[Pasado] One day in chains

Que día tan rutinario, en los muelles las señoras junto a sus esposos aprovechan las heladas aguas provenientes de otros lares, los niños jugueteando en su infantil inocencia corren de un lado a otro con total alegría, sus ojos pequeños y cristalinos llenos de amor, compasión y sentimientos que pocos seres humanos son capaces de otorgar se clavan en las lejanías, donde los barcos van y vienen, donde la marea señora del destino de muchos decide si serles una buena amante o de simplemente serles infiel y traicionera, muchas cosas podrían suceder, sin embargo algo no previsto se vislumbró en el horizonte, una pequeña embarcación, guiada únicamente por un hombre que valeroso se erguía frente al bote, si…un bote, módico de una sola vela, con dos remos desgastados y cuya madera apenas si era servible para leña, llegando al puerto con total disposición un joven de cabellos oscuros bajo con agilidad amarrando el bote al muelle, consigo únicamente una katana envainada en una funda común colocada de manera cuidadosa en su cadera de forma lateral.

Elevo un poco su mirada, una ciudad hermosa y a la vez atemorizante, muchas historias había escuchado de ese sitio, pocas parecían creíbles pero algo era cierto, cometer una estupidez en un sitio así era firmar un pacto con la muerte, aquella calaverica forma que con sus alaridos acongoja el alma de los humanos para después llevarlos de la mano al oscuro abismo donde sus pecados son revelados ante el terror de ojos cristalinos y corazones partidos por la irreverencia del tiempo; a paso lento pero confiado el joven avanzo por el sitio con ambas manos en sus bolsillos, mirada de vez en vez a su alrededor, nada fuera de lo normal, era cierto que esta ciudad no era su objetivo, pero tenía pocos víveres, necesitaba reabastecerse.

El astro rey provocaba que gotas cristalinas se formaran en su frente, un calor casi insoportable se hacía presente en el lugar, pero la diosa fortuna era generosa, ahí cerca un refugio entre sombras, quizás el único que encontraría en aquellas condiciones, avanzando rápidamente entro en la oscuridad relativa que le ofrecía aquel sitio, suspiro un poco mientras se sentaba recargándose con una pared, de repente escucho una voz melodiosa proveniente desde las cercanías, ahí a su lado un extraño musitaba algo en contra de este mundo tan injusto, este mundo en el cual muchos perecen más por miseria que por justicia.

-Creo que tienes razón…en algunos aspectos- exclamo sin preocupación el recién llegado, cruzándose tanto de brazos como de piernas adquirió una posición meditabunda al tiempo que cerraba levemente sus parpados –Pero bueno, en realidad no sé qué pensar, siempre he creído que hay cosas que son válidas bajo ciertas circunstancias, pero eso no justifica nuestras acciones- sus vocablos se extinguieron guiados por una leve brisa marina, el silencio se apodero del lugar, repentinamente girando con lentitud su cabeza abrió lentamente sus ojos clavándolos en la figura que tenía cerca para con una sonrisa cálida finalizar extendiendo la mano derecha a forma de saludo –Me llamo Kyo…estoy aquí por algunos víveres- así espero un posible resultado, quizás satisfactorio, quizás no tanto, pero a final de cuentas…un resultado.

** EL cielo azul que culmina y cubre todo a sus faldas, aquel puerto que parecía ser azotado por la maldad de los marinos, que con su desdicha pintaba todo de un color apagado y sin tono alguno de color, las nubes parecían escapar de ese ambiente fúnebre y triste del lugar, el pueblo entero sucumbía ante todo lo que parecía venir desde otras embarcaciones que no fueran de sus dominios.

Un joven viajero de ropajes rotos y rasgados, cubierto por una gabardina negra desde el cuello a los pies, una cinta roja que cubría la frente, una mirada perdida entre aquellos ojos tristes y llenos de melancolía era lo que lo acompañaba en su viaje tras ser el único de la familia Handcastle con vida, su corta edad lo hacia parecer fácil presa de las acciones barbaricas de cualquier pirata que merodee por los alrededores del pueblo, pasando entra las calles y callejones topándose con cada cosa en su camino, en búsqueda de algo de alimento para su triste andar.

En las lejanias del pueblo, en una especie de establecimiento se encontraban dos personas que parecieran estar en una converscion, manteniendo su paso tranquilo y cuidadoso, miro atentamente a los sujetos ante cualquier movimiento brusco que le pareciera alarmante y que atentara contra su presencia, sus ojos no reflejaban nada, parecia el vacio mismo, su brillo habia sido apagado hace tiempo en el atraco que sufrio su familia llevandose consigo las vidas de sus seres amados, acercandose un poco escuchaba lo que ambos parecian expresar sobre el mundo y sus acciones.

