[Pasado] LXXIV Jornadas de Formación de Reclutas 29zrdle

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Sáb Jul 02, 2011 1:06 pm
Como todos los años por aquellas estivales fechas, un gran buque con el símbolo de la Marina bordado en sus velas y la bandera de la misma ondeando sobre el palo mayor, se acercaba a las costas de Shimotsuki Village. La madera del barco se notaba de buena calidad, así como el diseño hidrodinámico del mismo. A pesar de ser un barco tan grande, se movía con velocidad por la superficie del mar, y sus costados repletos de cañones, advertían a todos los barcos piratas que pudiese haber por la zona. Un buque de la Marina no era algo que todos los navíos pudiesen soñar con enfrentar. De hecho, lejos de Water Seven, pocos barcos podían igualar un buque así.

Una vez más, la Marina llevaba a Shimotsuki a sus espadachines que habían conseguido sobrepasar al resto de reclutas en talento, con el fin de que puliesen un poco más sus habilidades y también para examinar sus capacidades, y ver de lo que son realmente capaces en combate. Era, aunque se camuflase de viaje gratuito y jornadas de formación, una especie de examen con el fin de acumular méritos y pequeños logros que en un futuro pudieran condicionar a un ascenso. Además, motivaba a los chicos, por lo que era útil.

Tras entrenamientos con diferentes maestros del dojo a nivel individual, los marines eran reunidos en el salón principal, donde eran emparejados aleatoriamente para llevar a cabo un combate. Eran aproximadamente sesenta, y el evento duraba generalmente varias horas entre combate y combate. Mientras, todos observaban cómo sus compañeros cruzaban sus aceros entre sí, para gusto del Capitán allí presente.

-¡Se acabó, es suficiente! -gritó el Capitán cuando se hizo evidente la victoria de un joven espadachín frente a su rival. Entonces, felicitó al ganador y se llevó a ambos a la enfermería, donde los médicos atenderían las heridas que tuviesen. Sin perder tiempo, sacó dos papelitos más de una gran urna de cristal.- ¡Duodécimo combate! ¡Balmung y Brelaina! Recordad, un combate limpio... -dijo antes de retirarse a su sitio.

Desde un rinconcito de la sala, emergió la citada mujer. Se trataba de una muchacha esbelta, que cubría su uniforme con una coraza en la que había grabado el símbolo de la Marina. Cuando se puso en la esquina que le correspondía del dojo, sacó una espada larga occidental. Era algo curioso, ya que no solía haber mucha gente con armas de esa familia. Sumado al hecho de que llevaba la coraza, daba una imagen extraña. De hecho, a sus espalda, se escucharon unas cuantas risitas. Ella las ignoró y miró al frente, donde estaría su adversario.- Yo soy Brelaina. -dijo, refiriéndose al Capitán y al resto de espectadores.- Suerte.- añadió, sonriendo amablemente. Esta vez, se refería a su oponente por caprichos del azar.
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Lun Jul 04, 2011 3:44 pm
Le había costado varios años de duro y largo esfuerzo. Entrenamiento y estudio sin fin y sin descanso. Combates uno tras otro contra Reclutas y otros cargos superiores de la Marina. Combate tras combate, victoria tras victoria e incluso derrota tras derrota. Una infinidad de esfuerzo, de sudor y sangre que, por fin, le habían valido el reconocimiento de sus superiores. Había sido considerado, junto a muchos otros de sus compañeros, como uno de los futuros talentos de la Marina en lo que a Espadachines se referían. Como muchas otras veces habían hecho, la Marina había mandado a dichos prodigios a Shimotsuki, isla donde se encontraban los mejores dojos de esgrima en todos los Blue. Era sin duda el lugar ideal para que los Espadachines entrenaran y mejoraran sus habilidades con la espada. Balmung estaba entre ellos.

Había permanecido impaciente y emocionado ante los futuros combates, mas hasta entonces no había tenido otra tarea que la de entrenar con uno de los tantos maestros que la Marina había seleccionado de forma individual para cada Recluta. Él, con sus particulares armas, no había tenido mucha suerte y solo un anciano había demostrado un destacable dominio en los katares, arma oriental que usaba el castaño para combatir. Tras el corto entrenamiento por fin había llegado su tan ansiado momento. El torneo por fin daba comienzo.

