[Pasado]Esto no es Ohara...¿donde estamos?

Después de navegar unas semanas con rumbo a Ohara la tripulación K.O´S había dado a parar en una pequeña isla, o eso parecía, apenas un pedazo de tierra cuya longitud era fácilmente visible. Ciertamente Kyo no era navegante y había perdido rumbo en una suave tormenta la noche anterior, por lo cual ahora podía decirse con toda seguridad que se encontraba perdido. Decidió que no conseguiría nada quedándose en el barco, su compañero, Yuyiso seguramente se haría cargo del barco, necesitaba un par de reparaciones y él era especialista en ello, por lo cual el pelinegro decidió que era mejor idea buscar provisiones, o algún guía para poder ubicarse y poner rumbo a Ohara –Yuyiso, encárgate del navío, voy a buscar algunos suministros o cuando menos a algún habitante que pueda decirnos donde diablos estamos, por ahora divierte con el navío je- así dejando atrás a su nakama salió del barco avanzando por la arena. Sus ropas eran algo más veraniegas, llevando únicamente una camiseta blanca, un short azul con unos tenis como conjunto, en su cabeza llevaba simplemente un sombrero playero y sus ya habituales gafas de sol, como arma únicamente portaba una katana a su lado derecho sujetada por una faja a modo de cinturón.

La isla parecía desierta, al menos esa impresión daba, no podía ver a ninguna otra persona, lo único que encontraba a su paso era arena, algunas palmeras, algo de vegetación y uno que otro animal extremadamente raro, como si algo les hubiese obligado a alargarse, las serpientes eran mucho más largas de lo habitual, algunos animales nativos parecían tener una forma delgaducha que les hacía más graciosos de lo que cualquier persona pudiese imaginar. “Qué lugar tan mas raro, me pregunto si aún seguimos en el West Blue, quizás ya estamos muy lejos…demonios queda poco tiempo para ir a Tequila Wolf, debemos apresurarnos” sus pensamientos giraban en torno a tantas cosas que por momentos dejaba de prestar atención a su entorno, fue ahí cuando repentinamente detrás de él apareció una cosa semejante a un lobo, solo que este parecía muy largo, a forma de flauta -¿Ah?- giro levemente su rostro observando al animalejo quien amenazante se lanzaba contra el chico dispuesto a causarle daño con sus garras.

Un suave movimiento fue suficiente para que desenvainara la hoja de su espada y lanzara un corte directo a la bestia, esta cayo herida para después retirarse, quizás pudo haberla matado pero esa no era su forma de ser, no veía necesidad en ir matando a cada pobre alma que se le cruzaba enfrente, después de todo si algún día él se encontraba en una situación semejante esperaba poder recibir ese tipo de “piedad”. Aquel imprevisto hizo que el espadachín se desanimara, ir caminando sin rumbo por un sitio desconocido sin tener la certeza de que existían personas era más una pérdida de tiempo, lo mejor sería simplemente regresar al barco, así que girándose sobre sí mismo hecho un vistazo al mar mientras la suave brisa marina movía sus cabellos sueltos –Parece que hoy será un buen día- vocifero finalmente contradiciendo su mala suerte.

Pasaron unos minutos o quizás varios de ellos, el tiempo realmente no importaba en un sitio donde no había gran cosa, era cierto, los animales eran extraños, pero eso no significaba nada especial, simplemente que aquel lugar, fuere lo que fuere tenía sus propias particularidades de fauna y flora, cosa bastante entendible para las diversas islas del mar. Un gran bostezo se hizo presente por parte del pirata, su vista en el horizonte no mostraba nada más que el océano, no parecía que nadie más visitara aquella isla, quizás estaba en lo correcto al pensar que se encontraba en una isla perdida, hasta ahora sin la menor idea de donde pisaba, bien podía estar cerca de Ohara o alguna otra isla con civilización o quizás estaba en medio de la nada a miles de leguas de cualquier tipo de contacto humano, comenzaba a extrañar aquellos días donde únicamente rondaba el East Blue, pero bueno, habría que continuar de una manera u otra “Vaya, es mejor buscar algo, cuando menos tratar de aprovechar este sitio lo más posible” se rasco un poco la nuca para después continuar avanzando de manera no planeada por la arena de la playa.

