Taller Movil Akumetsu

Después de escapar del todo poderoso pirata Riddick, mas bien después de ser mandado a volar por el, el joven ángel y su extraña cornamenta, fueron a parar al puerto de aquella famosa ciudad donde el rey pirata había expulsado su ultimo aliento y donde su "monumento" había sido arrancado hace unos segundos, claro que el rubio no tenía idea alguna de la importancia de este sitio debido a su falta de información sobre la cultura del mar azul.

En su huida termino llegando hasta la zona de la playa que estaba por debajo del muelle, no era muy extensa la playa y esa zona en especial contaba por ser la que estaba mas llena de los desperdicios del mar y de uno que otro molusco o crustaceo que andaba por ahí buscando algo de comida.

-Bien este parece ser un buen lugar, me quedare aquí mientras espero a que se enfríen las cosas.

Se decía así mismo el con un tono alegre y enérgico de voz a pesar de tener un ligero cansancio por el sprint de hace unos momentos, pero por que hablaba solo? pues simple para no sentirse solo aunque si se sentía todo un loco. No demoro en sentarse sobre un pedazo de madera rota que había por ahí, como le había mencionado a su compañero en el oficio de la carpintería tenia que trabajar en su proyecto, mas bien empezar y digamos que ese clima mas húmedo de lo normal, por el estado de los pilares de madera, la arena y los desperdicios como algas y algún que otro objeto muy remojado en el mar, le relajaban mucho, y el algo apestoso aroma en el aire le recordaba mucho al taller de Skypie en el que trabajaba, dándole un sentimiento nostálgico por la ausencia de su maestro.

-Estará orgulloso de mi cuando me vuelva el mejor....se que así sera.

Dándose ánimos comenzó con su labor al quitarse sus botas de metal, al menos una y sacando sus herramientas y su Jet Dial, que se trajo de uno de los weavers antes de irse, comenzó a desmantelar todo y a revisar las partes viendo como hacerlas encajar sin estropear el mecanismo del Dial, modificandol para que se ajuste a las botas, para ojos inexpertos simplemente era un desorden de piezas metálicas pero para el era tan común como respirar, incluso mejor por que disfrutaba de trabajar así con esa paz y con muchas ideas en la cabeza. El tiempo pasaba y las piezas iban encajando poco a poco, tampoco era muy difícil ya que tenía los planos en mi cabeza solo habría que probar materiales para ver cuales eran mas ligeros pero sin que perdieran mucha resistencía era cuestión de prueba y error, pero en medio de su labor algo pequeño se acerca, dedibido a la falta de concentración en el entorno fue que el ángel no vio al pequeño cangrejo que de forma traviesa o territorial, mas lo primero uso su poderosa tenaza para apretarle el dedo gordo de uno de sus pies, algo extremadamente doloroso, lo suficiente como para hacer que mirase hacía abajo notando al crustaceo prendido de su dedo, la reaccion fue lenta pero muy estridente al profanar un alarido perforador de timpanos para cualquiera que pasase cerca.

-Cangrejo y la p%$#@! que te pario

Grito el joven furioso quien de una patada, alimentada por su dolor e ira instantanea, al aire samarreo al cangrejo y lo arrojo contra una columna, algo no muy difícil de hacer, sin embargo el pequeñin no se mostro feliz por esto a pesar de robarle un grito a su invasor, fue directo al mar metiéndose en el agua.

-Eso es huye cobarde....eso si que dolió...tal vez sea bueno apretando tuercas y justo no tengo una llave inglesa aunque podría....

Mirando bajo sus pies estaban sus botas casi terminadas y los materiales que estaba usando, al parecer le sobrarían un par y su mente creativa ideo algo que dejo en segundo plano a sus botas, aun así se las coloco aunque no estaban terminadas y comenzó a trabajar en su pequeño proyecto, el cual le tomo apenas 5 minutos, un cangrejo robot.

-Veamos te llamaras Wasky-01...veamos si sirve tu programación, apreta las tuercas de mis botas.

Los ojos del crustaceo metalico se iluminaron y este se acerco caminando de lado a las botas del carpintero para ajustar las tuercas dentro del mecanismo. Pero mientras el admiraba su creación, desde el agua se asomaban un par de cuernos que parecían ser pequeños así como unas pelotas negras y con un leve reflejo cada una.

