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Mar Ago 02, 2011 12:32 pm
Habiendo dejado atrás a su compañero Yuyiso aquel joven avanzo por la isla sin problemas, el sitio era más pacífico de lo que se había imaginado, en su mente dado el nombre de la isla figuraba que era un sitio donde todos estarían luchando entre sí, buscando la superioridad física para saciar el hambre de triunfo que oprimía los corazones de criaturas tan violentas, mas sin embargo lo que sus ojos tomaban del entorno no era sino paz y calma, sujetos que en solitario meditaban o por otro lado descansaban con charlas amenas, sus rostros a diferencia de otros sitios parecían livianos y sensibles, muy diferente a lo que un guerrero representaba…al menos en su fas pues en cuanto a sus músculos la diferencia entre ellos y el espadachín era tan enorme que sentíase un enclenque en medio de ogros pero aun así esperaba mantener como hasta ahora un día calmada, pausado y lo más importante…afortunado.

No sabía si el carpintero haría caso a sus palabras, cuando le había dejado se le notaba muy concentrado en sus labores de entrenamiento y aunque al menos por ahora no tenían mucho que hacer, esperaba obtuviera siquiera un poco de información pues navegar en un mar desconocido era casi sentenciar el alma a un destino incierto, cosa que muy pocas veces gustaba hacer el pelinegro, todos estos pensamientos ahora hacían mella en cada paso que con cierta inseguridad plantaba sobre la tierra dejando ahí su huella de existencia, su rostro giraba de un sitio a otro en búsqueda de un buen lugar para comenzar más hasta el momento ninguno apréciale apropiado ya que muchos de los sitios que observaba eran cantinas o lugares donde uno podía entrar si es que andaba en búsqueda de probar sus habilidades físicas sobre un cuadrilátero, cosa que no le interesaba en gran medida.

Repentinamente encontró un lugar apacible y donde al menos podría ver cierta posibilidad, era casi como una guía para turistas, aunque en ella solo se encontraba un sujeto rechonchete leyendo lo que parecía ser una carta, de barba abundante y ropas mugrientas no prestaba atención a su entorno, con cierta precaución avanzo hasta plantarse enfrente de aquella caseta desgastada, el sujeto no movió ni un musculo y al contrario lanzo un bostezo enorme que pudo ser audible para toda forma de existencia que se encontrara en las cercanías, arqueando levemente una ceja Kyo hizo un ruido para llamar su atención, cosa que funciono pues aquel tipo paro de leer y con lentitud elevo su mirada al joven para después devolverla a su historieta respondiendo con voz ronca –Que quieres- su voz era gruesa y pesada, como si se encontrara en una resaca o si estuviese enfermo de la misma garganta –Bueno me gustaría saber si puede darme algo de información respecto a este lugar y acerca de este mar en específico, vera soy un viajero que llega desde lejos y estoy un poco perdido, me gustaría saber si alguien por aquí vende un barco o cosa similar- el hombre gordo guardo silencio y tras terminar aquello que leía exclamo con pereza –Estas en el sitio equivocado, yo no soy un guía, puedo ver que vienes de muy lejos pues tus ropas son las de un chiquillo, lamentablemente hace años que este sitio no tiene un guía, yo solo estoy aquí porque esta caseta me brinda sombra, así que por favor retírate-

Sin más opción el joven e inclino expresando una disculpa para aquel sujeto y partió del sitio avanzando hasta un pequeño jardín o eso parecía, casi desértico y que únicamente contaba con un árbol en el centro del mismo, suspiro pesadamente para después llevar sus manos a la cabeza tomando su gorro y ajustándolo un poco más a su cráneo “Bien eso no sirvió de nada, tal parece que en esta isla todos son luchadores y no hay nadie que pueda brindarme mucha información, posiblemente en alguna cantina aunque lo dudo, lo más que conseguiría en un sitio así seria información respecto a lo que se dice, pero eso no significaría que fuese verdad, quizás deba volver con Yuyiso y ver si él ha tenido más suerte” decidió tomar un respiro y dejo caer su cuerpo en una banca desgastada que al sentir el peso del joven emitió un leve crujido.

