[Prólogo] Shimotsuki, cuna de espadachines 29zrdle

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Dom Jun 12, 2011 11:53 am
Su llegada a Shimotsuki no había sido fruto de la casualidad, sino más bien del capricho de su progenitor, quién le había mandado a esa isla en busca de una espada con la que poder entrenar debido a que la que había usado hasta el momento se había roto en dos y salía más rentable adquirir una nueva que repararla. No obstante no solo era eso lo que iba a hacer allí, y es que su profesor particular de esgrima, el cual se encontraba de vacaciones durante una temporada, le había recomendad dirigirse a ese lugar en busca de rivales contra los que combatir y crecer como espadachín mientras su retiro duraba. Pese a tener solamente dieciséis años en ese entonces, Bellamy no rechistó al recibir tal encargo, consciente de que su futuro se encontraba en sus manos y que, si quería cumplir sus sueños, tenía que trabajar muy duro.

Así fue como llegó a la isla en un barco comandado por un capitán contratado por su padre, llegando en un par de días a la que se consideraba la meca de cualquier espadachín. No se conocía el lugar, más contaba con un mapa, obsequio del capitán, y un sentido de la orientación dentro de la media, el cual le condujo, con la ayuda de preguntas a la gente que por la calle se encontraba, hasta una herrería de buen nombre, en la cual entró y preguntó por una espada que cumpliera con los requisitos expuestos por el chico.

- Un segundo -Contestó el fornido comerciante, volviendo un par de minutos más tarde con tres grandes espadas.

La transacción fue cerrada al cabo de una media hora, durante la cual el vendedor y el joven estuvieron regateando sobre el precio del arma, el cual terminó valorada en 3000 berries, los cuales pagó gustosamente ante la visión de su primera espada.

Al salir de la tienda una gran sonrisa se dibujaba en su rostro, y es que todo espadachín recuerda con cariño la primera vez que recibe un arma, y más si esta es la que le acompañará en sus aventuras durante los años venideros, ayudándolo a seguir el camino hacia sus sueños. Además, en no mucho tiempo iba a ingresar en la academia de la marina para intentar convertirse en recluta, y un arma de esas características le resultaría útil a la hora de defenderse en los combates.
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Dom Jun 12, 2011 12:10 pm
Empezaba un nuevo día en ese tranquilo hogar en el que vivía, era muy temprano y acababa de salir el sol, aún todo el mundo parecía dormido, menos ese grupo de jóvenes que volvía de su botellón en la plaza del pueblo, desde mi ventana se podían ver el conjunto de casas rusticas de la que formaba ese pequeño pueblo mezclado con la naturaleza que nos rodeaba, las calles estaban vacías, ya los fanales estaban apagados y solo el sonido de los primeros pájaros se escuchaba, ¿Qué hacía yo despierto? Eso me preguntaba yo desde esa ventana, en esos momentos del día uno no tendría que estar despierto pero supongo que alguna desventaja tenía que tener ser padre.

Mi hija había tenido una pesadilla y no pudo dormir sola en su habitación así que me levante y se puso a dormir con mi esposa, ¿simple y bonito, verdad? Pero era una gran matada tener que despertarme a esa hora tan temprana, mi mujer aún no se había levantado y ya no me entraban ganas de dormir, aunque fuese en el sofá, así que lo único que podía hacer era o vaguear en la sala de estar o irme a cortar algo de madera para algún proyecto que se ocurriera. La segunda opción era la más entretenida así que con calma salí del dormitorio y baje las escaleras rascándome la cabeza, tuve que prepararme el desayuno, no fue mucho, me cogí un par de tostadas y me las unte con mermelada. Tuve un tiempo de relax en mi simple comida, todo estaba en silencio y lo único que se escuchaba era el tic tac del reloj de pared, mientras mordisqueaba la tostada me iba mirando las cartas que habían llegado por la madrugada, todo eran facturas, los precios de todos los comercios habían aumentado por culpa de la adquisición de estos por parte del maldito rico que vivía encima la colina, además ya que estamos en esta casa de alquiler también le compro la casa a su dueño para aumentarnos las deudas. Posé mis manos en la cabeza mientras inspiraba con una respiración pausada, intentando tomar las cosas con calma, ese ricachón quería mi negocio, el astillero, es el único comercio que le queda por comprar en este maldito pueblo y hasta que desista no parara hasta oprimirme al máximo.

