[PASADO]Amistades que no se eligen

La ciudad de Alfa & Omega, hogar de marines valientes dispuestos a proteger la ley a toda costa, su puerto como siempre lleno de movimiento y de vida, los comercios abriendo ante la salida del sol muestran sus pertenencias a los compradores que ansiosos por gastar de manera correcta su dinero deambulan por las calles; algunas parejas caminando con suma alegría viajan por las calles viejas llenas de folclor e historia, es pues en este sitio donde se alza una leyenda para todo rapaz en búsqueda de fama, fue aquí donde hace años rodara la cabeza del más grande pirata existente, pero, ¿cuánto de todo ello era verdad y cuanto era simplemente una leyenda?, esa era la pregunta que se formulaba un sujeto parado frente al lugar “místico”, sus orbes de un color oscuro clavados en el lugar buscando respuestas a sus incógnitas, sus cabellos acomodados en una cola de caballo y de manera que se elevaban sobresaltando a la vista, unas sandalias bajo sus pies acompañadas de un pantalón oscuro junto a una camisa de manga larga de igual color que era ocultada en parte por un chaleco verde extraño con diversas bolsas que podrían servir para guardar objetos.

Un sol que sobre los cielos atacaba a los incautos plebeyos era la única buena señal de aquel día, hacía tiempo que la miseria de ese sujeto había terminado, cuando menos ahora solo sufría pobreza…palabra muy diferente a la miseria pero que para aquellos que gozan de todo en el mundo es prácticamente lo mismo, no esperaba que esa gente poderosa entendiera su vida y mucho menos su elección, pero ya no había marcha atrás, morir era mejor que volver al oscuro abismo de la desdicha que oprimía su corazón, preferiría ser ejecutado con toda crueldad que vivir de nuevo en las sombras de las ratas, bajo el yugo de los asesinos y lunáticos que en búsqueda de poder se mataban uno a otro sin lamentar en lo más mínimo su reacción. Una suave brisa acaricio el rostro del chicho, cerrando sus parpados comenzó a mostrarse su primer propósito, convertirse en pirata era ahora su única opción, quizás algún día seria alguien fuerte o tal vez en su primer intento caería cual mosca ante telaraña, pero el intento valía completamente la pena, por eso su mente aunque difusa no mostraba retractación, sus ideas no estaban del todo claras, pero suficientes para poder elegir con firmeza.

Un gran suspiro inaudible gracias al ajetreo de la multitud que pasaba a su lado fue expirado de sus labios, elevo pues su mirada una última vez a aquel sitio ocultando sus manos en las bolsas de su pantalón, una cálida sonrisa formulada en su fas daba una agradable impresión de su rostro para ser acompañada de suaves palabras pasajeras –Muy bien, este es el comienzo, espero que mi final no esté cerca, pero eso es algo que solo el tiempo podrá decidir, quizás algún día…- detuvo en seco sus palabras y callo, se quedó ahí parado expectante aparentemente meditando algo para continuamente comenzar a alejarse de aquel sitio con lentitud dirigiéndose al puerto.

Mientras andaba con paso peculiar rumbo al puerto, el pequeño jovencillo sintió que algo golpeaba contra parte de sus piernas, reacciono agachando la cabeza y divisando un objeto extraño y enorme, como si de una katana se tratara, solamente que las dimensiones de aquella arma eran exageradamente enormes, tanto así que cuando logro observar quien era su portador le parecía gracioso en parte, pues mientras que la espada era casi gigantesca el muchacho no parecía un hombre demasiado grande, de hecho aunque le superaba en estatura la diferencia era casi mínima de apenas unos cuantos centímetros. El sujeto pareció resentir el tirón que se había provocado gracias al encontronazo entre su arma y las piernas de Kyo por lo cual girándose en gesto de total berrinche mostro una mirada algo rara y que no surtía efecto en el jovencillo, después de todo él había vivido en medio de asesinos, vagabundos, ladrones y quien sabe que otras cosas terribles, las miradas amenazantes eran para el casi un saludo de buena fe por parte de los extraños, tanto así que ante el comentario de ese sujeto mostro una sonrisa amable y elevando la diestra exclamo –Hola- con tal naturalidad que pareciese que ya le conocía de tiempo atrás.

