O no puede ser, Longuetown!!!

Varios días habían pasado desde que aquel muchacho había salido de la Isla Dawn, afortunadamente para él la diosa fortuna le había sonreído, el clima había sido perfecto por lo cual en su modesto bote de remos con vela había logrado viajar él solo, la comida no había sido mucho problema, como siempre se las había arreglado para obtener algunos alimentos que los comerciantes descuidaban, siempre que salía de una isla se preparaba con todo lo necesario al menos le alcanzaba para llegar vivo a la siguiente, al ver la isla se puso feliz, no cabía duda que estar solo tantos días en el mar era algo pesado, aún seguía pensando en aquella chica tan bella que había conocido en la anterior isla, un ángel, que más podía pedir después de eso, pocas personas tenían tal suerte, por lo cual al menos para el todo indicaba que le iría de maravilla en su próximo destino.

Al llegar al puerto amarro con cuidado su bote a uno de los muelles y bajando de un salto comenzó a caminar, la katana que recién había adquirido unos pocos días atrás iba firmemente sujeta a su costado derecho, perfectamente envainada de forma que no sucediera ningún accidente, se había quitado su chaleco pues el sol sofocaba con su potencia a los incautos habitantes de aquella isla, no parecía haber cambiado mucho desde que había salido, los edificios, al estilo antiguo seguían en pie, si se prestaba atención podía observarse firmemente una base de la marina, símbolo del orden y la justicia, algo que al menos para personas como Kyo no era nada bueno, su visita seria breve, eso era lo que planeaba, simplemente una visita a su antiguo hogar, hacerse de unas cuantas provisiones y eso sería todo.

Los comerciantes con su carisma habitual ofrecían sus productos a cualquier viajero que pasaba por el sitio, había que admitirlo, un sujeto con una katana a la vista inquietaba a los presentes, pero por otra parte, en esa época quien no iba armado, bien podría tratarse de un comerciante “equipado” o de algún sujeto encubierto que se encargaba de vigilar la actividad diaria, muchas interpretaciones eran válidas, por lo cual la confianza del pelinegro no disminuía, tenía una ventaja, si no se equivocaba y la ciudad seguía relativamente intacta, podría conocer ciertos escondites y rutas seguras en caso de que ocurriese algún inconveniente. Avanzando por el puerto su atención se centró en un comerciante ambulante de armas, llevaba una gran caja con el donde parecía contener diversos artículos, nunca estaba de mas tener algunas armas extra, después de todo confiarse en una sola arma seria exagerar, así que decidió acercarse con tranquilidad, al llegar con el susodicho pidió que le mostrara las armas que llevaba consigo, lo que pudo notar era algo interesante, no eran armas comunes, estas parecían otro tipo de armas, algunas que ni siquiera conocía, pero ninguna le llamo más la atención que dos “bastones” o al menos eso parecían para él, los tomo en sus manos comenzando a examinarlos, pregunto cómo se llamaban aquellas armas y la respuesta del comerciante fue –Tonfas- decidió adquirirlas pues sin duda podrían serle útiles, pensó que eso sería todo pero pronto observo un látigo, esas armas que podían servir para diversas funciones no solo para el ataque a media o larga distancia, compro de igual manera uno pues le veía un uso a futuro, agradeció al vendedor de manera educada y se retiró del lugar.

Acomodo sus armas, el látigo lo enrollo alrededor de su cadera a manera de cinturón ajustando mejor en el la katana y las tonfas de igual manera solo que estas últimas se encontraban ubicadas al lado contrario de la katana, cruzo sus manos tras la cabeza y justo cuando se dirigía al pueblo giro levemente su vista a la izquierda observando a un chico que corría sin parar, un hombre a lo lejos gritaba que le había intentado matar, cualquier otra persona quizás lo hubiese dejado pasar pero no Kyo, él era demasiado “entrometido” en ciertos asuntos, de tal manera que aprovechado que el sujeto venia en su dirección simplemente retrocedió un poco dejando elevado su pie derecho para hacerlo tropezar, esperaba no tener que pelear y en realidad lo que intentaba hacer era más para ver que sucedía que para ayudar al sujeto que gritaba desesperadamente, si era cierto aquel otro joven era al igual que el un pirata, quizás podría ayudarlo o quizás no, eso dependería del otro chico.