Pero mi vida sigue y tengo que hacer lo que sea para aguantar aquí, como mínimo, hasta que mi hija sea lo suficientemente mayor para podernos mudar a algún otro sitio, así que mientras rompía un poco mosqueado esas facturas me terminaba de comer las tostadas. No me habían sentado demasiado bien, por culpa de esas malditas facturas pensé, así que después de asearme un poco me fui al armario de la sala de estar y lo abrí, allí habían dos grandes espadas en sus fundas correspondientes, una era la que utilizaba en mi juventud, mi mejor espada, en la que empecé en el cargo de cazarecompensas, la otra la que utilizaba para las materias rurales, como para cortar leña, y en el empleo en el astillero. Cogí la última mencionada, no tenía porque utilizar la otra, y me la puse en la espalda, al estar ya preparado gire mi cabeza en dirección la puerta y con la cabeza despejada Salí de mi hogar en dirección el bosque aunque para eso tenía que pasar primero por el pueblo.
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Dom Jun 12, 2011 12:40 pm
La luz del astro rey rociaba su paliducha tez, acentuando el brillo de la misma. Si blanquecina piel había sido siempre uno de los rasgos característicos de su físico, aunque esta no condicionaba para nada su imagen haciendo que pareciera algún ser sobrenatural de naturaleza vampírica o similares. No obstante no tenía ventaja alguna a la hora de la verdad, más bien lo contrario, y es que recibir quemaduras después de una prolongada exposición a la luz solar era el pan de cada día para el joven guerrero.

Pero pensar en eso no era lo que tocaba hacer ahora, y es que tenía que encontrar a un espadachín contra el que luchar para entrenar sus dotes en el manejo de la espada y llegar así, algún día, a convertirse en un espadachín admirado por todos, capaz de defender a los inocentes del mal, o sea los piratas. Para llevar a cabo tal tarea tenía que encontrar a alguien para que le adiestrara, cosa que no sería difícil si se tenía en cuenta que se encontraba en el lugar con más espadachines por habitante del mundo quizás. Si, la posibilidad de que la gente que se encontraba por la calle, si esta portaba armas de algún tipo, fueran guerreros era muy elevada, por lo que por allí empezaría.

Fue entonces cuando vislumbró a un hombretón de grandes músculos, bastante más alto y ancho que él, el cual cargaba con una espada a sus espaldas. La verdad es que se sentía aún más niño al observar a tal sujeto, con pintas de feroz guerrero, comparando los físicos de ambos y la fuerza que tendrían. No obstante eso no iba a echarle para atrás, y es que como más difícil es la hazaña, más mérito se consigue al llevarla a cabo y la mejoría aumenta en proporción de igual modo. Si, definitivamente iba a intentar convencer ese sujeto para que le enseñara si se trataba, como todo indicaba, de un espadachín.

- Perdone señor, podría usted enseñarme a pelear? Se que ni siquiera me conoce, pero supongo que será un espadachín y he venido expresamente a esta isla en busca de alguien que me ayude a mejorar -Dijo casi como si se hubiera aprendido ese discurso de memoria, exhibiendo una perfecta sonrisa en su rostro. La desinhibición con la que había abordado al hombre era, sin embargo, digna del desparpajo de un chico de su edad, el cual no tenía muchos escrúpulos a la hora de hablar con desconocidos, por muy imponentes que estos fueran.
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Dom Jun 12, 2011 1:20 pm
Mi camino hasta el pueblo de Shimotsuki fue más largo de lo esperado, yo en verdad no vivía a Shimotsuki sino a un pequeño pueblo que había a su lado, el pueblo en que vivía muchas veces se confundía con el de Shimotsuki por su cercanía y porque muchos pocos conocían la existencia del pueblo, además era un pueblo tan pequeño tan pequeño que desde el campanario de la iglesia se podía ver todo el pueblo. El lugar donde vivía no tenía nada de especial, ni una tienda especializada ni algo parecido, nos podíamos describir como un barrio de Shimotsuki aunque nos sintamos especiales. Igualmente las cosas pequeñas son las que se tienen que valorar más, al ser un lugar tan pequeño todos nos conocíamos y ayudábamos y de no ser por el maldito ricachón viviríamos felizmente, además gozábamos de un pequeño rio que cruzaba el pueblo y una bella escuela que yo mismo me encargué de reconstruir gratuitamente.