Observando más de cerca le parecía una persona un tanto rara, su cabello para iniciar no tenía color alguno sino carecía del mismo, casi como si se tratara de un anciano, posiblemente a causa de una peculiaridad familiar o alguna extraña enfermedad, cosa que no le interesaba en lo más mínimo al chico; por otra parte portar un arma así en una ciudad llena de marines era poco más que una locura, por ende rascando su cabeza un tanto más por mero nerviosismos que por otra razón vocifero con suficiente potencia para ser escuchado –Mi nombre es Kyo, ¿quién eres tú?- observando disimuladamente a su alrededor notando a uno que otro marine descuidado por ahí exclamo ahora en un tono de susurro –No deberías andar por ahí con un arma, quizás no seas de por aquí pero los marines no son muy amables que digamos con los extraños que portan grandes espadas…o eso que llevas contigo-

Nuevamente girando su rostro en diferentes direcciones trato de corroborar que ningún oficial les estuviese prestando una atención especial, cosa que, afortunadamente no parecía estar sucediendo, la multitud ayudaba a disimular muy bien la silueta de aquellos dos muchachos y el sonido estridente de vendedores y demás habitantes evitaba que se provocase un gran escándalo, a menos que alguien gritara las conversaciones eran privadas prácticamente. Kyo le miro una última vez para continuamente deducir que este sujeto quizás era “algo” igual a lo que él esperaba ser, un pirata novato en búsqueda de cierta riqueza y porque no decirlo, algo de reconocimiento en el mundo, cosa que ya le alegraba pues eso significaba que cuando menos no era el único en ese lugar que anhelaba alcanzar un día el título de gran pirata, la confianza creció desmedidamente, a tal punto de que el jovencillo abrió una carcajada un poco ruidosa para finalizar –Disculpa por ese golpecillo, no alcance a verte pues soy algo distraído-

-¿Serge?, vaya ese nombre me suena algo conocido…- clamo desviando momentáneamente la mirada pero tras no recordar nada decidió simplemente encogerse de hombros y proseguir con la conversación tan peculiar que había dado lugar, el sujeto preguntaba si había un sitio donde ocultarse de la justicia y vaya que si lo existía, Kyo era originario de la ciudad, tras un periodo de miseria conocía mejor que nadie los escondites donde ni la misma marina buscaba ya sea por repugnancia o por simple ignorancia de su existencia, así que mirando de reojo al sujeto mostro la zurda dándole la señal de que le siguiese, en un momento dado quizás Serge podría desconfiar de él cosa totalmente entendible para alguien a quien no conoces del todo, pero de igual manera el pelinegro tenía la certeza que le seguiría, en primer lugar porque no parecía dispuesto a entablar combate abierto en una zona controlada por la marina y en segundo porque de igual manera el chico estaba desprovisto de arma, con lo cual aunque fuere un ladrón seguramente el espadón que cargaba consigo le dejaría fuera de combate o algo peor.

Avanzo hasta un callejón donde comenzó a girar en una subdivisión del mismo que daba con más calles angostas donde la gente transitaba con cierta dificultad, tal como dibujaba el camino aquel novato podría parecer que se trataba de un laberinto pues anduvieron vagando durante un par de minutos hasta que finalmente llegaron a lo que demostraba ser un edificio abandonado y en muy malas condiciones –Por aquí sígueme- indico cuidadosamente mientras cerciorándose que nadie les observase abría lo que parecía ser una pared falsa y que en realidad era una puerta cubierta de pintura similar a la del edificio haciendo que se confundiera con toda facilidad.