No encontró nada más interesante que una especie de cangrejo alargado que más le daba la imagen de un monstruo bastante aterrador, cosa que decidió pasar por alto pues no representaba problema alguno. Tras un tiempo regreso sobre sus pasos con dirección a su barco, seguramente su compañero habría acabado sus deberes y estaría durmiendo plácidamente en alguno de sus camarotes, mas, cuando estaba cerca a la ubicación dicha, pudo observar algo raro, la silueta masculina de un personaje, primeramente pensó que estaba alucinando, después de todo era casi imposible que alguien viviese en dicho lugar, pero pronto pudo corroborar que lo que sus orbes le mostraban era cierto. Con cautela aunque a la vez con una extraña confianza característica de el mismo se posiciono a un par de metros tras de aquel hombre cuyos cabellos eran como el sol y exclamo –Hola, ¿tú vives en esta isla?- su voz era pasiva, no quería exaltar al sujeto pues podría reaccionar de forma violenta y lo que menos quería en aquel momento era una batalla innecesaria o por el contrario tener que entablar una discusión verbal con una persona desconocida.

Un breve lapso de silencio se hizo presente mientras de nueva cuenta vociferaba –Mi nombre es Kyo, Kyo Kensato, algunos me llaman K.O, supongo que ya es mi apodo…podría decirse, estaba con rumbo a Ohara pero creo que me he perdido, ¿tu podrías decirme que isla es esta?- tras finalizar su comentario finalmente cayo, esperaría ahora a que su “compañero” tuviera la oportunidad de expresarse, al menos algo bueno debía sacar de todo eso, ese hombre indicaba que seguramente la isla no estaba desierta y si por casualidad se había perdido como el, entonces cuando menos ya serian tres hombres perdidos en el mismo sitio, cosa que, al menos para el espadachín, hacia más soportable esa posibilidad.

-Kagami Sengoku, vaya que nombre tan lindo, bueno, me refiero a que hacía tiempo no conocía a alguien que tuviese un nombre típico, últimamente me cruzo con cada sujeto de nombre extravagante que comenzaba a pensar que el de nombre raro era yo- comenzó a reír tras exclamarse con esas palabras. Se mostraba tranquilo y confiado, de todas maneras no parecía que aquel sujeto tuviera intenciones de entablar un combate, tampoco había razones para pensar que buscaba engañarlo, así que solo quedaba la opción de tratar de llevarse bien con esa persona y ver que podía sacar de fructífero. Repentinamente escucho algo que hacía tiempo no recordaba, la isla de Dawn, claro que la conocía, esa había sido una de sus preferidas, pues logro conocer a personas interesantes sin mencionar que fue ahí donde consiguió entablar relación de amistad con su ahora compañero Yuyiso quien fuera el carpintero de la actual tripulación.

-Si la conozco, estas muy lejos de ella creo, o bueno no sé exactamente dónde estamos pero que yo recuerde la isla de Dawn no estaba cerca de…de esta isla…sea cual sea- rasco un poco su cabeza mientras con la otra mano correspondía al saludo, quería ayudar al rubio pero sinceramente él no se ubicaba, conocía la localización de la isla de Dawn, siempre y cuando supiese en que mar estaba quizás podría ayudarle, pero ahora, sin saber siquiera en que sitio se encontraba no podía hacer mucho por el nuevo conocido. Nuevamente el silencio se hizo presa del lugar, más que nada por el hecho de que el pelinegro estaba pensando en alguna solución, era evidente que con platicar de sus problemas no iban a llegar a una solución, lo mejor sería actuar, pero si ambos habían recorrido la isla eso podía significar que no se encontraba habitada, de otra manera quizás habrían visto a alguien, cosa que, al menos hasta el momento no había sucedido. De pronto se le ocurrió una idea –Oye, tal vez si buscamos un poco más adentro de la isla podamos encontrar algo útil, después de todo, dudo que la respuesta llegue a nosotros si nos quedamos parados-

