La basura en el vertedero.

Un vertedero grande, aunque a pesar de toda la basura que había ahí, había un olor que destacaba entre el resto, algo extremadamente putrefacto y nauseabundo... El olor podía percibirse incluso entre años de descomposición de miles de desperdicios.

Me levanté y abrí los ojos, pegajosos de alguna sustancia que probablemente no quisiera saber qué era, así que simplemente no me lo planteé. Recogí mis tripas del suelo, introduciéndolas de nuevo en mi estómago y desperezándome lenta y vigorosamente...

Ciertamente Terminal Gray personaifica lo que es un auténtico vertedero , o, en concreto, la zona marginal donde echan toda la mierda en cada isla. No es un lugar que la mayoría de la gente asocie con el orden y la tranquilidad de la vida sureña de playas, sol, y relax que podrías encontrar en otras islas, o en otras partes de una misma isla... ni tampoco pretende serlo. Apartadas del resto de la isla mediante vallas para apartar lo que no queremos ver en una cultura de vicios y desperdicios, violencias y caos, donde debe haber un lugar para tirar lo que ya no es fruto del progreso, y donde se pueda diseñar un espacio para que los que mueven grandes cantidades de dinero, puedan ocultar el nivel de corrupción al que están sometiendo a nuestro pacífico mundo de libertad en el que antes cualquiera podía llevar un sombrero y una espada sin que le colgaran por ello.

Mi incomodidad con estos temas parece agradar a la entidad que genera dicha incomodidad, La Marina. Saco una botella de ron asesino y pego un trago que a un mortal dejaría KO, luego me siento sobre una caja y pongo las botas encima de los restos de algo que no quiero identificar.

Unos pasos intrigantes se podían sentir en aquella montaña de basura, ahora los marines parecían ser basureros pues los mandaban a aquel lugar tan desagradable a limpiar; Enrar sentía como si todo su tiempo en la academia no había servido para nada en absoluto. Estando junto a su alumno, Hershel, el infante llorón que tanto molestaba, el marine caminaba con ambas manos introducidas en sus bolsillos mientras aguantaba aquel olor tan desagradable. El pelirrojo, en cambio, corría por aquellos lares como si no tuviera olfato alguno, jugando con cualquier basura que encontraba. Sus lentos pasos parecieron detenerse, no quería limpiar nada más, el cansancio le había llegado y ahora solo codiciaba salir del lugar y vivir alguna que otra aventura y ¿Por qué no? Cazar algún pirata. Hershel, ten cuidado y no corras que te puedo perder de vista… -Expresó el respetuoso y actual marine con preocupación por su ahijado- El infante, antes de que pudiera siquiera prestar atención, echó a correr hacia una dirección en concreto mientras gritaba algunas palabras que el marine reconocía y a su vez entristecían. ¡Un gatito! Maestro, un gatito… -Exclamaba el pelirrojo mientras corría en una misma dirección-

El marine, sin ver aún a aquel desagradable animal, caminaba a esperas de encontrarse un simple felino envuelto en basura. Cuando sus ojos divisaron al causante de los gritos del infante, no pudo creer lo que estaba viendo. Un gato… un gato… ¡un gato con botas! Sus dueños habrán tenido la idea del famoso cuento de Charles Perrault… -Expresó el marine ingenuo y sin siquiera ver lo que de verdad importaba- Sus pasos se acercaron, inseguros pero con velocidad para así agarrar al infante antes de que siquiera pudiera tocar a aquel animal. No porque pareciera que estuviera muerto, pues Enrar aún no lo había visto, solo por el simple hecho de la que, posiblemente, estuviera sucio. Al mismo tiempo que agarraba al pelirrojo, el marine divisó a otro sujeto en el lugar, un joven de rubios cabellos que parecía conocer al animal o simplemente le había hablado. Cogiendo a Hershel y levantándolo por encima de su cabeza para colocarlo en sus hombros, el peli azul se dirigió al único humano que no conocía. Disculpe... ¿Ese gato es suyo? –Preguntó con interés por si este lo negaba y así poder llevárselo como regalo para el pelirrojo- De pronto su olfato le alertó de algo que ni tan solo él mismo había visto. ¡Sí! ¡Yo quiero el gatito! –Gritaba el infante como un loco pedófilo que ha visto a su presa a la lejanía-


Off-rol: Tenéis que saber que mi pj lleva consigo a un niño de unos 7-8 años de edad muy infantil y llorón.

