Tienda de Muramasa

Después de unos minutos de caminata la joven Shirona y su acompañante Mitsuke, por fin llegaron a la tienda de Muramasa, lo primero que vieron fue que la estructura de la tienda parece tener 2 ventanas a lado de la gran puerta de color rojo, las ventanas cubiertas de barrotes que evitan que entren ladrones que puedan saquear la tienda, ya que están hechas de papel y madera, el resto de la estructura por fuera esta hecha de piedra pintada de café claro, encima de la gran puerta de color rojo, esta un letrero de madera con las letras de pintura roja que dice “Muramasa Shop” algo tan simple pero da el punto que es una tienda tan antigua que se ha mantenido por mas 800 años, - ufff, aquí es – Dijo mientras cierra su sombrilla y la coloca en su cintura del lado derecho, después de subir unos 3 escalones, pone la diestra en la puerta para empujarla.

Musica de ambiente:

Después de empujarla, ve un despacho si se le puede decir, en ella a su lado derecho hay repisas con armas de todo tipo y en especial algunas armas que están en vitrinas, aunque replicas de ellas pero para verlas por si alguien esta interesado en comprar alguna, de su lado izquierdo es igual pero con el hecho de que están los suministros como medicinas, hierbas cosas para otras profesiones, que no le van bien a la joven Shirona, al pasar completamente la tienda va a la repisa principal que tiene enfrente de ella donde esta una barra, detrás de la barra junto con la repisa para atender a los clientes esta Muramasa, con su look desde que Shirona era una niña - … - Sin decir nada solo se quedo atónita, pero no se dio cuenta que la puerta tiene una campana que al empujar la puerta esta genera un sonido que alerta al propietario de la tienda.

- … - El viejo voltea a mirar a la joven peliazul después de acercarse a la barra este se queda callado por unos minutos después se toca la barba con la zurda para meditar sobre algunas cosas – Shirona, valla que has cambiado desde que te graduaste, tengo la katana de doble filo que me encargaste ase unos días como ya me la pagaste antes tomala - Dijo el viejo mientras saca debajo de el la espada, con la funda correspondiente, pero con el hecho de que se encuentra con un forro de papel oscuro como si fuera un regalo - Dime vas a comprar algo o quieres contarme algo – Dijo el viejo mientras repite la misma acción de tocarse la barba.

La peliazul se quedo callada pero toma la espada con ambas manos y revela una linda sonrisa, estaba algo nerviosa pero los cuentos de Muramasa le cuentan sobre la vida de los ancestros de el, pero tiene que hacerle las preguntas adecuadas para que el responda como es debido.

Salí del bar tranquilamente después de haber comido y pagado lo que me correspondía, fui andando siguiendo a Shirona, no sabía si me iba a traer a la misma armería que fui yo antes de comer, aunque por el camino que estábamos haciendo parecía que sí. Mientras andamos empecé a pensar sobre algunas dudas del tema del espadachín y el abuelete, me extrañaba, sobretodo que si tanto uno como el otro podían ser tan buenos, como era posible que no escuchase anteriormente sus nombres, podía ser que no les gustara la fama, no fuera lo que estaban buscando y por eso se escondieran entre la multitud para hacer de una posible leyenda un simple rumor.

En la calle empecé a fijarme en esos detalles que anteriormente no había observado, desde a ese chicle que tenía en la cabeza de un poster, a ese niño que lloraba porque su madre no le compraba una espada de juguete, hasta ese abuelo solo y abandonado que está en el banco mirando el cielo. Esas pequeñas cosas me hicieron entretenerme durante el camino aunque también me hubiera gustado hablar con Shirona un poco.

Finalmente llegamos a tienda, era la misma que había ido yo aunque no me había fijado en cómo era la armería por fuera ni que nombre tenía. Al entrar solo seguí a Shirona, por lo que parecía le tenía pedido un encargo de una arma, ¿sería por eso que antes en el bar me había dicho que no estaba preparada? Me quedé también fascinado a la katana que le dio el viejo, era una gran katana, de una gran perfección. Tampoco quise meterme donde no querían, y en la conversación me quedé alejado, mirando otra vez todas las armas que estaban expuestas allí y terminando por quedarme mirando el castillo allí a lo alto mientras el cielo se oscurecía lentamente.