Observo una vez más el cielo, el día seguía avanzando, ya habían pasado unas horas desde que comenzó la búsqueda de información y hasta ahora lo más valioso que había obtenido era un sujeto regordete que leía a la sombra de una caseta extraña, comenzaba a irritarse por ello y por muchos otros detalles más, en las cercanías desde las cantinas los canticos de los ebrios dejaban escapar berridos tan molestos que los mismos animales parecían estar en desacuerdo con aquella música, en otro lado un par de luchadores comenzaban a organizar un pequeño torneo apostándose unos contra otros en búsqueda de obtener dinero gratis, mas allá en las lejanías el océano parecía descansar apacible y amable, en búsqueda de nuevos aventureros a quienes resguardar entre sus brazos, el sol permitía descansar un poco del sofocante calor pues era ahora oculto por unas cuantas nubes como algodones de azúcar, la brisa marina leve pero aun perceptible iba y venía cada cierto tiempo como un leve arrullo, todo estaba perfecto…todo menos aquello que estaba buscando.

-Maldición, pensé que todo esto sería un poco más fácil, pero quizás he cometido un error al venir a este sitio, a este mar, nadie parece estar informado del mundo y eso ya es un gran problema, me pregunto…- sus gafas de sol ocultando sus ojos se movieron un poco siendo acomodadas de manera correcta por sus manos para después dar paso a una leve sonrisa, se encontraba recordando a Kozart quien en Loguetown le había ayudado, preguntabase que sucedió con él y su tripulación, no sabía a donde se habían dirigido pero sabía que no era una isla de ese mar, ahora que lo pensaba quizás hubiese sido mejor idea marchar con ellos a cualquier otra isla, pues solitario y sin nadie que pudiese brindarle su apoyo ahora parado estaba.
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Mar Ago 02, 2011 7:13 pm
Dos años ya habían transcurrido en su vida desde que decidió dar el paso de abandonar Lyneel y a su familia, la que siempre le trataba como un cero a la izquierda. Su vida no era tan fácil como lo era en su mansión, pues allí todo se lo daban hecho, no tenía la necesidad de mover un dedo para realizar casi cualquier acción. Pero también provocaba que tuviera gran dependencia para todo, que ignorase las cosas más cotidianas para muchos y que se volviera prácticamente un ser inútil. Durante todo el tiempo en el que vivió en aquel lugar no pudo aprender nada como persona y ser humano, no sabía sobre las cosas más corrientes que para otras personas era su rutina. Una vida acomodada y alejada de lo más mundano, en la que tan sólo pudo enriquecerse a través de conocimientos que le concedían sus libros, que además abrazaban la soledad que sintió desde que era un infante a pesar de que irónicamente tuviera su vida resuelta.

Durante los dos años en los que ha vivido como una persona más, ha descubierto lo dura que puede ser la misma, sobre todo si te relacionas con las personas equivocadas. Aún así, ha sobrellevado todas las situaciones con una sonrisa y con ligereza, para evitar el estrés y los nervios, entre otras cosas. Aún así, aprendió sobre las cosas básicas de la vida, nuevamente por si mismo, al tiempo que seguía estudiando y aprendiendo más sobre su oficio como arqueólogo. Aunque durante ese tiempo, algo que no ha podido realizar es el hecho de convertirse en pirata, pues titularse como tal no es suficiente si no tienes un nombre o un grupo, algo que esperaría encontrar pronto.

Haciendo avanzar el reloj una y otra vez llegaremos al punto actual en la vida del joven rubio de veinte años. Con toda una vida por delante que esperaba estuviese llena de retos y vivencias que enriquezcan su mente y espíritu, se encontraba navegando en un barco perteneciente a unos simpáticos viajeros que le permitieron montar a bordo junto a ellos, aunque con un destino desconocido para él mismo. Por suerte, desde el punto en el que se encontraba no tuvo que esperar ni tan siquiera un día completo para llegar a su destino esperado, tan sólo unas horas de viaje que le trasladaron de una zona a otra, concretamente a una isla muy diferente, pues había llegado a nada más y nada menos que a la isla kárate. Un lugar que nada más por el nombre dejó muy decepcionado al joven al oír tal destino. No era para nada lo que se esperaba y parecía de por sí muy contrario a lo que él era.