-incubada esta la enfermedad del mundo en esta bella isla, la pasión y la libertad se elevan como el sueño pasajero de aquellos que privaron a muchos de aquello con lo que comulgan, simplemente es una incongruencia de lo más patética. decia uno de los jovenes, aquel que tenia una manzana en su poder, sin prestarle mucha atencion a lo que decian el joven solo podia ver esa manzana con ojos de deseo, comida era lo unico en lo que podia pensar.

En menos de un segundo reacciono, postrandose al lado de ambos miraba el cielo que parecia abandonar cualquier esperanza de acobijo de cualquier matiz que pudiera adornar los cielos de ese lugar, llevando su mirada hacia un punto donde miraba a los dos que se encontraba en ese lugar, con un poco de dificultad en su habla pronunciaba palabras que parecian llevarse su voz en cada letra que las conformaban.

Me gustaria...poder comer un poco de esa manzana, si no fuera mucha la molestia, no soy de este lugar, no tengo un lugar al que llamar hogar, espero no ser imprudente en este momento.

Aquel pobre joven con aspecto maltratado expresaba su hambruna que padecia tras ese viaje que le fue asignado por el destino propio, su mirada sin reflejo alguno y su mirada entristecida le hacia saber a cualquier persona que su situacion no eran del nada placenteras.**

El sujeto no respondió, al menos no de manera inmediata, pues ante ellos una persona tan mallugada por el destino que más en estado de cadáver que dé humano se hizo presente ante ambos seres, implorando una manzana pues muerto de hambre se encontraba, los orbes oscuros del joven espadachín se clavaron en aquella persona, su mano que estaba dirigida al elegante miembro a su lado comenzó a bajar con lentitud hasta tocar tierra, su boca se abrió casi de manera instintiva, gotas de sudor brotaron sobre su frente, un mundo que había olvidado volvió a él, hace años, mientras en su antigua ciudad natal había sufrido las inclemencias del tiempo, donde una vez despojado de todo y siendo un verdadero inútil había caído en el fango de los desheredados, aquel fango que se había creado por personas poderosas, influyentes y rebosantes de autoridad máxima en el mundo.

Gritos de dolor y agonía brotaron en su mente, cerrando sus parpados queriendo eludir el dolor no pudo sino encerrarse en un mundo oscuro y vacío, manos débiles que con pereza se elevaban sobre una pequeña cabeza, un niño abandonado en un callejón, las gotas de lluvia anunciando la caída más cruel que se haya visto rebosaban en las calles, ahí sentado bajo un pequeño lote de cartón se encontraba la criatura pequeña, acurrucado y mugriento, hambriento y solitario, nadie se preocupaba ya por él, sus padres descansando en los jardines majestuosos del edén esperarían su llegada al paraíso, pero mientras, el infierno helado era todo lo que se le había heredado, desalojado por no pagar impuestos le habían implantado diplomáticos sedientos de plata y oro, sus copas de cristal rebosantes de un líquido amarillo se pudrirían con ellos hasta el final de los tiempos, pero en aquellos momentos, de soledad y vacío, de miedo e ira, una luz entre la oscuridad se haría presente.

-¿Sucede algo pequeño?- que voz tan melodiosa había escuchado, una voz perteneciente a una mujer, su rostro oculto por las sombras no podía ser recordado, sin embargo la calidez de sus palabras eran suficientes para nunca olvidarla. Los recuerdos se disiparon, pronto el joven espadachín volvió a la realidad, el otro sujeto con un gesto que hablaba mucho de él le había otorgado un alimento, lo cual al menos serviría por esos instantes, sin decir palabra se levantó del suelo recargándose al igual que el otro sujeto en la pared para tener un buen respaldo, agacho un poco la cabeza y de sus bolsillos saco un pedazo de pan, algo mallugado pero intacto, era de sus últimas provisiones, a él no le pesaría deshacerse de un pan, pues para bien o para mal, aquel sujeto estaba en peores condiciones sin duda alguna.

-Toma esto también por favor, es poco pero es todo lo que tengo por ahora- acercándose con cuidado estiro su mano entregando la pieza de pan sin mostrar pena alguna y más bien formando en su rostro una cálida sonrisa, fue entonces que Kardia quien así se presentaba exclamaba vocablos algo difíciles de entender para el pirata, su vocabulario daba a entender que venía de buena familia, o que había sido bastante educado en su infancia, tras el comentario inclino un poco su vista observando la katana que llevaba consigo, aquella que había comprado días antes en Loguetown y que había sido usada en pequeña medida contra un conocido que esperaba ver pronto, no supo que contestar en primer lugar, ciertamente hasta ese momento no lo había pensado, una katana, un arma de guerra, un arma de muerte…en sus manos podía tener el control de ciertas cosas, era cierto, él no era dueño de la muerte, pero era dueño de poder beneficiarla.

