[prologo] y así paso...

Una tarde del 3 de marzo de hace ya casi 3 años, me encontraba vagando en una muestra de lo espectaculares y sorprendentes obras de la madre naturaleza, como lo eran las islas de Long Ring Long ubicadas en West Blue. Hace poco había abandonado el hogar de mis padres, sin darles razones claras de la huida, y sin llevarme nada más que algunos ahorros que había juntado por años desde que era una chiquilla.

Cerca de las orillas me recueste bajo el pie de un árbol frondoso, que lucía espectaculares sus hojas de un verde vivo, las mismas que se movían lentamente con la brisa suave que soplaba esa tarde, a mi frente se hallaba el mar cristalino, donde se reflejaba a la perfección los destellos del sol además de las nubes que acompañaban al sol en el cielo.

La corriente de viento movía uno de mis mechones de cabello que yacían sobre mi rostro, cerré los ojos pensando en cuál sería mi siguiente paso, deseaba experimentar más con otros platillos pero el dinero que llevaba sobre los bolsillos no me alcanzaría mucho tiempo. Algunas personas caminaban cerca sin prestarme atención, las aves pasaban surcando el cielo, rompiendo el viento con las diferentes y variadas formas de picos, haciendo que su velocidad variara de acuerdo a la especie que fuese.

Alcé mi vista y vislumbre un ave pequeña, aproximadamente unos 15 cm, de color azul y rellenito, en mi rostro una sonrisa algo lúgubre se mostraba. Metía mi mano en una de mis bolsas y sacaba unas migajas de pan, las coloque a medio metro del árbol y me escondí detrás de este. Esperando que el ave bajara a comerlo, tardo algunos minutos pero cayó en la trampa, me abalance contra ella y la capture en las telas de mi blusa.

-¿cómo te prepararé lindo pajarillo? … ¿te gustará el picante?-

Preguntaba todavía con la sonrisa sobre mi rostro, y mientras aprisionaba más a la ave, para asfixiarla lentamente.

Mis ojos se perdían en el recuerdo de hace casi un año, aquella escena de sangre y frialdad, nunca creyó enterrar a su padre tan joven y mucho menos que este alguna vez fue un pirata. Luego de ese pequeño lapsus de recuerdos perdidos, Abosuke reaccionaba y miraba confundido hacia la gente; sentado en un restaurante sencillo de la ciudad de Long Ring Long; se fregó los ojos un momento para calmar el pequeño mareo que lo consumía por dentro. Paso los minutos y luego de una respiración moderada y descanso, alzó la mano y pidió la cuenta, inmediatamente un mozo se acercaba a él joven y le entregaba un pequeño papelito.

-Propina del 10% joven…-

Susurró el aprovechado mozo que lo miraba con una sonrisa sarcástica, creyendo en un momento que por ser un niño de 14 años caería en su trampa como ingenuo.

Que recién llegue a la ciudad, no significa que sea tarado…. Sé que es el 5% en la ciudad-

Guiñó el ojo le tiro un par de monedas, se incorporó para tomar la mochila que yacía en el suelo y sin más que decir salía del lugar. Mirando el cielo y las nubes blancas, Abosuke caminaba sin rumbo alguno, como lo había hecho durante todo este tiempo; la pequeña herencia de su padre le servía para comer y dormir bien, pero en cualquier momento se acabaría, tenía que encontrar una embarcación pronto. Desviándose por un pequeño camino el sol se proyectó en todo sus ojos de repente, como si fuera un puñetazo del algún boxeador, Abosuke quedaba aturdido y casi ciego momentáneamente; Colocando la mano hacia arriba camino lentamente y después de los síntomas visualizó un hermoso parque de árboles y bellas flores aromáticas. Pequeños caminos adornaban tal maravilla natural, algunas bancas se esparcían y el mar cerraba con broche de oro al mejor paisaje. El clima protagonizo el perfecto acompañante, el sol recaía sobre las flores y pequeñas brisas del mar desordenaban el rosado cabello del niño.

-Que hermoso….-

Empezó a caminar lentamente por el césped, quitándose poco a poco las sandalias, terminó por despojarse de su ligero chaleco negro dejando al aire libre su formado y adelantado tronco pectoral; solo con su pantalón blanco de tela, quedo semi desnudo en otras palabras. Apoyando ambas manos en el pequeño balcón de metro y medio, aspiró la suave y perfumada brisa del gigante mar, como si una droga se tratase, su mente se trasladó a una gran embarcación lleno de piratas y la buena vida. Recobrando la razón sonrió dulcemente hasta que un pequeño “chillido” de algún pajarillo, giró el cuerpo unos 180 grados y agudizando la vista apretando ambos parados de los ojos, noto a un par de metros a una hermosa chica con un pájaro en las manos, por un momento Abosuke creyó que era una chica amante de los animales, quien trataba de ayudar al asustado pajarillo, pero mientras se acercaba vio la “macabra” mirada de la fémina. Mientras ella mojaba sus labios y apretaba al pajarito, Abosuke se movía lentamente, acechando, acercándose como una cobra.