El problema de este pueblo es que era muy fácil de pasar y con solo el tiempo de tener esos pensamientos en mi cabeza ya había salido del lugar, me esperaba una larga carretera rural con pocos árboles de mi alrededor, alguna vez había pensado que para ahorrarme el tiempo podría cortar estos árboles cercanos, pero a la vez de que no eran de muy buena calidad, cuando era pequeño ya me metieron bronca a mí y mi madre por intentarlo, lo único que conseguí ese día fue que mi madre me castigo durante toda una semana en casa. Durante el camino observé a la bella naturaleza jugando con el tiempo y que aunque de un horario temprano se tratase de las casas de los agricultores ya salían estos a mirar sus collitas y algunos niños madrugadores que tenían que patearse la andadura para llegar a la lejana escolanía, solo algunos afortunados podrían ir en caballo o algún vehículo similar, aún recuerdo esa vez que fui en un vehículo motorizado… ¡Fue la leche!

Finalmente llegué a Shimotsuki y el ruido empezó a sonar por esos lares, últimamente era un pueblo muy visitado por los rumores de los grandes espadachines que se habían formado en el centro de artes marciales que había en los alrededores, yo en verdad conocía a su creador, había ido a tomar con él algún café de vez en cuando y me ayudó con la técnica que tengo ahora en manos, con tranquilidad llegué al centro del pueblo donde había una lucida armería que visitaba de vez en cuando. De allí salió alguien que me sorprendió, era un joven, de unos 16 años con un gran mandoble en la espalda, este se me quedo mirando y yo intuitivamente ice lo mismo, no sé si debería haberlo hecho, de un momento al otro me encontré al chico justo delante pidiéndome de que le entrenara.

-¿Que te enseñe a pelear? ¡Soy un simple carpintero!

Dije traspuesto mientras miraba sus pintas, a vista general parecía un chico normal y corriente pero a la vez deduje que sería un viajero, miré a su alrededor, no parecía ir acompañado por lo tanto podía asumir que si era un viajero o era un pobre moribundo o un niño rico que le habían pagado el viaje y esa nueva arma que llevaba consigo. Me rasqué la cabeza sin decir nada, puede que supiera que en mi pasado había sido un cazarecompensas, más bien mis músculos me delataban, pensé en las ventajas e inconvenientes que tenia llevarse a ese chico conmigo, y al final el hecho de que me podía ayudar a cortar árboles sospeso los inconvenientes.

-Voy hacia el bosque... Si quieres acompañame y ayudame en mi tarea, ¡si lo haces te entrenare!
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Dom Jun 12, 2011 1:39 pm
La idea inicial del chico no pareció convencer demasiado al hombretón de entrada, y es que este proclamó ser un simple herrero, más esos músculos que poseía no eran fáciles de conseguir estando todo el día en la forja golpeando con un martillo armas incandescentes para darles forma. No, eso era fruto de algo más, como bien podía ser un culto al cuerpo llevado a cabo de manera continuada, como podía ser al tratarse de un guerrero o simplemente del alguien que hacía grandes cantidades de ejercicio físico. La primera respuesta del hombre de la barba no convenció al joven con aspiraciones de marine, quién protestó diciendo -Pero... ¿Entonces porqué llevas una espada? -No estaba dispuesto a quedarse sin lección, y más si la negativa venía de alguien que podía contar con habilidades sobresalientes a la hora de pelear, como su condición física denotaba.