Mientras Kyo trataba de tirar al sujeto metiéndole una zanjada este reacciono de manera algo impresionante para alguien que venía corriendo, saltando por encima de este y cayendo un poco más adelante, cosa que seguramente sería su primer error, pues al ver detenidamente al frente el sujeto de largos cabellos observo a un sujeto, no…no era cualquier sujeto, un marine, eso era la peor visión que el pirata había planteado en su mente horas atrás antes de llegar a la isla y ahora que apenas acababa de llegar de manera tranquila ya se encontraba en un dilema, un chico que por sus habilidades parecía novato le apuntaba con una espada a la distancia insultándolo, mientras que más lejos aún se encontraba un marine, pero no se mostraba como cualquier marine, los marines comunes y corrientes eran fácilmente distinguibles por su forma de actuar, esta persona se mostraba mucho más confiada, aun viéndose en un dilema como ese no aparentaba alterar ni un solo musculo de su cara lo que indicaba posiblemente que era alguien más fuerte de lo regular, sus palabras eran seguras y severas, no era una buena señal en caso de que fuese tan poderoso como aparentaba.

Los oscuros orbes del joven espadachín se postraron sobre aquel chico que reía como un desquiciado, ¿qué se pensaba que estaba pasando?, ¿de verdad pensaba que podía escapar así como así de la marina?, ¿acaso no se daba cuenta en que isla se encontraba?, muchas cuestiones se formulaban en la mente de Kyo, pero pocas eran respondidas, por las atrevidas palabras del infractor él creía que podía vencerlos a ambos al mismo tiempo, un sueño bastante lejano al parecer del que antes intentara hacerlo caer, si hubiese caído seguramente se habría ahorrado algunos problemas, pues ya de por si apuntarle a un marine con un arma podría ser considerado un delito y tomando en cuenta las probabilidades, incluso si lograba derrotar al marine y escapar eso solo le aseguraría que algunas alarmas de la ciudad se encendieran y fuera perseguido por docenas de marines.

“Idiota…” el joven bostezo levemente mientras contestaba a los comentarios del psicópata –Oye chico, será mejor que hagas caso al marine, seguramente todo fue un mal entendido, no comentas una locura o esto se va a poner feo- su rostro ya no mostraba la habitual pasividad, sino una tez algo seria aunque rayando en el desinterés, hace unos segundos trataba de ayudarlo, ahora estaba seguro que ese niño necesitaba ayuda, entregarse sería lo más fácil, después de todo quizás saldría libre en unos días, pero por cualquier cosa Kyo ya se encontraba observando los alrededores, posibles rutas de escape, conociendo la ciudad desde su infancia ya recordaba algunos lugares donde podría ocultarse de excelente manera, pero aún quedaba el problema de ese sujeto, ¿debía dejarlo a su suerte?, eso era lo que dictaba la lógica, pues el ayudarlo le traería problemas a el también, problemas que al menos por ahora no tenia, su rostro no parecía estar colocado aun en los criminales y aunque así fuese su recompensa sería tan baja que no habría porque prestarle atención o al menos eso pensaba él.

-Supongo que ya es hora de que decidas chico…- fue lo último que exclamo mientras aun con sus manos ocultas en los bolsillos de su pantalón se mantenía expectante a lo que pudiera ocurrir, giro un poco su cabeza mirando atrás, el sujeto que perseguía al infractor ya había llegado al sitio y parecías exigir justicia a su intento de asesinato, devolvió entonces la mirada observando ahora al marine esperando a ver que sería lo que este decidiría, fuera lo que fuera…ese día no iba a ser nada aburrido.

Las cosas comenzaban a ponerse muy tensas en aquel sitio, los comerciantes y lugareños inocentes comenzaron a retirarse del lugar, las madres se llevaban consigo a los pequeñines quienes no parecían entender nada de lo que estaba sucediendo, algunos niños lloraban, otros simplemente contemplaban la escena curiosos de lo que pudiera pasar en aquel instante, el sujeto detrás de Kyo gritaba con todas sus fuerzas ensordeciendo al joven espadachín que con una mirada indiferente observaba como se desarrollaban las cosas, a su alrededor una pequeña multitud de vagos y curiosos dentro de los cuales quizás habría piratas de poca monta ocultos, disfrazados como simples comerciantes no dejaba de encender las llamas de la discordia, los verbos de la multitud daban a entender que buscaban un mar de sangre, o de menos una batalla que resultara en heridas graves para alguno de los presentes, en las alturas unas pocas nubes comenzaban a formarse, más tarde quizás habría lluvia, pero ahora lo que correría seria la sangre, eso ya era previsible.

Con falsedad el prófugo se inclinó soltando todas sus armas en apariencia tratando de ocultar sus verdaderos propósitos, en el suelo ya esperando su captura no paraba de reír como un lunático, era curioso al pelinegro aquel sujeto le recordaba a esos sujetos desquiciados que entran a un bar matando a cuanta pobre alma se les cruce en el camino por las cosas más banales del mundo para después ser apaleados por un héroe que salida de entre las sombras siendo el salvador de los débiles, pero ya nada podía hacerse, al menos no en dadas circunstancias, esta era la vida real, ningún héroe iba a aparecer para salvarlo en caso de que estuviese n problemas, una seña extraña fue percibida por sus orbes que como dos faroles se iluminaron con el gesto tan poco usual.