-Parece que va a llover.- Comenté por mi mismo mientras esperaba curioso a acompañar a Shirona al gran castillo abandonado para ver su combate.

Al recibir la katana la peliazul la mira para ver que todo esta en orden, así que la pone en la repisa, la quita la cuerda que le impide quitar el papel, al quitarle el papel solo mira una funda de color negra, con el mango de la espada con 5 rombos de color amarillo, el resto del mango es de color negro demostrando una rara pero novedosa combinación de colores, así que la peliazul la levanta para mirarla mas a fondo, - … - sin decir nada solo se coloca un cinturón para llevarla en su cadera alado izquierdo de ella, así que con la diestra puede desenfundar su espada, con eso en mente, ahora empieza a llover por lo cual Mitsuke parece que tiene ganas de ver a ese tal Salamander, por desgracia a Shirona no le gusta la lluvia así que solo le queda preguntarle a Muramasa una cosa.

- Muramasa-san, me puedes contar acerca de la espada del dragón – Pregunto la peliazul, para luego ser interrumpida por la llegada de otro sujeto que tal vez quiera comprar armas, aunque es posible que también busque refugio en lo que pasa la lluvia

En la calle empezó a llover, primero cayeron las pequeñitas gotas de una en una, golpeando aleatoriamente el inmueble exterior de la tienda y alguna de las cabezas de la gente que pasaba por allí, después empezó a llover en serio, la gente empezaba a correr para buscar algún lugar seco, donde no mojarse y los dependientes iban guardando dentro todos los inmuebles que se pudieran joder. Mientras tanto Shirona desenvolvía la katana que tenía entre manos con una sonrisa dulce y tímida, esa sonrisa me recordó a cuando le pedí matrimonio a mi mujer que al ver el anillo se puso igual. Eso me dio una buena sensación de felicidad en el cuerpo, “ojala mi hija cuando crezca tenga una sonrisa asi de bonita” pensé.

De mientras un nuevo personaje había aparecido en la tienda, era un joven de unos 18 años, que se notaba que aún no tenía una anatomía adulta totalmente, hasta la primera vez que le vi pensé que rondaba por los dieciséis. En fin, este chico sin decir nada a los presentes se quedó hipnótico con la cantidad de espadas y diferentes armas que había allí, yo en ese momento suspire mientras me ponía una mano en la cabeza.

-Cada vez compran armas más jóvenes…aish

Dije por mi mismo con dolor de cabeza, sinceramente no me gustaba que los jóvenes compraran armas y esas cosas, aún tenían mucho que vivir y muchas travesuras que hacer, además de la experiencia, antes de comprar armas o cosas así tienes que haber disfrutado de lo bueno de la vida, cosa que yo ya había hecho. Entonces me acerqué al chico riendo, intentando ocultar ese pensamiento, y le indiqué la cabeza.

-Chico estas empapado

La pregunta de Shirona esta en espera, ya que Muramasa sigue tocándose la barba, después de eso solo se pone a leer, ya que saco un, libro debajo de su manga, algo extraño pero peculiar ya que un viejo anciano siempre tiene trucos bajo la manga, mientras espera la respuesta la joven peliazul voltea a mirar al chico peliblanco que tiene encima un suéter con un gorro, al parecer lo que destaca de el es la extraña marca que pasa sobre su ojo izquierdo – Hola, peliblanco-san - Dijo la chica mientras alza su mano derecha para saludar al chico, quería llamar su atención, ya que mientras mata el tiempo par a que Muramasa tenga listo lo que tenga que decir.

Sin mas que decir solo se dispone a matar el tiempo para conocer un poco al nuevo tipo de la tienda pero mas que nada solo espera a que termine la lluvia para salir a buscar a salamander.