Estar tumbado en un vertedero en una isla poco visitada normalmente es un paraíso para una "persona" como yo, ya que su mayor característica es que no suele ser visitado, pero me daba a mí en el hocico que hoy no era mi día de suerte. Normalmente es como el despacho de un ejecutivo o un médico ordinario, o como el de un director de instituto de un pueblo cualquiera. Se puede ver la típica colección de libros; raidos y mugrientos, eso sí; de referencia en estanterías poco conservadas, diplomas de personas seguramente ya muertas aquí y allá, papeles por todas partes, alguna que otra mesa, silla, cuadros... fotos que debieron estar en alguna pared. Un bate de béisbol firmado por el equipo local... El vertedero, mi anfitrión, era como cualquier otro sitio del mundo, pero todos a la vez, y todos pasados por un estricto proceso de selección natural y descomposición... -Oh... ¡qué delicioso aroma!, dije mientras observaba cómo los 2 intrusos interrumpían mi contemplar de la maravillosa maqueta a escala de lo que llegaría a ser mi tan ansiado holocausto zombie.

-Cuando se piensa en un gato, o en un zombie, y más concretamente en un gato zombie (si es que alguno de vosotros ha pensado en ello alguna vez...), lo primero que seguramente os venga a la mente son 2 de los mitos más populares. El primero es que siempre tenemos un brazo o un tobillo roto, y que tenemos graaandes dificultades para andar... que nuestras funciones motoras son completamente deficientes, y que podríais huir de nosotros solo con caminar a un paso ligero, siempre y cuando no os rodearan, claro. El segundo, es que somos inmortales o algo parecido y que solo se nos mata de un tiro en la cabeza, además de que si os mordemos estáis perdidos... Pues bien, no seré yo el que desvele esos secretos, pues no sería justo para mí entonces, estaría en desventaja, ¿no creéis? bueno, si lo pienso yo, mi opinión es que la mejor baza es siempre la especulación, osea, jugar con la información, así que, vosotros diréis, ¿qué hacéis en mis dominios? y cuidado, una mala respuesta podría desencadenar malos acontecimientos. Dije tranquilamente mientras seguía sentado y tomaba otro trago del ron que yo mismo había destilado y que de la graduación alcohólica que tenía probablemente fuera hasta ilegal. Mientras bajaba por mi deteriorado estómago, podía verse cómo éste echaba humo al quemarse por el efecto del alcohol.

Bajé los pies de aquella... "cosa", y me puse en pie, revelando que estatura no era tan grande como la de ellos, sino más bien como la del niño pequeño que acompañaba al hombre del uniforme blanco, aunque... ahora era de todo menos blanco. -Hablad. Gruñí en un tono seco y áspero, con cara de pocos amigos, y escupiendo salpicaduras de sangre negra y espesa mientras lo hacía.

Todo estaba sucediendo a una velocidad vertiginosa, aquel animal no parecía ser dueño de nadie o si así era lo sería de sí mismo. Los ojos del infante brillaban cual inocente crío a las puertas de una chucherería, todo por el simple hecho de que aquel animal no solo parecía moverse como los humanos sino que hablaba y olía mal. Maestro… el gato… el gato ¡Mola! Yo lo quiero, yo lo quiero –Exclamaba el pelirrojo con total devoción como si de la vida le fuese- El marine quedó en silencio, sin inmutar palabra alguna, observando a aquel animal y su deleitada explicación sobre lo que era un zombi y lo que los presentes debían, o no, de creer. Cuando las palabras de aquel extraño animal cesaron, el tranquilo y enérgico marine emprendió el camino hacia aquel sujeto, sus pasos eran lentos y con delicadeza se quedó pensante en qué decir. Esto… pienso mucho, pero la verdad es que no creía en los “no-muertos” hasta que me lo has dicho tú… -Alegó Enrar con total sinceridad respondiendo a su explicación- Ahora respondiendo a su pregunta, no sin antes fruncir una tenue mirada a su cuestionador. ¿Tus dominios? ¿Desde cuándo los animales tienen derechos a tierras? No me hagas reír, y por si fuera verdad que son tus dominios… soy un agente de la marine así que puedo andar por donde dicta el gobierno y ¿sabes que es el gobierno? El mundo entero. –Terminó de expresar con mucha arrogancia y chulería al mismo tiempo que se levantaba-

