Lize Aerith Claire 29zrdle

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Lize Aerith Claire 29zrdle
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Lize Aerith Claire Empty Lize Aerith Claire

Sáb Jun 04, 2011 3:46 pm
-Nombre: Lize Aerith Claire.

-Alías: Princesa Sanguinaria.

-Sexo: Femenino.

-Edad: 26.

-Raza: Humana.

-Cargo: Recluta.

»Facultades:
*Resistencia x2: La Resistencia del personaje es superior a la de cualquier persona normal, pudiendo resistir impacto de balas, cortes algo profundos y demás.

*Fuerza x2: La fuerza del personaje es superior a la de cualquier persona normal, pudiendo cargar con grandes estructuras e impactar fuertes golpes al enemigo.

*Audaz: Los personajes con esta facultad, saben alzarse ante las situaciones de desesperación y miedo.


*Agilidad: Provee al usuario la capacidad de realizar saltos, giros y demás movimientos gráciles en cualquier superficie, e incluido en el aire al girar y demás.

*Garras Afiliadas:
Las personas que tienen esta facultad son debido a que sus dedos son como las garras de un felino, pudiendo así desgarrar a sus enemigos con facilidad.

-Profesión: Luchador.


-Descripción Física:
Veintiséis años. Sexo femenino, no encontrarán estos atributos en un hombre.

Una estatura diga de columna, no, quién dijo. Su estatura es la de una damita normal e incluso un poco más enclenque, 1,63 c.m. Su cabello es de un color rosa, bastante extraño, que le llega por debajo de los hombros, en un corte despuntado, con varios reflejos más claros. Sus ojos más que vivos, están hirviendo, en un color rosa/violeta, con arcos negros. Bastante rasgados, con una mirada más que filosa e imponente.

Pestañas relativamente largas, de un color negro intenso… dependiendo el rímel que use. Un busto enloquecedor extremadamente pronunciado, al igual que sus caderas, una combinación explosiva de tres elementos: 103 – 58 – 90. Además de un par de piernas parecidas a dos jamones gigantescos y largos, llegando a ser casi más largas que su torso. Todo este cuerpecito (Que no está a la venta) está cubierto de una piel tan blanca como la nieve, leche o cal, ustedes decidirán.


Spoiler:

-Descripción Mental:
— ¿Sabes? Podría patearte el trasero si sigues cuestionándome.

Seamos claros, si ustedes pensaban que una dama con estos beneficios naturales debería ser, tierna, delicada, educada, sumisa y cualquier fetiche que a algún estudiante le agrade (?). Te llevarás una sorpresa con esta Princesita.

Desde niña Lize ha sido una damita imponente y manipuladora, al punto que dolía estar con ella. Con sus razones bien puestas, ella no necesita explicaciones para ser lo que es, simplemente, ella es ella. Como la Princesa que es, o así fue acostumbrada a ser, ella siempre tendrá la razón. Detesta equivocarse y no cumplirá órdenes de nadie, al menos que la obliguen, y esto, no será nada fácil. Está segura de sus habilidades, mucho más que segura, ella suele analizar la situación del campo de batalla, no se arriesgará a nada mientras pueda evitarlo. Así mismo, ella ve la vida como un tablero de estrategias, donde quien le cae mal o no le gusta, es su juguete de experimentación.

Es una marine muy liberal, dice lo que quiere, cuando quiere, como quiere y a quien quiere. ¿No estás de acuerdo? Sentirás su tacón en tu rostro… dependiendo, claro, a veces elige mejores lugares.

Ella aprovecha cada oportunidad, y es lo que pueden llamar, “Pervertida” en más de un sentido. Su apodo no viene en vano, y otras cosas también le dieron aquél nombre tan poco apropiado para una muchacha de apariencia tan angelical. Todo lo contrario, deberán asumir, que si se meten con ella… No se hará responsable de sus actos.