Observé que el chico albino por fin me tomaba la atención, estaba muy distraído con el tema de las espadas y eso me izo pensar, que seguramente sería un chico inocente, puede que más que atraído por la compra de esas armas estaba más ilusionado por las formas que presentaba y lo bonitas que podían llegar a ser. Eso me izo sentirme mal por haber pensado sobre el chico con prejuicios antes de valorar y fijarme bien en lo que hacía, entonces vino la pregunta la qual le respondí todo sonriente.

-Pues mira yo ya me compré antes dos Claymores en esta tienda

Dije ilusionado mientras sacaba una de mis dos claymores de la espalda y se la enseñaba, esta tenía todo de marcas y formas preciosas que parecían hacer guiar el viento que pasaba por esas ranuras, ese es el momento que me quedé yo hipnotizado en mi propia espada, observando cada detalle que no me había mirado antes. Después de unos segundos enseñándole la espada me la volví a guardar en la espalda sonriente.

-¿Que te parece? ¿Es bonita, verdad?

Le comenté al chica mientras miraba de reojo a Shirona que ahora mismo también se había fijado en nuestra conversación y que saludaba feliz al chico, me gustó que a Shirona le costara menos comunicarse con desconocidos y demás.

Al parecer el peliblanco le respondió a la peliazul pero sin la pronunciación de chan, o san o algo por estilo mostrando alguna falta de respeto, pero para nada le importa ya solo revela una linda sonrisa, en lo que Mitsuke revela la claymore todavía tiene las escrituras de aquella vez en el bar, aunque parece como un estado de trance, pero para Shirona desde su punto de vista no parece importarle mucho ya que los hombres les gusta jugar con armas ya que ellos fueron los que los fabricaron, aunque su punto es la defensa aveces se usa para otros fines, en cambio el peliblanco revelo que es un músico lo cual solo explica y da entender que solo esta de paso para que la lluvia pare en cualquier rato - ¿Qué tipo de instrumento tocas peliblanco-san? – Pregunto mientras siente un jaleo leve en el hombre.

- ahh jóvenes… ya se de que me hablas Shirona – Dijo el viejo en un tono para que los 3 tipos escuchen atentamente a sus palabras - Hace 300 años el propietario de la dragón sword vino a esta tienda y fue atendido por mi antecesor, según el libro de texto que tengo aquí, revela un fragmento de recuerdo de su diario personal, lo mas importante revela que la espada es de la mas alta calidad, pero… - Dijo mientras toca a su barba

[Flashback]

Spoiler:

“La espada del dragón forjada de los colmillos del dragón, aunque sea poderosa no es capaz de convertir la Black Dragon Blade, pero… con el ojo del dragón, la espada puede ser la arma mas poderosa entre las Saijo Ō Wazamono”

[Fin y presente]

- Espero que te haya servido, solo si la llegas encontrar espero que tengas suerte que tenga el ojo del dragón, pero la ubicación de la espada puede que la tenga una fuente de información llamada Gamov, no te aseguro que el la tenga, pero cualquier información la tiene el, sin duda alguna puede que te ayude en la búsqueda –

Dicha estas palabras la peliazul alza su diestra para tocarse la barbilla y pensar un poco la situación acerca de ese tal gamov - ... - pero lo que ella recuerda es acerca de que el es un mercenario que tiene un grupo a su disposición llamada los militaries, algo raro pero su ubicación es desconocida y puede que lo encuentre en otra isla con su debido tiempo.

Me sorprendió como el joven se quedaba mirando como si de una obra de arte se tratara mi claymore, en su mirada no se veía una observación detallada de la espada, sino una valoración personal de esta, como si esa arma fuera una creación artística de Dios, en su mirada se veía una sonrisa escondida, que era difícil de ver, esa sonrisa era una sonrisa tétrica, que me llegó a asustar un poco. Entonces al decirme que él no combatía con armas, que era músico, se me quitaron esos pensamientos tan crudos de encima.

-Que ¿por cierto como te llama..?

En ese momento en el cual los tres habíamos empezado a hablar entre nosotros apareció el anciano en la conversación, este confirmo la existencia de esa espada que su tataraabuelo tasto, con esa información en vez de entender mejor las cosas me lie un poco más. No sabía de que ojo de dragón hablaba y que era eso de convertirla en espada oscura pero de lo único que estaba seguro, es que esa debía ser una de las mejores espadas del mundo y seria un chollo tenerla, después hablo sobre conseguir información a un tal Garmov, pero su localización era difícil de conseguir.

