[Pasado] Cuando dos cosas chocan solo sale una viva

Sáb Ago 20, 2011 7:56 pm

Esta vez hacía frío, nevaba. La nieve se acumulaba por toda la isla, dificultando visión y movimientos. Había efectuado una compra de dos espadas reforzadas justo en esa tienda. Las miró y ellas se dejaron observar, denotando una calidad media. Este no le importó demasiado si eran buenas o malas, solo tenían que ser robustas armas que aguantasen el abrupto estilo del cocinero. Siguió caminando por esa isla, hasta que de repente, el sol se impuso en ella. Tan poderoso e imponente, anulaba todo el frío que en esta residía, y cambiaba radicalmente la situación climática en la zona. La nieve, se derritió. La visión nublada por el agua congelada en forma de nieve. El suelo quedó muy resbaladizo, casi como una pequeña piscina que cubría media planta del pie. Sin embargo, no tardó nada en ser evaporada. Ahora era el sol el que pegaba con dureza, derritiendo sólidos y haciendo gases a los líquidos. El sudor resbalaba por la piel de las personas que habitaban la zona. Muchas personas hicieron un rápido cambio de ropa, guardando esa chaqueta polar y poniéndose una camiseta corta y un bañador. La verdad es que la gente parecía estar algo preparada, más bien acostumbrada a estos cambios radicales. Kratos seguía estando algo impresionado, pero estando en el Calm Belt se podía esperar cualquier cosa.

Por fin había llegado a una zona algo extraña. Parecía ser un coliseo antiguo, medio derruido seguramente por las fuertes lluvias torrenciales que impactarían en el pasado contra estos edificios. Kratos bajó a la zona de combate, a la arena que quedaba. Ahí el sol daba con menor contundencia, y el calvo parecía sentirse bien en ese círculo de antiguos luchadores. Podía imaginarse la sangre escupida de los cuerpos de adversarios, las peleas duras que se llevasen a cabo en el pasado, y que seguramente fueron derrocadas pues el edificio estaba en desuso. No había ni una sola alma en la zona, así que este se llevó una mano a su cabeza, frotando esta para relajarse. La otra mano la llevó a una espada, la cual desenvainó de su espalda, para luego hacer lo mismo con la otra. Empezó a practicar unos tajos simples, más fuertes que rápidos y más físicos que cortantes. Ese, ese era su estilo de lucha. A la antigua, como debía ser, volviendo a las raíces. Así luchaban sus progenitores, así lucharía él. Alguien tenía que mantener con vida el estilo, y tenía que defenderlo de los demás estilos pues sino dejaría de existir. Tras practicar unos cuantos golpes simples, crujió su cuello, ya estaba preparado

- Genial, pero... - No le acababa de gustar algo, algo dentro de él estaba en desorden... algo bastante simple - El primero que entre por el otro lado de la arena... Al primero que vea, le daré una muestra de mi poder - Pensaba, mientras una sonrisa se formaba en su rostro. Quería desgarrar la piel del primer individuo que llegara. Poco le importaba que fuera un Marine, un cazarecompensas, otro pirata o un maldito tenryuubito. Su sed de sangre debía ser saciada, de no ser así las pesadillas volverían... Se formaría de nuevo un bucle de dolor que no tendría fin. No quería volver a pasar por eso, ya fueron cinco años difíciles de superar, donde el suicidio era la idea con la que se despertaba cada mañana. A día de hoy, la idea con la que se despierta cada mañana sigue tratándose de la muerte, pero de la de los demás. Él no podía morir ya que dejaría de existir, así que para vivir bien tendría que matar a sus enemigos, o matar a secas. Esa fue la conclusión que sacó, y la teoría que fue aprobada por él mismo. Sus espadas inanimadas parecían suplicar auxilio, parecían llorar cada vez que Kratos las blandía, sufrir en cada movimiento que este ejecutó. Algo de lo que Kratos ni se dio cuenta ni le importó. Para él, un trozo de acero formado con fuego y martillazos es lo que era una espada.

