[Prólogo II] Búsqueda de descanso.

Nos encontrábamos situados en el callejón donde me había parado a quitarme de encima esas malditas telas que daban una imagen muy humillante de mi persona y el mero hecho de llevarlas era un atentado contra cualquier orgullo y contra cualquier hombría que pudiese tener antes de ponermelo. Obviamente, una situación tan avergonzante provocó una carcajada en mi compañero, que parecía pasarselo bien con mi sufrimiento y lo deshonroso que era esto. Aunque, pensándolo bien, para un ladrón falso, mentiroso y cruel como yo no podía existir ningún honor ni orgullo por haberse travestido para conseguir huir. Pero mi masculinidad estaba en juego y, por poca honra que pudiese tener dedicándome a lo que me dedicaba, tenía que mantener claro que con mi hombría no se juega.

-Para ya, ¿no? Bastante mal lo estoy pasando ya como para tener que aguantar tus mofas. - le respondí de malas maneras. No me gustaba aguantar a gente así, y menos aún cuando no tenían nada que pudiese serme de utilidad como este. Pero estaba demasiado cansado como para ponerme a buscar otra persona a la que engañar y estafar, así que mejor sería seguir aprovechándome de este hasta encontrar un sitio donde refugiarnos.

Mientras manteníamos esa "amena" conversación, un hombre del tamaño de un armario empotrado ataviado con un traje negro y una barba anaranjada colgando de su cara apareció de una gran puerta negra que se abrió poco después de haberme teerminado de quitar el exceso de equipaje. Era una persona que imponía bastante, sobre todo con ese cuerpo y esa cara de bulldog barbudo cabreado que tenía, pero no me impresionó casi nada, tal vez por el cansancio o simplemente porque no me afectó su intimidación. Dark se acercó al hombre, cuya altura superaba por casi dos cabezas a la del pirata extraño. Empezó a establecer una charlita con él, parecía que Dark conocía al jefe del matón. Ante esta frase, el segurata empezó a mostrar algo más de interés por Dark, y éste le respondió con algo sobre la perla.

Otra vez la dichosa perla. ¿Se trataba de la misma perla que buscaba el teniente que nos había estado persiguiendo? ¿Qué tendría esa maldita perla para que todo el mundo la quisiese? ¿Venía de una ostra gigante o tenía un color que no fuese blanco? Otra razón no se me ocurría para que tanta gente estuviese detrás de una esfera proveniente del mar. Vale que fueran caras, pero algo con esa perla no cuadraba. Además, la expresión del tipo al oir mentar la perla me dijo que tenía que ser algo de suma importancia, nadie se queda de piedra al oir el nombre de una joya, al oir su precio puede, pero con sólo su nombre no.

El fortachón nos abrió la puerta y nos dijo que pasásemos. Dark fue el primero, después del hombre, y me hizo una señal para que le siguiera. Cualquier cosa sería mejor que quedarme en la calle, así que le seguí sin pensármelo dos veces. Al entrar por la puerta, que se cerró nada más pasar yo, vislumbramos un largo pasillo, mientras el gigante nos iba guiando por el pasillo. Mientras caminábamos por el pasillo, me acerqué un momento a Dark para intentar calmar mi curiosidad.

-Oe, ¿Qué narices es eso de "la perla" que tanto decis?- le susurré por la espalda a mi compañero, esperando una respuesta que me dijese el por qué de todo eso.

Proseguimos caminando a lo largo de todo el pasillo, que era más bien tétrico. EL papel pintado de la pared era de una tonalidad marrón decolorido con un estampado bastante hortera que casi dañaba a la vista de quien lo observaba. De vez en cuando, el papel pintado era tapado por algún espejo o por algún cuadro de gente vestida con ropas elegantes. Todo eso daba un repelús bastante fuerte, además de que la poca iluminación que tenía la habitación ayudaban a dar un ambiente lúgubre a la estancia. Parecía el camino a una celda de la prosión o a una ejecución.

La pregunta la recibió con una gran sorpresa. Creo que no se esperaba que preguntase eso. Por la respuesta que me dio, debía de tratarse de algún barco velero de gran tamaño, con una buena velocidad y un excelente manejo. También tuve que suponer que se trataba de algo bastante famoso y bastante importante para él, pues la respuesta que dio parecía como si mi comentario le hubiese molestado. ¿Yo qué sabía a que querían referirse todos con "La perla"? Bastante que pregunté por saber de qué se trataba. Llegamos al final del pasillo y el hombretón se puso en medio para impedirnos el paso

-Esperad aquí hasta que os llame nuestro jefe.- dijo, con su tono de voz tosco.