¿Entonces qué haría Shirona? ¿Ira a conseguir esa información semi transparente? ¿O preferiría pelear contra el tal Salamander al ya conseguir información de la espada? Lo único que pude hacer en esos momentos fue mirar serioso a Shirona y de reojo al chico con el que me había quedado a medias.

Después de meditar un poco las cosas, la mente de Shirona esta en blanco con pistas nulas sobre la espada, ahora resulta sin ese tal ojo del dragón, no esta completada, lo que significa que debe ahora buscar 2 cosas en dado caso que encuentra la espada con la fuente de información llamada Gamov, algo difícil mas bien imposible ya que no sabe quien es en exactitud ese tío además de manejar un grupo cazarecompensas llamado The Militaries, unas fuerzas especiales que utilizan los berries que ganan para aumentar su recompensa, pero ya no importa que tan difícil se ponga la situación ahora eso quedara para después, después de cruzar los brazos y sonreír a Muramasa esta solo piensa una cosa – (Gracias ) – después de eso solo mira a Mitsuke y al músico recién llegado.

- Nos vamos a mirar a Salamander, ya termino de llover –


Dijo mientras observa por las ventanas que el cielo se despejo y las gotas de lluvia terminaron de caer, - Constante y silenciosa - Musitó en sus palabras mientras empieza a caminar ala entrada de la tienda, pasa de largo a Mitsuke y al peliblanco, mientras abre la puerta de la tienda con la mano derecha para salir de la tienda, ahora son las 7: 00 de la tarde, al salir de la tienda, solo mira a su izquierda como el sol es tapada por unas nubes dejando una ventana luminosa mostrando lo hermoso que es el cielo, pero después de estar afuera por un tiempo, abre su sombrilla y espera a caminar, si Mitsuke y el peliblanco la siguen por curiosidad sera divertido que los 3 vallan a ver al tío que ha traído polémica desde que Shirona a empezado su viaje.

Vengo

Luego de haber salido de aquella taberna, sigue con pasos tranquilos desde el puerto logrando ver el ambiente medieval del reino, se logra percatar por medio de sus pupilas que ha llegado al pueblo en si del reino y que por ende podría conseguir una buena tienda en la cual podría comprar un arma que le completase su estilo de lucha que tiene habituado con algo que fuese efectivo pero no matase a los rivales, después de todo luego que los vences lo que cae ante ti es su espiritu de lucha, fue lo que había aprendido con tantos maestros que había tenido antes de iniciar sus múltiples viajes.

Luego de un largo rato de andar sin problema ve un cartel que dice "Tienda Muramasa", llamandoléla atención dicho cartel, sin preocuparse por nada extiende su diestra y toca la puerta con la palma para abrir la puerta con bastante calma y poder contemplar la gran variedad de armas que en ella se encontraban, en eso tambien puede observar a una dama de cabellera azul y un joven de cabellera oscura, sin importarle mucho que podrían hacer en el lugar más que comprar siguio detallando las armas, en eso nota un bastón el cual es hecho con cerezo, por lo cual sabe que es una madera bastante resistente extendiendo su siniestra palma toma el mismo y comienza a crear una serie de vueltas y ve que en un extremo tiene un precio puesto en un papel que esta atado a una cuerda, con el valor de 600 Berries, sonriendo levemente por lo mismo se acerca a un señor que parece ser el dueño de la tienda por la cercanía de la caja.

Spoiler:

Colocando el bastón sobre la mesa le sonrie y mueve su mano diestra hacia el interior de su gabardina para sacar una cantidad de dinero y sin detenimiento alguno cuenta la cantidad y se la entrega afirmando -Me la llevo- con un tono bastante tranquilo, retomando el bastón mientras el dueño toma el dinero para seguir su rumbo y esperar para ver si puede conseguir alguna aventura que le anime en el North Blue, que es conocido como un mar que crea guerreros muy poderosos, en eso extiende nuevamente su diestra y hala la puerta hacia el para salir de la tienda sin contratiempo alguno.

