Los piratas del Corazón...

OST

Una sonata cortaba el viento como las mejillas coloradas de las mujerzuelas del puerto, un viento hélido que traía consigo una canción bastante simple pero pegajosa, calmada y suave como si de una caricia se tratase, pese a que no estaba del todo bien era una bonita melodía que daba una sonrisa a quien pudiese oirla, una vieja canción que causaba alegría antes del temor de aquellos que veían al creador de tal melodía dulce, susurros y gritos interrumpían de vez en vez la canción mientras el puerto quedaba vacío y un barco llegaba al puerto ahora desolado, un hombre rubio bajaba del navío y tan solo el viento residía en ese lugar donde solo había silencio.

¿Pero qué sucede con estas personas? -Comentaba molesto el rubio que acababa de guardar la flauta en sus ropajes, un hombre de tez blanca como la nieve, una cabellera finamente peinada y ropa de la más fina seda, una apariencia que cualquiera tildaría de noble de no ser por las escuadras de fornidos y tajados hombres que le seguían fervorosamente, amarrando el barco y dejando unos cuantos cuidandolo mientrs otros (los más marcados, armados y fornidos) le perseguían sonrientes mientras parecían tratar de calmarle sin atreverse a tocar al rubio que ya se tranquilizaba y volvía a sonreir con una cálida mueca.

Paso a paso se encaminaba el grupo en el puerto, mientras los sujetos que eran numerosos se apoderaban de los viveres que habían en el lugar, las herramientas y todo aquello de valor, el hombre que parecía ser el lider recogía d euna pared un cartel con su imagen plasmada en él, admirandolo con pasión y girandoa ver a sus hombres quienes solo sonreian y levantaban el pulgar asintiendo, era Mitsurugi según decía el cartel, un hombre cuya cabeza vale mas de 100 millones de berries, algo extraño en un chico que no hacía más que sonreir alegremente.

Paso a pasito el rubio brincaba, de aquí para allá en una fila afeminada, seguido por hombre de inmensa contextura, danzando como garzas de elegante figura. Justo así describía el cantante del pueblo lo que había visto y le quitaba el aliento, en efecto decribía una personalidad conocida, era un supernova que no solo era conocido por el precio de su cabeza sino por su comportamiento tan destructivo, que inocentemente discimulado llevaba caos y desgracia a cualquier villa donde pusiera un solo pie, era la representación de la discordia que viene con un obsequio de agradable aroma.

En efecto la mala suerte acompañaba a aquél pirata que bailando tumbaba ya un candelabro que provocaba un pequeño incendio, era algo normal que este sujeto causara estragos sin saberlo y aquí y ahora ya desataba una pequeña llamarada de flamas por el lugar, causando en el puerto quizás un contratiempo para los que allí estaban, no lo sabía y no le importaba solo deseaba conseguir alguien con quien jugar.