El camino recorriendo el pasillo estaba llegando a su fin. Esa era una situación completamente nueva para mí, y no sabía qué debía hacer ni cómo debía reaccionar. Siempre podría hacer lo de siempre: improvisar algo sobre la marcha para poder salvar mis posaderas de un mal seguro. Entre el ambiente tenebroso del pasillo y la impotencia de no saber qué iba a pasar con nosotros, empezaba a sentir la presión de la angustia en mi pecho. Aparentemente no era el único que se sentía así, pues Dark estaba algo nervioso: su andar era bastante irregular y no seguía un ritmo constante. También observé que seguía con su anteriormente fingida cojera, pero esta vez no era tan exagerada como la que hizo durante nuestro particular festival de carnaval que habiamos pasado unos minutos antes. Llegué a pensar por un momento que el pirata tenía achaques del combate con los marines de hacía un momento. Alguno de los ataques le habría causado más molestia de lo que se esperaba el propio pirata.

Mientras esperábamos al alcanzar el final del corredor hasta que el grandullón nos diese el visto bueno para poder pasar, Dark me señaló el retrato de un navío que estaba colgado en la pared, justo al lado del portón que tapaba el guarda. Era un velero precioso, con unas maderas negras que le daban aún mas majestuosidad al navío. No era un experto, pero todo aquel que sepa navegar sabe apreciar las buenas naves y esa era una realmente buena. Ahora entendía el por qué la gente lo buscaba, debía de ser bastante placentero surcar los mares con un navío asi. Se me hacía la boca agua con solo pensar en conseguir esa nave. Tal vez este pirata me sería aún de alguna utilidad.

No habían pasado ni dos minutos cuando la puerta se abrió ante nosotros. El guardaespaldas nos dio el paso y se colocó a la diestra de la puerta, guardando que no hiciésemos nada fuera de lo normal y de lo permitido. La sala en la que entramos suponía un cambio radical con el soso ambiente que dominaba el pasillo anterior. En medio del salón, se encontraba sentado en una silla una persona anciana con una complexión física bastante fuerte. Por las pintas y por la posición de la silla, pude suponer que se trataba del famoso jefe. En cuanto entramos, empezó una conversación entre ambos en la que yo no pintaba absolutamente nada. Era solamente un paquete que estaba acoplado allí. Además, con el segurata ese mirandome no podría conseguir mangarle nada al viejo, por lo que solo me quedaba quedarme observando a los dos hablando sobre la embarcación. Tal vez así me enteraría de la localización de ese barco.

Toda la situación se había tergiversado en un momento. Aunque no estaba muy atento a la conversación de los dos piratas, en un momento de la conversación creo que empezaron a hablar de mí, pues primero se fijó en mi el viejo y, a continuación, lo hizo Dark también. Estaba tan cansado por el maldito día que llevaba que casi la conversación carecía de sentido para mí. Mis agotadas neuronas solo podían pensar en descansar y recuperar las energías malgastadas durante la caótica jornada. Pero no iba a ser como mi cuerpo lo necesitaba, porque los intereses del estrambótico pìrata interferieron en las intenciones que tenía.

-Pero... ¿Qué narices estás diciendo?-respondí con brusquedad a la incitación del hombre de los cabellos rizados. ¿Estaba insinuando que tenía que enfrentarme al grandullón? Este tipo lo llevaba claro si pensaba que iba a combatir en el estado en que me encontraba. Con un poco de descasson podría intentar hacer algo en combate contra el armario empotrado ese, pero yo no saldría ileso ni ahora ni en un combate estando fresco como una rosa. Por lo que parecía, no habría manera de evitar el combate. - ¿No deberíamos hablar esto antes de nada?- le dije nervioso al fortachón, que se acercaba amenazante a donde yo estaba, intentando escaquearme.

Al observar cómo se acercaba y que no reaccionaba a las palabras que le decía, empecé a retroceder dando pequeños pasos temblorosos, intentando mantener la distancia con el futuro agresor. Tenía que evitar entablar combate con el guardaespaldas del viejo o estaría en graves problemas. Pero todo lo que intentaba fue en vano cuando mi espalda entró en contacto con una estantería que estaba pegada a la pared. Al ver que estaba arrinconado, el fortachón puso una sonrisa malévola y lanzó un fuerte puñetazo contra mi cabeza. Como acto reflejo, me agaché para esquivar el golpe, cerrando los ojos, y este acabó impactando en la estantería, llena de trofeos del viejo. La fuerza del golpe hizo que un trofeo con la imagen de un barco bañado en oro cayese sobre la cabeza del tal Vlad, dejándolo inconsciente. Abrí los ojos para ver cómo había acabado todo y observé al grandullón tirado en el suelo.