Obviamente, se atiene a las reglas del gobierno y la marina debido que es a quienes respeta y quiere trascender algún día en esa facción. Y es así como mujer, aunque como mujer también, tiene derecho a ser tierna y amable, cuando se lo propone.


-Meta:
Convertirse en un almirante de la marina o en un miembro de la CP, demostrando que puede ser una de las mejores oficiales en el mundo. Librar a la vida civil de los temores provocados por la piratería y el criminalismo.

-Historia:


— ¡Princesa, deténganse ya! —La nana, la víctima encargada de cuidar a aquel demonio rosado gritó con desespero, persiguiendo entre miriñaques a una semi-desnuda. Ésta, chiquilla en aquél tiempo sólo soltó una risotada. — ¡Una dama no debe caminar así y en esas fachas!

¡Una dama decide lo que hace! ¡No me pondré ése traste encima! —Respondió, con apenas doce o trece años, sabía imponerse. Ella era Lize Aerith Claire, heredera única de la familia, una noble muy poderosa. Corría entre los corredores del palacio, digno de riquezas nobles. Descalza y con sólo el medio fondo puesto, se negaba a colocarse uno de esos vestidos con mil kilos de tela. Escapó al jardín del patio trasero, escondiéndose entre las ramas de los arbustos amarillentos en un otoño de apariencia melancólica. Acababa de despertar, hacia unas horas, y eran al menos las seis y algo de la tarde de aquél futuro invierno. Sonrió con malicia al ver que la mujer que la seguía ya se había ido a otro lugar, frustrada de tanto correr.

¿Son ésas las fachas para una noble, Princesa? —Sus hombros se encogieron de inmediato, al escuchar una voz masculina, pero joven. Su pelo suelto hasta su cintura se movió rápidamente al intentar huir, pero fue tomada por la cintura, juguetonamente. Bufó al ser agarrada en brazos, aprovechándose él de su diminuto tamaño.

¡No~! ¡Te acusaré con mi padre si no me bajas! —Vociferó con molestia, siendo cargada como una princesa, lo que era ella. Los cabellos largos color plata de un joven cerca de los veintitantos años, ojos tan negros como el mismo carbón se depositaron en los rosáceos de la niña que cargaba contra su voluntad. Ésta le miró retadora. —Te patearía si no fuera porque acabas de regresar. —Dijo entre dientes, una sonrisa se formó en el rostro del joven, cálida y mañosa.

¿Son ésas palabras para una princesita?

No me llames así, lo detesto. —Bufó. El chico dejó que la pequeña bajara de sus brazos, agachándose un poco para su comodidad. Estando ya en el suelo de tierra, con sus pies blancos y pequeños al descubierto, ella le miró con una ligera expresión de alegría. — ¿Has cuánto has llegado, Evans?

Hace dos o tres horas, te hubiera visitado antes, pero creo seguías dormida. Como la niña que eres. —Le dijo, resaltando su estado infantil. Lize le pateó la espinilla por sobre sus ropas sucias de tierra y lluvia, pero fue tan suave que no sintió nada el joven.

Evans Rousseau. Miembro de la familia de cazadores asociada a la familia, con motivos desconocidos. Un joven de sonrisa cálida y bella actitud, amigo y protector de ella desde su nacimiento.
Aunque esta desconociera su pasado y las razones de que trabajara en algo tan perturbador como la marina. Inocente en aquél tiempo de su lazo con el joven, simplemente vivía su vida fantasía, acogida en amor fraternal, sólo eso, del muchacho.


La noche cayó, una buena riña le esperaba a la muchachita al escapar así. Un hombre de edad madura y aires místicos, con el cabello canoso y bien cuidado le hablaba en el desván, con el ceño fruncido. Liza sólo giraba sus ojos, mientras Evans reía a un lado.