Más la sonrisa volvió a dibujarse en sus labios al oír la segunda interlocución del grandullón, la cual le ponía como condición que le ayudara a llevar a cabo una tarea que tenía que hacer en el bosque. Asintió con vehemencia, sin pensar dos veces donde se metía, ya que lo importante era recibir ese entrenamiento y no amedrantarse ante la primera dificultad o traba que apareciera. Además, quizás esa tarea le ayudaría a mejorar en combate aunque fuera de manera indirecta, cosa que siempre estaba bien. No había momento malo para hacerse más fuerte, y menos si además podía contar con un adiestramiento extra posterior a ese trabajo.

¿Cuál sería su tarea? La mente del joven espadachín barajaba la posibilidad de que se tratara de cazar en el bosque, talar árboles o dirigirse en busca de algún tesoro en una de las cuevas del interior del mismo, aunque la última era la menos probable y más fantasiosa de las tres.
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Dom Jun 12, 2011 1:55 pm
El chico decidió aceptar el trato aún sus primeras dudas, en verdad intuí que le había parecido bien la oferta al ver que me seguía en dirección al bosque, ya que el bosque estaba justo al lado del pueblo seguro que no tardaríamos nada. Andamos unas calles más hacia delante, al joven se le veía entusiasmado y eso me gustaba, se parecía a mí de joven, un joven solitario que había abandonado su lugar natal para viajar por el mundo para hacerse más fuerte, ese era yo de joven, aunque él aunque parecía más centrado en el entrenamiento que en hacer el loco tal como hacía yo en el pasado.

Justo cuando llegábamos a la salida del pueblo me encontré una sorpresa que no me esperaba, en un bar céntrico irlandés había un gran revuelo, sobretodo en una de las mesas exteriores, al principio no pude ver quien estaba situado allí pero cuando pude fijarme de reojo la rabia se me empezó a notar, allí estaba situado un pequeño gordinflón con una gran barba marrón, iba vestido con ropas caras y acompañado de dos bellezas que parecían ser modelos. Este hombre no era nadie más que el sucio trapero que estaba jodiendo mi pueblo y a mí, era Jacster Spill, un nuevo rico que se dedicaba a comprar mi pueblo pieza a pieza y que ahora mismo solo le faltaba por comprar mi trabajo. Intenté ignorarlo durante el plazo de tiempo que podía verle aunque mi cara de odio era evidente y la rabia casi me izo romper el mango del espadón que llevaba encima.

Por suerte salimos del pueblo antes de que cometiera ninguna locura, me fije a ver si el chico me había visto con mala cara aunque no le observé extraño. Por fin habíamos llegado al bosque, esté estaba virgen, y la naturaleza se movía tranquilamente, eso era lo que me gustaba de ese bosque y lo que hacía que la madera saliera de tan buena calidad, al fondo de esté había un grupo de arboles más grandes de los habituales con marcas de X en el tronco entonces mire al chico como si un sargento militar fuera, solo para hacer la broma.

-Uno ¿cómo te llamas? Dos, ese es mi objetivo de hoy. Tendremos que cortar esos arboles y llevarlos hasta mi casa, entendido?
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Dom Jun 12, 2011 2:18 pm
Bien, al parecer, sin tener que mediar ninguna palabra más, la extraña pareja había quedado de acuerdo, empezando ahora su marcha hacia el bosque. Pero para eso tendrían que atravesar aún una pequeña parte del pueblo, cosa que tampoco les iba a llevar demasiado tiempo, por lo cual no lo encontraba ni una molestia. Caminando fortalecía sus piernas, aunque levemente, y eso era un entrenamiento quisiera o no. Si, su obsesión por cultivar su cuerpo y convertirse en un temible guerrero era terrible, llegando a extremos de pensar en que menudeces de esas le ayudaban a entrenar, dejando de lado cualquier acción que no pudiera proporcionarle mejoría alguna a su condición.

