[Pasado] ¿Que sucede en Tequila Wolf? La noticia se exparce por el mundo

El pelirrojo estaba cansado de realizar la misión que le había sido encomendada. Vale, estaba tan comprometido con su trabajo como cualquier otro Marine, pero no estaba interesado en seguir bajo esas condiciones. Para poder estar entre ellos e infiltrarse satisfactoriamente le habían proporcionado un disfraz, el cual no le molestaba en verdad, de hecho la parte desagradable no era la convivencia o la vestimenta, era que había estado doce horas sin poder probar bocado. La tarea exigía mucho compromiso, lo cual lo llevaba a estar matándose de hambre por no dejar escapar ningún dato valioso que saliera de la boca de aquellos hombres y mujeres. Se había ganado la confianza de éstos rápidamente, más que nada por su carisma y porque nadie podría sospechar de un muchacho de cabellera roja y sonrisa jovial.

Ya era de noche y se encontraba caminando con dos revolucionarios un tanto mayores que él, dando la sensación de que eran los mejores amigos del mundo. Ninguno de ellos sospechaba que se trataba de un espía encubierto. Al joven le daba algo de lastima estarles mintiendo así, ya que no tenía nada en contra de los piratas o los revolucionarios, sólo estaba cumpliendo con lo estipulado por sus superiores. El estomago del Carpintero hizo ruido, indicando que debía comer. No era para menos: había estado reparando naves de revolucionarios todo el día. Un Marine habría saboteado los barcos de estar en su posición, pero no hizo eso. Damen estaba muy comprometido con su trabajo, y no iba a dejar que la Marina le impidiera obrar de forma decente. –Te ves hambriento rojillo.- Dijo uno de los revolucionarios que daban el paseo nocturno junto a él. –Hay una taberna cerca de aquí, podrás comer y reponer fuerzas.- Concluyó. Se ilusionó con eso, ya que finalmente podría comer algo, sin embargo la alegría no tardó en desaparecer.-Pero no tengo dinero, estoy quebrado.- Confesó casi en un lamento. –Descuida hombre, la cuenta corre por nosotros y no vamos a aceptar un no como respuesta. Es lo menos que se puede hacer después de toda la ayuda que nos brindaste hoy. – Disparó uno de ellos, colocando sus manos sobre los hombros del pelirrojo. En verdad le caían muy bien esos tipos, algo que sólo ayudaba a que se sintiera peor. El menor de los tres esbozó una sonrisa.-Gracias chicos.- Espetó el Carpintero. A lo lejos podía ver la taberna, por lo que aceleró un poco el paso.

Entró en la taberna e inmediatamente buscó un lugar en el cual poder sentarse, lo cual no fue complicado ya que la mayoría de las mesas se hallaban libres. Estaba famélico y necesitaba consumir alimento prontamente. Uno de los dos jóvenes que lo acompañaban, uno de aspecto delgado, por no decir esquelético, de nariz alargada y con un largo abrigo negro, fue el que se aventuró a pedir comida. Por lo visto no iba a quedarse esperando por demasiado tiempo por ella, ya que cuando entraron muchos salieron del lugar como si se estuviera incendiando. Parecía que todos iban tras lo mismo. Ya acomodado en una silla se animó a preguntarle al otro revolucionario el porqué todos parecían tan acelerados.- ¿Qué es lo que pasa?- El más robusto del trío se rascó la cabeza y procedió a explicarle el asunto.- Todos se están dirigiendo a Tequila Wolf. Es una noticia de la que ya estaba enterado. Probablemente nosotros también tengamos que ir hacia allá, así que será mejor que comas bien porque te espera mucho trabajo por delante rojillo.- Terminó.

El pelirrojo se preocupó tenuemente por eso, ya que algo había escuchado sobre el plan que tenían los Marines para todo aquel que intentara rescatar a los esclavos. Era obvio que a él no le pasaría nada, pero no quería destruir su mascarada aún. –Pero tampoco debo sacar conclusiones. Tú eres nuevo en el ejército y de nada sirve que un chiquillo muera en medio del combate, supongo que te vas a quedar en la base haciendo mantenimiento.- Espetó. El Carpintero suspiró aliviado mientras se recargaba en la silla y colocaba su mano sobre el pecho. Al menos sabían que él era más útil fuera del campo de batalla. Pero también se enojó, ya que tampoco le agradaba que lo descartaran de esa forma cuando ni siquiera sabían sus habilidades para el combate.

