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No es oro todo lo que reluce. [Prologo]
Dom Jul 31, 2011 11:04 am
El sol se alzaba en el horizonte, y sus rayos calentaban como si estuviese en el desierto. Otra vez allí, dos semanas habían pasado ya desde que la joven pirata desbancara con ayudar de unos mercantiles, bueno quizás la palabra ayudar no fuese la adecuada ya que estuvo de polizonte durante todo el viaje y cuando estos se dieron cuenta salió del escondite corriendo hacia la ciudad, por suerte no se había encontrado con ellos, aún que a decir verdad seguramente ni los reconocería, su única preocupación para ella en estos momentos era salir de aquella aburrida isla la había recorrido ya casi tantas veces que podía recordarla entera, pero independientemente, con su gran sentido de la orientación se perdía de igual manera. Suspiro frustrada al darse cuenta de que no tenía dinero para pagar a nadie para que la llevase, tendría que volver a subir de polizonte corriendo el riesgo de ser descubierta y tirada al mar como castigo, no, definitivamente no la llamaba demasiado la atención aquella idea.
La calle era ancha, tan grande que por lo menos tenía cuatro carriles para los peatones, una avenida demasiado especiosa para una ciudad tan pequeña. No era la primera vez que pasaba por allí, pero algo llamo su atención, un pequeño cartel que no había visto antes en el cual estaba escrito el nombre de un Dojo y una flecha para girar a la derecha. Quizás aquel templo estuviese mal ubicado y tenían que señalizarlo mejor para que la gente no se perdiese. El Dojo de Koshiro, había oído algo acerca de el mientras comía en una taberna, según alcanzo a escuchar de los muchachos ebrios, era muy famoso en todo el mundo ya que su maestro había sido uno de los maestros espadachines de la historia, siguieron parloteando sobre el tema un buen rato pero pronto sus voces se volvieron susurros mal vocalizados y acabaron derrumbados por el sopor sobre la barra del bar. No era un tema que le interesase a la joven pirata nunca utilizo una espada, con un filo lo máximo que había llegado a tocar era un cuchillo. Por lo que tampoco puso especial fascinación por la conversación entre los borrachos. Pero al leer aquel cartel una chispa de curiosidad nació en la joven pirata, aún que no fuese un tema le cautivara seguro que encontraría algún tipo de diversión. Así que sin pensárselo demasiado se encamino hacia donde la flecha indicaba.
No tardo mucho en llegar al famoso Dojo, y nada más verlo gesticulo una mueca decepcionada. En lo alto se alzaba lo que decían que era el Dojo y una escalera que era necesaria subir para llegar hasta el templo. Se esperaba una gran morada pomposa llena de oro y joyas por todas partes con un gran linaje, en vez de una pequeña vivienda en la que seguramente apenas entrarían veinte personas juntas, de madera estropeada por los años y con más agujeros que un queso Gruyere. Estaba que daba pena, se podía notar incluso los resto de pintura y barniz, necesitaba una mano de obra urgente. Parecía que se derrumbaría con solo mirarlo. Incluso las escaleras, si a eso se le podía llamar así, que esperaba que fueran decentes eran grandes piedras de mármol blanco puestas en fila todas ellas desiguales, por suerte no era demasiado larga. Sin mucha ilusión comenzó a subir las tortuosas piedras, a cada zancada estaba más convencida de que había sido un error ir hasta allí, una perdida de energía y tiempo, más de una vez pensó en dar media vuelta y volver por donde había venido, pero ya estaba demasiado cerca para dar media vuelta. Cuando por fin estuvo enfrente del famoso Dojo, el chasco fue mayor, una cosa era de lejos y otra muy distinta era verlo de cerca, ahora entendía por que nadie lo visitaba, la madera debía tener hasta termitas, la puerta abierta de par en par parecía incapaz de sostenerse si misma, y mucho menos toda la estructura del añejo edificio. Ahora empezaba a preguntas, que tenía de maravilloso aquel lugar, quizás los arqueólogos lo tuviesen en gran estima pero ¿los espadachines?, pero si una simple patada lo derrumbaría por completo dejándolo en ruinas. No merecía la pena ni visitarlo por dentro. La joven pirata sintiéndose engañada esperaba delante del antiguo Dojo un golpe de suerte, algo que consiguiera divertirla.