De todo había en el lugar aunque, en su mayoría, no eran más que espadachines chapados a la antigua embutidos en un kimono y con una katana al cinto. No molestaba en absoluto al Recluta, simplemente le sorprendía tanta monotonía en la Marina. El escuchar su nombre y el de su contrincante, una mujer para ser exactos, sacó al Espadachín de sus ensoñaciones y le permitió observar a quien sería su rival. Por fin originalidad. Lo que podría haber sido un kimono era un uniforme de la Marina con una característica armadura que portaba el emblema del a mencionado organismo. Él no iba mucho menos llamativo; lo que podría haber sido un uniforme estándar de la Marina, o el anteriormente citado kimono, era un uniforme de imagen policial absolutamente azabache con los rebordes blancos, una camisa debajo del mismo color y una corbata también negra que portaba por dentro de la chaqueta. El emblema de la Marina estaba en la solapa del cuello. Gran detalle eran sus enguantadas manos y la gorra que ocultaba parte de su castaña melena, así como unas gafas de efecto espejo color café. Sus verdosos ojos se veían ligeramente a través de los cristales. Un par de katares permanecían tras su cintura, cruzados a la espalda.


- Oneiros F. Balmung, es un placer Brelania-san.- Se presentó educadamente el Marine.- Suerte le deseo también en el combate y, si no le es inconveniente desearía que fuera usted quien ejecutara el primer golpe.- De uno de los bolsillos sacó una piruleta, de sabor a fresa, que se llevó a la boca. Acto seguido tomó ambos katares en sus manos. De afilada hoja triangular con una longitud de algo más de medio metro y con un recubrimiento para el dorso de la mano. Todo de metal.- Cuando quiera, Brelania-san.- Y anunciado por fin el inicio del combate el Espadachín se situó en posición dejando las piernas algo abiertas y los brazos lacios a los lados. No gustaba de atacar el primero, y ahora lo que más deseaba era ver como se combatía con un arma tan curiosa como la que portaba la mujer.
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Mar Jul 05, 2011 7:47 am
Alagondar frunció el ceño. Aquel hombre frente a ella, rubio y con un traje negro que se parecía más a un agente secreto o un detective privado que a un soldado o recluta da la Marina; era realmente curioso, y estaba comprendiendo en ese momento que no se enfrentaría al típico usuario de katana. Además, usaba gafas, lo que le daba aún más esa imagen de blues brother rubio. Claro, que con su coraza y su espada larga, no era la más indicada para hablar de gente común, y ella tampoco era una usuaria de katanas. En ese punto, estaban empatados. Los murmullos a sus espaldas seguían, pero ahora no parecían hablar sólo de ella, sino que comentaban el aspecto del otro combatiente. Al parecer, tanto llamaban la atención uno como otro.

Tras una más que destacable demostración de modales, él sacó sus armas, un par de triángulos metálicos de aproximadamente medio metro. Al parecer, se agarraban con el puño y se utilizaban para golpear, perforar y cortar. No era muy difícil deducir de esas armas duales que su adversario se movería deprisa, más deprisa que lo recomendable, y que si demostraba algo de habilidad con esas armas exóticas, le pondría en un serio apuro. Partía con ligera desventaja en cuanto al conocimiento sobre ese arma, y al parecer le tocaba dar el primer golpe. Lo único que podía hacer, era simular el combate contra dagas. Muchos delincuentes lo usaban y a eso sí estaba acostumbrada. Agarró su espada con ambas manos y se dispuso a atacar.