Tomando la iniciativa comenzó su avance rumbo al centro de aquel lugar, era pequeño pero la vegetación impedía conocer que se encontraba en el centro de ese sitio, quien sabe, con suerte encontrarían algún nativo, o de menos algún naufrago que posiblemente les ubicara en el mapa, todo parecía una buena idea, al menos era mejor que esperar a que la noche llegara y los animales comenzaran a salir en cacería. Antes de proseguir guardo ambas manos en los bolsillos de su short y elevando un poco la cabeza le exclamo –Por cierto, yo soy pirata, espero eso no sea algún impedimento para que te ayude, pero, puedes estar tranquilo, no creo en ir atacando a la gente si no es provocado- su cálida sonrisa se dibujó en el rostro para continuar con su tarea, esperaba que Sengoku le acompañara, de no ser así, ese sería un día muy largo.

-Es la mejor respuesta que me han dado este día, considerando que no me han dado ninguna- nuevamente comenzó a reír pero ahora de una manera más controlada, estaba disfrutando de la charla mientras avanzaban entre la maleza, uno que otro animalejo de aspecto raro se deslumbrara repentinamente captando la atención del pelinegro quien aprovechaba el momento para disfrutar de una isla tan peculiar. Poco después el rubio mostro recordar algo, quien sabe, todo indicaba que alguna vez tuvo un amigo pero que ahora mismo se encontraba en un mejor lugar, o quizás en uno peor, dependería del punto de vista de cada individuo. La última pregunta le dejo un aire de duda, en realidad no estaba seguro si tenía recompensa o no, una que otra vez le habían visto robando, además había ayudado a escapar a un pirata años atrás en la isla de Loguetown, ciertamente esperaba no tenerla por el momento pero lo más seguro es que si era poseedor de una, así que suspirando con suavidad mientras giraba su cabeza buscando algún indicio de civilización reclamo con naturalidad –Pues la verdad no estoy seguro, supongo que sí, pero debe ser una cantidad mínima, en realidad no me considero alguien peligroso- mostro como siempre su afable sonrisa en señal de consideración para con su compañero.

Ya más internados en una pequeña región semejante a la selva, todo indicaba que no había nadie viviendo en dicho lugar, algunos mosquitos se acercaban tratando de comer del espadachín quien con movimientos de mano los aplastaba o retiraba en una cómica escena, fue entonces cuando el otro pirata mostro cierto interés en la isla, parecía alguien analista, de hecho no le sorprendería que desde su encuentro le estuviera estudiando, cosa que no le molestaba en lo más mínimo, después de todo él no tenía mucho que esconder y lo que podría descubrir del seria poca cosa –Pues si es una isla peculiar, aunque hay muchos lugares peculiares, debo de admitir que no es de especial agrado para mi gusto pero sin duda es un sitio de interés para cualquiera- apenas termino estas palabras cuando repentinamente una flecha paso frente a su rostro impactándose en el tronco de un árbol ante la mirada serena del morocho –Ah vaya una flecha- reviso la flecha casi como si aquello hubiese sido normal mientras dando un rápido vistazo a su costado podían observarse algunos hombres vestidos de manera extraña acercándose a donde ellos se encontraban.

Los orbes del capitán pirata se centraron en aquellas figuras masculinas, eran bastantes a decir verdad, no menos de diez aunque tampoco mayores a treinta, quizás veinte o poco más. Todos parecían contar con lanzas o algo similar para poder defenderse así como algunos contaban con arcos -¿Ah?- pregunto incrédulo el chico mientras un sujeto lanzaba otra flecha la cual pasaba cerca de nuevo pero sin lograr a tocarlo, en lugar de preocuparse comenzó a reír ligeramente –Al fin, mira Sengoku, encontramos gente a la cual le podemos preguntar dónde estamos, que felicidad- y así mientras se movía a un costado evitaba una flecha la cual nuevamente se incrustaba en el tronco de un árbol, sus manos aún permanecían ocultas en sus bolsillos al momento que aquellas personas les rodeaban, no sabía que iba a suceder pero aparentemente sus problemas habían terminado, lo único que tenían que hacer era preguntarles a esos lugareños donde se encontraban y de ser posible conseguir con ellos algunas provisiones para el viaje, si le era posible tal vez daría un pequeño aventón a Kagami, pero por ahora debía preocuparse más por resolver el primer problema –Bueno, parece que antes que nada vamos a tener que luchar, que pereza…-