Os he dicho ya, que una princesa no debe comportarse de esta manera. Correr por ahí, casi sin ropa y descalza, ¿Acaso cansada no estás de las riñas? ¿Por qué no puedes comportarte? —Con el dedo índice alzado y señalando sobre su nariz a la jovencita, obligada a bañarse y vestirse debidamente, con un vestido rojo como la sangre y un corsé bien ajustado.

Nunca dije deseaba ser una princesa, padre. A Ellena, la hija de mi nana si os dejáis jugar por ahí, y para mí, libros y cosas que me aburren sobre la familia. —Refutó, miró a Evans buscando apoyo, éste sólo se encogió de hombros riéndose de su desgracia.

Madre Santa, ¿Qué hice yo para merecer una hija tan rebelde? —Bufó agotado el padre del canario rosado, mientras se enderezaba con pesar. Lize sonrió sabiendo lo que venía, había ganado la batalla. —Está bien, sal, pero estaréis dentro del castillo. No quiero veros en los jardines. —Dijo, dando a entender que podría ella jugar con sus amigas del lugar, las que siempre le habían acompañado. Corrió hasta Evans, tomando su mano e intentando arrastrarlo con ella. Él negó, miró a su padre en reproche a esto y el hombre la tomó de hombros, dejándola con la puerta abierta para su partida.

Lo siento, princesa. Debo tratar asuntos con vuestro padre. —Se disculpó el chico, Lize sintió a regañadientes y salió, dejando un vacío frío en la habitación, miró Evans al mayor, con ceño fruncido y ojos afilados. Lize ya tendría catorce dentro de poco, él sabía muy bien lo que aquello significaba. El noble, padre de la niña suspiró con pesadez.

Cuando me casé Justine, estaban la guerra entre piratas y marines. Ella, una noble, yo, un simple marine. Aun así, con las contradicciones que tuvimos, logramos casarnos, al final de caos que dejó a tantas vidas destrozadas. ¿Recuerdas, no
es así? Antes de que naciera Liza, mi única hija, yo mismo tuve que arrancarla vida de tus padres por defender a mi familia, a Justine. Traicioné a mi division, arruiné miles de vidas, las de mis camaradas. Sin embargo, nunca guardaste odio en tu corazón. ¿Puedo saber por qué tuviste misericordia antes este viejo cuerpo?
—Cuestionó con desgane en su voz, reposando su cuerpo sobre el escritorio caoba del lugar. Evans no respondió.

Lo que sucedió hace dieciséis años atrás no es lo que debería preocuparle ahora, señor. La princesa, vuestra esposa y madre de ella por defecto, está en grave estado de salud. No más de un año de vida tendrá. La sucesión debe ser llevaba, pero…

¿Sabes cuál fue la razón por la que Justine se convirtió en la heredera de la familia? —Interrumpió— Entre sus dos hermanos mayores, ella fue la traidora al defender a los civiles en la rebelión de hace tanto tiempo, en contra del gobierno. Ella se sobrepuso entre todas esas vidas apagadas y tomó el bastón de la tutoría de la familia Aerith. Una de las más influyentes sobre otras y restando algunas. La batalla fue sanguinaria y he allí el sobrenombre de quien ustedes, los marines, obedecen.

Para nosotros, la Princesa Sanguinaria Justine fue una luz entre la masacre, aunque perdimos a muchos de nuestros compañeros. Logramos la paz bilateral, ella logró traer vida de entre la muerte. Sobreponiéndose al resto de las familias de los nobles. —Dijo, con melancolía en su mirar. —Aun así, ella está a punto de morir y sólo tenéis una heredera. Lize Aerith Claire, el proceso de sucesión debe ser llevado pronto a cabo. De lo contrario, el resto de las familias, como los buitres en espera que son, intentarán volver a armar una revuelca. Señor Jacob, sabe seguiré a la princesa donde sea, soy capaz de defenderla, a ella, y a mi familia de un nuevo ataque…