Lyneel, ese sería el primer lugar al cual iría la cazarrecompensas Eris. Lo primero de todo, era armarse como buenamente pudiera y, para ello, fue con tranquilidad hasta un establecimiento que estaba decorado con el cartel de "Tienda de Muramasa", sonrió y, sin molestarse en ocultar sus alas, como era costumbra en ella, la joven entró dentro. Una vez dentro, la fémina ignoró a los humanos que pudieran haber en el interior, y se dirigió directamente a donde mantenían las granadas a salvo, ¿cuáles escogería? Pues bien sencillo, dos de cada, con eso sería suficiente de momento para ella.

Cuando tuvo todo aquello entre sus brazos, Eris fue hasta el mostrador, donde las dejó para que el encargado pudiera mirarlas para ver el precio y todas esas cositas. La respuesta fue clara, 4100 berries en total, por suerte había traído los 5000 que le quedaban (o que creía que le quedaban) de la venta aquella en Skypiea, así que, primero sacó una bolsa con dinero dentro. - Ahora saco los novecientos de aquí... - Murmuró para sí misma mientras iba sacando las moneditas que sumarían en total 900 berries, así, dentro quedaría todo lo que le debía al hombre aquel.

- Toma, y devuélveme la bolsa, me hará falta. - Y dicho esto, le entregó la bolsa, momento en el cual uno de los ojos de Eris captó algo interesante. Era una de las estanterías de armas, no habló, no dijo nada, pero se quedó mirando los puñales. Recibió la bolsa de nuevo (metiendo los 900 berries restantes en ella), y después de colocarse las granadas correctamente en la cintura y de guardar de nuevo la bolsa, se puso a cotillear las armas del lugar, para ir haciendo tiempo en lo que pensaba qué hacer, de momento, lo prioritario era conseguir sus armas, cosa que, por suerte, ya había cumplido.

[Off: Posti para comprar mis cositas, si molesto o algo así, un mp y quito el post.]

Viendo el maravilloso día que hacía, a Claus nada más que le hacía falta un ángel para saber que se encontraba en el cielo. Su brazo estaba entrelazado con el de Diana, su faz estaba algo ruborizada debido a esto. Sus pasos eran largos pero no muy rápidos, cada momento que pasaba era como una gota de ambrosía que caía en el interior de su boca, pero antes de que su mente pudiera reaccionar, ella se había soltado y abría la puerta de un pequeño establecimiento que, dedujo, era una tienda. Sus ojos parecían salirse de su órbita cuando nada más entrar, un ángel estaba allí, en la tienda, en una simple y llana tienda. Todo era perfecto, su acompañante era bellísima, tenía, como pensaba Claus, un "no sé qué, que qué sé yo, que yo que sé", un día espléndido, y por si fuera poco, y aún tuviera dudas de que estaba en el cielo, un ángel.

Observó los enérgicos movimientos mostrados por Diana, aquel ángel debía de ser amiga de ella, increíble pero cierto. Un emotivo abrazo hizo que en el semblante de Claus apareciera una sonrisa pura y tierna, estaba alegre de la propia alegría de Diana.
Al caerse algunos papeles del carcaj, rápidamente fue a recogerlos, por no hacer que se agachara. Mientras los iba recogiendo no se daba cuenta de lo que recogía, ya que estaba pendiente de la respuesta del dependiente, a lo mejor debía de pagar él aquel arco. De repente, decidió centrarse y desgraciadamente vio la cara de un pirata que le sonó familiar, muy familiar en un cartel de "Se Busca", no aparecía su nombre por ninguna parte. Unas lágrimas llenaron los ojos de Claus, todo estaba tan bien, y ahora, tan mal. Agarró con fuerza el cartel casi destruyéndolo, salió veloz de la tienda con una expresión de tristeza, agonía e ira en su faz. Se apoyó en la pared junto a la puerta de la tienda, en el exterior. No podía dejar de observar la cara de vicioso, asesino y malvado de aquel pirata.
La ira lo iba consumiendo, necesitaba matar a aquel pirata, o a cualquier otra cosa que se encontrara a su alcance. Sacó la pistola de su familia, se dirigía a apuntar.