“¿Hmmm?” su compañero parecía extrañamente igual de tranquilo que el espadachín, pero en una forma diferente, mientras que el chico más bajo se encontraba tranquilo pero a manera de entablar un combate, su compañero se mantenía tranquilo a manera de entablar una conversación con los extraños, ciertamente Kyo haría lo mismo pero en una situación como esa dudaba que los salvajes pudieran entenderle pero como en todo, valía la pena evitarse una pelea innecesaria en un sitio extraño, de todos modos dudaba que hubiese grandes problemas aun si se dejaba capturar, raramente se preocupaba por algún enemigo, únicamente los marines lograban crear en él un efecto de inseguridad un tanto más notable –Bueno creo que tienes razón, aunque me disculparas si no levanto mis manos…malas costumbres que aprendí hace años- su mirada pacifica se clavó en los extraños que se acercaban a ellos cautelosamente, el mantenía ambas manos en sus bolsillos sin importarle mucho la aparente amenaza en la que se encontraba. Bostezo con suavidad una vez estuvieron rodeados, sin duda les tenia atrapados, aunque en un momento a otro las cosas pudieron haber cambiado, el espadachín decidió que el rubio tenía más razón que él, si los derrotaba o pero, solo conseguiría seguir perdido, si iba a otro lado, aun a riesgo de ser rehén quizás conseguiría información.

Los nativos no dejarían tan libres a aquellos dos personajes, tanto así que los sujetaron con unas cuerdas y después comenzaron a llevarlos consigo con rumbo desconocido, el moreno estaba detrás de su compañero avanzando en fila india, reía leve y continuamente sin mucha razón aparente –Vaya, ahora sí que la hemos liado, bueno esto será una buena anécdota cuando estemos más viejos creo yo, sabes ojala nos den de comer al lugar a donde vamos, me muero de hambre- giro su rostro observando detrás de si por sobre su hombro a uno de aquellos extraños que caminando sin decir palabra parecía únicamente concentrado en no dejarlos escapar –Oye…¿nos darán de comer?- lanzo una sonrisa de niño mientras sin obtener respuesta devolvía su mirada al frente, conforme avanzaban descubría que había caminos hechos en la maleza que a simple vista no eran apreciables, pero que, para alguien ya con experiencia eran totalmente identificables, sin duda esa era la clave para no perder el rumbo en un sitio como ese. No paso mucho para que llegaran a su destino.

Se trataba de una pequeña aldea cercana a un ojo de agua, agradable y hermosa a la vista, con unos cuantos ancianos y niños, varias mujeres en sus labores así como unos cuantos guerreros que parecían quedarse a protegerla en caso de algún ataque, al ver como llegaban aquellos extraños todos se comenzaron a acercar mirándolos con desconfianza, por algo había de ser aquellas miradas acusadoras. La travesía tuvo su final cuando llegaron a una gran choza que parecía ser la sede del “líder” de la tribu, entraron por un par de cortinas de seda y adentro observaron un sitio bastante modesto, de hecho una habitación de hotel medianamente barato competía con toda facilidad con ese albergue. Frente a ellos, sentado en un trono de madera se encontraba un hombre muy grande, de hecho fácilmente sobrepasaba los dos metros y medio, tenía una barba negra alargada siendo calvo de la cabeza, con algo de panza y vistiendo como todos los demás, se mantenía bebiendo de algo parecido a un coco partido a modo de recipiente y junto a él se encontraban varias bellas mujeres morochas que al ver ingresar a los extraños se retiraron desapareciendo tras otro par de cortinas. El hombre comenzó a vociferar en un idioma extraño del cual no entendía nada el nipón, tanto así que decidió esperar a ver qué pasaba, o a ver si el otro sujeto tomaba la iniciativa.