Avanzó lo necesario para, aprovechando que su arma medía casi el doble que las hojas de aquellos katares, situarse lejos del alcance de su enemigo, pero teniéndole a él al alcance. Su espada, agarrada con ambas manos, la izquierda en la parte inferior de la empuñadura y la derecha sobre ésta; describió un movimiento diagonal descendente, de izquierda a derecha, sin bajar mucho más de la cadera. No buscaba profundizar mucho la esticada, ya que aún no había conseguido abrir una brecha en sus defensas y sería suicida. Al tiempo que lanzaba la estocada, avanzaba con su pierna derecha, descargando su peso sobre ésta y con ello su centro de gravedad. Los músculos de su diestra estaban tensos y listos para reaccionar.
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Mar Jul 05, 2011 12:09 pm
Los comentarios acerca del aspecto que portaban ambos contrincantes ya había dado un par de vueltas a todos los espectadores de la batalla. Susurros y ligeras carcajadas resonaban en el apacible ambiente y rompían el pesado silencio que se había formado entre ambos oponentes. El Espadachín no había obtenido mayor respuesta por parte de su igual que una seria y firme mirada. Devolviendo esta observó a la temible mujer. La armadura haría de su defensa algo excepcional, por no olvidar que la espada larga le daría una gran ventaja en fuerza y en potencia de corte…pero no en velocidad y agilidad. En eso quizá el castaño podía sacarle alguna ventaja a su adversaria quien, sin esperar un asegunda invitación por parte del Recluta, se lanzó directa a atacar.

El ataque demostró dos cosas; que la mujer no era idiota y que sabía aprovechar el arma que portaba. La mayor desventaja de los katares era su falta de alcance, cosa que compensaba con creces la gran libertad de movimiento que ofrecían. Pero una debilidad era una debilidad. Su oponente, al contrario, gozaba de un gran alcance pero de una clara limitación en lo que a libertad de movimientos se refería. Ella dominaba las distancias medias, él las cortas. Quien mantuviera a su contrincante en el lugar adecuado ganaría el combate. Lejos de seguir debatiendo sobre aquellas ideas el Recluta prestó total atención al golpe de su oponente que se trataba de un simple corte diagonal y descendente. No era un ataque complicado de contrarrestar, pero tampoco era cuestión de confiarse. Iría en serio desde ya.

Cruzando ambos brazos formando una eficaz cruz detuvo el potente corte de la pelirroja. A la vez que detenía el golpe sus rodillas eran flexionadas para repartir la fuerza del impacto y no verse sumamente afectado por la fuerza ejercida de su enemiga. Le tocaba. Desmontando media cruz, pues su diestra aún estaba en contacto con el arma de su rival, se lanzó sobre ella. Deslizó la plana y afilada superficie de su arma derecha por toda la hoja de la mujer a la par que ejercía presión, buscando alejar todo lo posible el arma o retener esta para impedir que la mujer continuara con el golpe. Su siniestra, una vez fue recortada la distancia suficiente, descargó una estocada en dirección al estómago de su rival. Su brazo siniestro permanecía tenso y firme, a la espera de cualquier movimiento de su contrincante para reaccionar de forma veloz.
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Mar Jul 05, 2011 12:43 pm
Tal y como esperaba, y contando de antemano con ello, su rival no tuvo grandes dificultades en interceptar su expeditivo golpe, que más bien cumplia una función de tanteo que otra cosa y hubiera sido decepcionante herir a un rival con un movimiento tan simple y poco profundo. Un claro movimiento de apertura que le permitiese meterse realmente en el combate y empezar a luchar. Su arma estaba diseñada para combates a gran escala, y era una de las más utilizadas en medio de una batalla, y no en un duelo individual. No obstante, también cumplía perfectamente esa función, y el único defecto que tenía era la lentitud. Pese a no ser un arma excesivamente pesada, era algo grande y quieras que no, era menos manejable que otras más pequeñas, como unos katares. Y su adversario había leído eso con facilidad. Parecía que ambos espadachines se habían comprendido al instante.

El sonido del acero deslizándose sobre el acero era, para ella, más fiable que cualquier visión, por lo que en ese momento sus oídos mantenían bajo control el katar derecho, que permanecía pegado a su espada. Él recortaba distancias, y estaba segura de que no tardaría en lanzar un ataque, por lo que puso atención especial a la otra arma. Para empezar con su defensa, activó el recurso que había preparado en el movimiento de ataque. Al organizar un tanteo, le quedaba energía para reservarse una defensa. Su pierna derecha, la más adelantada, impulsó ligeramente hacia atrás el cuerpo de Brelaina, buscando una nueva distancia ventajosa. No era sólo eso, sino, que su movimiento era acompañado de un giro de sus brazos, llevando el codo derecho hacia el interior de su pecho y girando la orientación de su arma en el proceso, para desviar ligeramente las cuchillas de su oponente. Aprovechó la ventaja de usar el arma a dos manos para ganar un poco más de fuerza y conseguir lograr su movimiento.

