Armeria.

Me habia alistado recientemente en la marine, justo acababa de terminar los entrenamientos diarios, salí del cuartel y el sol me dió de lleno en la cara, me puse la mano delante en forma de visera para poder ver bien.

Que buen día hace.. Volví a retomar mi camino, la cabeza me daba vueltas, quizás por el sol, quizás por la emoción de poder ser Marine, era totalmente cierto, que despues de aquel incidente ansiaba ser de esta armada, y el poder haberee inscrito era como haber dado un paso más para mi gran meta.

Pasé media hora más por el camino hasta la armeria del pueblo, por el sendero hasta la tienda de armas los campesinos honrados me saludaban, yo claro está les devolvia el saludo tal como le deben hacer los de la milicia marina, cuando por fín llegué miré aquella tienda, parecia un lugar pobre, Tan solo ponía en un cartel y ademas escrito a mala gana '' Armeria ".

Sin dudarlo más entré, y mi cara de sorpresa fue inmediata al ver como realmente todas las armas que habian eran de gran calidad, y un anciano al fondo de la tienda me saludó amablemente.

Buenos días Joven.. dijo sonriente mientras me decia con la mano que me acercase y así lo hice.

Tiene usted suerte, nos queda el último par de Katanas gemelas, es practicamente un precio regalado joven... Dijo sacando uno de los ejemplares, Dicha katana se veia de buen material, así que le pregunté si podria cogerla.

¿Me permite empuñarla señor? Pensé que deberia tratarlo de señor, pues los respetos siempre han de quedar claros en la marine, al ver como el anciano sonreia y afirmaba con la cabeza, la empuñe con la mano derecha desenvainandola, acercando el filo a su ojo mirando la calidad del filo.

Impresionante, me llevo las cuatro. Dije afirmando, y envainandola volviendo a ponerlas en el mostrador, el anciano impresionado se ausentó unos minutos y trajo las demas espadas, al parecer no se esperaba que me fuese a llevar las cuatro pero así lo hice.

Son todas tuyas... Veamos.. Me fijé como comenzó a hacer cuentas, bastante rápido, para hacerlas a abaco, y entonces me dijo el precio de dicho conjunto. 3800 Joven.

Me parece lógico su precio. Saqué de mi bolsilo derecha una bolsa con 4000 berries, a lo que el viejo me devolvió 200, y rapidamente coloqué dos esapdas en un lateral, y otras dos en el otro, saludé al estilo marine, poniendo mi mano derecha estirada en la frente.
¡Gracias Señor! el viejo dio un pequeño saltito, supongo que el haber saludado así de golpe, lo asustó un poco.
De-de nada jo-joven. Respondió algo extrañado mirando tras eso, me giré y salí de la tienda palpando el mango de cada una de las 4 katanas, emocionado, euforico, por fin demostraria mi valia en el arte del Ichitoryu y el Niitoryu.