El sonido de la campanilla de la puerta sonaba en señal de que alguien había entrado en la concurrida tienda, aunque a primera vista no se pudiera ver a nadie si no se descendía la mirada varios centímetros menos de lo normal pues se trataba de una pequeña rubia la que caminaba por la tienda buscando algo en concreto e indiferente a todo lo que ocurría en la misma – No puedo servirme siempre de mi bokuto... Así que me debo comprar alguna katana aquí – Pensaba la joven antes de caminar hasta el mostrador con la mirada indecisa mientras miraba los artículos de aquella tienda mordiéndose levemente el pulgar derecho.

Una vez en el mostrador, el cual estaba un poco más alto que ella por lo que tuvo que ponerse de puntillas para colocar parte de sus brazos y barbilla sobre el mismo, levantó su mano diestra junto con los dedos pulgar, índice, medio y anular levantados también – Quiero cuatro katanas buenas – Pidió la rubia con algo de esfuerzo, escuchándose el sonido que podría emitir aquella encantadora y pequeña mujer al forzarse - ¿Cuatro katanas? ¿Estás loca, pequeña? Eso puede hacer daño – Respondió el dueño de la tienda a lo que requería esa chica con un tono represivo, como si la estuviera regañando por haber dicho eso, intentado que olvidara la idea de esa petición.

En la frente de la joven empezaron a marcarse unas pequeñas venas que acompañadas por su expresión iracunda daban a entender claramente que aquel comentario le había molestado – Oye... - Susurró en esos instantes cabecibaja antes de dar un fuerte manotazo en el mostrador poniendo sus cinco mil berries - ¡Cabronazo! ¡Yo te pago y tu me das el material! ¡¿Entendido?! - Exclamó completamente alterada con un tono de voz bastante tosco y ruidoso, que bien podría escucharse en todo el lugar, además de utilizar unas expresiones que no utilizaría una chica normal más bien un hombre y mostrando una mirada entrecerrada como si intentara matar al dependiente con ella.

Miraba las armas con curiosidad, con el dedo índice de su mano derecha sobre sus propios labios, jugueteando mientras cotilleaba armas de filo variadas. Fijó su mirada en los puñales y, cuando fue a tomar algunos, algo se apegó a ella en un abrazo. Entre la voz, y la presión que sintió sobre su espalda, pudo suponer que se trataba de cierta compañera de profesión. - Tenía que reponer estas de aquí. - Comentó la ángel, palpando sólo un poco las granadas sin pasarse, no fuera a ser que sin querer reventaran todas y la armería saliera por los aires con todos dentro.

- ¿Qué hacías por aquí? - Preguntó mientras la chica finalmente tomaba cuatro puñales de los que había ahí. Parecía que el arco de su compañera había quedado algo mal y le salía más a cuenta el comprar otro, bien, cuanto más equipo tuvieran, mejores resultados obtendrían, era bien lógico, ¿no? Caminó hasta el mostrador, y dejó los puñales sobre él. - También me llevaré estos cuatro. - Dijo al tiempo que ponía el dinero. Cuando el encargado lo recogió, Eris se dispuso a colocarse los puñales, optando por colocarse dos en cada brazo, bajo las mangas de sus ropas.

Y entonces, algo que se podría calificar de "tierno" en cierta forma pasó. Una chica de pequeño tamaño apareció ahí, pidiendo nada más y nada menos que cuatro katanas, la sorpresa de la ángel se notó, al igual que la del vendedor, que estaba ahora regañándola. Sin embargo, Eris no pudo evitar el soltar unas carcajadas cuando escuchó el "¡Cabronazo!" salir de la pequeña, para la ángel, la situación le resultaba demasiado divertida como para mantenerse calladita sin reirse.