Ya no había vuelta atrás, el viaje concluido había y el destino parecía que allí le había mandado. Quizás por algún motivo especial o por alguna experiencia que necesitaría vivir, acabó desembarcando en el lugar tan extraño para sus sentidos y comprensión. ¿Qué más podría hacer? Nada, tan solo tomar su equipaje y visitar la isla que tenía frente a él. Con su mochila sobre su hombro derecho, el rubio bajó del barco mientras se despedía agradecido de los viajeros, moviendo su mano de lado a lado con suavidad mientras mantenía una leve sonrisa en su rostro.

Sin seguir un rumbo fijo, el arqueólogo de dorados cabellos caminaba con tranquilidad por la isla, observando con detalle su arquitectura, su flora y también algo de su fauna. Los paisajes eran bastante más hermosos de lo que el nombre de la isla le había podido permitir imaginar, aunque el sonido escandalosos de sus tabernas y posadas si daban bastante pie al mismo. Una isla que por lo que pudo saber, era frecuentada por todo tipo de luchadores que deseaban poner a prueba sus técnicas y estilos de combate, aparte de aprender. Algo contario a la forma de pensar del joven Laramie, quien prefería desarrollar su intelecto y cultura ante todas las cosas.

Después de un largo paseo era hora de descansar un rato, además de ponerse a leer su último libro, del cual apenas pudo atender durante el viaje en el barco. Aquella cáscara de nuez no paraba de balancearse y así era muy difícil concentrarse en una lectura. Sin saber bien como, acabó llegando a un pequeño jardín que contaba con un gran árbol en el centro del mismo, decorándolo de forma más atractiva el mismo. Era una zona ideal para ponerse al día con su lectura, sin ruidos fuertes cercanos ni elementos que perturben la tranquilidad de la zona, dando pie a inundarse en su lectura. Por lo que, sin dudarlo, tomó su libro de dentro de su mochila, y se sentó en uno de los bancos que se situaban colocados allí. Cruzó su pierna derecha sobre la zurda y tomó el libro entre sus dos manos, continuando con su lectura desde el punto en el que lo había dejado.
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Mar Ago 02, 2011 7:44 pm
El tiempo entre aquellos canticos más asemejados al bramido de animales paso con rapidez, sin darse cuenta el joven se había quedado dormido recargado en aquella banca pues el día anterior Morfeo no había hecho completamente su trabajo al arrullarlo, en otras condiciones seguramente al despertar se hubiese visto despojado de todo cuanto portaba, pero gracias al destino y a sus gafas oscuras que ocultaban sus ojos y le hacían ver como una persona viva a su entorno aquello no sucedió, en sus sueños vagaba libre de todo temor o sufrimiento, imaginándose sobre las olas del mar o volando sobre los cielos como un ave, que fantasías tan exóticas era capaz de crear, eso solo su mente lo podía idear. Mas sin embargo de repente despertó gracias a un gran grito proveniente de una de las tabernas, aparentemente una batalla se había comenzado a desarrollar a tal punto que una silla salió volando por una pequeña ventana pasando apenas sobre la cabeza del espadachín quien aún entre dormido se giró para observar.

Con claridad pudo distinguir a unos cuantos fortachones ebrios que aparentaban luchar por el honor de una dama cuya profesión era dudosa pero no por ello dejaba de ser encantadora a la vista de un hombre. Decidió no involucrarse por el momento pues iniciar una pelea en un lugar así era algo tonto considerando el hecho de que estaba en búsqueda de una embarcación, además aquella escena le parecía un tanto caricaturesca, era como observar a dos osos peleando por un trozo de carne que aparentemente no importaba quien le obtuviese sino que simplemente esperaba el resultado, como siempre algunos cuantos espectadores se reunieron alrededor para echar leña al fuego, las apuestos comenzaron a correr de tal manera que incluso al propio Kyo se le ofreció tomar un favorito, cosa que no haría pues además que debía cuidar por sobre todo su dinero ningún luchador parecía capaz de emprender una buena batalla lo que no merecía siquiera ofrecer una pieza de su plata.