El androide bautizado como Waski-01 cumplía su función para la que fue diseñado, en verdad era muy hábil, sin auto elogiarse el cornudo de pequeñas alas en su espalda que eran cubiertas por su chaleco, ya que resulto a la primera pero también esa había sido una orden muy general habría que ver como le iría con una mas compleja, pero todo pensamiento que tenia en su cabeza sobre el diseño del androide que solo podía caminar de lado cuando una voz lo distrajo, se trataba de una hermosa mujer de cabellos rosados que casi deja boqui abierto a Kozart, claro mentalmente ya que no se dejaría ver con una expresión así al menos no concientemente, aun así el oír esas palabras lo animo, alguien que apreciaba su trabajo eso si era algo que valoraba mucho el ángel.

-Jeje tampoco es para tanto, solo puede apretar tuercas y aun no termino de probarlo.

El rubio se levantaba de su asiento para ir a presentarse ante la chica pero ni bien se levanto se percato que el cangrejo estaba a la altura de su rodilla prendido con una de sus pinzas de una tuerca y balanceandose, evidentemente tenía mucha devoción en su programación hacía el trabajo.

-Lo vez? jeje...igual ya termino casi.

Solo faltaron unas pocas tuercas mas que terminaba de apretarlas el cangrejo hojalatero en lo que el chico extendia su mano hacía ella presentandose como corresponde:

-Soy Kozart, Kozart Leggetempesta....Puedo saber el nombre de la segunda persona que elogia mi trabajo?

Soltaba la pregunta adornandola con una amplia sonrisa, aunque sus dientes medio filosos y sus colmillos no le daban mucha cara de ternura mas bien de terror, es ese tipo de personas que no se da cuenta de lo que dice su expresión a pesar de querer demostrar otra cosa. Ni se le había ocurrido preguntar como fue a parar a donde el estaba su supuesto "escondite super secreto" pero era mas que obvia la respuesta.

Si ella accedia a estrechar su mano, una vez lo hiciera levantaria una de sus piernas pero sin mover su rodilla para que la mujer pelirrosa pudiera ver las botas que estaba usando el ángel, el cual sonreia divertido.

-Si te pareció genial el cangrejo pues tendrías que ver lo que hacen mis botas ahora, si gustas puedes ver mientras hago el testeo para ver si funcionan correctamente.

Se sentía raro hablar con terminos asi frente a aquella chica pero el le restaba importancia solo por que estaba facinado con la idea de que empezaban a admirar su trabajo. La bota volvio a hacer contacto y ahora el cyborg con tenazas había soltado las tuercas pero ni bien vio mas figuras, en este caso los dedos de la mujer, trato de atraparlos con sus pinzas pero esta fue mas agil para evitar ser "atrapada" por asi decirlo.

-A eso me referia tambien, hay que tener cuidado su agarre es mas fuerte que el de uncangrejo pequeño y de por si uno pequeño es capaz de romperte los dedos con la pinza.

El enano hojalatero parecía bailarin de flamenco con sus pinzas que actuaban como castañas aunque mas que eso llamaban al resagado cangrejo que antes había sido arrojado, este tiraba espuma por la boca y fue directo a Waski, al parecer queria pelear y antes de que alguno de los dos se diera cuenta de lo que estaba pasando, los dos cangrejos, el original y el bionico estaban forcejeando.

Habían pasado unos cuantos días desde el incidente de la plaza y la alocada huida que tuve con el pirata estrambótico recorriendo todo el puerto hasta encontrar un refugio donde curar nuestras heridas y descansar. La herida del brazo producida por el puñal de aquel maldito asesino ya había perdido la tonalidad de rojo parduzco que tenía la costra y se había convertido en una cicatriz. Qué oportuno, heridas de guerra en el brazo izquierdo sin haber siquiera pisado el Grand Line. Si mis padres levantasen la cabeza de su tumba y me viesen ahora se asustarían de ver cómo su hijo se había convertido en un prófugo de la justicia por haberles vengado. A pesar de que la causa de mi búsqueda era haberles vengado, cuando ellos vivían condenaban toda violencia y no les gustaba nada que me metiese en peleas en mis intentos fallidos de robo.

Ahora me veía obligado a evitar las calles con un exceso de afluencia de gentes, pues la Marina no había tardado mucho en colocar carteles de Wanted! con mi cara, llegando a empapelear algunos muros con ellos. No es que ofreciesen una gran recompensa por mi cabeza, pero desde que controlaban la entrada y salida de barcos a la isla era imposible escapar de esta ciudadela y sólo era cuestión de tiempo que me encontrasen en la ciudad del Alfa y el Omega, que se había convertido en mi particular isla-prisión. Me veía recluiso siempre en nuestro refugio o deambulando por los callejones y zonas menos pobladas para evitar un posible encontronazo con los Marines. A primera hora de la mañana podía permitirme correr el riesgo de visitar el mercado cubriendo mi cabeza para conseguir algo que llevarme a la boca.