La calle era ancha, tan grande que por lo menos tenía cuatro carriles para los peatones, una avenida demasiado especiosa para una ciudad tan pequeña. No era la primera vez que pasaba por allí, pero algo llamo su atención, un pequeño cartel que no había visto antes en el cual estaba escrito el nombre de un Dojo y una flecha para girar a la derecha. Quizás aquel templo estuviese mal ubicado y tenían que señalizarlo mejor para que la gente no se perdiese. El Dojo de Koshiro, había oído algo acerca de el mientras comía en una taberna, según alcanzo a escuchar de los muchachos ebrios, era muy famoso en todo el mundo ya que su maestro había sido uno de los maestros espadachines de la historia, siguieron parloteando sobre el tema un buen rato pero pronto sus voces se volvieron susurros mal vocalizados y acabaron derrumbados por el sopor sobre la barra del bar. No era un tema que le interesase a la joven pirata nunca utilizo una espada, con un filo lo máximo que había llegado a tocar era un cuchillo. Por lo que tampoco puso especial fascinación por la conversación entre los borrachos. Pero al leer aquel cartel una chispa de curiosidad nació en la joven pirata, aún que no fuese un tema le cautivara seguro que encontraría algún tipo de diversión. Así que sin pensárselo demasiado se encamino hacia donde la flecha indicaba.
No tardo mucho en llegar al famoso Dojo, y nada más verlo gesticulo una mueca decepcionada. En lo alto se alzaba lo que decían que era el Dojo y una escalera que era necesaria subir para llegar hasta el templo. Se esperaba una gran morada pomposa llena de oro y joyas por todas partes con un gran linaje, en vez de una pequeña vivienda en la que seguramente apenas entrarían veinte personas juntas, de madera estropeada por los años y con más agujeros que un queso Gruyere. Estaba que daba pena, se podía notar incluso los resto de pintura y barniz, necesitaba una mano de obra urgente. Parecía que se derrumbaría con solo mirarlo. Incluso las escaleras, si a eso se le podía llamar así, que esperaba que fueran decentes eran grandes piedras de mármol blanco puestas en fila todas ellas desiguales, por suerte no era demasiado larga. Sin mucha ilusión comenzó a subir las tortuosas piedras, a cada zancada estaba más convencida de que había sido un error ir hasta allí, una perdida de energía y tiempo, más de una vez pensó en dar media vuelta y volver por donde había venido, pero ya estaba demasiado cerca para dar media vuelta. Cuando por fin estuvo enfrente del famoso Dojo, el chasco fue mayor, una cosa era de lejos y otra muy distinta era verlo de cerca, ahora entendía por que nadie lo visitaba, la madera debía tener hasta termitas, la puerta abierta de par en par parecía incapaz de sostenerse si misma, y mucho menos toda la estructura del añejo edificio. Ahora empezaba a preguntas, que tenía de maravilloso aquel lugar, quizás los arqueólogos lo tuviesen en gran estima pero ¿los espadachines?, pero si una simple patada lo derrumbaría por completo dejándolo en ruinas. No merecía la pena ni visitarlo por dentro. La joven pirata sintiéndose engañada esperaba delante del antiguo Dojo un golpe de suerte, algo que consiguiera divertirla.
- InvitadoInvitado
Re: No es oro todo lo que reluce. [Prologo]
Lun Ago 01, 2011 5:02 pm
Me habían comentado que había un dojo famoso en las artes de la espada, y como mi oficio era navegante, pero me defendía en batalla con la espada, quería mejorar mi técnica y aprender algo de los maestros de allí, si es que era posible, aunque la escasa experiencia social que había tenido con los humanos desde los pocos meses que habían pasado de comer la fruta habían sido bastante desastrosos, auguraba que no iba a salir bien.
Mientras subía las escasas y poco lustrosas escaleras, pensaba en lo irónico de la situación, pues es cierto que por fuera cualquiera lo hubiera juzgado negativamente, pues estaba hecho trizas, se caía a pedazos, y más que una vivienda parecía una reliquia o un monumento histórico de la guerra civil o de secesión, sin embargo ahí estaba yo, en las mismas condiciones físicas, con la misma estética, y ofreciendo lo mismo en mi interior, algo potente y enérgico, algo diferente a lo común, a la norma, y es por eso que esperaba que todo saliera bien.
Al llegar arriba vi a una chica con cara de asco... o aburrimiento, o qué sé yo, la verdad es que no reconocía aún muy bien que digamos las emociones humanas, pero pasé de largo y tiré hacia dentro de la habitación, donde habían unos 20 aspirantes dirigidos por lo que parecía otro aspirante pero que probablemente llevase más tiempo y estuviera enseñando a los más novatos. Al ver mi aspecto salieron todos corriendo. ¿Todos? no, todos no. Todos menos uno. El discípulo veterano se quedó, gritándome y llamándome demonio, diciendo que defendería su dojo y que no permitiría que lo profanasen los demonios, que era el dojo de su maestro y que salvaría su honor... la verdad es que no entendí nada de nada, no entendía esos asuntos de humanos, pero por los aspavientos, gesticulaciones y el tono de su voz, me hacía una idea del concepto del mensaje, y la verdad, no me gustaba, y empezaba a pensar que quizá el mundo humano no fuera para mí, empezaba a odiarlos... a odiarlos realmente...
