Preparándose para el gran golpe 29zrdle

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Lun Ago 29, 2011 12:12 pm
La madrugada era muchas veces el horario preferido por los piratas y aquellos que recorrían el camino de lo ilegal para hacer sus negocios, y esta no era la excepción a la tradición, habrían dado mas o menos las tres de la madrugada, cuando el puerto de Shelltown estaba casi desierto, donde prácticamente todo el mundo dormía para realizar sus labores matutinos en la mañana. En el puerto, en una zona poco transitada se veía la silueta de un hombre que permanecía allí apoyado contra una pared, con sus brazos cruzados y acompañado únicamente con una soledad ensordecedora.
¿Esperaba a alguien?, así era, no pasó mucho tiempo cuando un barco atracó en una zona privada del puerto, un barco que parecía pequeño, pero cargaba en su interior diversos artículos, era un navío de mercantes, pero no de cualquier mercantes, estos eran mercantes ilegales, y profesionales en su labor, podían conseguirle cualquier arma a cualquiera que pudiese pagar su precio y ahora habían llegado arriesgados a las costas de Shelltown, solo para cerrar un negocio con un viejo conocido.

- Ya se habían demorado - dijo el sujeto que allí esperaba con algo de impaciencia y mientras el barco atracaba en puerto, Andrei avanzaba hacia el mismo para apurar el trámite lo más que fuese posible - Andrei, Andrei, Andrei... mira que hacerme venir hasta aquí por un capricho jiajiajia - proclamó una voz rasposa desde el interior del barco, acto seguido, un sujeto con capucha y piel demacrada bajó del mismo hasta quedar frente al navegante - Deja de quejarte que voy a pagarte muy bien por tus servicios - respondió el pelinegro con seriedad absoluta, estaba planeando un gran golpe y necesitaba equiparse para realizarlo, para eso bastó únicamente con enviar un mensaje rápido por medios aéreos y su proveedor estebo allí muy pronto:
- ¿Vas a una guerra?... son muchas cosas las que me has pedido
- Eso no es de tu incumbencia... ¿trajiste todo?
- Por supuesto, 10 granadas, un cuchillo, una navaja y...
- No me digas que no la conseguiste
- La ultima cosa fue lo más difícil, pero pude conseguirla... Una fruta del diablo jiajiajia
- ¿Y de que es?
- Eso no lo puedo saber, y no entra en la garantía, es tu decisión si la compras o no... ¿Qué vas a hacer?

La pequeña charla se daba entre ambos sujetos sin interferencia alguna, pero Andrei se había quedado pensativo ante las últimas palabras de aquel viejo que le advertía sobre la compra, una akuma no mi, era lo que necesitaba para aumentar sus posibilidades de supervivencia, ya conocía sus desventajas y todo eso, y eran consecuencias que estaba dispuesto a afrontar - De acuerdo... me llevo todo, aquí está el dinero pactado - dijo sacando una bolsa que puso inmediatamente en manos del mercante y acto seguido, el mercante hizo entrega de un saco con todas las compras - Jiajiajia... no te vallas a morir Andrei... Eres mi mejor cliente - sin revisar el dinero, seguramente por la confianza en el chico, el mercante subió a su barco y zarpó al instante, como si nunca hubiese estado allí, de la forma en que llegó se había marchado, hasta la próxima vez que su cliente le necesitara.

Una vez que el navegante tenía ya sus compras echas, volvió a su barco, y contempló por un momento su fruta, tenía miedo y no podía negarlo, ¿Que le pasaría luego de comer esa fruta?, era su mayor preocupación. Pero ya estaba en el baile y lo mejor era bailar de una vez, dejando de lado la mala metáfora, Andrei tomó la fruta y le dio un mordisco sin titubear más. Como describir la enorme cara de asco que creó al instante, el horrible sonido de nauseas y deseos de vomitar, además de las maldiciones que salieron de su boca, nunca en su vida había probado cosa tan horrible, si alguna vez habían olido la mierda de un perro enfermo, sería ese olor en tus papilas gustativas - Iaghh - siguió quejándose mientras escupía los restos de fruta en su boca, ya había tragado un poco y era hora de probar sus efectos, al principio no sentía nada, hasta que notó que su cuerpo comenzaba a sentirse extraño, su vellosidad crecía de forma absurda hasta cubrir su piel y sentía un gran dolor al notar como en su cuerpo muchas cosas iban cambiando. Comenzó a forzar la metamorfosis, más bien a oponerse, por alguna razón parecía tener una mínima idea de como controlarla, y así lo hacía, su cuerpo volvía a la normalidad y se desestabilizaba al instante - Mierda, mierda - seguía maldiciendo hasta que logró controlarlo por completo, ahora podía convertirse a voluntad en un enorme canino, supo eso al ver su reflejo transformado en un cristal.

Estaba ahora conforme con su adquisición, ya era hora de zarpar al North Blue, tenía previsto 5 días de viaje hacia el cuartel de la marina, 5 días que aprovecharía para practicar un poco con sus nuevos poderes. Ya decidido, subió a su barco y con la salida del sol, emprendió su viaje.
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