- ¡¡VAMOS!! ¡¡YO OS RETO, A TODOS!! - Gritó con una voz ronca e intimidante. Esta voz recorrió los alrededores de la ciudad, resonando por cada recoveco y causando una sensación de eco permanente. Cualquiera que no supiese como era Kratos pensaría que se trataba de algún borracho fuera de su decencia, pero no era más que un espíritu asesino que no tenía limites. La sonrisa del tatuado no tenía fin, con una autoestima a la altura de un Dios, y el ego como trono del Olimpo, Kratos estaba justo en el centro del coliseo de roca medio destrozado, justo en el centro del círculo de arena que parecía haber sido substraída de la playa de la isla. Poco le importaba su adversario, pero más valía que llegase alguien pronto, pues si las presas no iban a Kratos, Kratos iría a por ellas. Y seguramente entraría en un enojo profundo, el cual le haría volverse en contra de civiles... una historia que viniendo de este personaje se volvería común a lo largo de su vida.

Sáb Ago 20, 2011 8:18 pm

El clima de aquella isla era algo que era digno de su estudios. La mañana helaba en la isla, vientos gélidos penetraban entre los huesos de los lugareños los cuales no parecía importarles un poco ya que estaba obviamente acostumbrados al clima del lugar. Entre esos que ahora formaban parte de la isla en el momento de la helada se encontraba Travis, un joven pirata de una altura sorprendente que prácticamente parecía un gigante. Caminando entre la ventisca y con los brazos cruzados estaba Travis soportando el frío pero no haciendo ninguna expresión que delatara que tenía frió, pero sí que lo tenía.

Al cabo de caminar sin rumbo por unos minutos más el clima violentamente cambió a uno cálido donde el sol naciente rayaba la atmósfera y raudo calentando la humanidad del pirata. Una vez el cielo estaba despejado comenzó a buscar el primer edificio que pudiera estar a su alcance. Pululando por el lugar se encontró con un edificio que parecía un coliseo, el cual cautivó su atención llevándolo a tomar la decisión de entrar en la edificación antigua.
Una vez dentro pasando habitaciones múltiples de preparación llegó a la arena del coliseo.
Dentro de la arena estaba un hombre calvo de musculatura marcada y un tanto exagerada. Travis fijó sus ojos sobre aquel hombre que posaba desafiante frente a Travis, esta era una oportunidad de otra pelea más sea para bien o para mal.

¡Será como quieras viejo!-. Logró gritar Travis mientras corría en dirección a el hombre tomando con su siniestra la Katana que en ese entonces poseía tomándola desde el mango e inclinando su cuerpo hacia adelante comenzando la posición del Iaido.

Sáb Ago 20, 2011 8:59 pm

El tiempo, en referencia a lo que acompañaba al espacio y no a la meteorología, nunca fue un compañero del cocinero. Tres... Poco le duraba su paciencia, y se puso una fecha limite de su estancia. Fue algo exigente con esta fecha, pues nada más y nada menos que decidió esperar tan solo tres segundos desde su llamada a la batalla. El primer segundo pasó con tranquilidad, con ambas espadas desenvainadas y sintiendo la erosión leve del aire. Se cruzó de brazos, esperando que mágicamente apareciese una horda de gente buscando problemas, y él aniquilándolos uno a uno, abriendo sus cabezas, crujiendo sus huesos, dándole una nueva forma al cuerpo humano... pero ya bastaba de esos sueños que para él tomaban una posición incluso erótica, pues era con lo que más disfrutaba teniendo en esa lista el sexo. Pero el sexo no quitaba de su cabeza las pesadillas, el combate si. Era algo inexplicable, pero por costumbre el chico lo veía normal, era su vida, si ni siquiera veía su vida como algo normal... ¿Como vería la de los demás? Las tornas de los normales y los extraños viraban cuando el juez era Kratos.