Aún sosteniendo la pistola, Claus lloraba. Viendo el posible ataque de su anteriormente refinada compañera, desevainó su estoque familiar, el brillo del sol incidió fugazmente por el filo de aquella ornamental arma hasta llegar a la punta, era un arma bellísima, bien forjada y sin duda mortal. Con un fino movimiento de muñeca hizo que su estoque se dispusiera de manera contraria a cualquier ataque normal. Apuntó a su pecho, mas con los nervios propios de la angustia no conseguiría "suicidarse" seguramente. Al oír como alguien cargaba un arma de fuego, se giró rápidamente, entró en la tienda aún con lágrimas corriendo por su cara y con un serio movimiento bajó su pistola apuntando a la cabeza de aquel dependiente que amenazaba con matar a algún "inocente".
Su parte central de la casaca, estaba poco a poco tiñéndose de rojo, muy lentamente. Probablemente, en ese rápido giro para entrar en la tienda, se hirió con su estoque. Los carteles de Wanted estaban a salvo. Con una voz seria, casi sádica dijo:

-Bajad el arma humilde tendero, nadie sufrirá daño alguno. ¿Acaso cree que un Capitán de la Marina permitiría la muerte de algún inocente? Baje el arma.

Miró a Diana, a la cual le dio sin dudarlo los carteles de Wanted. Sonrió y tocó su pecho para hacer una pequeña reverencia, al separar la mano, gotas de líquido vital caían de su palma, miró de nuevo a todos y mantuvo la compostura.

-Siento mucho que este acontecimiento haya tenido lugar y más en tal humilde establecimiento. Diana, acepte mis disculpas, aquí están, no se preocupe, que sea cazarrecompensas o no es un simple detalle.

Sí, en efecto Claus era una gran persona, tenía algunos problemas con el control de la ira pero siempre, acababa dañándose a sí mismo con tal de no dañar a otras personas. Miró al ángel y dijo con una voz cansada, quebrada, quizás por la hemorragia.

-Siento que una criatura así haya tenido que ver este comportamiento tan sumamente atroz.

El tendero asustado ante la actitud de la pequeña forzó el tragar saliva antes de ponerse a buscar las armas que le exigía y cobrárselas, mientras y detrás del mostrador una risa perturbó de nuevo a la joven que dirigió su iracunda mirada a la otra chica con el peinado parecido al de una piña - ¡¿Pasa algo, cabezapiña?! ¡¿Ehhh?! - Exclamó la mujer recordando levemente al yakuza típico por su forma de hablar dándole un apodo a la peliazul que se reía de ella aunque por un momento se olvidó de eso al tomar las armas que había comprado, colocándolas en pareja a cada lado de su cintura inclinadas de tal forma que casi rozaban el suelo, y guardar el cambio de su compra, el cual era ahora mismo su único dinero para subsistir – Necesito dinero... - Dijo por lo bajo suspirando fuertemente cuando cerraba su monedero con aquellos doscientos berries que tenía para después guardarlo en su bolsillo.

Antes de abandonar el lugar hubo una cosa que le llamó la atención, había un cartel de “Se busca” tirado en el suelo bajo una de las estanterías por lo que se agachó para verlo – Vaya... Hace tiempo que no veía uno de estos – Comentó pasando ampliamente del resto de gente que estaba en aquel lugar en ese mismo instante aunque mostrándose algo alterada al zarandear un poco su mano derecha con una expresión iracunda de nuevo – Malditos buzones, deberían de ser más bajos para que yo pueda alcanzar los carteles – Susurró apretando uno de aquellos carteles en su mano.

Y de nuevo, rió un poco más, el motivo era bien simple, el mote que le habían puesto y que, pensándolo bien, tenía su parte de razón en que parecía una piña de color azul. - Cabezapiña... Ah... Vale, ya me calmé un poco, me caes bien.. - Pronunció la habitante de los cielos cuando su risa se detuvo, no pudiendo evitar el llevarse una mano a los ojos, para revisar por si había alguna lágrima fruto de la risa. Paseó la mirada por los Wanted de su compañera, recordando que debía trabajar y pronto si quería obtener sumas de dinero suficientes para comprar, por ejemplo, una isla.