Así en un acto bárbaro o más bien estúpido comenzó la batalla de los dos sujetos quienes con golpes torpes no lograban atinarse el uno al otro, a su alrededor las burlas comenzaban a ser molestas para el espadachín quien se levantó de aquel sitio comenzando a caminar de regreso a la choza donde anteriormente hubiese encontrado a su ahora compañero Yuyiso, sin embargo algo llamo su atención, girando su vista a la derecha encontró ahí algo que no cuadraba con la imagen, un tipo de cabellos rubios y apariencia elegante, no tenía el físico de un luchador y mucho menos su cerebro pues con toda normalidad parecía abrazarse a la lectura “Vaya, incluso en sitios como este las sorpresas están a la orden del día, eso me agrada, puede ser un indicio del destino” sin pensarlo dos veces comenzó a acercarse a aquella figura con cierta cautela y simulando que simplemente se dirigía por otro asunto.

Fue así que se posición en un extremo de la banca donde se encontraba aquel sujeto, por unos momentos guardo silencio mientras ya a la distancia la pelea de los dos brutos terminaba con unas cuantas risas de los espectadores y un regreso a la taberna para posiblemente continuar con la bebida -¿Qué haces aquí?- exclamo repentinamente el hombre vestido de manera extravagante girando su rostro para postrarlo sobre el extraño, sus gafas ocultaban su mirada curiosa y por igual su gorro no mostraba gran parte de su cabello, únicamente dejaba ver unos cuantos mechones del mismo, una sudadera de color blanco ocultaba su torso y unos jeans azules le hacían juego –Oh lo siento soy algo descortés la primera vez, mi nombre es Kyo, tampoco soy de esta isla y por lo que he visto no soy el único- extendiendo la diestra al sujeto mostro uno guante negro que cubría su mano al tiempo que esperaba un gesto cortes de la otra parte, no sabía porque pero ese sujeto le daba un buen presentimiento, alguien que lee en un sitio así debe tener conocimientos del mundo…o cuando menos no era otro bruto fortachón con ganas de romper los huesos de todo ser viviente con el que se topase, lo que ya de por si…era una enorme ventaja.
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Miér Ago 03, 2011 2:43 pm
El tiempo transcurría sobre aquella extravagante isla en la que se encontraba el joven arqueólogo. Pese a que su mente estaba completamente absorbida por los textos y la historia del libro que se encontraba leyendo, no era consciente de como transcurría el mismo, de los cambios que se producían a su alrededor y de las persona que pasaban frente a él. Aunque eso no era nada nuevo para él, podría estallar una tormenta en aquel mismo momento que no se enteraría de nada y seguiría leyendo tal cual si se ha adentrado en su lectura. Su postura se mantuvo inmóvil durante todo el tiempo en el que se encontró leyendo aquel ejemplar, como de una escultura se tratase, incluyendo su expresión, salvo por el hecho de que su mano diestra se movilizaba para pasar las páginas que tenía ya leídas.

A lo lejos se podía oír el escándalo de una pelea provocada por dos borrachos prototipo de lo considerado “macho”, todo ello provocado por una mujer de aparentemente mala reputación, debido a su estado de ausencia, el de dorados cabellos no prestaba atención a los gritos que de allí provenían y los fuertes golpes consecuencia de los desastres que armaban. Aunque por motivos obvios, aunque el arqueólogo se encontrara de frente esa escena, seria de todo menos de su interés propio, algo que igualmente ignoraría. Tan sólo lo consideraría un acto completamente innecesario y digno de acomplejados que necesitan demostrar lo fuertes que son, todo ello para conseguir como si de un premio se trata a una fémina que se denigra a si misma. ..Patético.

