- InvitadoInvitado
Ikari Gendo
Miér Mayo 18, 2011 4:03 pm
IKARI GENDO
»Nombre: Gendo Rokubungi (Nombre real y secreto) - Gendo Ikari
»Alías: Dr. Nerv
»Sexo: Masculino.
»Edad: 48
»Raza: Humano.
»Cargo: Recluta
»Alías: Dr. Nerv
»Sexo: Masculino.
»Edad: 48
»Raza: Humano.
»Cargo: Recluta
»Facultades:
-Estudios Alquímicos Avanzados: Gendo posee la capacidad para fabricar formulas químicas de diferentes tipos basándose o no en instrucciones, crear sus propias soluciones y demás.
-Estudios Médicos Avanzados: Gendo posee varios conocimientos médicos, pudiendo realizar complicadas operaciones, cirugías e inclusive trasplante de miembros.
-Inmunidad a X veneno x2: Las personas afines a esta cualidad son inmunes a dos tipos de veneno en particular. En el caso de Gendo es inmune al veneno Paralizante y al veneno degenerativo.
-Destreza: El usuario con suma facilidad puede dominar cualquier objeto que se proponga. [Fuera de Combate]
-Concentración: Las personas con una mayor concentración son capaces de pensar con mayor facilidad tanto dentro como fuera del combate, teniendo la mente siempre en frío y sabiendo como actuar.
Efecto: No sufrirán penalizadores por situaciones complejas o tensión.
Efecto: No sufrirán penalizadores por situaciones complejas o tensión.
»Profesión: Médico. Aunque en sí sus expermientos le han dado el calificativo de Científico, su principal rama es la medicina y biología por lo que a medida que evolucione el personaje podría incluso desarrollar habilidades de Ciencia avanzada.
»Akuma No Mi: Ninguna
-Debilidades: Ninguna
»Descripción Física: Delgado y con su rostro marcado por la culpa olvidada y los años se presenta este hombre, con sus ojos hundidos en medio de un mar de crueldad y certeza de justificación a sus propios actos, sus cejas, siempre ceñidas en conjunto con las ojeras de su eterno insomnio le dan una apariencia sumamente terrible y despiadada, auguriando sus intenciones sin siquiera mencionar palabra.
- Spoiler:
»Descripción Mental: Es un hombre con determinación para hacer cualquier cosa, con un mínimo sentimiento de culpa que solo se da a relucir en los momentos de soledad, cuando platica consigo mismo en un plano astral, casi en sueño, nunca justifica lo que hace pero siempre hace lo que planea, siendo una mente brillante de la estrategia basada en las acciones y costumbres de aquel a quien se acerca fingiendo estar interesado.
No conoce el respeto por la vida o por la muerte.
»Meta: Sueño, palabra que conoce solo de teoría y saber, su ser se mueve por objetivos, metas y planes cuidadosamente elaborados. Si tuviese que elegir un sueño, sería erradicar las enfermedades del mundo.
»Historia:
- Spoiler:
- Pocas historias podrían ser tan censuradas y olvidadas, algunas incluso serían perseguidas, pero aún así perdurarían tal cual recuerdo incómodo en la mente curiosa de los oyentes casuales, mas olvidadas nunca, o al menos nunca por completo, puesto que als sombras de la muerte se posan sobre este hombre vaya a donde vaya, una sombra terrible y aliada, alimentándose puerílmente de los pasos sangrientos de un hombre, que ya no lo es mas.
Era una época tranquila, donde baterilla gozaba de visitantes en sus paradisíacas playas, donde los barcos iban y venían tal cual rayos de sol entre las egoistas nubes del otoño, era un tiempo en el cual la gente vivía con una sonrisa en el rostro, trabajaba con una canción en el corazón y olvidaban las cosas malas que sucedían en los rincones mismos de aquella isla donde, a los ojos de los visitantes, era un paraiso sin falla alguna, más que la de la ignorancia fingida de los habitantes ensimismados en su codicia. Ignorancia falsa de las necesidades de los menos alegres, ignorancia de una enfermedad que cobraba la vida de los niños y niñas que internaban en un orfanato improvisado para morir sin corromper con su triste realidad el óleo superficialmente pintado de un lugar perfecto sin preocupaciones.