Lo sé, con el pasar de los años, nunca me traicionaste. La cuidaste y protegiste con tu vida muchas veces, has sido más que un amigo para ella. Mi mujer te quiere casi como a un hijo y confío en tu fuerza, que ahora podría ser mayor que la mía como cazador, pero, mírala, observa a Lize. —Se acercó a la ventana y rodó la cortina, viendo así a su preciada hija jugar con las demás niñas. —Ella no comprende esto, ella es como su madre, rebelde e inocente al mismo tiempo. En cierto modo creo ha adoptado conductas tuyas, también tiene un buen corazón hacia los piratas. —Evans mostró amargura. —Sólo dos meses, dame sólo dos meses y prometo hacerme cargo de esto. Aunque sé es peligroso esperar más, ella no está lista, será un buena sucesora, pero no ahora… —Cerró las cortinas con una leve sonrisa piadosa. —Los ataques que has evitado en tu misión han atrasada lo inevitable, aun así, no le digas nada a Justine sobre esto. Su corazón corrompido está de culpa ya, como
para saber de más vidas en su nombre.
—Le pidió, el peliblanco asintió obedientemente encaminándose a la puerta, su charla había acabado.

Sin importar qué pase, recuerde siempre que protegeré a la princesa, pero sepa también, que pronto esta paz será perturbada. —Dijo, antes de perderse en la oscuridad de los pasillos. Jacob suspiró, con dolor debía admitir que su pequeña debía estar lista yapara lo que deparaba el futuro.

Los días pasaron, Lize seguía causando aquellos problemas tan comunes y que daban alegría a la casa. Dos botas negras la seguían con prisa juguetona, mientras ella retaba a aquella sombra más alta que la suya. Vestía inusualmente un vestido escotado de color blanco nieve, con delicados detalles en plata. Su cabello había sido cortado hasta sus hombros, por estética.

¡Atrápame si puedes, Evans! —Rió divertida, jugando entre las columnas, escondiéndose con habilidad infantil. El mayor sonreía calmadamente, ocultado sus pensamientos muy profundo, si era por ella, debía ahogar su preocupación, pero aquello acabaría cuando Lize cayó sentada al suelo con un quejido, al principio se colocó en alerta, pero al ver la silueta alta de su padre, la culpable de su tropiezo se calmó. Su paz interna duró poco, al ver el pesar y amargura en el rostro del marine mayor. Y lo supo, cuando éste se agachó a abrazar a Lize, estrechándola en sus brazos. Entendió lo que sucedía.


Justine había muerto.


Eran cerca de las doce de la noche, el primer día de invierno, la Princesa Sanguinaria había fallecido al día anterior, anunciando lo inevitable. Lize estaba sentada sobre su cama, en la
esquina de ésta, sin una lágrima en su rostro. Ella amaba a su madre, pero no lloraría, porque dentro del cuarto y con la puerta cerrada estaba Evans, con la mirada perdida.


Si es mi madre la que ha muerto, ¿Por qué no pude verla una última vez? —Cuestionó malhumorada, Evans no contestó. Simplemente se dirigió al armario de la chica y comenzó a empacar sus ropas, lo más necesario posible. Lize le miró confundida, acercándose a él. — ¿Qué crees que haces? Deja mi ropa en paz. —Interpuso, metiendo sus manos en la valija, tratando de sacarla de ahí. La mano enguantada de su compañero se lo impidió. La mirada de Lize mostró confusión, desconociendo razones para sus acciones. — … ¿Qué sucede? ¿Por qué no me dejan ver a nadie y papá me ha mandado a encerrar contigo? —No hubo respuesta, sólo amargura en el mirar del ojinegro. Lize, lo tomó de los hombros, mirándolo fijamente. — ¡Contéstame!