Hoy era un día bastante extraño. Desde un callejón había observado cómo varias unidades marines dejaban sus zonas asignadas y se movían en masa en dirección hacia el centro de la ciudad. Escuchando a algunos marines mientras corrían pude escuchar que algo había pasado en la Plaza del Altar de ejecuciones, el mitico lugar donde acabaron con la vida de Gold Roger. Había estado cerca de esa plaza desde mi temporada de escondido, pero nunca la había podido pisar debido a que siempre había muchos soldaditos rondando la zona. En cualquiera de los casos, eso me beneficiaba, pues al estar todos los marines concentrados allí, podía dejar de ocultarme durante un rato y hacer un poco de vida normal, fuera de estar siempre agazapado y acechando desde los callejones.

Tal vez fuese la oportunidad que necesitaba para ir a visitar la playa. Me era realmente dificil acceder, pues para ello había que atravesar una parte del muelle, que siempre estaba lleno de marines. Fui corriendo a la zona portuaria a ver si mi intuición era correcta o no, y al llegar observé que no me equivocaba: no había marines por la zona. A pesar de esa aparente situacion de no vigilancia, preferí seguir encapuchado en caso de que hubiese algún rezagado que pudiese identificarme. En el momento en que bajé a la playa, pude observar a una peli-rosa hablando con un tipo... ¿con cuernos? Estaba claro que no era de por aquí, tal vez fuese algun Gyojin raro que había llegado a la isla o alguna raza extraña, pero nunca había visto algo así. Un pequeño aparatito con forma de cangrejo daba vueltecitas a su alrededor, era bastante divertido verlo. ¿Sería de alguno de ellos o esta ciudad escondía más secretos de los que aparentaba? No sabía qué hacer, si acercarme a ellos, conversar un poco y aprovechar algún descuido para robarles algo, quedarme allí observándoles, marcharme... Era demasiadas cosas para decidirme por una sola.

Decidí ponerme a observar un poco a la pareja e intentar deducir algo sobre el origen del chico de los cuernos. Seguí observando cómo aparentaban que mantenían una amena conversación, oía la conversación, pero solamente era capaz de identificar palabras sueltas de la conversación, como "botas" o "paseo". Con éso solo podía entender que estaban hablando sobre ir a dar un paseo o algo, cosas vanales que carecían de cualquier interés para mí. Lo que sí que llamó la atención fue la orden de apagado que dió el personaje de los cuernos. Con una voz, las bombillas que constituían los ojos del robotito empezaron a parpadear y, en cuestión de segundos, el crustáceo mecánico había transformado su forma en la de una cajita pequeña. ¡Qué curioso era ese animalejo! De ser una imitación de un cangrejo a ser una pequeña cajita para un mejor y más cómodo transporte. Cosas así me vendrían bien, eso me facilitaría los robos a otras personas. Tal vez sería bueno "cogerlo prestado".

Aunque el cangrejo robot no era el único aparatito que descubrí en ese encuentro. Observé cómo el chico daba una zancada tremenda desde la playa hasta la orilla del mar que se encontraba a varios metros de distancia suya. Durante el salto, pude ver con más detalle al cornudo, ya que antes la mujer del pelo rosa chicle me obstaculizaba la vista: llevaba unas ropas muy extrañas, como si viniese de otro país, unas botas de un color grisáceo que brillaban con los rayos del sol como si estuviesen hechas de metal y un extraño accesorio en la espalda... A primera vista, parecía dos protuberancias recubiertas de plumas blancas, pero al fijar la vista un poco más pude ver por un instante que parecían salir de debajo de la ropa. Este tipo no hacía más que darme cosas en las que pensar. ¿Un tipo con plumas blancas a la espalda y cuernos? Había leído algo cuando era niño acerca de gente así, pero en ese momento no conseguía recordar más sobre ellos.

Mientras seguía con la mirada con todo detalle al hombre durante su vuelo, por llamarlo de alguna manera, con el rabillo del ojo pude ver cómo la jovenzuela estaba haciendo lo mismo que yo: observarle sin dejar de prestarle atención. Al aterrizar, dejé de seguirle con la mirada para volver la cabeza hacia la pelirrosa. En el instante en que comencé a mirarla, ella movió el ojo y pareció cómo si me hubiese visto también. Se giró y me hizo un gesto con la mano para que me acercase a su posición. Era la oportunidad perfecta para desentrañar más el misterio que envolvía al muchacho cornudo y a sus aparatitos. Me acerqué caminando hacia donde estaba la pelirrosa para establecer algún contacto con ellos y poder averiguar algo sobre el mozalbete. Llegué allí en unos segundos y empecé la conversación con aquella mujercita, que tenía un aire a intelectual.