Corría de aquí para alla una dama de elegante figura, portando una bata blanca y cargado torpemente entre sus brazos un par de cajas, su cabello corto retozaba con el viento de la tarde y lo hacía ver aún más claro de lo que en realidad era, de un color café tan precioso que parecía estar hecho para el viento mismo y el deleite de quienes pudiesen observar el trotar de aquella dama, mujer perfecta, amable y protectora de quienes eran olvidados en brazos fríos de la muerte disfrazada de virus desconocido, era una de las dos personas en toda la isla a las que todavía le importaban aquellas criaturas indefensas, con un pie en la alcoba y otro en la tierra del cementério.
¡Gendo! ¡Lo he conseguido! -Gritaba al tiempo que se adentraba en la casa de enormes proporsiones, donde el primer piso era ocupado por niños que correteaban interrumpiendo su paso y preguntándole si hoy les había traido algún recuerdo de sus padres, a quienes extrañaban. Esto le rompía el corazón pero haciendo fortaleza de su alma conseguía evadirlos esbozando una sonrisa y prometiendo traer algo al día siguiente, cosa que no sucedía por la negativa de los aldeanos en darle esperanza a los niños condenados.
Tras correr unos metros y subir las constantes escaleras terminó por llegar a un inmenos corredor, donde la spuertas divisadas de lado a lado estaban llenas de camitas desocupadas, mayormente de los niños que se divertían en el primer piso ignorando su poco tiempo de vida, cuarto tras cuarto era lo mismo, juguetes que pasaban de niño en niño, ropa que ya a nadie le quedaba, e incluso libros de dibujo manchados por algun flujo de sangre indeseado, era una escena triste de la que ya nadie, a excepción d ela pareja de médicos que allí habitaban quería acordarse.
Por fín abrió la puerta al final del corredor, donde se hallaba una enorme habitación taponeada por documentos y anotaciones, taponeada de pizarras, teorías fracasadas y el continuo sonido del lápiz que bajaba fieramente contra el cuaderno de anotaciones, era el santuario del hombre que hace tiempo había perdido su capacidad de dormir, que pasaba horas frente a un microscopio observando y anotando, con tristeza el hecho de no poder comparar muestras de sangre, ya que el temor de la gente de la isla por sufrir esa enfermedad era mayor que el de ayudar, aunque sea con un poco de sangre al progreso de la ciencia, progreso que ayudaría a salvar cientos de vidas.
Gendo... He llegado. -Comentó mientras esperaba por un par de minutos una respuesta que jamás llegó, por lo que dejándo la caja en la mesa se acercó a su amado esposo, un hombre que ya sufría los tormentos del insomnio y perdía facultades como la de la percepción. Cerca de él, le abrazó suavemente y este reaccionó, mirándole con sus ojos sombrios y cansados.
¿Lo he vuelto a hacer eh? Jajaja... Discúlpame, estoy cansado... -Comentaba mientras recibía aquel gesto de cariño, en su ser se notaba la felicidad que aquella mujer causaba en él, una alegría irremplazable, le hacía sentir vivo.
El tiempo había transcurrido rápidamente, las temporadas cambiaban mientras la mitad de los niños desaparecía de este mundo, sin embargo el silencio de la casa y la falta de alegría no se debía a la lluvia nocturna, a los rayos, a la completa indiferencia de los sanos por los enfermos, sino a que la alegría de aquél lugar, la mujer que daba todo por todos, quien traía la alegría infinita a los residentes de la casa, estaba ya en sus últimas etapas, por mucho que quisieran negarlo quienes le conocían, incluso el mismo Gendo, que pese a saber que su esposa estaba sufriendo las últimas horas de la enfermedad persistía firmemente, aún en contra de la voluntad de la enferma en hallar una cura para el virus que azotaba tan olvidada área de Baterilla.