“¿En serio?” musito a sus adentros el incauto sujeto quien elevando su ceja izquierda no parecía entender del todo que planeaba aquel tipo, de nueva cuenta comenzaban a formularse cientos de preguntas a sus adentros, ¿por qué debía pelear por alguien que le había amenazado?, ¿de verdad aquel chico era tan ingenuo como para creer que el lucharía contra la marina solo porque ambos son de cierta forma similares?; una leve sonrisa irónica se produjo en su rostro al momento que moviendo su mano izquierda se colocaba detrás de su cabeza comenzando a rascarla un poco a causa de una leve molestia –Deberías escuchar al oficial, esto ya se acabó muchacho- exclamaba con toda tranquilidad al momento que no perdía de vista sus movimientos ni los del oficial, ciertamente no era un buen lugar para luchar, estando tan cerca del puerto podrían provocar varios destrozos y aún más, si caía en algún momento al agua eso sin duda seria su perdición pues de ahí no podría maniobrar con naturalidad haciéndose más lento y por ende perdiendo su ventaja.

Sin embargo no había que subestimarlo, si ese sujeto era igual que el novato pirata entonces también debía ser diestro con las armas lo que irremediablemente conducía a que era alguien veloz, retiro con delicadeza la mano de su nuca para después colocarla sobre el mango de su katana dejándola reposar con toda tranquilidad, el silencio se hizo presente, solo una leve brisa marina irrumpió en ella, las zandijuelas que curioseaban desde diferentes puntos se había callado, ellos presentían al igual que el chico un momento decisivo, las catas estaban jugadas, solo quedaba ver quien tenía el mejor juego, hasta no ver un panorama hostil él se mantendría al margen, observando de vez en cuando a su alrededor, era tonto pensar que un simple marine estaría solo sin algún compañero…más en Loguetown, un lugar repleto de ellos, quizás estaría oculto en algún lugar o quizás de verdad había ido solo, solo el resultado de una batalla podría determinarlo.

“Que pensara este sujeto” era lo único que circulaba lentamente por los pensamientos del espadachín, un tipo que no paraba de reír, Kyo era una persona muy calmada y relajada pero hasta para alguien como el aquella risa desquiciada, maniática e irrespetuosa comenzaba a molestarle los tímpanos, era como escuchar el alarido del mismo diablo antes de que la oscuridad cruenta reclamara un alma, volvió a insistir en que le ayudara a base de unas extrañas señas a las cuales no mostro reacción facial, únicamente se quedó ahí mirando aun en su posición inicial “Vaya con este sujeto, primero me amenaza, después me pide que ataque a un oficial y ahora casi parece desesperado porque entre en una batalla que no es mía” planteaba para sí mismo, si había tenido algún impulso de ayudarle se había desvanecido en el mismo momento que le había amenazado minutos atrás.

Su mano aun postrada sobre el mango de su katana se mantenía serena, a la expectativa, los mirones que antes llenaran el sitio ahora se habían alejado de tal manera que si podían ver algo seria únicamente las siluetas de los tres hombres, no podía culpárseles, la situación se volvía cada vez más incómoda, el oficial no iba a esperar mucho más a que aquel sujeto continuara riéndose de esa manera tan desquiciada, el muchacho extraño que parecía loco obviamente no se iba a entregar y al menos hasta donde conocía la situación Kyo no tenía el mas mínimo motivo para luchar, no era su batalla, quizás había sido mala suerte, quizás así estaba destinada su llegada, pero lo cierto era que ahora se encontraba en un mal escenario, inclinarse a un lado u otro podría ser igual de perjudicial para su persona, si ayudaba al loco tendría que enfrentarse a la marina, siendo perseguido sumando el hecho de que no estaba seguro si podía vencer a aquel tipo que no parecía del todo normal, por otro lado si decidía ayudar al marine podría hacerse conocer por este y más tarde quizás vería que él era un pirata, ambas opciones eran malas, solo quedaba mantenerse al margen, evitar en toda medida cometer una idiotez, esa por ahora era su meta principal.