Aunque, de momento, lo mejor sería ir parando lo que sucedía, no era bueno pelear en un recinto en el que habían explosivos como los que ella misma portaba en su cintura. - Tranquilicémonos, que como se os vaya de las manos estando cerca de la armería podríamos salir por los aires todos. - Y cuando habló, señaló con su dedo índice el lugar de donde había tomado sus granadas y donde todavía quedaban unas pocas, como se iniciara un combate y se desviara sólo un poquito, todo podría hacer "BOOM" tranquilamente. Por suerte, sólo fue un susto, y Eris pudo respirar tranquila, no peligraría su bien invertido dinero, sí, en esos momentos, le preocupaba más que pudieran estallar sus propias granadas que su vida o el establecimiento.

- No te preocupes, aunque no ha sido muy atroz. - ¿Comportamiento atroz? Bueno, si él lo consideraba así estaba bien... Pero eso no se acercaba ni de lejos a cosas como las que había hecho ella, que sí podrían considerarse crueles y atroces. Entonces, prestó atención a la chica de las espadas y a los carteles que había, tomando uno de los carteles con la mano. - Ey, Diana, ¿vamos a por alguno de estos? Necesito comprar unas cuantas cosas ~ - Canturreó Eris, que miraba a Diana en ese momento, mientras meneaba uno de los carteles.

- Por cierto... - Se dirigió ahora hacia la que tenía apariencia de niña. - ¿Sabes manejar tantas armas? - Preguntó ahora, en principio suponía que dos de las espadas eran de recambio, pero se llevaría una sorpresa si resultaba que sabía manejar las cuatro al mismo tiempo.

Diana para nada esperaba las acciones que el rubio llevó a cabo. Cuando él sacó su estoque, un arma para corta distancia, montó la flecha en su arco, preparándose para cubrirse de un ataque y disparar certera y mortalmente si él intentaba llevar a cabo alguna acción contra ella. Mas no esperaba que Claus tomase el estoque en posición contraria y apuntara directamente hacia su pecho. Bajó su arco, apuntando al suelo, y paulatinamente suavizó la tensión en la cuerda. Al tensar el arco seriamente, había podido comprobar que esa cosa era capaz de perforar completamente un cuerpo a distancias cortas, y lanzar un proyectil a varios centenarse de metros, había hecho una buena compra.

La pelirroja guardó flecha y arco en en carcaj, acercándose al dependiente. En silencio, tomó el látigo de antes y una caja de shurikes, junto con otra de kunais. Veinticinco en cada unidad. Según los precios que ponían, todo ello le costaría otros dosmil berries. Asintió y sacó lo que le quedaba de dinero, separando del total la cantidad deseada. Le quedaban poco menos de trescientos berries, lo que no pintaba nada bien. Entonces, escuchó las palabras de Eris y miró a la otra cazarrecompensas, asintiendo a su propuesta.

-Estoy de acuerdo, Eris, nos hace falta dinero, y un poco de acción no puede venir nada mal... -dijo. Entonces miró a Claus y se quitó un pañuelo que llevaba en torno a su cuello, poniéndoselo en la mano.- Tapa esa herida o irá a mayores. Yo me tengo que ir. -dijo simplemente. No daría más despedida que aquella, pues la tensión del asunto era demasiada para concentrarse en ornamentadas palabras y cálidas despedidas. Quedaban dos personas en la tienda. Al dependiente no tenía nada que decirle, así que miró a la otra chica, la bajita, que sostenía uno de sus wanteds.- ¿Quieres venir? -preguntó sencilla y llanamente. Mientras, acabó de recoger el resto de carteles, y los enrolló, volviéndolos a guardar en el carcaj.

[Post raro por la poca inspiración D:]

Claus, sintió como su otra herida afloraba en su interior, Diana se marchaba. Al fin y al cabo no podía impedírselo, ni tampoco quería, como buen caballero se resignó.
Cuando le dio su pañuelo, en lugar de usarlo para sanar la herida, lo guardó, cogió otro pañuelo suyo y entonces si que comenzó a curarse la herida, mientras salía de la tienda en dirección hacia Shellstown en el East blue.
Esperaba encontrarse con Diana alguna otra vez, no iba a poder olvidarla en mucho tiempo.