-¡Hola, buenas! ¿Que tal?-pregunté, cordialmente. Era una persona bastante cuidadosa a la hora de establecer una conversación, y siempre había que guardar las formas, así se engañaba mejor a las personas.- ¿Éste pequeño amiguito es tuyo?- consulté con la jóven, mientras señalaba a la pequeña cajita grisácea que hacía unos instantes era un cangrejo metálcio.

Tras la respuesta de la jóven, pensé que tal vez sería mejor preguntarla algo acerca del chavalín rubio. A lo mejor ella podía esclarecerme un poco el origen de aquel misterioso tipo con unas formas un tanto extrañas y extravagantes.

-¿Conoces a aquél chico? No parece que sea de por aquí. Nunca antes había visto unas ropas como esas. - comenté a la damisela, con una sonrisa en la cara. Desde hacía dos semanas no había sido capaz de esbozar ningún intento de sonrisa, aunque fuese falsa. Entre la presión de ser un prófugo y los cambios bruscos que habían acontecido en mi vida en tan poco tiempo, no tenía moral suficiente como para sonreir.

Como era de suponer a primera vista, el pequeño crustáceo metálico pertenecía al extraño ser rubio de protuberancias en la cabeza. Era una persona bastante misteriosa pero, a la vez, muy interesante y era capaz de despertar mi interés, algo que poca gente que no perteneciese a la clase afortunada podía conseguir. Ahora sólo me faltaba saber si élla me podría decir algo más sobre aquél muchachillo.

-Entiendo. ¿No te parece un poco extraño eso de que tenga cuernos y alas? ¿O sabes tu de dónde proviene ese tipo? - pregunté a la pelirrosa, con bastante interés en su respuesta.

La conversación no duró mucho, pues mientras el muchachito se acercaba a nosotros, una pinza azul de grandes dimensiones emergió del agua para provinar un buen golpe en el costado al cornudo, lanzándolo en nuestra dirección. Pero esa pinza no salía del agua sola y sin ninguna razón, pues al segundo apareció la prolongación de esa pinza: un cangrejo azul bastante más grande de lo normal, que emitía espuma por la boca como si de un perro con la rabia se tratase.

-¿Pero qué coñ...? ¿De dónde ha salido eso?- exclamé, horrorizado al observar que el crustáceo portaba otra pinza de las mismas dimensiones que la primera. Si había sido capaz de derribar a una persona con un solo golpe de pinza, no me quería ni imaginar lo que podría hacer usando las dos. Ante la rápida presentación del muchacho, que parecía llamarse Kozart, sólo dije unas palabras como siguiendo la corriente, estaba demasiado ocupado observando con temor al bicho ese como para distraerme en cualquier cosa.- E-encantado. Soy Hayato

Tras las presentaciones, la pelirrosa se puso entre el herido y el cada vez más próximo crustáceo, con fines de protegerle. Por lo que pude deducir de la conversación de los dos, ella respondía al nombre de Ared y, realmente, no se conocían mucho. Desenfundé el bastón y lo armé en un abrir y cerrar de ojos, preparándome para la próxima batalla. Necesitaba distraerme un poco y renovar las ideas que recorrian mi cerebro, así que qué mejor manera de hacerlo que zurrar a un cangrejo gigante salido de la nada. Parecía que los únicos que podíamos luchar eramos Ared y yo, pues Kozart estaba herido y casi no era capaz de mantener una conversación.

-No te preocupes, nosotros dos nos encargamos de este proyecto de sashimi. -dije, bromista. Me asustaba pararme a pensar lo que hacía por un pequeño robotito con forma de cangrejo, pero si él lo había construido tal vez pudiese servirme de algo en un futuro.

- Me parece bien, no es algo que haya que forzarle.- le respondí a la jóven damisela del pelo color chicle que se encontraba a mi lado. Era el momento de prepararnos para evitar el ataque inminente del crustáceo gigante.

Yo tenía preparado mi querido bastón de punta metálica, y parecía que Ared iba a luchar con un puñalito, mientras que Kozart estaba a nuestra espalda, por lo que no pude ver si preparaba algún arma para el combate. Menuda parejita hacíamos contra un animal de duro caparazón y pocas partes blandas a las que golpear. Si salíamos ilesos de esa, sería más por obra divina que por nuestras posibilidades.