El sujeto finalmente hizo caso a algunas palabras del oficial y con una voz aparentemente convincente espero la respuesta por parte de los otros dos sujetos, aunque había requerido la ayuda del otro pirata parecía estar listo para combatir en solitario, cosa que no le importaba mucho al recién llegado, si luchaba y era vencido le arrestarían para después llevárselo dejando que él se fuera sin ningún problema, si luchaba y salía vencedor tendría que enfrentarse próximamente a docenas de marines por lo cual no le atacaría a menos que estuviese lo suficientemente desequilibrado como para atacarle de igual manera, todos estos pensamientos hicieron que por breves instantes desviara su atención ignorando el comentario del oficial más reaccionado adecuadamente volvió en si para poder clamar con pasividad –Muchas gracias, pero me gustaría ver cómo termina esto, sería una buena historia para contarle a mis camaradas y deje de preocuparse, yo no tengo buena memoria para testificar en caso de que sea requerido- así cortando la breve charla suspiro profundamente esperando el resultado, ya no había vuelta atrás y ya era inevitable un resultado, a menos que por obra de magia sucediera algo frente a sus narices se desarrollaría un enfrentamiento “El destino sí que es extravagante” fue lo último en requerir a sus adentros pensando en lo que había pasado apenas unos días en la Isla de Dawn, un combate tras otro, así era la vida…la vida que ellos habían elegido.

Todo pasaba muy rápido, todo se movía con velocidad estridente, de manera increíble el marine más que buscar un arresto pacifico buscaba una pelea descarada sin duda una máscara para ocultar su brutalidad, algo que molestaba al pelinegro pues en su vida se había topado con personas como aquel, hombres “víbora” sedientos de batalla y con ganas de arrastrar con cruel brutalidad cualquier indicio de insubordinación moral, para el aquellas razones no eran válidas para hacer cumplir la ley después de todo hacía tiempo las había infringido quizás en situaciones normales ante un enemigo sin autoridad hubiese decidido ayudar al joven, pero de este tampoco tenía una buena impresión, una risa psicótica propia de un degenerado sin duda un hombre capaz de asesinar sin motivo razonable y con el único afán de demostrar que las leyes sociales contra su acero eran meros hilos inútiles.

En pocas palabras su posición no había cambiado en lo más mínimo, el margen al que se mantenía era extenso, cual si fuera de un retrato se encontrara, a la altura que se encontraban las circunstancias había notado que su humanidad sobraba en la pintura sanguinaria que iba a realizarse a continuación, una manzana lanzada con fuerza fue partida hábilmente por una hoja finamente producida, ambos pedazos lanzando sus gotas saludables salpicaron levemente los suelos cercanos al tiempo que aquellos trozos se estrellaban contra el pavimento destrozándose parcialmente a los pies del joven que sin perder la concentración observaba la escena; una voz extraña irrumpió en el silencio que se había provocado, girando únicamente la dirección de sus ojos concentro sus orbes en el sitio de donde provenían los vocablos de una voz más estridente que la del lunático, un sujeto alto con atuendos de la marina o al menos eso se divisaba desde su posición, aparentemente había estado en lo correcto, aquel marine no estaba solo.

La situación se había vuelto aún más comprometedora, si había albergado en su alma el mínimo deseo de ayudar al pirata ahora se había disipado, el costo era demasiado alto para ser pagado, enfrentarse a un marine era suficiente, enfrentarse a dos era una tontería, ser arrestado por un crimen que él no había cometido sería una estupidez y luchar por alguien que con falsos valores predicaba un bando era un suicidio seguro, las consecuencias no eran muchas, un par de días en prisión, algunos maltratos, el decomiso de sus armas y posibles posesiones, el papeleo para después ir libre de nueva cuenta con posibilidades de reincidir, aun así era un precio demasiado alto para ser pagado por una carta que no conocía.

Un leve suspiro emano de sus labios cerrando sus parpados casi al instante para pasados apenas un par de segundos abrirlos, guardo sus manos en los bolsillos de su pantalón comenzando a caminar rodeando el lugar a varios metros de distancia de ambos contendientes, ya lo había decidido, esta pelea no sería dos contra dos, si aquel tipo quería enfrentarse solo a toda la marina que lo hiciera, el no pagaría los pecados ajenos, al pasar cerca del oficial a solo unos cuantos pasos giro levemente sus ojos observándole con una mirada gacha para después volverla al frente sin decir nada continuo con su camino.

Elevo su vista, haya en las lejanías podía observar la base de la marina, imponente sobre el horizonte, no se sentía del todo bien por lo que había hecho, soportar una injusticia por parte de un oficial que lamentablemente solo estaba cumpliendo con su deber, le gustara o no así eran las cosas en el mundo, mientras ellos existieran no podría vivir en paz, no se enfrentaría a ellos mientras no estuviese completamente preparado, fue así que sin nada más su sombra se perdió en la multitud de curiosos que alejados se quedaban pasmados, tomo un par de calles a forma de laberinto y desapareció, llegar a esa ciudad había sido un error, ahora no podía hacer muchas cosas y en su mente solo cabía la posibilidad de tomar lo necesario, encontrar una embarcación que lo llevara lejos de ese mar y ocultarse al menos por un tiempo pus tenía un mal presentimiento, un presagio de que algo grande estaba por ocurrir.