No era el mejor guerrero, pero sabía defenderse usando su conocida fuerza devastadora. Su compañero volvió con platos de comida. No era una cena elaborada, pero eso no le importaba al pelirrojo. Cualquier tipo de alimento era bien recibido. Apenas el plato tocó la mesa el chico se puso a comer como si no hubiera ingerido bocado en semanas. –En verdad estabas hambriento. Voy a traer más.- Dijo el muchacho de prominente nariz al momento de levantarse e ir nuevamente por combustible para ese tanque pelirrojo.

El plato quedó limpio después de que el chico terminó de comer, ni siquiera sobras, pero todavía tenía espacio para una segunda ración, Sabía que no debía de abusar de la generosidad de sus compañeros, especialmente cuando tenía en cuenta de que no podían tener demasiado dinero. No se fiaba del todo de su palabra, por lo que debía limitarse a comer sólo lo necesario. Definitivamente eran una de las partes que más le gustaban de ser un Marine: comida nunca le hacía falta, por eso se daba buenos banquetes cuando tenía la oportunidad y en parte por eso es que estaba famélico al no estar comiendo lo que usualmente consumía, ni en cantidad o variedad.

-Espero que no se vaya a tardar, todavía no estoy satisfecho.- Espetó mientras se echaba para atrás y cerraba los ojos. Le sorprendía la paz que se respiraba allí, ya que lo que normalmente veía en ese tipo de establecimientos eran piratas borrachos que balbuceaban, además de humo por el tabaco que fumaban. Al chico nunca le gustó el sabor de la cerveza: la probó una vez, sólo porque se la habían ofrecido, y no demoró en escupir el trago tras saborearla. La cerveza era asquerosa, prefería los dulces y el café. Café, tenía tiempo sin beber una buena taza. En realidad sólo había pasado diez horas sin él, lo cual ya era inhumano para Damen al estar tan acostumbrado a tener ese sabor en la boca.

Abrió los ojos para ver al extraño de cabello albino que les pedía información, concretamente el cómo llegar a la embarcación Bishok. Aquel sujeto no parecía ser un revolucionario, se veía como un simple criminal de poca monta por esa pinta que tenía. Lo notaba algo extraño, como inquieto, pero podía ser su imaginación nada más. –Te podemos llevar allí si quieres, sólo espera que termine de comer.- Dijo el pelirrojo sin mirar dos veces al sujeto. El más robusto, que encajaba los dientes en un buen trozo de carne, no parecía tener objeción con eso ya que no era nada nuevo que alguien quisiera colarse. Estaba por levantarse a buscar la comida él mismo cuando escuchó los pasos del revolucionario de notoria nariz. Sí, había memorizado el sonido que hacía su calzado y por eso podía distinguirle. Era una de las peculiaridades de Damen, la de poner atención en todo menos en lo más evidente. Le arrebató el plato antes de que se sentara a la mesa.-Alguien tiene un apetito voraz.- Comentó el hombre mientras tomaba asiento y procedía a comer sus alimentos antes de que el pelirrojo lo hiciera por él.

Oyó la contestación del extraño, dándole a entender que estaba conforme con eso. La espera no iba a hacer larga, porque al igual que el primer plato, el segundo quedó vacío en corto tiempo. En verdad tenía hambre, y de hecho su estomago todavía pedía más, sin embargo también estaba decidido a ingerir menos alimento, por el bien de los bolsillos de sus nuevos amigos. Los otros habían terminado de comer, pero no se debía a que tuvieran un apetito tan grande como el del pelirrojo, era porque ellos habían pedido una cantidad menor de comida. Era difícil competir con un agujero sin fondo como lo era Damen: que estuviera delgado no quería decir que no disfrutara de la comida. –Creo que ya nos podemos ir. Andando, extraño.- Dijo el rojizo con voz de mando, y cualquiera diría que se estaba excediendo con eso, ponerse a espetar órdenes al no llevar ni un día en la armada, pero los revolucionarios no presentaron objeción. No se había demorado mucho en ganarse la confianza y hacer amistad, además de que se adaptó bastante rápido. Y nadie sospechaba que se trataba de un Marine; la misión era un éxito. Pero eso no quería decir que la culpa ya había desaparecido. -¿Hacia dónde van? La orden era para él. Sé que están cansados, hoy fue un día agotador. Ustedes dos quédense aquí, yo puedo escoltarlo solo.- Aclaró tras ver que dejaban sus asientos. Prefería cumplir con esa pequeña tarea solo, además de que así podría olvidarse un poco de la sensación de culpabilidad que lo llevaba molestando desde hace un rato. Era más duro estando con ellos.

