de cresta amarrilla parada hacia arriba como si de un militar o un casco de espartano se tratase. Su altura era alta pero no tanto como Kagami, su vestimenta era simple un chaleco que dejaba ver su pecho y sus brazos debido a que no usaba camisa o remera alguna. La parte inferior era tapada por un pantalón corto, como un short, de color pastel. El otro sujeto en cambio parecía más joven pero no tanto ya que se le notaba un indicio de barba. Tenía ojos pequeños y negros, toda su vestimenta era negra así que posiblemente era uno de los agentes que se habían visto antes. Parecía que estaban por pelear fijándose en las posiciones de ambos.

Fue así que el rubio siguió mezclándose entre la muchedumbre para escuchar sus murmullos como si de un espía se tratase. Al parecer ninguna persona presente conocía a ninguno de los 2. Ni al de la cresta ni al posible agente del gobierno. Obviamente viendo las reacciones de las personas se notaba que estaban a favor del joven del chaleco por una simple razón, se oponía contra el gobierno mundial que tanto buscaba a los criminales. Escuchando más a fondo y haciendo alguna que otra pregunta Kagami logro enterarse que la pelea se inicio por el joven de la cresta que al ver al agente de gobierno caminar hacia el norte por la avenida, lo empujo insultándolo. Así fue como poco a poco la gente los rodearon, esperando una muy posible pelea. Ahora había que decidir si interferir en la pelea o quedarse alejado observándola, talvez ninguna era una buena opción y era mejor alejarse del lugar para continuar su camino. Viéndolo de un modo más observador las 3 opciones tenían su lado positivo. 2 de ellas permitían saber cual era el resultado de esa pelea, una de ellas podía evitar una pelea innecesaria o generar mas pelea entre la gente, otra de ellas permitía la posibilidad de llegar temprano a la clase de Judo a pesar de que aun estaba bien de tiempo. Eran decisiones difíciles ya que realmente al rubio le interesaba que podía pasar con esos agentes del gobierno y saber cual eran su razón para estar en la isla del Karate.

“Este no es mi problema… será mejor no interferir” Pensaba el rubio al estar decidiendo no entrar en esa pelea entre ambas personas.

Ahora quedaban 2 opciones, pero su curiosidad lo obligo a tomar una de ellas. El luchador término eligiendo observar la pelea solo por el simple hecho de saber hasta donde podía llegar el agente del gobierno en una pelea callejera en estas condiciones. Así que caminando otro poco se movió de su lugar y mantuvo una posición cercana a la acción donde pudiera ver y oír perfectamente pero que también este mezclado entre la gente.

“Espero que termine rápido…” Parecía que el rubio se estaba arrepintiendo de su decisión, realmente no sabía cual era mejor. Quedarse o no quedarse en el lugar, ese era el dilema.
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Sáb Sep 17, 2011 11:56 am
El rubio estaba en una situación extraña ya que estaba observando la pelea entre un posible agente del gobierno y un una persona que creía que este lo era. Posiblemente gran parte de las personas de la isla le tendría bronca, odio, desprecio a esta persona si era un agente del gobierno. Todos lo insultaron guiados por el de la cresta rubia, todos estaban en contra de esta persona que seguía negando que fuera un agente del gobierno. Nadie le creía todos seguían diciendo que ese traje negro solamente lo usaban los agentes del gobierno. En esto tenían razón era raro ver a un hombre tan forma con un traje negro como esos. Para suerte del rubio nunca pensaron esto ya que su traje era blanco y con su camisa violeta solo se podía pensar que le gustaba vestir elegante. Verdaderamente por la reacción de todos los presentes este no era un lugar para usar ese tipo de ropas, ahora el rubio estaba orgulloso de utilizar el color blanco.

La discusión entre ambos se fue caldeando más, empezaron a empujarse y a insultarse pero todavía no se pegaban. Sinceramente parecía que no iba a ver una pelea en el lugar, parecían 2 perros que ladraban pero no mordían. Así que el rubio por mas que había decidido quedarse se estaba aburriendo en el lugar ya que parecía que no iba a avanzar por un tiempo. Sabía que tenia tiempo de sobra pero el luchador quería confirmar si las personas que había visto en el lugar eran o no miembros de la Cypher Pol, unos perros del gobierno.

El asunto parecía no avanzar a ningún lado así que el rubio prefirió irse del lugar. Tranquilamente salio de la ronda de personas y empezó a caminar solitariamente por la avenida. Justo en ese momento se empezaron a escuchar más gritos, ahora habían empezado a pelear. No parecía ser un día de suerte del rubio aparentemente. Ahora el rubio ya no podía entrar a la ronda para acercarse y ver la pelea entre los 2 sujetos. Estaban todos apretados y emocionados por la pelea que no podía pasar a ver Kagami. Miro el lugar rápidamente y dando unos cuantos saltos bastante altos llego hasta un techo bajo de uno de los edificios del lugar. Desde ahí podía ver perfectamente la pelea ya que Kagami estaba dotado de un gran sentido de la vista.

“Desde acá veré todo…” Pensaba el rubio al ver la pelea.

Estaban los 2 sujetos pegándose fuertemente. El agente del gobierno tenía un estilo mas boxeador en cambio el otro tenía un estilo más callejero y personal. Se estaban dando duro y parejo, nadie parecía ganar solamente se estaban destrozando el uno al otro sin compasión.

Luego sucedió un acto que cambio la escena completamente. Ese acto cambiaria el ambiente de un momento a otro. Este acto fue que cuando uno de los golpes del de la cresta impacto en la otra persona, lo lanzo al suelo. Hasta ahí había sido todo normal pero al caerse algo se cayo de su bolsillo, un pequeño documento. Una de las personas que estaba en la ronda y cercanas a esa persona tomo este documento y lo leyó rápidamente. Su expresión fue de sorpresa al leerlo en cambio la del que estaba en el suelo fue de terror. A continuación el que tenía el documento lo alzo en el cielo y les comunico el contenido a todos.

-¡¡¡¡ES UN AGENTE DEL GOBIERNO!!!!- Grito a todos los presentes. En seguida sin decir nada todas las personas de la ronda empezaron a golpear al pobre hombre que estaba tirado en el suelo. Todos estaban muy violentos. No tenían ni un poco de compasión, todos parecían odiar al gobierno mundial.

“Pobre hombre… no se merece semejante masacre” Pensaba el rubio al ver lo sucedido.


El rubio bajo del techo de ese edificio y continuo su camino hacia el dojo de Judo. Esta vez no iba a interferir en tan grande pelea en la cual un hombre, el agente, iba a quedar destrozado. Posiblemente no iba a sobrevivir de aquella golpiza. Cuando el rubio ya estaba lo suficientemente lejos sucedió otra cosa que cambiaria todo. Apareció un grupo de agentes para defender al pobre hombre. En esa avenida de la isla Karate se estaba armando una batalla campal entre los miembros del gobierno y un gran grupo de posibles piratas o revolucionarios o simplemente gente que odiaba al gobierno. Nadie iba a ganar nada de esa pelea, solamente muertos o heridos, lo más probable que ambas. Era un mundo violento y nadie hacia nada para cambiar eso.

“Lucha, guerra, peleas… no traen nada bueno. ¿Cuanta paz hará falta en el mundo para que termino todo?” Pensaba Kagami al irse del lugar probablemente yendo a su clase y después a la casa del anciano.


OFF: Lo siento Vladimir pero se que estas en ausencia pero necesito los puntos y tener libre el pasado por cualquier cosa. Me salgo del tema.
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