Aquel ladrón entro con toda naturalidad al recinto, por dentro no era sino un edificio abandonado, sucio, lleno de unos cuantos vagabundos, algunos dormidos, otros simplemente haciendo sus cosas y otros más ebrios tirados en el suelo cubiertos de sus propios desperdicios a causa del alcohol. Sin dar más importancia al resto el pelinegro dirigió a su invitado hasta un pequeño rincón cubierto de unas cuantas telas viejas, era como una “pequeña habitación” un colchón viejo en el suelo que servía a modo de cama, un mueble casi en ruinas donde mantenía unos viejos libros nada útiles y finalmente una caja donde mantenía unas cuantas provisiones algo viejas pero que aún eran comestibles.

Tomo pues una fruta desgastada de aquel lugar, todo indicaba que era un mango aunque por su textura se asemejaba más a una pera, dio un mordisco sin tomarse consideraciones por la cascara y se dejó caer pesadamente en el colchón sentándose sobre el mismo sin perder de vista al peliblanco –Aquí estarás seguro, ningún marine viene por aquí pues este edificio se supone esta abandonado y pronto será demolido, es una lástima habrá que buscar un nuevo hogar, pero supongo que ya encontraremos otro sitio tan o más agradable que este- con una seña invito al compañero para que tomara asiento o que si gustaba comiese algo de las provisiones que aún se mantenían en aquel sitio.

-No debes agradecer, algún día quizás yo necesite ayuda y me gustaría que alguien me la brindara- vocifero con cierta suavidad teniendo cuidado de que no le escucharan los demás vagos, era bien cierto que ninguno parecía peligroso pero nunca se sabía qué tipo de lunáticos tanto viejos como recientes iban a parar a ese recinto, algunas veces solamente se encontraban con ladrones que tras unos días desaparecían posiblemente tras ser aprendidos por la justicia, otras sin embargo, habían llegado a esa pocilga violadores y asesinos seriales que después fueron ejecutados por sus crímenes o simplemente enviados a una prisión más segura que la de aquel lugar.

Termino de comer aquella fruta dejando el hueso y lanzándolo a la cara de un ebrio no muy lejano quien tras sentir el golpe apenas si se giró para continuar en brazos de Morfeo sujetando con firmeza una botella vacía en una imagen ciertamente lamentable; el hilo de la conversación se perdió por algunos instantes tanto así que reino únicamente el silencio u los ronquidos de los soñadores, repentinamente el chico observo algo extraño en aquel sujeto, ciertamente peculiar, pero…¿quién era el para juzgarle?, tal vez le había sucedido algo o quizás tenía algún problema por lo cual tenía una diferencia “física” con respecto a los demás, cosa que no le importaba, ese no era su asunto y no quería molestar a su nuevo compañero, por fortuna fue este último quien interrumpiría el incómodo silencio para dar paso a una breve conversación entre ambos sujetos –No puedo mentirte, esta ciudad esta infestada de ellos y debo agregar que algunos poseen un poder aterrador, pero eso es muy natural, después de todo estas en Loguetown la ciudad donde fue ejecutado…ya sabes- corto repentinamente tras dar un vistazo rápido a unos cuantos vagabundos que ingresaban al sitio de manera como ellos habían hecho antes –La verdad no es muy buen sitio para hablar de la marina- mascullo cuidadosamente simulando que estaba arreglándose algo en el pantalón.

Tras la última pregunta se quedó en silencio, podía deducir que entonces aquel chico buscaba salir de Loguetown, cosa relativamente sencilla si tenías algo de dinero y si no tenías armas, pero en aquella situación aparentemente no había dinero y quedaba la cuestión de la gran arma que portaba consigo, medito unos instantes rascándose la cabeza al tiempo que aclaraba su garganta tomando un poco de “agua” en un vaso bastante viejo que denotaba una suciedad desmedida –Pues creo que podría ayudarte- repuso finalmente tras acabar con el líquido y tirar el vaso al suelo sin importarle mucho que este se cubriese enteramente de polvo –El puerto es vigilado únicamente por reclutas, algunos son fuertes pero la mayoría no lo son, incluso si surge algún problema podrías escapar con facilidad, esa es la parte sencilla por supuesto- se detuvo repentinamente cruzando sus brazos y cerrando sus ojos adoptando una actitud más seria –Lo difícil será que consigas abordar un barco sin que se den cuenta, además una vez en la embarcación debes mantenerte oculto, ya sabes que los polisones no son bienvenidos, también queda la cuestión de que no sabrás a que isla podrían llevarte, es casi una moneda tirada al aire- rasco suavemente su mentón con la diestra abriendo sus orbes y enfocándolos en la figura del espadachín que tenía frente a si –Pero es la única idea que me viene a mente- espero entonces una respuesta por parte del contrario en búsqueda de su decisión.