Lo siento, son órdenes de vuestro padre. Debemos irnos de aquí. —Le contestó simplemente, no hubo tiempo de que Lize pidiera más explicaciones, cuando un golpe seco se sintió en las pareced, gritos seguidamente y los árboles se agitaron afuera. Sintió cómo era tomada de las manos, y la mirada negra de Evans se posó sobre la de ella. Que con confusión fue abrazada con calor y necesidad. —Sin importar lo que pase, te protegeré, ¿Entendido? Todo será como los viejos tiempos, sólo confía en mí. —No pudo responder nada, cayó inconsciente sobre su hombro. Sabiendo Evans que ella no accedería a abandonar a su padre así por así, sólo la dejó inconsciente, una forma más fácil de llevarla consigo. Los gritos se escucharon más fuerte, estaban subiendo. La rebelión había empezado, las otras familias deseaban tomar el lugar de los Aerith, y acabar lo empezado hacía años atrás. Sólo recordó las palabras de Jacob, pidiéndole defendiera a su pequeña hija, las cosas no habían salido
bien y lo que ellos esperaban ya había sucedido o empezaba a suceder, las luces empezaron a titilar antes de que una ráfaga de fuego invadiera los corredores por donde él llevaba a Lize en brazos, con una pequeña valija a la espalda. Los nobles habían empezado a jugar con ellos, corrió por las escaleras y paredes socarradas, Ellena, la amiga de Lize yacía en el suelo, sin respirar. Se sintió culpable, como una rata que huía del barco hundiéndose. Logró defenderse de varios ataques de nobles y piratas débiles, con su arma, pero con una niña en brazos le era imposible evitar todo. Quedando herido en el costado. Una herida sangrante y dolorosa.



La debilidad humana se convirtió en su némesis.

Sin voltear atrás, aún podía escuchar las espadas de los que defendían al bando de Jacob, quien desapareció cuando el incendio acabó con los jardines, atacando por completo el lugar. Un caballo esperaba en los bosques, donde con esfuerzo logró llegar, la herida seguía sangrando, a pesar del vendaje improvisado que había colocado. Lize estaba aún dormida, sin una herida, eso le dio la satisfacción necesaria para seguir. Cabalgó unos cuantos metros, pocos para su huída exitosa cuando en el bosque el olor a sangre se sentía a metros. Se detuvo, siendo rodeado por varias bestias como las llamaba él), dos ojos afilados se fueron abriendo, mientras su cuerpo empezaba a reaccionar. Evans mostró una mueca de frustración, las cosas no iban bien. Lize había despertado y él no estaba en condiciones para defenderla, si
tan sólo no fuera por aquella herida…


Escucha, sin importar qué, debes mantenerte a mi lado. —Dijo, mientras sacaba una espada de su funda, agitándola en advertencia a sus predadores. No hubo respuesta, ni una pregunta, Lize estaba estática sobre aquél caballo y las piernas de Evans. Éste soltó un quejido de dolor debido a la herida.


Un olor embriagante. Delicioso olor.

¿Qué es este olor? —Parpadeó lentamente, mientras observaba a los ojos que los vigilaban. Sólo podía enfocarse en el olor a sangre. Sacudió su cabeza reaccionando a la situación, observó asustada la herida del joven y al fin pudo decir algo voluntario.

¿Qué pasa? ¿Quiénes nos están atacando? ¿Dónde está papá y por qué estás… —Fue interrumpida debido al movimiento brusco del caballo, por orden de su jinete. Logró evitar el ataque de uno de los piratas, al precio de que sus garras filosas destajaran parte de la piel de su hombro. Lize gritó.

Qué vergonzoso, siendo un marine… No puedo perder contra estas bestias de tan bajo nivel. —Dijo, con la respiración agitada. Miró a Lize, que por el susto se aferró a su ropa. Le sonrió cálidamente, si debía protegerla al precio de vida, lo haría. Aunque ella no se lo perdonara. —Lamento…Hacerte pasar por esto…, pero prometí protegerte, ¿Lo recuerdas? —Lize iba a responder, pero fue acallada por otro brusco movimiento, un golpe a la derecha de ella fue evitado por la espada de Evans.