El animal llegó a nuestra posición y comenzó su ataque, usando su pinza derecha como si fuese un martillo para aplastarnos. Al ver sus intenciones, di un salto hacia delante para intentar esquivar el golpe, haciendo una voltereta al tocar el suelo. Consecutivamente y, antes de que la pinza llegase a tocar el suelo, el rubio la agarró con todas sus fuerzas. A pesar de estar herido, seguía teniendo una gran fuerza. Ahora tenía que buscar alguna forma de herirle. Su concha era demasiado gruesa como para que la atravesase con mi bastón, así que no podría golpear en cualquier lado. Miraba rápidamente de un lado a otro del cangrejo, y lo único que veía era el cuerpo reforzado del crustáceo. Entonces observé cómo Ared se dirigía hacia la cabeza por el brazo del animalito. ¡Eso era!

Como si una musa hubiese susurrado a mi oido lo que tenía que hacer, vislumbré claro el objetivo de mi ataque: La espumosa boca del animal. No tenia ninguna protección y conseguiría desequilibrarle y causarle bastante daño al animal. Di dos raudas zancadas para poderme colocar justamente debajo de la espuma que caía de la boca, di un salto vertical para conseguir la máxima fuerza e introducí el bastón hasta el fondo, quedando dentro de la boca casi dos de las tres partes que conformaban el bastón. Presioné el bastón un par de segundos para causarle el máximo daño y lo saqué con fuerza. El animal soltó un chillido de dolor y empezó a tambalearse. Parecía que los ataques habían conseguido hacerle algo. Para prevenir cualquier posible contraataque del cangrejo, retrocedí rápidamente un poco para guardar las distancias con el bicho.

-¡¿Te ha gustado?! ¡Ven a por más si quieres, maldita basura marina!-grité, desafiante al animal. la verdad es que el subidón de adrenalina que sentía por la acción me hacía sentir bastante bien.

El conjunto de golpes que habíamos combinado Ared y yo habían resultado de lo más eficaces para causarle un gran desconcierto en la mente del pobre animal. Las dos puñaladas que le propinó la pelirrosa provocaran que el animal perdiese todo sentido de la vista, además de que te clavasen un puñal en el ojo era muy doloroso, y con el bastonazo que le propiné en el interior de la boca le ayudé a que perdiese todo sentido, pues esperaba haberle dado en alguna zona nerviosa importante. Con eso, y que Kozart había estado sujentando una de las dos pinzas hizo que pudiésemos causarle tanto daño al animal.

Ahora se había llevado las pinzas a la cabeza para cubrirse un poco, como un acto reflejo cuando te hacen daño en la cara. Como bien decía Kozart, era el momento ideal para escaquearse del lugar, pues el azulado crustáceo estaba cegado temporalmente y no sería capaz de seguirnos. Había leido un poco acerca de los cangrejos, eran animales bastante orgullosos y cuando recibían daño enloquecían llenos de furia, pero no sabía cómo seria en un cangrejo de esas dimensiones. Supuse que el frenesí de un cangrejo gigante al que acaban de cegar sería una auténtica masacre como encontrase a alguna persona.

-Gracias.- agradecí, orgulloso de haberme lucido tras este tiempo recuperándome de la "juerga" que tuve en mi llegada a esta isla.- Estoy contigo Kozart, mejor irnos antes de que nos encuentre y nos haga picadillo-proseguí, dándole la razón al ángel. Me disgustaba tener que andar huyendo siempre, era muy cansado tener que estar escondiéndome siempre y salir corriendo a la mínima que me identificase alguien, pero la situación estaba como estaba y quedarse alli sería un suicidio.

Empecé a dar unos pasos cautelosos hacia atrás, manteniendo la mirada fija en el herido animal, para intentar ganar la mayor ventaja posible en caso de que empiece una nueva ofensiva del animal. No había profundizado en el tema, por lo que desconocía cuál era la calidad de la audición de los cangrejos, pero era mejor prevenir e intentar hacer el menor ruido posible no fuese que al hacer ruido fuese capaz de localizarnos sin necesidad de que sus dañados ojos recuperen su funcionabilidad.

-Pues que no se diga mas vamonos.

Sin dejar un segundo a la suerte me dispuse a irme de nuevo hacia la ciudad con tal de alejarme de la playa esperando que me siguieran

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Salimos del lugar perdon por el post hiper corto pero andaba con prisas.