El camino a través de la aldea fue bastante distraído, y no por la cantidad de gente que caminaba por sus calles ajenos a la historia del joven futuro marine, que era más bien poca, sino porque antes de salir de la misma pasaron por una taberna de la cual provenía un ruido más que considerable. ¿La fuente? Un hombre gordo y barbudo de cabello castaño, el cual estaba cogiendo por la cintura a dos bellas jovencitas, las cuales no parecían rechazar las muestras de cariño de este. El trío se encontraba sentado en una de las mesas exteriores del local, pero no mucho detalle más pudo observar el chico, quién clavó su mirada en una de las voluptuosas chicas, cegado por la testosterona que su cuerpo segregaba, propia de la etapa de la vida en la que el chico se encontraba.

Así, restó embobado varios segundos, con sus ojos clavados en la joven de rubios cabellos, recorriéndola de arriba abajo hasta que su mirada coincidió con la de ella, la cual respondió con cierto desprecio a la atención que este le prestaba. -Supongo que le atrae más el dinero que mi juventud -Murmuró molesto al ver como ese gordinflón embutido en ropas caras era capaz de atraer tales bellezas mientras él siquiera conseguía captar su atención.

Frustrado por tal hecho, siguió sin decir palabra al fornido herrero, quién tampoco dijo nada hasta que llegaron al bosque. Este despedía cierta aura de paz, la cual le azotó cual oleada de viento fresco, revigorizando su persona a la vez que se acercaban a un grupo de grandes árboles marcados con unas X, las cuales de bien seguro significarían algo. SIn dejarle siquiera tiempo a preguntar, el barbudo hombre le preguntó por su nombre y seguidamente le anunció que iban a tener que cortar esos árboles.

- Mi nombre es Bellamy Hundlberg -Contestó respetuosamente. No iba a preguntarle su nombre ya que eso podía considerarse descortés teniendo en cuenta que ahora el superior era el hombre y el chico no era más que su aprendiz temporal. Desde bien pequeño esos modales le habían sido inculcados, quedando gravados en su mente de manera que siempre los tenía presentes. Ahora tocaba empezar a cortar leña, cosa que de bien seguro iba a fortalecer sus músculos. Estaba de suerte al parecer.
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Lun Jun 13, 2011 4:34 am
Sinceramente me sorprendió la cordialidad que aquel chico me aplico desde el primer momento, pensaba que sería menos respetuoso, como un chico normal y corriente. Pero a la vez sabía que solo un chico con muchas ganas de aprender sería capaz de viajar por medio mundo buscando a espadachines con quien practicar, eso me izo sentir orgulloso de él y ya que el joven Bellamy me había tratado como todo un sensei me acomode con él.

-Encantado de conocerte Bellamy, yo me llamo Mitsuke Otomo.

Dije con una sonrisa entre labios, mientras pensaba en lo burgués que llegaba a ser el apellido del chico: Hundlberg, parecía ser de una familia importante y eso situó mis teorías anteriores entre una mezcla entre niño rico y moribundo, ya que parecía tener un gran nombre a sus espaldas pero a la vez no parecía que quisiera depender de eso, quería ser libre de alguna forma, seguro que tendría un gran futuro.

Después de presentarme me acerqué hacia los troncos, aunque quería mostrar amistad también quería comportarme como un buen entrenador, así que aunque le dijera que después de cortar árboles empezaría el entrenamiento, el hecho de cortar árboles ya era una parte esencial del entrenamiento. Así que mientras sacaba mi espadón y apuntaba hacia el árbol de gran tronco más cercano le dije:

-¿En cuántos golpes crees que podrías cortar el tronco de este árbol? ¡Piensa con lógica!