Todo parecía en orden, a pesar del aparente “riesgo” el joven estaba incluso feliz a sabiendas de que podría darles un “regalito” a los oficiales instalados en el puerto, cosa que Kyo quisiera hacer pero que por el momento no tenía la fuerza para ello, algunos vagos del sitio trataban de escuchar la conversación pero gracias al cuidado con que esta se realizaba les era imposible, ahora que ya se tenía decidido un supuesto plan de escape solo quedaba planear el modo más seguro de trasladarse –No debería ser muy difícil llegar hasta el puerto, de hecho lo más fácil será llegar al mismo, lo difícil será salir de este si no te han revisado- vocifero con seguridad el chaval mientras se levantaba de aquel lugar donde se encontrara sentado, su mirada era siempre serena aunque por dentro los nervios comenzaban a carcomer su corazón, como bien había dicho, llegar era una chiquillada, incluso podrían ir por media calle hasta arribar al puerto, pero salir era otro asunto, por lo general los marines revisaban a los que se retiraban del puerto, más aun si portaban armas, las posibilidades de que se suscitara un evento violento aumentaban en gran medida gracias a la espada que llevaba consigo Serge, de igual manera lo preocupante no era la fortaleza de los reclutas sino la cantidad de los mismos, todas estas cuestiones hicieron mella en el cerebro de Kyo a tal punto de que comenzara a idear con cuidado un plan.

Tardo así varios minutos en un aplastante silencio hasta que chasqueando sus dedos comenzó a reír suavemente dirigiéndose a la salida de aquel lugar indicando al otro sujeto que le acompañase. Abriendo la puerta por donde antes hubieren ingresado se aseguró de que no existieran más personas para posteriormente salir con toda tranquilidad, el aire fresco de nuevo entraba en sus pulmones y el sol había bajado un tanto su intensidad dejando en su lugar una onda de calor agradable; giro su rostro topándose con el de su compañero y exclamo –Ya sé cómo puedes salir de esta isla sin tener muchos problemas- avanzaba continuamente dirigiéndose aparentemente a una calle más ancha y transitada donde se encontraban diversos comercios que como era natural ofrecían sus productos al público –En el puerto hay muchos reclutas, lo cual solo significa una cosa…son inexpertos, están ansiosos de capturar a un “pirata” o algún sujeto “malvado” para intentar ser ascendidos de inmediato, cosa que es muy beneficiosa para nuestra situación-

Así llegando a la calle comenzó a mezclarse entre la multitud teniendo especial cuidado en no perder a su compañero –Lo único que necesitas es una distracción en el momento correcto, eso quizás no retire a todos los marines del puerto, pero sin duda reducirá su número considerablemente además de que tendrás unos valiosos segundos para escapar de manera disimulada- envió una sonrisa por sobre su hombro observando momentáneamente a Serge dándole a entender que el seria la supuesta distracción que brindaría unos valiosos momentos para que escapara de aquel puerto –Además como tú dices, a mí también me gustaría hacerles alguna jugarreta este día, hace tiempo que no les molesto- de nueva cuenta una risa suave emano de sus labios para después ser opacada por el murmullo del mercado, el puerto no estaba demasiado lejos, por lo cual dentro de poco estarían en el sitio, el plan era sencillo y esperaba fuese efectivo, de otro modo las cosas podrían ponerse muy feas tanto para el chicho de cabellos blancos como para el ladronzuelo de ropas extravagantes.