Dos... Dos era un número que a Kratos le gustaba. El segundo, los segundos siempre perseguían al primero, y siempre se esforzaban mucho más que este por querer arrebatarle ese puesto. Aunque le gustara esa posición, él se sentía más identificado con el número uno, el número uno, lo que le recordaba que tan solo quedaba un segundo para que su ira la pagase el pueblo, pueblo al cual destrozaría sin remordimientos casa por casa. Y cuando el tiempo se agotó, se dio media vuelta y empezó a caminar lentamente. Necesitaba tiempo para pensar de que forma matar a tanta gente. La originalidad de las muertes era un placer que le gustaba planificar. Pero justo en ese momento, una irritante voz fue escuchada por el sin pelo. Este giró simplemente su cuello, y vio que se trataba de... un civil armado, por lo que seguramente sería un pirata. Esa voz... aceptaba su petición de batalla y le regala una ofensa, llamando al casi treintañero viejo. Este apretó sus dientes, se dio completamente la vuelta plantando cara al adversario - ¿¡Viejo!? ¡¡¡Como osas llamarme tal cosa, y más tu, con la pinta que tienes, imbécil!!! - Rugió de forma amenazante, sin miedo alguno

Tras ver como caía en la arena con fluidez y se preparaba para su ataque Kratos salió disparado cual bala a por su adversario. Con tan solo un objetivo en su mente, y con dos armas filosas como medio de destrucción no temía a la posibilidad de ser herido, derrotado o cualquier cosa. Cegado por su furia, puso sus armas en punta, yendo en estampida a por el enemigo sin preocuparle lo más mínimo la defensa. Su rival estaba preparado para el contraataque, y más siendo el ataque de Kratos uno tan previsible, pero cuando Kratos estaba cegado por su furia solo se defendía de los ataques letales o importantes. El sol seguía allí arriba, aunque desde el coliseo solo se podía observar medio sol, ya que el derruido edificio solo tapaba una mitad. Eso daba bastante juego pues una zona de la zona de baile estaba completamente sellada en la sombra, mientras que la otra era bañada por la luz.

Miér Ago 24, 2011 4:38 pm

Off:

Kratos había iniciado esa feroz carrera con sus dos espadas. Cada vez que daba una pisada levantaba la arena del terreno, y le daba un toque que daba bastante miedo, pero eso siempre pasaba cuando Kratos ejecutaba un ataque. No le costo mucho alcanzar a su enemigo con sus dos espadas, las cuales se clavaron en el pulmón y en el estómago. La perforación fue dura debido a la carrera que llevaba, por lo cual la herida ya de por si era muy grave. Cuando el sujeto ya estaba clavado en sus espadas, este, haciendo gala de su brutalidad, levantó sus armas. El cuerpo quedó exhibido en lo alto, clavado y derrotado de tan solo un ataque, brotando sangre que llovía sobre la cabeza del Pirata, el cual se reía, complacido. Tras mantenerlo un tiempo en lo alto, bajó sus armas de golpe, haciendo que el cuerpo saliese disparado e impactase contra el suelo arenoso, manchando la zona de un color granate por la sangre y abriendo aún más las heridas. La verdad era que el joven se encontraba muy grave - ¡¡Siente... la fuerza del Matadioses!! - Gritó con su voz grave al oído del sujeto, para luego irse alejando con su cuerpo manchado de la sangre de sus enemigos.

De repente en la isla empezó a llover, pero al cuerpo moribundo no le afectó en nada, pues medio techo del coliseo le protegía del agua que caía en picado. Más a Kratos lo azotó con la caída de cientos de gotas en su cuerpo. En unos segundos, la lluvia se volvió agresiva y caía con fuerza y en gran cantidad. Fue entonces cuando el cocinero se puso delante de un acantilado - ¡¡Jajajajajaja!! ¡¡Jajajajajaja!! - Reía de manera violenta en frente del agua del mar. Había logrado su objetivo, estaba feliz, lo estaba celebrando. Le gustaba hacer eso después del combate, cosas que la mayoría de la gente encontraría extrañas o enfermas él las hacía frecuentemente. Era, cierto es, una persona muy especial, sobretodo por su violenta agresividad que tenía casi hacía todas las personas de la faz de la tierra

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