¡Morid! —Gritó uno de ellos, atacando de frente, criaturas de tan bajo nivel podían haber sido asesinadas si él no hubiera estado herido, y si no tuviera algo que defender. Lize se sentía frustrada, asustada, confundida y muy aturdida. ¿Por qué pasaba esto? Si hace apenas un día jugaba con sus amigas y disfrutaba del tiempo con Evans… ¿Por qué?

Tengo miedo…—Se aferró más a Evans. Clavando sus uñas en su pecho. —Tengo miedo… —Intentó controlar sus sentimientos, pero su cuerpo comenzó a temblar. Sólo era una niña, no sabía qué hacer. Al sentirse cada vez más asustada, más acorralada, podía sentir la respiración de Evans pesada, lenta… Sólo puedo tratar de murmurar, como si fuera la solución. — De… detengan… —No hubo ruido alguno después de humedecer de su abdomen, sus ojos se abrieron de par en par, sentido como la sangre resbalaba por sus mejillas. Miró a los ojos de Evans, éste soltó su agarre de la espada y el caballo herido a muerte cayó al suelo, con ellos.

Lize ignoró el dolor de la caída, acercó sus manos al cuerpo del joven y con voz quebrada no atinó a decir más que un “No”. La tos del joven hizo que sacara sus manos del charco de sangre y las aproximara a su rostro pálido en señal del fin de su vida.

Mal-maldición… —Masculló débilmente. Lize lo calló con sus dedos sobre sus labios.

N-no hables, estarás bien. Lograremos salir de aquí, ¿sí? —Le esperanzó. Dos de los cinco piratas que los atacaban ya habían muerto, los otros se habían dispersado luego del ataque hecho a Evans, atravesaron abdomen, no podría sobrevivir a aquello. Él era fuerte pero un simple humano. Aun así, aun con las palabras de Lize, él negó con una sonrisa triste.

—No… —Le respondió. Tomando su mano, y apartándola de sus labios. —Tú podrás huir, debes hacerlo. Yo te defenderé, así me cueste… —Un buche de sangre escapó de boca, dejando horrorizada a Lize, pero no sólo eso. Algo dentro de ella comenzó a revolverse, tanta sangre, tanta que comenzo a perder el control de su mente. Los ojos de color rosáceo se tiñeron de rojo vino, un espeso color vino. Evans llevó su dedo índice manchado en sangre, a su frente, marcando un símbolo en ella. Una gota de la misma rodó por la nariz de ella, que por reflejo retrocedió. Evans sonrió con melancolía.

— ¿Qué haces?

Para que puedas salir de esto, debes ser fuerte. —Bajó su dedo, dejando aquél símbolo marcado en su piel. Luego lo dirigió a su pecho, sobre su corazón. —Eres más fuerte de lo que crees, y tienes el amor necesario en tu corazón para dejar salir tu poder. Debes confiar en ello, Lizy. —Sabía que odiaba que la llamara así, pero ella no respondió, lágrimas color carmín bajaron de su rostro, entre sangre y sal se fue su pena. —No llores, estaré contigo. Aunque no juguemos como antes… Estaré ahí. —Su mano se fue deslizando por su pecho, dejando una línea de sangre. Los árboles dejaban ver ojos rojos en espera, ellos no estaban destruidos, estaban en espera de más para luchar. —Protegiéndote, ahí estaré. No me verás, pero así será… Cuidándote, como le prometí al Señor Jacob. Protegiéndote como el protegió a la Princesa Justine. Y queriéndote como siempre… —Lize se sorprendió con la última frase, más lágrimas caían.