-No entiendo como una chica tan hermosa se mancharía las manos matando a un inocente animal….-

Susurró sentado, apoyando su espalda en aquel árbol y mirando directamente los ojos de la chica de cabellos castaños, por un momento sin querer un rojizo claro pintaba sus mejillas, sin querer se estaba sonrojando. Para disimular apoyo el codo en la rodilla y llevo la mano a su quijada donde imitaba a postura chulesca de una escultura conocida [“El pensador”] sin quitar claro la mirada de la chica. Una fuerte brisa interrumpió ese cruce de mirada, desordenando completamente los rosados mechones de Slayer; él peinándose como podía volvió a mirarla y el sonrojo renació en cuestión de segundos…. Sin querer gustaba de la chica come pájaros.

Me mantendría en mi tarea de asfixiar en plenitud al pequeño pajarillo azulado, que mantenía cautivo ente sus ropajes. El silencio donde se encontraba era solo perturbado por los leves murmullos del viento al hacer mover las ramas y hojas de los árboles que se encontraban alrededor de ella, hasta que una voz de un chico perturbo su acción de matar al ave. Se notaba como esta misma trataba de liberarse aleteando y aventando ruidos por su garganta.

Volteé a observar al que me había hablado, un joven no mayor de 15 años calcule de inmediato, su cuerpo estaba bien formado, lo dejaba apreciar al estar sin playera, solo mantenía sus pantalones para cubrirse, lo mire de arriba abajo, y noté el leve rubor que corría en sus mejillas. Le sonreía abiertamente.

-No me manchare mi manos … al menos no por el momento. Por eso lo asfixio ves… - jugué con sus palabras, mentiras enseñaba como tendría cautivo al pájaro. ¿Acaso te robaron tu ropa?

Le preguntaba mientras observe como la débil criatura atrapada entre mis ropajes dejaba de moverse, entonces me acerque hasta el chico y mostré el animalito muerto acostado sobre un manto blanco que llevaba enredado en mi torso como una blusa.

-¿has degustado comida exótica?-

Cuestionaría sonriendo por lograr mi objetivo, me sentaba sobre el pasto y dejaba al pajarillo también sobre el mismo, aun lado de mi una mochila, la tomé entre mis manos buscando algo para meter al animal muerto.

Estaba tan distraída buscando un frasco o algo que me servirá para contener al pajarillo sin que se maltratase la carne, que no noté al joven cuando tomaba el animalito con el pañuelo y lo llevaba lejos de mí. En mi cabeza ya creaba recetas maravillosas para el pájaro azul que había capturado sin mallugar carne.

-orégano hmm no creo… tal vez algo de clavo, o tomillo, canela… hmm y si le coloco algo de carne de puerco… bañada tal vez en sangre de pez…-

Pasaban miles de opciones en mi cabeza sobre el destino que tendría esa ave, que había tenido la desdicha de encontrarse con la cocinera con deseos de experimentar sobre su cuerpo nuevos alimentos. La creatividad era algo que rodeaba su cocina, recordaba aquellos momentos de niña cuando a escondidas se metía a la cocina, ya que por costumbres de sus padres no debía cocinar una mujer de clase, mujer de clase, eso eran lo que trataban de hacer con ella, pero era demasiado fastidio para la joven niña que prefería experimentar con alimentos. Aquellas escapadas a la cocina de sus padres siempre la dejaban metida en líos tanto con la chef a la que desacomodaba sus ingredientes y arruinaba algunos, como con sus padres que la castigaban constantemente cuartando su libertad. Sumida en esos recuerdos no escucho las primeras palabras del joven, solo volvió a la realidad cuando le pedía algo, lo volteo a ver todavía agachada sobre la mochila con el frasco en la mano.

-¿qué te ponga qué?... ¿donde está el pájaro?- Pregunto levantándose de inmediato buscando el ave, vio en la tierra un bulto de la misma, era fresca, camino hasta ese lado y escarbo, encontró un pañuelo lo saco y encontró al ave. La guardo en el frasco y miro la chaqueta del chico, se la puso y guardo el frasco, estaba algo molesta. –No te vuelvas a meter con lo que pretendo cocinar, o el que ocupara su lugar serás tu. Y no es que me muera de hambre, simplemente me gusta experimentar con la comida, estás frente a la mejor cocinera.