Sus compañeros asintieron, estando de acuerdo con sus planes, y eso era todo lo que necesitaba para levantarse y caminar hacia la salida. Así le gustaba que fueran las cosas: rapidaz, y por eso había dejado que otro fuera por la comida. Detestaba perder tiempo, él era sólo de llegar, devorar y salir, sin armar conversación. Otra de las razones por las que no tenía muchos amigos. -¿Vienes?- Preguntó al albino antes de cruzar la puerta, y prontamente formuló una nueva interrogativa.- Por cierto, mi nombre es Damen. ¿Cuál es tu nombre? Para no seguir refiriéndome a ti como “extraño” ya que me resulta poco práctico.- Quería saberlo, ya que se sentía mucho más cómodo con alguien cuando sabía su nombre. Mientras esperaba terminó de salir, aprovechando el momento para atarse bien el cabello: el nudo se había aflojado y apenas se daba cuenta. Por eso no le gustaba su cabello largo, a veces se convertía en un real estorbo, pero cuando pensaba en ello recordaba su promesa. Y una promesa jamás se rompe. El viento de la lo refrescó. Le gustaba más el aire que se respiraba en el exterior ya que la taberna poseía un olor raro y desagradable.

-Igualmente.- Contestó sin agregar nada más mientras caminaba sin molestarse en ver si el peliblanco estaba o no cerca de él. Suponía que si le importaba subir al barco no le iba a perder la pista. Escuchó su pregunta y le respondió.-Es sólo un capitán más.- En su camino se toparon con más revolucionarios, los cuales cargaban cajas y cajas con un contenido misterioso, bueno, no para él. Los revolucionarios querían volar el puente y por eso llevaban cargas y cargas de explosivos. A él no le interesaba lo que le pasara a ese horrible lugar ya que nunca había aprobada la esclavitud.

El pelirrojo se detuvo sin aviso y señaló hacia el frente.-Es por aquí. Sígueme.- Estaba apuntando hacia una gran estructura oculta entre sombras. Debido a que no había luz era fácil que se perdiera en la oscuridad. En realidad se trataba de la embarcación Bishok. No eran los únicos que se dirigían hacia allá, también iban los hombres que transportaban cajas. Retomó el paso, no se quería demorar mucho con Serge ya que tenía otras cosas que hacer, como buscar un barco en el cual poder irse y cuyo destino no fuera Tequila Wolf. Quería estar lo más lejos posible de aquel odioso puente sin terminar.

Al entrar en el punto de reunión de los revolucionarios (del otro lado de la nave) el fuego de una fogata alumbró el camino. En ese lugar se encontraba el capitán Bishok junto a varios hombres que reposaban cerca de la hoguera. Seguramente hablando sobre su salida. Lo único que se escuchaba eran las conversaciones de los revolucionarios y el de sus pasos, así que optó por sacarle plática al albino. - ¿Tú también vas a Tequila Wolf? ¿Por qué?-Preguntó, aunque claro, era una pregunta realmente tonta, al menos la primera. Si estaba buscando a Bishok era porque quería ir ahí. –Tienes mucha suerte, parece que no falta mucho para que zarpen.

Se preguntaba dónde estaba toda la gente, pues le parecía extraño ver a un grupo tan reducido. Tenía la idea de que un barco tan grande iba a estar rodeado por una multitud, pero era probable que ya hubieran abordado el barco y se estuvieran preparando para irse pronto. -Rojillo.- Dijo una voz áspera, la cual era la del capitán. Rudo y temible. Aquella llamada había dejado su cuerpo paralizado ya que era algo que no esperaba. Bishok se apareció detrás de él y lo tomó por los hombros, de tal modo que se puso nervioso al no haber visto cuándo lo hizo. "Oh no, ¿me habrá descubierto?" Pensó el muchacho, olvidándose por completo del albino.

No podía describir lo aliviado que se sentía tras escuchar eso. Sí, posiblemente había dramatizado un poco ya que en el momento en el que sintió esas pesadas manos sobre sus hombros ya se encontraba en pleno proceso mental, ideando un plan para escapar. El capitán le infundía un poco de miedo, pues aunque él era perfectamente capaz de defenderse con lucha física, sabía que ciertos revolucionarios y piratas poseían habilidades consideradas sobrehumanas. Él no era precisamente lo que se decía un chico normal, con su fuerza demoledora y su mente genial, una combinación perfecta, pero que no servía de mucho si no conocía de lo que era capaz el oponente. Suspiró al escuchar las órdenes de Bishok. Pensó en declinar. Remediar la avería en el barco sería estar ayudando al enemigo. Pero por otro lado él era un carpintero y no podía dejar que su deber se interpusiera con lo que tanto amaba. Y hasta ahora los revolucionarios no habían hecho nada para ganarse su odio. Debía dejar de meditar las cosas como un Marine y hacerlo simplemente como un carpintero. ¿Qué podría ser lo malo de reparar un barco o dos?