Mientras subía las escasas y poco lustrosas escaleras, pensaba en lo irónico de la situación, pues es cierto que por fuera cualquiera lo hubiera juzgado negativamente, pues estaba hecho trizas, se caía a pedazos, y más que una vivienda parecía una reliquia o un monumento histórico de la guerra civil o de secesión, sin embargo ahí estaba yo, en las mismas condiciones físicas, con la misma estética, y ofreciendo lo mismo en mi interior, algo potente y enérgico, algo diferente a lo común, a la norma, y es por eso que esperaba que todo saliera bien.
Al llegar arriba vi a una chica con cara de asco... o aburrimiento, o qué sé yo, la verdad es que no reconocía aún muy bien que digamos las emociones humanas, pero pasé de largo y tiré hacia dentro de la habitación, donde habían unos 20 aspirantes dirigidos por lo que parecía otro aspirante pero que probablemente llevase más tiempo y estuviera enseñando a los más novatos. Al ver mi aspecto salieron todos corriendo. ¿Todos? no, todos no. Todos menos uno. El discípulo veterano se quedó, gritándome y llamándome demonio, diciendo que defendería su dojo y que no permitiría que lo profanasen los demonios, que era el dojo de su maestro y que salvaría su honor... la verdad es que no entendí nada de nada, no entendía esos asuntos de humanos, pero por los aspavientos, gesticulaciones y el tono de su voz, me hacía una idea del concepto del mensaje, y la verdad, no me gustaba, y empezaba a pensar que quizá el mundo humano no fuera para mí, empezaba a odiarlos... a odiarlos realmente...
- InvitadoInvitado
Re: No es oro todo lo que reluce. [Prologo]
Mar Ago 02, 2011 6:38 am
Pues sí, lo tenía completamente decidido descendería hasta volver a la ciudad, desde luego en aquel templo lleno de escombros poca diversión llegaría a encontrar. De pronto escucho detrás suya unos pasos, seguramente otra persona que visitaba el templo, otra decepción que se sumaría a la, seguramente, interminable lista que tendría ya ese lugar. Suspirando, espero a que el nuevo visitante se detuviera para poder ver su expresión y por fin dejar de sentirse la única idiota que se había molestado en subir, pero las pisadas no cesaron, es más pasaron a su lado y siguieron adelante, la joven pirata extrañada al no haber visto a nadie pasar a su lado, empezó a mirar los alrededores, entonces lo vio, el forastero no era humano, ni siquiera parecía un ser vivo, impresionada inconscientemente retrocedió. No daba crédito a lo que estaba viendo. Parecía un gato pero le faltaban partes, se caía a trozos. Sorprendida lo observo adentrarse en templo. La joven pirata no entendía que estaba pasando, ¿que estaba haciendo un gato medio muerto entrando en un edificio famoso?.
Poco a poco la inquietante figura del nuevo visitante fue produciendo asombro y curiosidad en la joven peliazul, ahora si había encontrado algo con lo que entretenerse. Salió corriendo en dirección a la puerta principal, por donde segundos antes había entrado el gato. Tuvo problemas para entrar, ya que cuando ella intentaba acceder todos lo que se encontraban dentro salían galopando asustados, algo muy usual y que era la reacción normal después de contemplar aquel espécimen, todo lo contrario a lo que la joven pirata estaba haciendo. Cuando por fin estuvo dentro quedo anclada en el umbral examinando la escena. El que parecía ser el maestro gritaba enfurecido, irritado por la presencia del turista. Gesticulaba y se movía molesto, enervándose a cada segundo sus ojos desorbitados no dejaban de mirarle, de un momento a otro le saldría humo por la cabeza como siguiese así. La joven pirata no sabía que hacer, ni como actuar, no tenía ni idea de cual era el motivo de su enfado, pero parecía imposible intentar razonar con él, si seguía así no tendía otro desenlace que una pelea, y a decir verdad a la joven pirata le apetecía más bien poco enzarzarse en una batalla, y mucho menos con el maestro de un Dojo.
Poco a poco la inquietante figura del nuevo visitante fue produciendo asombro y curiosidad en la joven peliazul, ahora si había encontrado algo con lo que entretenerse. Salió corriendo en dirección a la puerta principal, por donde segundos antes había entrado el gato. Tuvo problemas para entrar, ya que cuando ella intentaba acceder todos lo que se encontraban dentro salían galopando asustados, algo muy usual y que era la reacción normal después de contemplar aquel espécimen, todo lo contrario a lo que la joven pirata estaba haciendo. Cuando por fin estuvo dentro quedo anclada en el umbral examinando la escena. El que parecía ser el maestro gritaba enfurecido, irritado por la presencia del turista. Gesticulaba y se movía molesto, enervándose a cada segundo sus ojos desorbitados no dejaban de mirarle, de un momento a otro le saldría humo por la cabeza como siguiese así. La joven pirata no sabía que hacer, ni como actuar, no tenía ni idea de cual era el motivo de su enfado, pero parecía imposible intentar razonar con él, si seguía así no tendía otro desenlace que una pelea, y a decir verdad a la joven pirata le apetecía más bien poco enzarzarse en una batalla, y mucho menos con el maestro de un Dojo.
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