Serge no había tenido una buena reacción ante lo propuesto, de tal forma que repentinamente pareció enloquecer por completo exclamando con rapidez que no usaría carnadas para su beneficio, que prefería abrirse paso luchando contra cada uno de los reclutas que encontrara en su camino, el joven pelinegro ante esto simplemente emano un gran suspiro dejando caer un tanto sus brazos y la cabeza –Vaya, eres alguien muy problemático- respondió ante las constantes quejas que emitía su compañero para después continuar con su caminata –Bueno entonces creo que iré ahí por gusto, de todas formas en ese caso yo no te estaría ayudando, estaría realizando una acción por voluntad propia- afirmo con toda propiedad dirigiéndose aún rumbo al puerto dejando en claro que el continuaría con el plan aun si su compañero no estaba dispuesto; entendía muy bien que discutir con alguien así era únicamente desperdiciar el tiempo valioso del cual disponían así que decidió que sería más efectivo simplemente proseguir con lo ya establecido sin tomar en cuenta los caprichos del fuereño.

Coloco ambas manos tras su nuca mientras ya con la vista podía observar con claridad el puerto, faltaban unos cuantos minutos para poder llegar y ejecutar el plan, suponía que Serge estaría detrás de él tratando de impedir su marcha por lo cual decidió continuar con la charla momentáneamente en búsqueda de darle más confianza –Conozco bien esta ciudad, he estado en casi todo lugar existente de ella, exceptuando la prisión y el cuartel de la marina, eso sí que no conozco, aunque tal vez un día lo visite…- se calló por unos instantes sin detener la marcha para anexar –No deberías preocuparte tanto por mí, ¿de verdad crees que me arriesgaría por un extraño si tuviera la mínima probabilidad de ser atrapado?- comenzó a reír ahora más descaradamente pues se imaginaba que escena tan graciosa seria que el fuese atrapado mientras el peliblanco escapaba a sus espaldas.

-¿No te parece extraño?- vocifero una vez su alegría había desvanecido junto a una suave brisa marina proveniente de las lejanías –Dos extraños con objetivos similares, planeando una estrategia, yo no sé quién eres en realidad, tal vez eres un asesino o algo peor, tú no sabes quién soy tampoco, que tal si soy un agente encubierto, vaya…debemos estar locos para hacer esto, ahora que lo pienso es algo bastante gracioso- finalmente llegaron hasta la entrada al puerto, unos cuantos marines se encontraban resguardándola pero dejaban pasar a todos con tranquilidad, el problema serian aquellos marines que se encontraban junto a las embarcaciones vigilando las entradas y las salidas diarias.

-Bueno como te dije, el problema no es entrar al puerto, sino salir del mismo, estamos aquí, puedes dejar que continuemos con el plan o regresar por donde vinimos, en todo caso dudo mucho que tengas muchas otras opciones- bostezo tras finalizar esperando la decisión del espadachín, quizás era algo molesto pero Kyo actuaba de esa forma más que nada porque no quería que por “preocuparse” por él perdiese la oportunidad de salir de Loguetown, cosa que a veces quisiera hacer el mismo.

Todo estaba listo para continuar con el plan, de mal modo había aceptado aquel “trato” el compañero pues viendo que el sol amenazaba con ocultarse más rápido de lo previsto no tenía muchas opciones. Tras el primer comentario de su acompañante el pelinegro comenzó a reír con suavidad –Bueno cada quien tiene su punto de vista- clamo observando más fríamente a los reclutas, comenzó a visualizar su oportunidad, en realidad había muchas cosas que podía hacer pero pocas de ellas parecían realmente efectivas, aunque, como siempre la suerte sonreiría a su paso pues mientras avanzaba un ebrio comenzaba un alboroto en uno de los muelles donde algunos oficiales de manera más o menos amable trataban de impedir su salida con lo cual el pobre sujeto respondía maldiciéndolos de todas las formas posibles y lanzando golpes tan torpes que era como ver un movimiento en cámara lenta.