Mientras tanto, el joven se encontraba terminando un capitulo de su libro, encontrándose casi al final del mismo, pues su velocidad de lectura era rápida y no por ello peor. Habiendolo terminado, sus ojos se resentían un poco por el tiempo llevado sin depegar la vista del libro, era el momento perfecto para descansar la vista ya que no le gustaba dejar un capitulo a medias. Tomó el marcador de su libro y lo colocó en el lugar correspondiente y cerrándolo. Una voz masculina imperó en los oídos del muchacho, con una expresión que poco le gustó.

-Bonita forma de empezar una conversación, ¿acaso necesito permiso para estar aquí?preguntó con una sonrisa pícara retirando sus gafas con sus manos y levantando su rostro hacia el de su contrario, pudiendo ponerle rostro a aquella voz.Laramie Debonair, encantado supongo…-respondió con cierta ironía, mientras guardaba su libro en su mochila. Realmente las relaciones sociales no se le daban demasiado bien. ¿Por qué deduces que yo no soy de esta isla?

La curiosidad de la respuesta dada por el sujeto provocó que no pudiera contenerse a realizar aquella pregunta. Automáticamente dedujo que el rubio no era de aquel lugar, pero una zona puede haber todo tipo de especies.
Esperando respuesta por su parte, el observador joven pasó a mirar mejor a aquel muchacho, que en busca de algo se acercó al arqueólogo. Su aspecto era bastante común, de ropa casual y un característico gorro en su cabeza que cubría gran parte de su cabello salvo algunos mechones oscuros. Su rostro inspiraba cierta dejadez, aunque se veía como un joven apuesto, típico de su edad, que no era mucha la diferencia con la de Laramie. Sin esperar reacción por su parte y en vista de que no había mejor forma de entretenerse en aquel lugar, el muchacho apartó su mochila del banco y la colocó entre sus pies, dejando un hueco libre en el mismo para que el moreno se acomodase y estuviese más cómodo para hablar lo que necesitase.
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Miér Ago 03, 2011 3:30 pm
-Hmmm…tienes un nombre peculiar, al menos para mí, supongo que has de provenir de buena familia, tu apeido y tus modales así como tus actitudes no denotan que seas alguien criado por la vulgaridad del mundo- exclamo ante la presentación de aquel chico quien respondió con una incógnita a su ultimo requerimiento, eso provoco que el pelinegro lanzara una leve risa apenas audible para el rubio –Bueno, primero considerando que esta es la isla karate, donde todo mundo se fortalece constantemente en el aspecto físico mas no en el académico, ¿qué pensarías tu si encontraras a un sujeto bien vestido, leyendo, sin un físico monstruoso y más centrado en la lectura que en ver una batalla de hormonas entre dos mastodontes?, me aventuro a equivocarme pero según mis deducciones la probabilidad que seas de esta isla es tan diminuta que el hecho de que lo fueses ya representaría un fenómeno de la naturaleza, cosa que de serlo sería bastante intrigante- respondió con toda normalidad observando como aquel sujeto desocupaba un poco más el sitio, cosa que le agrado a Kyo pues pudo acomodarse un tanto mejor estirando sus brazos y piernas para después girarse un tanto para quedar un poco más frente a frente con el contrario.

-Mi nombre completo es Kyo Kensato, soy lo que podrías llamar un aventurero fuera de la jurisdicción social…- sus brazos se cruzaron adoptando una postura más relajada para dar paso a una conversación más amena –Quizás esto no te interese pero ciertamente no veo la más mínima oportunidad de salir de este sitio sin algo de conocimientos, cosa que tu aparentemente tienes…el modo en como llegue aquí no importa, pero tengo interés en conocer las islas y esta parte del mar, no me gusta aventurarme en aguas desconocidas, seguramente alguien como tu podría ilustrarme en respecto al mundo, quizás obtendríamos algo bueno…claro que yo podría pagarte…dinero no…ambos sabemos que eso no es importante en sitios como este, pero podemos…quizás intercambiar información- sus palabras eran seguras y se expresaba de forma que cualquiese que le escuchase pensaría que él conocía a Laraime de tiempo atrás, pero esto en realidad no era cierto, simplemente así era Kyo, su forma de hablar para con las personas siempre había tenido ese dejo de confianza y una forma sincera de dirigirse a ellas, lo único que no sabía era si aquel tipo de verdad podía ayudarle o si estaba perdiendo el tiempo, aunque hacer algo era mejor que sentarse a esperar una señal del destino.