Todo sucedió muy rápido para el joven cautivo, el jefe, entre gritos y otras acciones que al menos a sus ojos eran graciosas parecía dar órdenes, unos cuantos sujetos, apenados o intimidados simplemente se movían de un lado a otro al tiempo que un sujeto con gafas, raro y de apariencia más civilizada los escoltaba fuera de aquel sitio. Fueron llevado a un lugar especial o al menos eso parecía, un tanto alejado de la aldea seguramente para evitar que tuvieran contacto con la gente de ese sitio, el sujeto de apariencia intelectual les dirigió unas palabras nada alentadoras, cosa que no le importó mucho al pelinegro quien mirando a todos lados apreciando la belleza de ese sitio mantenía una sonrisa confiada, quizás se mostraba como un lunático pero la verdad era que no estaba muy preocupado, después de todo, si sucedía algo tenía un haz bajo la manga al cual recurrir en caso de un gran peligro –Ah bueno, entonces esperaremos, pero, ¿nos darán de comer?, ya tengo hambre- exclamo con cierta cortesía esperando que su deseo fuera atendido. El hombre de anteojos no se mostró molesto, al contrario simplemente se retiró dejando solos a los dos chichos con un par de hombres como guardianes.

-Bueno todo marcha bien- vocifero a su compañero girando un poco su rostro mirándole por un instante para después devolver su mirada al frente. No paso mucho para que regresara el sujeto inteligente cargando con unos objetos parecidos a platos aunque hechos de cascara de coco, se postro frente a los sujetos y dejo el plato en el suelo, las cuerdas que los sujetaban impedían casi el completo movimiento del torso sin embargo las manos quedaban un poco sueltas y con cierto esfuerzo podían tomar aquella “vasija” y beber de ella, cosa que no tardo en realizar el moreno acabándose su comida rápidamente –Vaya estuvo rico, no sé qué clase de comida es pero la verdad me ha gustado- dejo de nueva cuenta su plato en el suelo mientras aquel hombre de la tribu no dirigía palabra alguna, de hecho se había vuelto dándoles la espalda sin retirarse como si estuviera esperando algo. Pasaron varios minutos donde el silencio fue general, poco a poco el cielo se teñía de naranja, todo indicaba que pronto llegaría la noche acompañada de su vestido de colores celestes, según esto, era el momento más importante para “aquellos invasores”

En un momento dado el espadachín se quedó dormido, aunque no lo denotaba pues simplemente había dejado caer su cabeza con sus ojos cerrados sin emitir ruido y con su posición fácilmente podía dar a entender que se encontraba meditando. Fue hasta que repentinamente comenzó una especie de fiesta en las lejanías que despertó de su letargo -¿Ah?- sus parpados aun cansinos no se abrían del todo mientras ya entrando la noche, en la aldea se observaba a varios nativos moviéndose a toda velocidad como si estuvieran preparando algo, se encendió una gran fogata de la cual se mostraba la clásica estela de humo elevándose a la atmosfera y canticos que retumbaban en todo el sitio –Es hora…- fue lo único que menciono aquel hombre que hablaba su lengua para después comenzar a retirarse. Los guardias tomaron a ambos sujetos y los levantaron con rudeza comenzando a guiarlos a la aldea de nueva cuenta, una vez más cerca se observaba a las mujeres, hombres y niños vestidos con atuendos de plumas, bastante llamativos y hermosos a decir verdad, ya en el centro, una gran fogata donde se encontraba una inmensa olla llena de agua y otros condimentos, mas allá una banda de los nativos tocaba tambores a un ritmo singular mientras algunas mujeres cantaban de manera hermosa pero a la vez algo escalofriante. No sabía que estaba pasando, pero todo indicaba que se los iban a comer, o eso pensaba el pirata –Bueno…¿y ahora qué?- bostezo dirigiéndose a su compañero, aparentemente esperaba ver que proponía, después de todo dejarse atrapar había sido su idea.