Una sonrisa se formuló en el rostro de Kyo al momento que vocifero con certeza –Bueno aquí esta nuestra oportunidad- así con toda seguridad comenzó a correr hasta llegar con el borracho para tomarlo de sus hombros como si le conociese –Oigan ustedes, porque molestan a mi tío!!- grito a los oficiales quienes al ver tan extraña pareja no supieron cómo reaccionar, algunos continuaban pidiendo que se retiraran de manera amable, otros comenzaban a exasperarse sacando algunas esposas de manera amenazante, otros más solo observaban y llamaban refuerzos. La escena fue tal que en un momento dado la mayoría de los reclutas estaban cerca de aquellas dos personas observándoles como bichos raros expectantes de lo que cualquiera de los dos intentase hacer; el ebrio lanzaba improperios a diestra y siniestra elevando cada vez más su voz ronca por el efecto del alcohol, el chico haciéndose pasar por su pariente simplemente trataba de hablar con los oficiales pero exclamando tantas incoherencias que no era posible entender aquel lenguaje.

Repentinamente un oficial aparentemente mayor que el resto apareció entre la multitud para verificar la situación, con imponente presencia se colocó frente al jovencillo que sujetaba al vagabundo ahora casi “muerto” por tanto ingerir aquella bebida embriagante y con voz fuerte y clara exclamo –Arréstenlos!- tras escuchar esta palabra los reclutas de alrededor comenzaron a acercarse con cierta cautela, momento en que el chaval aventó al ebrio rumbo al sujeto mayor haciendo que se impactara contra el mismo y a la vez tomando la botella semi vacía de aquel hombre lanzando el líquido en contra de algunos marines los cuales por protegerse del mismo se hicieron a un lado dejando un espacio suficiente para que comenzara a escapar –Vengan por mi amigos!!!- les insistió el extraño ladronzuelo alcanzando una velocidad bastante buena aunque nada especial ni fuera de lo común. En el acto la gran mayoría de los sujetos enfadados por aquella burla hacia su persona comenzaron a correr tras el rapaz en búsqueda de apresarlo dejando de lado su puesto, aunque, como ya había previsto el joven, unos cuantos se quedaron en el sitio, aunque eran pocos y seguramente en caso de que hubiese algún problema aquel chico Serge no tendría problema en quitarles del camino.

El plan daba sus frutos, los marines inexpertos continuaban persiguiendo al sujeto con toda u alma, cosa entendible pues todos querían obtener cierto reconocimiento y que mejor que arrestar a un vil ladrón que les había ofendido, más su tarea hasta el momento fracasaba de manera miserable, como una rata se movía de un lado a otro saltando de vez en cuando pequeños obstáculos para su ligereza pero que suponían una obstrucción considerable para aquellos marines que incluso llegaban a tropezar cayendo al suelo quedando aún más en ridículo. La dirección del joven daba a entender que regresaría al pueblo y seguramente buscaría un sitio seguro donde quedarse hasta que el alboroto pasara, pero en ese instante observando con firmeza la entrada al pueblo dos marines le obstruyeron el paso evitando que pudiese salir de aquel lugar, miro entonces a su izquierda donde se mantenía un puesto ambulante de mariscos y se dirigió a toda velocidad a dicho puesto para una vez cerca saltar con increíble agilidad cayendo sobre una pequeña manta que tenía el puestucho y con ella impulsarse lo suficiente para caer sobre el tejado de una casa no muy alta.

Se giró entonces observando a los marines quienes casi sin poder creerlo maldecían la suerte intentando escalar por las paredes con dificultad en búsqueda de su presa; el joven suspiro profundamente tranquilizándose por un breve instante moviendo sus orbes hasta dar con aquel peliblanco ya instaurado en su pequeña embarcación, todo indicaba que había tenido algunos problemas para abrirse paso hasta su bote pero a excepción de ello no tenía mayor inconveniente cosa que alegraba al jovencillo quien lanzo una sonrisa y elevo su mano a señal de despedida, obviamente no la movió para que los marines no sospecharan y aunque lo hicieran no señalaba a ninguna dirección por lo cual ninguno podría deducir que estaba haciendo.

