Re: Un buen dia.

Sáb Jul 09, 2011 12:03 pm

Teníamos rodeada la casa, el único problema fue una pequeña discusión entre el cp1 y la teniente sobre quien tenia autoridad para liderar el ataque, no pude evitar sonreír, ya que me pareció un tanto cómica la situación, lo importante es mantener a seguridad, da igual quien se lleve los meritos.

Finalmente fue la teniente quien lidero el ataque y fue ella la primera en entrar, tras golpeas la puerta, entro a gran velocidad al interior, no hubo ningún ruido por varios segundos que se hicieron, al final decidí dejar mi posición y entrar dentro de la casa.

Entre con mi pistola lista para usarla, no fue necesario, ya que la teniente logro neutralizar al tirador clavandole la espada en el estomago, el tirador estaba en el suelo desmayado.

-¿esta…muerto?-pregunté algo preocupado, temiendo que a vida del tirador hubiese acabado de forma tan triste.

Para fortuna del tirador, todavía estaba vivo y los marines ya se dispusieron a quitarle sus armas y a tratar sus heridas para llevarlo a prision, donde acabaria curandose y como no, estaría mucho tiempo entre rejas cumpliendo su castigo

-me da tanta pena que todo haya acabado así…-suspire tras aquella frase mientras veía como los marines se encargaban de llevar al chico en una camilla, no pude evitar ver su rostro-era tan guapo. Una lastima.

Aparte a un lado mis pensamientos poco profesionales. La situación ya estaba completamente controlada con el tirador inconsciente e inmovilizado, ahora serian los demás marines los que se encargarían de colocar al tirador entre rejas. Yo no tenía mucho que hacer ya.

-¿Teniente?-me dirigí a ella.- tengo que recuperar unas pertenencias que se me quedaron olvidadas en la taberna, mas tarde me encargare de darle un informe por escrito de lo sucedido antes de que usted llegase-hice un saludo militar a la teniente a modo de despido-que tenga un buen día teniente, ha sido un placer trabajar con usted.

Salí de la casa caminando, rumbo a la taberna donde deje olvidada mi otra pistola con los demás cartuchos de munición. Algunos marines se habían quedado en la taberna, por lo que mis pertenencias debían estar donde las había dejado.

Sáb Jul 09, 2011 5:19 pm

La estocada fue un éxito, y su rival fue abatido sin mayor complicación. Cerró los ojos, suspirando por la acción que había tenido que llevar a cabo. Había sido vertida demasiada sangre en ese día, y no le agradaba haber tenido que añadir una nueva baja a la lista de heridos. Por suerte, no estaba muerto, y su conciencia descansaría tranquila. Su moral no le permitía aplicar la pena capital en unas circustancias así. Su delito no merecía la muerte, y ella no se había enfrentado a él en un combate. Si hubiese llegado a extinguir aquella vida, su moral se hubiese resentido y ella hubiera estado atormentándose durante un largo tiempo. Pero no era sí. Por una vez en el día, algo salía bien. Sonrió a la rubia que preguntó por su estado, negando con la cabeza mientras se levantaba.

Envainó su espada en su vaina. Secó la sangre con su propia falda antes de ello, para evitar el deterioro de la hoja. Esperaba no tener que usarla en un tiempo, aunque en el fondo, su lado menos soñador, su parte realista sabía que eso no pasaría y que al final tendría que utilizarla. Miró al criminal, frunciendo el ceño. No tenía constancia de un pirata con ese rostro... Tal vez esta era su primera acción criminal... Bueno, al menos habían frustrado una nueva vida criminal. ¿Recapacitaría de sus acciones en prisión? ¿Se reformaría? No lo sabía, sólo el tiempo lo diría. Por el momento, lo único que tenían era un alma descarraida.

Unos cuantos hombres llevarían a ese individuo a prisión, y lo encarcelarían. Le pondrían unas esposas, y lo meterían tras unos barrotes en el interior del Cuartel. A la sombra de Impel Down, podría parecer cutre, pero escapar de un cuartel de la Marina no era precisamente fácil, y menos para alguien de su nivel. En cualquier caso, ella ya había acabado allí. Lo mejor sería buscar a Balmung de nuevo, y ver qué más podían hacer para ayudar a Logue Town. Caminó, en silencio, alejándose del lugar. Esa recluta, la rubia... La vigilaría.

Dom Jul 10, 2011 11:34 pm

El hombre pez había sido desautorizado por la teniente de cabellos color escarlata, para empezar el nunca estubo a cargo ni nada por el estilo solo buscaba una escusa por mas ridicula que esta fuese para acribillar la casucha de una forma tan "hermosa" para el que seguro habría saciado algo de su sed por la sangre de la persona que había atentado contra su propía vida.

-A ver si preguntas antes de hablar...ese tipo me ataco sin razon alguna- Explicaba alzando sus hombros de manera falsa y socarrona acompañando este ademan con un gesto facial que se hiciera juego.

Pero para esa mujer no le bastaba con arrebatarle el megafono y el regañarlo como si en verdad tuviera alguna autoridad sobre el pelirrojo, claro que no, a lo sumo un vice almirante podría mediante un permiso el darle ordenes ella no tenía autoridad en lo absoluto pero tampoco podía intentar liquidarla, ella le jodio su diversion al meterse en la casucha algo que en verdad provoco al sadico Ningyo, ahora no podría acribillar bajo ningun motivo dicha precaria edificacion, y justo cuando ya estaba por presionar el gatillo de su Bad Buda.

Para la suerte del hombre pez, uno de los reclutas tenía un cigarro que aun no le había dado la primera calada, recien lo había encendido y tan rapido como lo hizo tambien lo perdio cuando se le fue arrebatado por el agente que uso la clasica nicotina para parar o al menos aminorar su necesidad de ver correr sangre. Eso pasaba en lo que la mujer sacaba arrastrando el cuerpo del pistolero, estaba inconciente y con una gran herida en su estomago.

-Je si que tienes gustos raros- Comento a la rubia que tenia al lado despues de oir su comentario.

Ya todo estaba resuelto alli, el vandalo había sido atrapado y ahora solo le quedaba el papeleo y como era el único agente presente no podría encajarle el trabajo a alguien mas asi que sin demora y molestando un poco a los uniformados de azul y blanco con sus refunfuños entre dientes mientras los acompañaba a su cuartel.