Ahora, con el peso sobre su pierna izquierda y con la espada apuntando ligeramente hacia abajo, lanzó su brazo izquierdo, soltando la espada de la mano derecha. Ganó así libertad de movimiento, evitando que sus brazos se liasen entre sí. El ataque que siguió no fue otro que una rápida y totalmente perforante estocada con el hombro derecho del castaño como objetivo. Las armas duales tenían una ventaja y un inconveniente a la vez: se usaban en dos manos. Si se eliminaba la capacidad de actuación de una de ellas, el potencial quedaba reducido a la mitad. Brelaina lo sabía bien, y eso estaba buscando. No obstante, sabía que su adversario no se lo pondría fácil, y eso fue lo que le hizo sonreir.
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Mar Jul 05, 2011 2:10 pm
Lejos de sorprenderse o asombrarse, lejos de ver su orgullo herido o su valor minado, el Recluta no pudo hacer otra cosa que observar con innegable satisfacción como su oponente, de una forma tan grácil que resultaba complicado pensar en ella como una guerrera sacada del medievo, evadía la feroz estocada con una sencilla pero eficaz retirada a la par que cortaba el aire con su arma buscando los aceros del Espadachín. El entrechocar de estos generó más de un silbido entre el público. Nadie había esperado nada de ellos y, por el momento, estaban demostrando una habilidad digna de un Sargento o de algún cargo mayor. Los susurros y las risitas infantiles habían quedado atrás y el asombro era lo único que se dibujaba en la cara de los espectadores del combate. No habían hecho nada más que empezar.

El envite de Brelania no parecía tener mayor objetivo que apartar ambas armas del Marine. Una acción que de no ser porque el Espadachín abrió ligeramente las piernas para resistir mejor el empuje y la fuerza del arma del adversario, habría tenido un total éxito y de paso habría dejado al castaño en una muy desfavorable situación. No fue el caso y Balmung salió airoso del golpe. Lo peligroso vino después en forma de una potente estocada que buscaba, con gran puntería, el hombro. Un movimiento casi reflejo salvó al Espadachín de una gran desventaja. Rotando el codo de su diestra hizo chocar su katar contra el filo de su rival haciendo que este únicamente raspara ligeramente el uniforme policial del Marine. No hubo pausa o pensamiento, se lanzó al ataque.

Aprovechando la abertura de su oponente causada por la fallida estocada el Espadachín se adentró en la zona de su enemiga con ambas manos por delante. Un ataque sencillo, una doble estocada dirigida a una zona altamente letal; el cuello. En vista de la potencia defensiva del arma de su rival y de que esta poseía una coraza que ni en sueños podría atravesar, solo quedaba una zona sensible. El cuello. Un entrenamiento que poco a poco comenzaba a resultar tanto o más interesante como una batalla real. Algo que, seguramente, no gustaría a los Capitanes de la Marina. Pero eso daba igual, ellos no combatían.
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Mar Jul 05, 2011 3:32 pm
En esta ocasión, Brelaina sí que chasqueó ligeramente la lengua, ante el fracaso de su estocada. Pero por nada del mundo borró esa sonrisa de su cara. Por extraño que pareciese, la pelirroja deseaba que esa ida y venida de ofensivas, respondidas siempre con la más perfecta de las defensas, no terminase nunca. No deseaba herir a su compañero, y mucho menos matarlo, pero sí que quería usar contra él sus golpes más eficaces, los más letales de todo su repertorio. Quería dar lo mejor de ella para que ese baile de aceros se prolongase lo más posible. Ignoraba completamente las expresiones y comentarios de asombro que provenían de los otros reclutas, así de los oficiales al mando. Tampoco reparó en las sonrisas de los maestros que habían entrenado con ambos jóvenes. Sencillamente, la veinteañera estaba totalmente inmersa en aquel combate, concentrada al máximo en el desafío que el castaño suponía. Y sonreía.