El chico no entendía mucho de lo que estaba pasando, en un momento su compañero le advertía acerca de un rival que ciertamente no sabía ni entendía y poco después estaba siendo liberado para verse frente a diez brutos musculosos con armas largas y punzo cortantes, ahora entendía porque no le habían quitado su katana, pensó que era por ser estúpidos, pero al parecer confiaban demasiado en que un solo hombre no podría contra aquellos guerreros –Ahm…no entiendo, ¿nos van a atacar?- comento con suavidad ante el comentario del rubio, le pedía que no los matara, cosa que no haría ni aun estando solo, no a menos que lo obligaran las circunstancias o que algo más grande estuviera en juego. Fue así como junto al retumbar de los tambores comenzó la lucha, se encontraban rodeados y era evidente que aquellos hombres se habían dividido cinco para cada pirata, ante aquella escena el pelinegro simplemente bostezo –Ya es tarde, ¿no podríamos dejarlo para otro día?- y apenas acabo de musitar esto cuando un ataque por parte de un nativo se hizo presente, giro con lentitud su cabeza la izquierda observándole, era demasiado pesado y lento para alguien como el por lo que observando la lanza que era el arma en cuestión se hizo a un costado de un salto pequeño evitando con toda facilidad el ataque.

Apenas había evitado el primer ataque cuando otros dos le prosiguieron al cuerpo con el mismo tipo de arma que el anterior, a lo cual se inclinó evitando uno de ellos para después saltar recogiendo sus piernas evitando el segundo que estaba dirigido a sus extremidades inferiores. Toco tierra nuevamente y observo a los otros dos acercándose para atacarle esta vez al cuerpo como tal, de manera que el únicamente se dejó caer a un lado rodando para después reincorporarse. Durante aquella breve demostración de habilidad se notaba un aspecto raro, mantenía ambas manos en los bolsillos de su short además de mantener su cara de serenidad, ni siquiera parecía estar molesto o confiado, era como si su rostro estuviera muerto en cuanto a emociones –Vaya son bastante fuertes- replico con calma, su tono era muy particular, tanto así que no se distinguía si estaba burlándose de ellos o si lo decía en serio –Bueno entonces solo los dejaremos fuera de combate, espero que no me maten- en ese momento cerro levemente sus orbes dejando caer sus parpados como una cortina sobre ellos.

Se produjo una brisa pequeña pero esta no era provocada por el mar que en la costa se mantenía sereno, algo más lo había provocado, fue entonces cuando la figura del espadachín desapareció sin dejar rastro. Los guerreros que le habían atacado con anterior se mostraron confundidos observando en todas direcciones, pero, no parecía haber noticias del paradero de aquel capitán pirata. Repentinamente la silueta del moreno apareció a un lado de Kagami, se encontraba en cunclillas jugando con la tierra del lugar mientras los cinco guerreros caían al suelo derrotados con una marca de corte en su pecho de manera diagonal, no era una herida grave pero había sido suficiente para derrotarlos a todos sin esfuerzo –Bueno yo ya hice mi parte- le mascullo a su compañero al momento que pasaban algunas hormigas por el sitio y las tomaba en sus manos sonriendo de manera afable. Todos los aldeanos se mostraban horrorizados, tanto así que los tambores dejaron de sonar y algunas mujeres retrocedían ocultándose tras sus esposos, ¿qué había sido aquello?, ¿cómo era posible que alguien como aquel muchacho hubiese derrotado a cinco de sus mejores guerreros así como sin nada?, seguramente ahora las preguntas brotaban en la mente de los nativos más que en la mente del nipón.