Con esa pregunta pretendía primero medir su nivel de fuerza y además enseñarle una técnica que aun estaba practicando, el rompetodo, aun la tenía a un 40% así que aún no podría enseñarle todo el potencial pero lo que sí podría enseñar son las bases para hacer un buen golpe sobretodo si además utilizaba de arma un mandoble tan pesado como ese, tal como hacía yo antes.
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Lun Jun 13, 2011 6:36 am
El maestro respondió, aunque en realidad no era exactamente una pregunta, a la actitud del chico mencionando su nombre con un tono firme que transmitía seguridad, sonriendo al decir esas palabras. Al parecer le había causado una buena impresión, cosa que podía decirse también del hombretón, quién se mostraba amistoso con el chico, quién iba a hacer lo mismo con el hombre pero siempre manteniendo las distancias, como se suponía que debía hacerlo un recluta ante un oficial.

- Encantado señor Mitsuke -Añadió firmemente. La verdad es que sonaba raro llamarle señor a un hombre que, pese a ser un adulto hecho y derecho, no llegaba a poder considerarse un anciano.

Siguió al que era ahora su maestro hacia los árboles y escuchó sus palabras con atención, meditando bien las palabras que iba a decir. Su respuesta debía reflejar seguridad en si mismo más no una que fuera excesiva y que pudiera ser confundida por chulería o una desmesurada autoestima que hiciera que quedara como un inútil. Pero no solo eso, sino que esta tenía que amoldarse a la realidad, siendo inútil decir una cantidad de golpes que en la práctica no pudieran cortar un árbol.

- Siete -Confiaba lo suficiente en sus capacidades para cortar uno de esos árboles en siete certeros golpes de su mandoble gigantesco, si.
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Lun Jun 13, 2011 11:39 am
Me cerré de brazos mientras esperaba haber con cuantos golpes era capaz de cortar el gigantesco árbol, ya de principio me había causado una buena impresión y el llamarme señor demostró su buenas intenciones, aunque la verdad no me sentía tan viejo para que me llamaran “Señor” solo tenía 30 años aún me sentía en la flor de la vida. Sinceramente me gusto la respuesta que me dio, no parecía decirme una numero de cortes para impresionarme sino que yo confiaba en que esa fuera su fuerza, y respecto a la edad que parecía tener se podía decir que era una fuerza impresionante.

-Muy bien, ¡para empezar te enseñaré a cortar ese tronco en cuatro golpes!

Dije sonriente mientras enfocaba mi objetivo que esta vez sería el gran árbol, tenía que estar concentrado ya que estaba aún en fase experimental esa técnica, asi que mientras cerraba los ojos empecé a tensionar con fuerza, tanto como si tuviera que levantar un objeto de gran peso, los brazos. Estuve unos segundo aguantando esa tensión en mi mismo, los vasos sanguíneos empezaron a verse marcados en la carne y mi cara mostraba una actitud rabiosa hacia ese árbol, eso hacía que me tensionara mucho mas y pensar en la idea de ese gordinflón fue útil. De pronto abrí los ojos llameantes y observe las partes mas quebradas del árbol con calma, no dije nada, solo actué, mi espadón se dirigió con fuerza hacia el árbol y golpeo con toda mi fuerza cuatro veces a la izquierda y derecha simultáneamente. El árbol no tardo en derrumbarse roto por la mitad.

-¿Qué te ha parecido?

Dije con un tono cansado, seguramente no había tomado un buen desayuno para ejecutar esa técnica y además se me acumulaba el cansancio de andar desde mi pueblo hasta el bosque. Igualmente quise mostrar una buena cara después de la técnica, aún pensándome si ese joven tendría el suficiente potencial para ejecutarla.
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Lun Jun 13, 2011 12:45 pm
Su gigantesco mandoble se estrelló contra el árbol repetidas veces, por cada una de las cuales el joven decía el número de golpes que llevaba, con cada uno de los cuales la madera del árbol se sesgaba poco a poco, quedando el tronco de este más débil a cada golpe. Ocho fueron las veces que se lanzó hacia el árbol, una más de la que la previsión inicial había previsto, valga la redundancia. Pero ahora se encontraba agotado, y es que al fin y al cabo solo era un chico de dieciséis años con un físico algo aventajado al correspondiente a su edad en lo referente a agilidad y velocidad, más pecaba de una fuerza que podía considerarse que estaba dentro de "lo normal". Notó el caliente sudor recorriendo su rostro cual riachuelos de salado líquido, del mismo modo que sentía su corazón latir cual tambor a vertiginosa velocidad. Ese mandoble era un arma admirable, más era cansado usarla prolongadamente. Tenía mucho que mejorar aún.