El ataque de su rival, como era de esperarse, era magnífico. Había aprovechado completamente el pequeño hueco que había quedado en sus defensas y se había colado para lanzar una doble estocada hacia el cuello. Era un golpe letal, pero Brelaina no podía permitirse encajarlo. No quedándole tanto por hacer en la vida, tantos sueños y metas por cumplir. La fémina, con un preciso movimiento sincronizando sus dedos y su muñeca izquierda, hizo girar su espada por la empuñadura y agarró el arma a la inversa. Entonces, y nada más haber afianzado el agarre cerrando el puño con fuerza, dejandose llevar por la inercia del movimiento, giró la muñeca izquierda en sentido opuesto a las agujas del reloj, haciendo que su espada, cumpliendo la función de minutero, golpease los filos de los katares con fuerza, desviándolos hacia arriba por muy poco. Un par de mechones de su roja cabellera cayeron al suelo. Desde el público, se ahogaron unos gritos de asombro. Habían visto demasiado cerca la muerte de Brelaina, y con cada bloqueo que hacían ambos, menos gente se atrevía a burlarse de sus particularidades.

No era momento para relajarse, pues le había llegado el momento de contraatacar. Habiendo desviado sus armas hacia arriba, quedaba un espacio abajo que pensaba aprovechar. Su mano izquierda soltó la espada que, presta como un rayo, agarró la derecha a medida que caía, cogiéndola con la posición natural. En esa posición, el movimiento que seguía era simple y eficaz, un tajo. Se trataría de un revés con la mano derecha, dispuesto a aprovechar la cercanía del otro recluta para que el corte fuese más profundo. En una batalla normal, ese ataque hubiese sido letal. Pero sospechaba que esta no era una batalla normal, y no tenía duda alguna de que su adversario, su rival, su igual; sería capaz de salir ileso de esto. Tal y como ella había sobrevivido a ese doble ataque al cuello.
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Mar Jul 05, 2011 5:44 pm
Formidable. Era uno de los tantos adjetivos que acudían a la mente del castaño cada vez que buscaba la forma de describir a su adversaria. Hasta ahora pocos habían sido capaces de aguantar contra el Espadachín en un entrenamiento tan en serio como aquel…si es que aún podía llamárselo así. Desde hacía ya un rato que el Recluta no veía aquellas prácticas como una simple manera para mejorar. Lo que había empezado como un monótono entrenamiento se había convertido en el combate más interesante que había tenido el Recluta en toda su vida. La danza mortal que estaba llevando a cabo con su compañera resultaba complicada de seguir incluso para el ojo más experto y aunque llevaban no más de unos pocos intercambios de golpes cada choque de aceros se volvía una eternidad para el Espadachín que formaba en su mente la mejor estrategia para salir indemne de los letales ataques de su rival para después ser él quien ejecutara una mortal acometida. Una sonrisa se dibujó en el rostro del castaño. Se estaba divirtiendo.

Mas la diversión tuvo que esperar ante el nuevo fallo del Espadachín, quien vio sin remedio como sus katares se desviaban hacia el cielo no haciendo mayor mella a su adversaria que un ligero corte de pelo. Maldijo para sus adentros la gran esquiva de su rival sin dejar de sonreír mientras su verde mirada tanteaba ahora el nuevo y mortal ataque de su contrincante. La simpleza tomaba de la mano a la efectividad en el golpe de la pelirroja que no fue otra cosa que un corte. Dicho corte partiría en dos al Marine si nada hacía por evitarlo. Un par de altos mandos de la Marina se dispusieron a intervenir, mas no fue necesario. Usando su pierna derecha como si de un látigo se tratara, alzó su extremidad colocando el empeine de su bota en la muñeca de su contrincante. Al mismo tiempo que esta ejecutaba su ataque el Espadachín realizaba un movimiento con su extremidad inferior en la misma dirección que el corte a la par que alzaba dicho miembro para así, inclinándose ligeramente para atrás, la letal hoja de su oponente solo cortara ligeramente la gorra que portaba y que, sin remedio, cayó al suelo. Volvía a tocarle.