Su teoría fue corroborada cuando uno de los guerreros aparentemente lleno de cólera se lanzó en su contra desde un lateral del terreno, el jovencillo de cabellos a modo de cola de caballo no se movía de su sitio, como se expresó, le tocaba a Sengoku acabar con sus cinco guerreros, eso incluía aquel que le estaba atacando, cualquiera le juzgaría loco, confiarle la vida a un extraño que en primer lugar era en parte responsable de aquel combate para nada agradable, pero, para la mente del morocho aquello era normal, no había detectado maldad en la actitud de su compañero, tampoco denotaba que fuera alguien mentiroso o que no cumpliera su palabra, le había dicho que confiara en él y eso haría. Tanta era su confianza que ni siquiera se encontraba en el combate, ahora solo pensaba en su compañero quien seguramente ya estaría preguntándose donde se encontraba su capitán, el tiempo era limitado, primero deberían pasar a Ohara y después dirigirse a Tequila Wolf, un largo camino, un tiempo justo, que más podía pedir un pirata en aquel momento…

-¿Ah?- comento únicamente sin prestar atención al entorno aun jugando con aquellas hormigas que felices paseaban por el suelo, fue solo entonces cuando casi frente a si el rubio detuvo a un atacante y le venció fácilmente que elevo su mirada. Los ojos de su compañero eran ocultos por sus cabellos, aunque por su posición y su tono de voz parecía molesto, cosa que tampoco inmuto en lo más mínimo al pirata quien desde su posición únicamente pudo elaborar –No los mate, me dijiste que los dejara fuera de combate y eso hice, ¿o acaso esperabas que tampoco los atacara?- repuso con un tono pesado denotando que no comprendía porque se había molestado –Además es algo natural, si alguien me ataca tengo que responder, hace mucho tiempo aprendí esa lección- finalizo aquellas palabras irguiéndose con toda naturalidad mientras todas las llamas se apagaban ante la mirada expectante del espadachín “Hmmmm, ¿esto es parte del ritual?” repentinamente la gran olla fue tirada gracias a un movimiento realizado por el rubio logrando con ello alborotar a toda la multitud quien se dispersaba en todas direcciones quizás en búsqueda de refugio, de seguridad o de alguna otra cosa.

Su compañero tomo la iniciativa comenzando a correr, el no entendía nada de lo que estaba pasando pero decidió ir tras el simplemente. Algunos aldeanos comenzaron a perseguirles pero fueron pronto dejados atrás para después quedarse solos en aquella maleza, la oscuridad hacia muy difícil el ir corriendo a toda velocidad pues de vez en vez podían toparse con alguna rama o cosa similar. Afortunadamente mientras avanzaban no se toparon con ninguna trampa o enemigo extra, realmente su trayecto fue tranquilo y silencioso hasta que llegaron a la playa, una parte donde no habían estado anteriormente, la luna brillaba con más fuerza por lo cual era fácil observar los alrededores. La escapada no había sido muy cansina por lo cual ambos sujetos parecían aun en forma, avanzando unos cuantos pasos Kyo se acercó más al agua que topaba con la playa y sin girarse para mirar a su compañero exclamo –No entiendo porque te has enfadado, me dijiste que no los matara y no lo hice- paro un momento y después girando su cabeza sobre su hombro enviando una rápida mirada al rubio prosiguió –Dijiste que…creías que éramos parecidos, pues no, tu y yo solo somos parecidos por el hecho de que ambos estamos perdidos en una isla habitada por lunáticos- comenzó a reír levemente, aun en circunstancias que parecen problemáticas no dejaba de mostrar aquella actitud afable.

-Bueno en realidad si lo que quieres una razón del porque hice lo que hice es simple, soy un pirata, no un santo, si me veo amenazado atacare, aquellos sujetos eran fuertes, un ataque como ese no los dejara fuera de combate ni un día, solamente un par de horas, pero había que dejarles en claro que no pueden ir tomando a cualquier persona así como así y comérsela, ¿si en sus manos cayeran niños que les harían?, ¿no llegaste a pensar en ello?- musitaba en una manera casi de monologo observando la luna en su hermosa figura sobre los cielos, el silencio se hizo presente mientras el sonido marino llenaba de paz el lugar, parecía que estaba aproximándose la hora de la despedida –Bueno a pesar de todo termine en lo mismo, no sé dónde estoy ni siquiera sé a dónde debo dirigirme pero da igual, me alegro de haberte conocido, supongo que con ello valió la pena el casi ser comida de una tribu- mostro en su rostro una extendida sonrisa, girando enteramente su cuerpo para mirar a Kagami esperando de este alguna respuesta u acción a lo dicho.