Es decir que tú…

No te sorprendas… Si no fuera así, no te hubiera soportado tanto tiempo. —Intentó reír, pero el dolor y la falta de aire lo callaron. Lize sintió que se le encogía el corazón. —Escucha, sé que querrás negarte, pero ¿Puedes hacerme un favor?. —Le dijo en petición, tomando su mano, atrayéndola hacia él con cuidado. Lize podía presentir lo que diría, era casi como si sin decirlo y escucharlo, pudiera saber lo que él desearía. —Dame un beso. —Al principio negó, Evans mostró una mueca de dolor, con las últimas fuerzas tomó su cabeza y se acerco a ella. —Hazlo, no hay tiempo…

Las lágrimas dejaron de caer. Sus ojos color carmín observaron aquel líquido una vez más, antes de abrir sus labios y regalarle sus labios. Poco a poco, él desaparecía, aflojando sus brazos y dejando caer sus manos a los lados. La primera vez que beso a alguien
y al mismo tiempo la primera ves que bebia sangre, cruel ironía. Profundizó el beso con desespero. Separando su boca, entre saliva y sangre su garganta y boca quedó. No volvieron a la normalidad sus ojos, un murmullo silencioso escapó de los labios de Evans antes de cerrar los ojos con una sonrisa tierna en el rostro. Sintió los pasos de los nuevos enemigos, sedientos, armados de lujuria por la matanza. Unas cuantas lágrimas brotaron de ella antes de levantarse y alejarse del cadáver del marine, su amigo y más que eso. Su rostro aún mantenía sangre en él, su apariencia se volvió macabra y el corazón de latía a mil.


Hasta hace poco, siempre huí de mis responsabilidades. —Deslizó su mano hasta la espada ensangrentada del peliblanco, tomándola ahora como suya. —Escapé de mi deber, y dejé que el tiempo pasara. Desconociendo el por qué se me había encargado aquella misión a mí.—Uno de los piratas la atacó por la espalda, como si no fueran sus movimientos, fue herido en el corazón por el filo despiadado de aquella arma, un rapier. Sus movimientos lucían guiados, sus ojos tenían una sombra no propia de una joven, sino los de un marine. —Si yo no hubiera huido, tal vez os hubiera salvado de esto. Lo siento.—Deslizó con habilidad la espada, cortando el cuello de otro pirata más. —Pero ahora, no huiré más. Por vosotros que me cuidasteis tanto...—Una de las armas de un pirata rozaron su piel, cortando su mejilla. Relamió la sangre deslizada y una sonrisa macabra se formó en su rostro, distorsionando por completo sus facciones. —Por la persona que amé y se sacrificó por mí. No huiré más.—Con la mitad de los enemigos
presentes derrotados, el resto, atemorizados, no tuvieron más elección que perecer en su futuro.



Aquella noche de invierno, sólo se escuchó dolor y llanto, en ésa misma noche se dijo había renacido la Princesa Sanguinaria.


~


¡Oh, vamos, estoy segura que esto no es todo! —Exclamó una mujer de cabellos rosados en frente de un escritorio. Con unos cuantos miles de yenes en él, el hombre giró sus ojos.

No estamos en disposición de ofrecer más, por aquel delincuente. Después de todo, lo queríamos vivo y sano y usted lo trajo sin dientes y con más de tres huesos fracturados.

¡Al demonio con las reglas! ¡Me largo de acá!

Tiró la puerta, molesta. Si ésos humanos caza recompensas supieran lo peligroso que era un pirata, agradecerían que se los devolviera con vida siquiera. Ahora era una recluta de la marina, bajo las circunstancias de la vida, dedicada en secreto a la búsqueda de los que no pueden controlar su avaricia y libertad, sus ansias de poder e iban por ahí asesinando. Era casi una noble, habiendo renunciado a sus antiguas riquezas. Y la Marina ofrecía mejor paga que cualquier otra, además de podría lograr su cometido de conseguir la paz algun dia, sin dolor ni penas.

Tal vez…
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Lize Aerith Claire Empty Re: Lize Aerith Claire

Sáb Jun 04, 2011 3:51 pm
Omg *-*(L) Que linda yo te quiero en mi tripu pirata >.<

Aceptada Princess >///< Lastima que seas Marine >_>
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