Después vino la demostración del maestro, ejercicio previo a la cual hubo un "espectáculo" de lo más curioso, posteriormente al cual el cuerpo del fornido herrero parecía haberse tornado considerablemente más fuerte. ¿Cómo? No tenía ni la menor idea, más sospechaba que guardaba relación con los ejercicios de calentamiento ejecutados. Pero, sea como fuera, la técnica empleada dio resultado, consiguiendo cortar ese tronco en nada más ni nada menos que cuatro cortes, la mitad de los empleados previamente por Bellamy. ¿Frustrante? Para nada. Podía considerarse un plus de motivación el poder llegar a conseguir esos tan destacados resultados después del entrenamiento que iba a recibir.

- Impresionante -Dijo sorprendido aún por la magnífica actuación que acababa de presenciar. No sabía si acabaría estando a la altura, más iba a darlo todo para intentarlo.
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[Prólogo] Shimotsuki, cuna de espadachines Empty Re: [Prólogo] Shimotsuki, cuna de espadachines

Lun Jun 13, 2011 4:05 pm
Al conseguir romper ese árbol me fije lo que había hecho anteriormente el joven Bellamy, romperlo en 8 golpes no estaba nada mal y demostraba que tenia cierto calculo de sus acciones y fuerza, una gran habilidad sí señor. Después observe que el chico se me quedaba mirando sorprendido y admirado a la vez, eso me izo poner un poco ruborizado, anteriormente nunca me habían mirado con asombro ¡bueno en verdad sí! mi mujer en la cama aunque eso ya era por otras cosas.

Solo por pensar en ese recuerdo pasado me izo sonrojar y la vez reír sin que Bellamy pudiera captar motivo alguno, moví la cabeza para despejar esos asuntos, tenía que concentrarme en el entrenamiento así que me dirigí hacia el árbol talado e indique al chico que me siguiera, allí aún estaba todo el cacho de árbol y sin pensarlo empecé a romperle las ramas sueltas que molestaban para llevar el tronco, mi objetivo era limpiar el tronco aquí mismo en vez de la ebanistería y además asi podía utilizarlo como modo de técnica.

-Para empezar el entrenamiento tienes que ayudarme a cortar estas ramas del tronco y coger las máximas que puedas entre las dos manos, avísame cuando estes cargado al máximo.

Le comenté sonriente mientras yo iba dejando las ramas que yo quitaba cerca suyo para que si él tenía pocas ramas pudiera coger de las que yo quitaba. El entrenamiento que quería hacer era un poco complicado y hasta podía llegar a ser duro pero eso lo haría aumentando de dificultad primero quería ver cuál era el máximo de tensión que podían llegar sus brazos a soportar.
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Mar Jun 14, 2011 6:32 am
De repente, sin decir nada más a parte de lanzar un par de carcajadas, el maestro se dirigió hacia el tronco caído, cortado por él mismo, y empezó a coger varias ramas con sus manos, arrancándolas de la superficie del tronco, como si quisiera dejar este completamente vacío de protuberancias de ese tipo. ¿Sería eso para realizar el entrenamiento o solamente tendría que ver con los quehaceres que les habían llevado al bosque? No tenía ni idea, pero seguidamente, Mitsuke lo especificó, diciéndole que tenía que cortarlas.

Bellamy ya se disponía a liarse a espadazos contra la madera cuando el hombretón terminó la frase, mencionando que para ello tenía que coger el máximo de ramas que pudiera con sus manos, lo cual tenía que ver, evidentemente, con el entrenamiento que iba a recibir. ¿Tendría que tirar del árbol para ganar fuerza o algo parecido? Eso era lo que su intuición le decía.

