En paseo por equipamiento.

Estaba en la ciudad previa a el gran line, peligros acechaban, cosas peligrosas podían ocurrirles a los viajeros si no estaban preparados por mi parte no lo estaba, así que me dirigí a la armería mas cercana, la tienda de un viejo herrero, el cual parecía tener buenas cosas en la tienda, revise mi saco y tenia dinero suficiente como para un buen equipo, si quería hacerme diestro en el arte de los duelos con pistolas debería esperar, lo primero era lo primero, conseguir una buena espada.

Mientras entraba ala tienda pude ver diversos tipos, demasiado caros, demasiado baratos, muy afiladas, demasiado oxidadas, mis ojos se posaron en una espada de buena calidad, doble filo peso adecuado, equilibrio entre mango y hoja, nada mas que decir, simplemente la coloque encima de la mesada, mientras que el tendero me miraba intrigado por mis pintas, me dirigí a la zona de cuchillos donde había de todo tipo, kunais, navajas, pero lo que yo quería eran puñales, había un juego de dos, el cual tome, analice la hoja tantee el peso y me pareció adecuado, por lo que lo cargue hasta el mostrador.

Detras de el tendero pude ver como había un buen para de guantes y ante-braceras de metal, las cuales podrían proteger mis manos de eventuales costes de otras espadas al intercambiar por lo que decidí tomarlas, eran de pequeñas placas de metal si bien duras bastante ligeras, lo que permitiría un buen desempeño de mi espada, mire al hombre que intrigado con ceja en alto me devolvía dicha mirada.

— Bueno, dígame cuanto eso.— dije sonriendo mientras le miraba.
— Bueno, son 5000.— dijo mientras intentaba hacerse el tonto conmigo, le mire a los ojos y le intimide de manera sutil no quería que jugaran conmigo y mucho menos con un tema de dinero, así que me tomaría enserio.
— Perdón, ¿dije 5000?, quise decir 4700.— dijo arrepintiéndose de su actitud, a lo que simplemente saque el dinero justo y le entregue, mientras me ponía la espada en el cinturón, bien ajustada, me colocaba los guantes, las ante-braceras y escondía un puñal en mi bota y otro en el guante, solo por si alguna vez lo necesitaba.