Todo parecía terminar, la mirada de Kyo no cambiaba aun tras todas las palabras lanzadas por el rubio, lo cierto era que le daba igual y su compañero lo rectificaba sin darse cuenta, ellos eran piratas, no príncipes azules, ¿y que si morían esos sujetos?, ¿acaso les debían algo?, en primer lugar de no haberse dejado atrapar jamás habría tenido que pasar por aquel teatro, en segundo lugar no se iba a tentar el corazón, este era un mundo cruel, lo había sido toda la vida con él, ¿por qué él no debía serlo con aquellos que no lo merecían?. La charla sinceramente comenzaba a aburrirlo, al parecer aquel sujeto tenía una visión surrealista del mundo, ¿no se daba cuenta en donde existía?, el mundo no era rosa, las personas no eran iguales, los blancos eran blancos, los negros eran negros, los piratas eran piratas y los marines eran marines, entrar en discusión por simples banalidades como si merecían morir o no estaba muy lejos del entendimiento del pelinegro, más ahora que estaba a punto de ir a una guerra, le alegro escuchar que Kagami no parecía ir en esa dirección, después de lo vivido era casi obvio que no tendría lo necesario para entablar una batalla como esa, pero quien sabe, quizás dentro de sus palabras había razón, aunque la razón es un punto de vista, diferente para cada quien.

Mantuvo silencio toda la plática, denotando que aunque escuchaba las palabras del otro pirata no le importaban mucho, si él quería verlo de esa manera estaba bien, después de todo tenía su forma de ver el mundo conforme a sus vivencias, así como el espadachín tenía la suya. –Adiós te deseo un buen viaje- exclamo bostezando alegrándose de que el sermón hubiera terminado, aunque era una persona paciente en aquellos aspectos si algo le molestaba y aburría era otro tipo dando una lección de la vida, decidiendo que era correcto y que era incorrecto, pensando que tenía un don de santo para salvar a medio mundo cuando debería estarse preocupando más por su propia sobrevivencia. Observo como el sujeto se retiraba mientras el simplemente permanecía en su lugar, pensó en simplemente dejarlo partir, pero, aunque era un tipo raro, se vio obligado a exclamar –Una guerra se aproxima Sengoku, es inevitable un choque entre la marina y los piratas, tal vez no volvamos a vernos, pero bueno supongo que no importa, tal vez…me dé una vuelta por Shimotsuki algún día de estos…-

Tras finalizar aquellas palabras suspiro suavemente comenzando a tararear una canción alegre para el momento, lo que mostraba mas aunque no importaba lo que sucediera, el seguía tan feliz como siempre, sin alterarse, sin complicarse la vida, no se sentía culpable de nada, ahora solo pensaba en la cena y en reunirse con su compañero Yuyiso con quien ya tenían unas horas de retraso, tendría que zarpar rápidamente de aquel sitio y dirigirse al oeste, con rumbo a Ohara, esperaba al menos ahí encontrar algunos víveres. Fue así que de nuevo tras una breve caminata que duro apenas unos minutos regreso al Golden Fish, con ayuda de una soga pudo subir sin problemas a la cubierta donde su compañero ya le esperaba, se disculpó con este último por el retraso y entre ambos mandaron el navío al mar. El ambiente era calmado y sereno, decidió ir a dormir dejando el primer turno a su nakama, entro a su habitación y retiro sus katanas dejándolas sobre una pequeña mesa, ahí simplemente ya sumido en la protectora oscuridad de la soledad, se acercó a una cama modesta, se tiró en ella y con una típica sonrisa se dejó caer en los brazos de Morfeo.