En todo caso se encaminó hacia el tronco, cogiendo ramas e juntando las puntas de sus extremos en dos grandes grupos según la proximidad a la cual se encontraban, cogiendo estos posteriormente, dispuesto a tirar con todas sus fuerzas. No obstante esperaría las órdenes de su superior en la jerarquía, ya que muy fácilmente su intuición podía errar e inducirle a pensar que se trataba de eso cuando en realidad no era para nada de ese modo, como instantes antes había ocurrido.

- Estoy listo -Su voz transmitía seguridad en si mismo y su tono era firme. No tenía que mostrarse débil ante las adversidades si quería algún día convertirse en un gran marine. Esas eran las enseñanzas de su progenitor, y no las iba a desechar bajo ninguna circunstancia.
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[Prólogo] Shimotsuki, cuna de espadachines Empty Re: [Prólogo] Shimotsuki, cuna de espadachines

Mar Jun 14, 2011 11:52 am
Por lo visto el chico siguió al pie de la letra mis instrucciones, era la primera vez que actuaba de maestro y se me hacia un poco extraño, sentía una sensación de estar feliz por poder entrenar a alguien con tan potencial, a la vez que pensaba que eso sería un preludio a cuando estuviera con mi propia hija.

No tardo en terminar de recoger todas las brancas que pudo del suelo, había cogido bastante cantidad de brancas, justo lo que quería. Sonreí mientras me acercaba a él y mientras le colocaba bien alguna de las brancas que llevaba encima para que no se le cayeran, empecé a contarle en qué consistía esa parte del entrenamiento.

-¿Cuánto tiempo crees que puedes aguantar con estas brancas entre brazos? Porque esta será la primera parte del entrenamiento de resistencia, te preguntaras… ¿Por qué la resistencia? Fácil, para utilizar mi técnica lo que se hace es contraer los músculos para ponerlos en estado de tensión para nuestra merced y para mantener los músculos en tensión lo más fácil es aplicar una resistencia prolongada en los músculos, cuando domines un poco la tensión de tus brazos entonces probaremos en tensionar todos los músculos de tu cuerpo.

Dije mientras tranquilamente me dirigía hacia los otros árboles que debía talar y con tranquilidad empecé a golpearlos, esta vez no tenía prisa, tenía que pasar el tiempo así que me daría tiempo de cortar algunos árboles y limpiarlos antes de que el chico desistiera.

-Tendrás que quedarte así un buen rato así que Avísame cuando estés al límite de tus fuerzas, vale?
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Miér Jun 15, 2011 5:23 am
El montón de ramas que entre sus extremidades superiores se tambaleaba, provocando que alguna se descolocaran y estuvieran a punto de caer, y lo hubieran hecho de no ser por la intervención de su tutor, el cual las recolocó en apenas un instante, dejando así bien sujeto el montón de ramas.
Acto seguido este empezó a hablarle de la técnica y de su consiguiente entrenamiento, el cual parecía que iba a tratar sobre resistencia, la cual practicaría aguantando esas ramas durante un buen rato. Y es que, al parecer, esa técnica que iba a enseñarle requería de la tensión prolongada de los músculos para lo que el chico entendió que sería realizar golpes de potencia mayor.

- No sabría responderle. Supongo que media hora o una hora como mucho. -Contestó de este modo a la pregunta del hombre barbudo. La verdad es que nunca había estado más de cinco minutos sujetando unos fardos de leña como esos, pero suponía que su resistencia era suficientemente grande como para aguantar como mínimo media hora, aunque, como había dicho, no tenía ni idea en realidad.

- De acuerdo -Acabó respondiendo mientras el hombretón se dirigía con su espada, no tan grande como la de Bellamy, hacia los árboles de nuevo.

Al parecer tendría que aguantar hasta que sus fuerzas empezaran a fallarle, avisando entonces a su maestro para que este cesara su actividad y volviera con él para seguir la instrucción. No obstante, sin saberlo muy bien, el chico contaba con una resistencia innata contra el cansancio, la cual provocaba que fuera más difícil que quedara exhausto y, por lo tanto, que iba a contribuir para aumentar en gran medida el tiempo que pudiera resistir con las brancas entre manos.
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