Ante la respuesta del rubio, Enrar no tuvo más remedio que satisfacer los deseos de su ahijado, posando su diestra sobre el hombro del infante, el peli azul calmó toda aquella euforia que tenía Hershel. Viendo que no es de nadie, te lo puedes quedar… -Exclamó al mismo tiempo que soltaba el hombro del niño para seguidamente ver como este se lanzaba en picado hacia el animal- Dirigiendo sus pasos hacia el humano presente en el lugar, Enrar quedó a su lado pendiente de como Hershel se lanzaba hacia el animal. Ains… la juventud eh… claro que hay que ver las cosas, yo no he visto mucho por mi trabajo pero sé que ahora me toca vivir aventuras… -Respondió a aquel individuo con conformidad y suspirando entre palabras- Ahora irguiendo el cuerpo, colocándose frente a él y extendiendo su diestra como seña de saludo. Por cierto, mi nombre es Enrar Bean –Alegó como dato adicional-

Una sarta de estupideces entraron por una de mis finas orejas y salieron por la otra, no podía creer lo que me estaba diciendo ese tipo. -No sé si no te enteras, o no te quieres enterar, pero donde no gobierna ni la muerte, no hay gobierno, así que mientras yo esté aquí, y nadie me enfrente cara a cara con ella, éstos seguirán siendo mis dominios. Espeté en un tono enfadado y autoritario, mientras el agujero de bala de mi hombro empezaba a rezumar pus.

A todo ésto, y obviándome como si yo no estuviera presente, o como si mi opinión no contara para nada, el marine decidió que yo podía pertenecer al niño que le acompañaba. -Espera, espera, ¿qué? ¿pertenecer yo? oh no... creo que te has equivocado amigo... El crío terminó de llegar a mí y cuando estuvo a un palmo de distancia, mi estoque se dirigió a su estómago a una velocidad tremenda, propia del zarpazo que pega un gato para cazar un ratón. Poco probable que un niño esquivase eso, y su protector estaba demasiado lejos.

-A ver si lo entiendes así... si no quieres aceptar la superioridad de la muerte, tendré que mostrarte yo mismo que está por encima de todo, y si yo estoy por encima de ella, por definición estoy por encima de ti. Retiré el estoque del estómago del niño (en caso de que acierte), y con un movimiento enérgico sacudí el florete salpicando de sangre todo el suelo. Avancé unos pocos pasos, interrumpiendo la alegre "charla" que mantenían los 2 asquerosos humanos, y volví a pronunciar palabra. -Os lo vuelvo a repetir, marchaos, y cuando digo marchaos, digo ahora.

OFF: Ya pasaron más de 48 hs y uno de los que estaban en el post se despidió del foro, así que me salgo del tema y perdón por el doble post.

ON:

Viendo el lugar actual, la tarde empezaba a desaparecer, poco a poco el sol se posicionaba detrás del horizonte alejándose. La tarde empezaba a tomar un color naranja hermoso, un color que traía tantas sensaciones que hacia sentir esplendido a una persona. Una tarde así podía ser considerada tranquila, hermosa, de película, llena de amor si se podía la situación, acción, un color perfecto. Ese era el crepúsculo que estábamos viendo. Ese momento en que el sol estaba escondiéndose para hacerle lugar a su hermana, más fría pero igual de hermosa, llegara con la noche.

El vertedero tan solo estaba los 4, el gato zombi, los 2 marines y el pirata rubio, aun desconocido por el mundo entero. No tenía una fama reconocida que hiciera que los marines lo reconozcan y lo busquen para matarlo. Era por eso que los marines no saltaron al ataque contra el rubio para capturarlo, si hubieran echo eso la hubiera tenido algo complicado.

Pero la llegada de la noche marcaba la ida del pirata, decepcionado por el lugar que estaba con un gato algo maleducado, con la presencia de 2 marines que podían llegar a atacarlo en cualquier momento. Era mejor prevenir peleas innecesarias e irse lejos, lo más lejos que pudiese. Así poder seguir su camino para cumplir su sueño.

El pirata se dio vuelta empezando a caminar por donde vino, ya era muy tarde y debía irse. Los presentes lo miraron irse pero no dijeron nada, la presencia del pirata no era importante en este lugar y era mucho mejor así para pasar desapercibido.

-No te voy a molestar mas gatito ya me tengo que ir, un gusto conocerlo marine Enrar, espero encontrarlo en otra ocasión- Dijo el pirata antes de irse en vos alta, con una mano levantada en forma de saludo sin darse vuelta en ningún momento.