Repentinamente giro su cabeza para dar con el mar, aquel lugar tranquilo que llamaba con agrado patria y donde uno podía ser libre aunque fuese por unos breves momentos, el día estaba ya en su punto de bajada, en un par de horas llegaría el ocaso y nuevamente tendría que retirarse a donde se reuniría con su compañero, pero había algo extraño en aquel espectáculo azul, en las lejanías una figura difusa se movía danzante como llevada por el viento sin rumbo ni dirección, para después desaparecer en el horizonte, pensó que seguramente había sido una alucinación causada por el intenso calor ahora ejercido sobre la tierra y por el hecho de que no había probado bocado desde el día anterior. Regreso la vista al sujeto rubio y se levantó de aquel sitio –Bueno…que dices…si gustas puedes pensar la respuesta mientras caminamos a la playa, tengo hambre y sinceramente no deseo entrar a una taberna para que un tipo fuerte me busque algún problema, cerca del puerto un compañero y yo construimos una choza, es pequeña pero ahí encontraremos alimento, ¿te apetece?- sin esperar respuesta libero sus brazos y guardo las manos en los bolsillos de su pantalón dando unos cuantos pasos de manera pausada hacia el frente para después aumentar un poco la velocidad hasta alcanzar un estándar regular de caminata, no estaba seguro si aquel joven le seguiría y al menos en esos momentos no importaba mucho, el estómago le crujía exigiéndole algún alimento y no iba a esperar mucho tiempo para reclamar en sus sentidos el hambre, además posiblemente aquel rubio tendría hambre con lo cual la palabra comida sería un incentivo para conocerle mejor y ver si aceptaba el trato anteriormente propuesto por el espadachín.

Sin embargo algo llamo su atención en las lejanías, mientras tomando camino de manera serena se dirigía a la choza donde habían de comer, observo una vez más aquella silueta que se movía con extrañeza, pero para el ojo experto de Kyo no era una simple silueta creada por el sol y las olas danzantes, era una figura de una embarcación a la deriva o así parecía a sus ojos, cualquier otro hubiese dejado pasar esa señal y pensaría que era simplemente una ilusión, pero no esté sujeto, necesitaba un barco sin importar su estado o el cómo conseguirlo y aquello era como una señal del cielo quien esperando que lo aceptara corriese en su búsqueda, no quería ser irrespetuoso con Laraime pero quedarse de brazos cruzados sería un error demasiado grande y que podría lamentar en un futuro cercano, suspiro pesadamente al detener sus pasos observando la lejanía para después mirar al frente, ahí se encontraba la choza que Yuyiso había construido, tenía frente a si una decisión crucial, lanzarse a la aventura dejando solo a esa persona sin información que pudiese adquirir…o por otro lado permanecer con ella y quizás perder la oportunidad de toda una vida. Cerro lentamente sus parpados y se detuvo en pleno camino para posteriormente señalar la choza y girar su cabeza sobre su hombro observando de reojo al rubio –Mira esa es la choza, ahí encontraras alimento y albergue, yo…tengo que ir a hacer algo que había olvidado, por favor discúlpame…a por cierto si llega un sujeto su nombre es Yuyiso...es amable así que no temas- con una voz impetuosa comenzó a correr en dirección a la playa de donde provenía aquella silueta, no estaba seguro si había hecho lo correcto, pero al menos sabía que tomar ese riesgo…era la mejor opción.

OFF:
Spoiler:



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