Bien afianzado su pie derecho en el suelo el Espadachín no se hizo de rogar. Aprovechando el propio impulso obtenido durante su curioso bloqueo giró sobre sí mismo usando su diestra extremidad que lo había salvado como eje. La vuelta dada fue perfecta y la velocidad con la que había sido ejecutaba no hacía otra cosa que dotar de mayor poder a sus katares. El diestro se dirigió en pos de degollar a su adversaria mientras que el siniestro aguardó a la altura del estómago por si sus servicios eran requeridos.
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Mar Jul 05, 2011 6:13 pm
La sonrisa de Brelaina se ensanchó hasta niveles que no recordaba ya. Hacía tiempo, demasiado tiempo, que no disfrutaba de un combate tan igualado. Hacía demasiado tiempo que no encontraba un rival tan parejo a ella en todos los sentidos y hacía tiempo que no se encontraba bailando tan al límite de la muerte. Su tajo, profundo y directo al estómago, había sido neutralizado de una manera que hacía que pareciese fácil. Por el rabillo del ojo había visto levantarse a los superiores, pero ella no había detenido el golpe, había sido él es que había salido sin el menor daño de allí. Y no sólo eso, sino que para su desgracia o suerte, según el lado de su cerebro al que le preguntes, seguía con ganas y fuerzas para luchar al mismo nivel. Ahora, tocaba defenderse.

Con horror comprobó que su espada esta vez quedaba demasiado lejos como para bloquear las pequeñas armas de puño que usaba su adversario. El movimiento era demasiado rápido para una esquiva total, así que en cuestión de segundos planificó una defensa que combinaba esquiva y bloqueo. Era un tanto arriesgada, pero tenía que llevarla a cabo. En ese baile, o se vivía o se moría. Y la distancia se medía en milímetros. Estaba ligeramente agachada, así que con todo el ímpetu que pudo-levantando los brazos para ganar fuerza- se impulsó hacia arriba, en lugar de hacia atrás. Esto era una sorpresa, para un observador externo, pero ella tenía una idea y la estaba llevando a cabo. El katar se acercó hasta que, por primera vez en el combate, un arma alcanzó el cuerpo de un contendiente. El sonido producido fue similar al de golpear una caderola con un cazo. Metálico. La coraza de Brelaina había sustituído, con ese movimiento sustituír su garganta como objetivo. Una raya cruzaba el pecho de la coraza, sin haber calado en el metal más de medio milímetro. Estaba intacta y eso no podía considerarse un golpe por parte del rival. Ahora era su turno.

Nuevamente, agarró la espada con ambas manos y, estando todavía en el aire, la levantó por encima de la cabeza. Cuando apoyó los pies en el suelo, descargó el tajo. Ahora, repitió el corte que había realizado en primer lugar, con un ligero matiz que lo hacía completamente diferente al otro. Esta vez no era un tanteo. Esta vez no era un golpe controlado para retirarse, como una escaramuza. Esta vez, era un golpe profundo y poderoso, potenciado por la misma gravedad. Los superiores, al verla, dieron un paso adelante, dispuestos a parar el combate. Aquel entrenamiento, convertido en una letal exhibición, parecía estar llegando a su fin, para bien o para mal.
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Mar Jul 05, 2011 6:58 pm
Magnífico, increíble, inimitable…cuantas palabras por su cabeza pasaban a cada segundo que transcurría en el intenso, veloz y emocionante combate. Los que habían sido silenciosos espectadores eran ahora un animado público dividido en dos por las dispares opiniones sobre el posible vencedor. Ya fuera el nombre del Espadachín o el de su pelirroja contrincante, ambos resonaban en el dojo y, los maestros y altos cargos, lejos de detener tal escándalo, parecían cada vez más animados con la letal danza que estaban ejecutando quienes pasarían a ser los más avanzados Reclutas del grupo, ¿cuánta gente podía presumir de ver un combate a muerte en un vulgar entrenamiento entre Marines? Era claro que de tan bella y magnífica batalla se hablaría durante semanas o meses, puede que hasta años. Pero tales cosas a pesar de su gran importancia no importaban en absoluto a la mortal pareja que se dirigía al último paso de su hermoso y letal baile de aceros.