Corriendo salió d ela casa, mojándo su cuerpo, rops y calzado con la lluvia que caía torrencialmente, estaba tratando de probar su teoría, necesitaba sangre, sangre que no hubiese sido expuesta al virus, necesitaba algún ciudadano que estuviese dispuesto a prestarle su sangre, necesitaba ayuda, y bajo la fuerte tormenta, cuando los árboles cedían ante el peso del viento, Gendo llegaba a un viejo bar, abriendo la purta de una patada y rogando, casi sin pdoer respirar que alguien le acompañase a su casa.
"¡Estas loco!. ¿Yo? ¿Ir a ese sitio pestilente?. Regresa de donde viniste, tu esposa debe estar ya muerta." Todos y cada uno de los presentes en aquella isla respondían con los sentimientos más horribles que el joven médico pudiese esperar, todos merecían la muerte, todos y cada uno de ellos deberían estar enfermos, pero no su esposa, no ella, ella era pura y sicnera, era un ángel por el cual rogaba a lso mismos demonios un poco de piedad, piedad que no llegó en toda la noche y que, para cuando hubo regresado, había cobrado la vida de la única mujer a la que había amado.
Estaba muerto en vida, sumido en el find e su existencia, tan solo permanecía sentado allí, mirando el cadaver de su amada, mientras sus pulmones se enfermaban por tener puesta ropa empapada, no concebía como un humano podría dejar morir a otro teniendo el recurso para salvarlo, solo estaba llí, cavilando, maldiciendo a dios por haberse llevado a su esposa y no darle el valor para matarse también, dejándo a los niños a su suerte, una nueva generación, que podría salvarse si la actual y corrupta era hacía un sacrificio. Eso era, un sacrificio, todo necesita un riesgo, y las vacunas que no habían sido probadas en humanos podrían hacerlo, solo debía hallar al sujeto de pruebas perfecto, y así lo hizo.
Tomo entre sus cosas un bate de madera, fuertemente elaborado, y abanicándolo en el aire salió de su casa en mitad de la madrugada, cuando la lluvia estaba finalizando y cuando un bandido salía de un prostíbulo cercano, ebrio y lleno de ira porque sus amantes le habían humillado por tener poco dinero y menor potencia sexual, estaba encabronado y lo demostró cuando tan solo al ver a Gendo se abalanzó sobre él tras decir unas cuantas blasfemias, era inutil, Gendo sabía pelear y el sujeto estaba demasiado ebrio, solo bastó un golpe para acabar con su enojo, y con su conciencia.
Pides piedad... Pides clemencia... Pides una segunda oportunidad... -Comentaba sin dejar de afilar su bisturí y mirar amenazadoramente al ebrio golpeado que repetía una y otra vez lo mismo, pedía piedad, pedía perdón, pedía, pedía, pedía todo lo que el viudo no podía pedir por su esposa, pedía evitar ser un mártir, pedía y lloraba rogando dejarlo ir, dejándo morir a los niños. Pedía algo imposible.
¡No puedo darte piedad! -Y cortaba el pecho del hombre dejándo una herida abierta. ¡No puedo darte redención! -Y cortaba otro tajo del pecho del hombre. ¡NO PUEDO DARTE NADA! -Y sacaba una aguja con sangre en su interior, que clavaba en el hombre, directo en la herida abierta para verle gritar y convulsionar de dolor, un espectáculo que pese a que le dió cierta incomodidad le produjo curiosidad y satisfacción. Esperando unos minutos saco un tubo de ensayo y de este extrajo un líquido amoratado que inyectó en el hombre que ya estaba casi desangrado en su totalidad. Todo quedó en silencio, el sujeto paró de sangrar y su sangre coagulaba, era un exito, un exito rotundo, o al menos lo era, antes que el hombre comenzara a gritar tan escándalosamente que su pecho se movía ferozmente, hasta que en una súbita explosión solo quedo el pecho abierto del cadaver sin vida y su sangre, con órganos destrozados en la pared y sobre el médico que solo tomaba nota en su libretilla.
Uno por uno los sujetos de prueba entraban a la casa, no por conciencia propia sino por su ánimo interno de salvar a los niños, o eso se decía Gendo a si mismo para frenar la culpa, una y otra vez al amanecer un cadaver era hallado en la isla, destrozado completamente, estallaban, se desangraban, morían envenenados o simplemente enloquecían, todos los sujetos de prueba emitían valiosa información sobre la enfermedad y su tratamiento, era una mina dorada de información, y solo seleccionaba las personas más propensas, ladrones, prostitutas, vagabundos y bandidos a quien nadie extrañaría, aquellos sin vida, aquellos cuya existencia valía menos que un dibujo hecho por los niños del orfanato.