“Adiós Serge, espero que te vaya mejor a la nueva isla donde vayas” pensaba a sus adentros cuando de pronto un sonido estridente le hizo dar un salto a la derecha elevando un tanto sus brazos de manera nerviosa, el hombre mayor le había disparado pero afortunadamente le había errado por poco impactando la bala cerca de uno de sus pies –Oye cuidado puedes matar a alguien con eso- grito enfadado el pelinegro cuando próximamente otro disparo paso a un lado de su cabeza sacando varias gotas de sudor en su cráneo para próximamente comenzar a correr por los tejados saltando ágilmente, cosa que le gustaba hacer aun si no era perseguido, pero ahora no le agradaba del todo pues unos cuantos reclutas agiles estaban sobre los tejados manteniendo una constante persecución y aunque no llegaban a ser tan gráciles como el chicho sin duda podían compensar aquello con uno que otro disparo pasando cerca del cuerpo del infractor “Diablos me pregunto porque siempre usan pistolas, ¿qué no podrían simplemente decir “queda usted arrestado” para después darse por vencidos?” murmuraba para sí mismo dirigiéndose de nueva cuenta a su escondite.

Así pues andando sobre los tejados evitando constantemente los disparos provenientes de los marines logro llegar al callejón donde se encontraba aquel edificio, entro como siempre por la puerta escondida escuchando como los marines se preguntaban a donde había ido y tomaban otro rumbo diferente, aspiro para después comenzar a toser dado que en aquel sitio había ahora una gran cantidad de polvo “Pero qué diablos y ahora que han hecho, porque hay tanto polvo maldición” pensaba para sí mismo al tiempo que buscando con la mirada no lograba divisar a ningún otro vagabundo, el sitio parecía ahora totalmente abandonado, las pocas pertenencias que ahí se mantenían estaban regadas por todo el lugar, casi como si hubiesen tenido que salir improvisadamente –Pero que…- su voz hizo un eco aterrador denotando que en efecto nadie más se encontraba ahí ahora, busco y rebusco por cada rincón del sitio pero no logro encontrar el mas mínimo indicio de las almas que antes ahí habitaban con tranquilidad. No fue sino hasta que se alejó observando por una ventana del segundo piso como unos cuantos sujetos se mantenían afuera con algunos extraños artefactos colocados en la base del edificio, tardo unos segundos en darse cuenta de lo que estaba sucediendo y para cuando lo hizo comenzó a correr en dirección contraria –Mierda!- grito con fuerza mientras observaba al frente otra ventana sin vidrio que daba al techo de otra cosa.

Por algunos momentos todo pareció moverse en cámara lenta, un ruido ensordecedor se hizo presente al momento que partes del edificio comenzaron a derrumbarse, grandes bloques de roca comenzaron a caer a sus lados mientras una que otra golpeaba directamente en su cuerpo provocando un dolor intenso. Con sus últimas fuerzas llego hasta aquella ventana y salto con fuerza logrando alcanzar el otro tejado y rodando por este pues sus piernas habían perdido fuerza, lo único que pudo ver fue aquel edificio desplomándose para después encontrarse sumergido en la entera oscuridad.

Paso el tiempo y ruidos extraños provenientes de algún lado le despertaron, sus ojos apenas si lograban ver a través de una oscuridad casi total, observo el cielo, las estrellas ya habían salido en compañía de su dama principal…la luna que mantenía parcialmente sus mejillas de un color celeste, giro su cabeza y pudo observar entonces la ciudad llena de multicolores provocados por algunas linternas encendidas, no tenía conocimiento de que hora era, aunque por la gente que recorría aun las calles se deducía que no era demasiado tarde, sin embargo su cuerpo se encontraba rendido a tal punto de no responderle, cosa que ni siquiera le interesaba, se encontraba feliz de no haber muerto sepultado bajo aquel edificio –Vaya…sigo teniendo la suerte acostumbrada, me pregunto…¿cuánta suerte tienes contigo…Serge?- y tras vociferar aquellas últimas palabras cerro de nueva cuenta sus parpados sumiéndose en un sueño profundo y amable, donde su mente no tenía fronteras y donde la miseria, el hambre y la injusticia eran cosa…de otro mundo.