Escuchó el suspiro de Serge. Era lógico. Si estaba tan apresurado con llegar a Tequila Wolf ese hoyo en el casco era un problema. Después de eso sintió la llegada de dos nuevos individuos: se trataba del amigable par de la taberna, que seguramente iban a tratar de convencerlo para que fuera con ellos. No quería ir a la isla del puente en construcción. Se iba a meter en muchos líos, especialmente con sus superiores. Sonrió y dijo con un tono jovial.- Bien, vamos a hacer lo siguiente.- El pelirrojo se alejó de Bishok y se colocó detrás de Serge, dándole palmadas en los hombros y luego mirando al capitán. –Él quiere abordar el barco y al igual que ustedes, está ansioso por llegar a Tequila Wolf. Propongo esto: puedo reparar el daño, en tres horas o menos, pero en cuanto termine deben zarpar. No se preocupe por mí, yo no tengo pensado ir. Ya sabe, voy a estar cansado por hacer algo así en un tiempo tan corto y no creo poder subirme a un barco, aunque me encantaría acompañarlos. ¿Es un trato?- Finalizó el chico, elevando el volumen de su voz lo suficiente para que los recién llegados lo escuchasen con claridad. Quería hacer una buena acción por el albino, además de que así podría quitarse de encima a sus amigos los revolucionarios, quienes querían que también fuera a su destino. Usar como excusa el haberse agotado por sellar la fisura de la embarcación de Bishok parecía ser ideal, no se lo podían discutir.

El Capitán asintió con la cabeza mientras cerraba los ojos.-Así será, ¿pero estás seguro de que podrás hacerlo en tan corto tiempo? Debido a este retrazo especulaba que no podríamos partir hasta el amanecer.- Espetó. El pelirrojo se dirigió hacia él y lo miró directo a los ojos. Obviamente primero elevó la mirada por la diferencia de alturas. -¿No confía en mí? Está hablando con el mejor carpintero en Saint Reia. No es por presumir señor, ¿pero a cuántos chicos de dieciséis años conoce que sean capaces de efectuar un trabajo así? Sólo deje esto en mis manos.- Vio detrás de Bishok, notando que los hombres ya habían llegado con la madera y que uno transportaba una gran caja de herramientas bastante grande. Miró a sus amigos, Sig y Octavius, y por último a Serge.- Creo que aquí nos despedimos. Honestamente espero volver a verles.- Pronunció difícilmente, agradeciendo que el viento estuviera soplando con fuerza y por ello no podía oír bien sus voces. Las despedidas no se le daban bien, así que simplemente corrió sin mirar atrás hacia el lugar en el que los hombres de Bishok dejaban los materiales para sellar la ruptura.

-Ya se pueden ir. Lo haré sólo.- Ordenó, tomando la caja de herramientas y un fajo de tablas con el otro brazo. Era tan fuerte que no necesitaba de apoyo extra. Los hombres habían sido gentiles y le dejaron una plataforma de madera en el lugar donde se encontraba el agujero, la cual abordó de un salto. No era muy grande, aproximadamente cinco metros de diámetro, como una gran puerta al interior. Parecía podría terminar con eso en menos de una hora. Era muy eficiente, por lo que sería pan comido terminar esa tarea. Se esperaba algo mucho mayor. Tomaba una tabla y la acoplaba a la fisura, y así repetidamente hasta haber rellenado la abertura. Le debió haber demorado una hora. Como quería estar seguro de que todo estuviera bien se detuvo para revisar la limpieza y la seguridad del trabajo, dándose tiempo para inspeccionar la ubicación de cada clavo y cerciorarse de que las duelas embonaran correctamente en su lugar, aunque como siempre había sido excelente. –Les dije que no estaba presumiendo. Y tú dile a Bishok que el barco está listo, pueden marcharse cuando lo deseen. Y buen viaje. - Comunicó a un revolucionario que esperaba debajo de la plataforma. Por su parte ya había cumplido así que se sentía listo para retirarse. Pegó un salto y salió de la escena, asegurándose de no ser visto por nadie.