Poco a poco Gendo se quedaba sin opciones, y el último de sus productos médicos parecía ser la perfecta cura para esta enfermedad, estaba todo hecho y solo necesitaba alguien que pudiese prestarse para la prueba, ya a esta altura le daba igual si era voluntariamente o por el lado obligatorio pero estaba seguro de que lo conseguiría. Esa tarde estaba preparando sus cosas cuando un hombre llamó a su puerta, era un hombre de rostro sombrío y apariecnia lamentable, cargaba en sus brazos uan niña que rpetendía dejar allí, de esos padres que jamás preguntaban por sus hijos, esos que no merecían la vida.
Fue perfecto, era un bebedor empedernido que golpeaba a su mujer e hijos, incluso hasta desmayarles o botarlos de casa a medianoche, era el especimen adecuado que, tras una botella de vino y una charla de "quien es el jefe" que le daba a Gendo más y más ganas de amordazarlo terminó por ceder a jugar un rato en la sala de diversiones, lugar del cual decidió intentar huir cuando noto la sangre en las paredes, vendas ensangrentadas y una que otra rata mosdizqueando lo que parecía ser un dedo, estaba aterrado y habría escapadod e no ser por la puñalada que Gendo atravesó en su espalda, lo cual el hizo caer sumido en un sueño de dolor y miedo.
¡¡¡ES UN ÉXITO!!! -Gritaba mientras recorría su habitación tomando notas, comparando resultados y recobrando su felicidad, por lo que olvidaba al hombre que ya despertaba bajo las luces de un inmenso reflector. Uno por uno los niños fueron vacunados y Gendo regresaba cada vez con más vacuna para ellos, oyendo en cada viaje insultos y perdones del ebrio que se hallaba amarrado y con su herida aún abierta. Era confuso para el médico cuando hubo terminado puesto que al ver al hombre se percató que en efectoe staba vivo y sano, no había perecido, no había sufrido males, estaba allí escupiendo maldiciones, siendo indigno, dejándo de ser un héroe para los niños, un privilegio que Gendo no permitiría excluir al hombre.
Sacando una versión fallida de la vacuna, Gendo la inyecto en el sujeto que comenzaba fieramente a gritar, y poco a poco se movía de forma extraña hasta que una protuberancia surgió de su cráneo en una poderosa explosión, matándole en el acto.
El hombre resultó ser el propietario de una buena parte de los negocios de la isla, por lo que su busqueda fue exhaustiva y al hallar pruebas suficientes en la casa de Gendo este fue condenado a juicio por la marina. Sin embargo sus estudios y pruebas fueron ocultadas completamente y solo se le acusó del homicidio de este último hombre, era extraño pero el condenado recibía constantes visitas de marines de rango alto que le preguntaban el porqué había asesinado al hombre, nunca obtuvieron respuesta.
Finalmente con pruebas a los niños y exámenes a la medicina que el doctor había creado pudieron ser vacunadas muchisimas personas de otra isla, aunque el credito fue atribuido a los médicos de la marina. La condena de Gendo fue pasar una década encerrado bajo vigilancia en la base de la marina en el South Blue, no en calidad de prisionero sino investigando enfermedades y posibles curas de estas, terminando su condena con la oferta de unirse a la marina, como investigador para ayudar al mundo a deshacerse de las enfermedades. Labor que aceptó y realiza desde hace 10 años.
- InvitadoInvitado
Re: Ikari Gendo
Lun Mayo 30, 2011 8:04 pm
Tu ficha no esta del todo mal, solo falta que mires los nuevos anexos y los agreges a la ficha, te dejo el link de la nueva estructura de la ficha para que agreges lo que te hace falta.
https://shin-sekai.forosactivos.net/t6-modelo-de-ficha
https://shin-sekai.forosactivos.net/t6-modelo-de-ficha
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
|
|