Tras haberse librado del feroz ataque del Espadachín de una forma tan increíble como original, y es que el castaño Recluta deseó aplaudir el ingenio demostrado por su compañera al usar la armadura para librarse del mortal daño, la pelirroja Marine se decidió a dar punto y final con un ataque directo al cuello del castaño y que, en caso de recibirlo, le costaría caro. Cabeza no hay nada más que una. No podía evadir el ataque, tampoco bloquearlo…o quizá simplemente no quería hacerlo. Había sido la mejor batalla, la más pareja e igualada y bien sabía el Espadachín que, si lo desearan, ambos podrían estar ejecutando ataques y evasiones perfectos durante días. Pero debía de acabar. El katar derecho imitó el arma adversaria lanzándose en pos de decapitar a su oponente. Los gritos se sucedieron, los maestros y altos cargos decidieron intervenir. Demasiado tarde…el combate iba a empezar como terminó.

No hubo derramamiento de sangre, ni el suelo ni el acero se tiñeron de carmesí. No hubo vencedor ni vencido, muerto o vivo. El silencio, intenso y eterno, volvía a reinar. Ambos rivales se habían detenido a un escaso centímetro de distancia. Era eso lo que separaba ahora la vida de la muerte…pero la batalla había cesado, la emoción se había apaciguado. Observándose, inmóviles, invencibles, se encontraba la pareja. Satisfecho por lo experimentado, Balmung abandonó la zona en dirección al sitio que había ocupado antes de combatir. Su contrincante hizo lo propio. Se retiraron sin vítores o cánticos, sin alabanzas o felicitaciones. Nadie podía hablar y al Capitán le costó retomar los combates…pero ya daban igual. El plato fuerte había sido servido y todo lo demás carecía de importancia. Ignorando las atentas miradas que recaían sobre él, Balmung observaba en silencio, deleitándose con su piruleta, a la mujer que tan épico combate le había ofrecido. En ese instante lo supo. La pareja más letal de la Marina acababa de nacer.
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Miér Jul 06, 2011 3:48 am
Brelaina se quedó mirando al espadachín sin moverse, en completo y total silencio, como si el tiempo se hubiese congelado. Lo tenía a su merced, su espada estaba a apenas medio centímetro de su cuello. Si embargo, eso era lo que se veía desde su ángulo. Desde el de él, podía verse el Katar del castaño bajo su cuello, también a pocos milímetros de matarla. Ambos tenían la vida del rival a su alcance, y ninguno la cogía. Porque ninguno tenía la victoria, y ninguno había sido derrotado. Eso, había sido un empate en toda regla. Ahora, exhaustos, mientras respiraban agitadamente, se miraban en un completo silencio. Desde fuera, había murmullos y comentarios. Ese combate había dado mucho de qué hablar ese día, y seguro sería recordado en los tiempos venideros. Habían nacido dos proyectos de leyendas.

Sin pronunciar palabra alguna, simplemente, sonriendo ligeramente al haber encontrado a su luchador complementario, Brelaina envainó su espada larga y giró sobre sus talones, para caminar tranquilamente hacia al lugar desde el cual había sido llamada a combatir. Por el camino, quienes antes se reían de ella, ahora trataban de sacarle algún comentario, de felicitarla, e incluso los más envidiosos de enfadarla de algún modo. Pero era, realmente, algo imposible en todos los aspectos. Acababa de tener el combate más completo de toda su vida. Por primera vez en mucho tiempo, se había divertido realmente. Cuando alcanzó su posición, volvió a girarse. Sus ojos se encontraron con los de su rival y, esbozando una sonrisa, asintió en silencio. El significado estaba claro, al menos para aquellos que habían participado en esa danza. Los de fuera, sencillamente, no podían entenderlo.

Algunos de los oficiales se removían incómodos en su asiento, viendo su cargo peligrar ante unos novatos como aquella pelirroja de la espada y el castaño de los katares. Y su historia, acababa de empezar.
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