Llevo su diestra hasta el mango de la misma dejando que con pereza reposara en este la palma de la mano, se quedó en silencio unos segundos, aquel sujeto tan refinado en sus palabras le había dado algo nuevo que pensar, ¿de qué lado estaría?, por el momento podía llamarse pirata, así se le había denominado tras robar por la misma necesidad de sobrevivir más que por avaricia pura, entonces eso significaba que el blandir de su espada no sería en contra de los piratas, pero, ¿cómo saberlo?, los piratas no respetan a nadie y solo se rigen por leyes propias, son gente capaz de ayudar al pueblo o de beneficiarse de él, la línea que separa a los marines corruptos de los piratas asesinos es tan delgada que separar las facciones se vuelve una tarea digna de un erudito.

Por otro lado, el gobierno mundial era un enemigo de temer, retarle era como retar a un demonio dormido, las consecuencias de revelarse en su contra no serían gratas y solo en sus locuras más grandes podía imaginarse tal situación, aunque si tuviera que hacerlo lo haría, todo es válido en cuestión de sobrevivencia. Los Tenryubitos eran otro tema, esos zánganos que estafaban y despojaban de todo lo habido y por haber serian para el los primeros enemigos, a quienes con gusto desollaría vivos para evitar que las injusticias del mundo continuaran su proceso, pero matarles al igual que muchas otras cuestiones, sería volverse un sujeto buscado y con petición especial para la marina, hombres que se jactaban de proteger el orden y la paz, muchos de ellos que con honradez llevaban a cabo su vida, pero muchos más aquellos que con atrevimiento y ventaja planeada llevaban a cabo los más ruines actos concebibles por la humanidad.

Sí, mucho que pensar habían provocado unos simples verbos, la respuesta no era clara, pero su opinión si, elevo de nuevo su mirada más confiada que antes, observando a su ahora conocido Kardia –Pues la verdad es que no lo sé, digo, ¿acaso debo tomar un enemigo total en esta vida?, si elijo tomar por enemigo a un marino y por aliado a un pirata, ¿estaré seguro que el pirata me ayudara?, como distinguir entre nuestras acciones quien es el verdadero enemigo, ocultos entre las sombras los demonios aguardan por nuestra caída, prefiero mantenerme al margen de todo, pero si he de elegir un lado, puedes apostar a que será aquel donde se encuentren mis convicciones- finalizo con toda cordialidad comenzando a caminar levemente saliendo de aquella sombra protectora que con dulzura los abrazaba y alejaba de los cálidos rayos solares.

Mirando por encima del hombro como hacía desde pequeño dio una rápida mirada a quienes se quedaban atrás, elevo su mano izquierda lanzando una señal bastante clara para proseguir con firmes vocablos –Vengan, os invito a tomar un trago y comer algo de paso, en realidad creo que ya me hace falta- y así sin esperar su compañía pero anhelando que le siguieran comenzó a tomar rumbo desconocido en búsqueda de un agradable lugar donde poder saciar su sed.

** Un ambiente descomunal, lleno de recuerdos, pasados tortuosos llenos de malicia y corrupcion se dejaban ver tras la llegada de aquel pobre personaje que aparecia tras un poco tiempo, aquellas miradas que se encontraban entre los tres decian todo en muy poco tiempo, varias manzanas salian de aquella gabardina que poseia el personaje de singular personalidad, dirigiendose a las manos del pobre niño hambriento.

Tomandolas con dificultad, una cayo en su mano directamente, mientras que la otra impacto en un dedo de su mano cayendo al suelo al instante, su actitud torpe era lo que podia apreciarse en ese instante, agachandose la recoje con su otra mano, elevando su mirada hacia ambos acompañantes una simple sonrisa se le vio dibujada en el rostro, agradecimiento y varios sentimientos se podian sentir tras ese gesto que les regalaba, sus ojos se cerraban al mismo tiempo que se ponia de pie nuevamente, mirandolo escucho como le dirigia unas palabras ante tal regalo.

-Veo que tienes hambre, y sufres por las leyes creadas bajo la tinta de los malos gobernantes, no te preocupes pues ese reino de decadencia caerá en poco tiempo, ahí tienes esas dos manzanas para que tu viaje se haga más ameno, pero aun así debo preguntarte por tu nombre, pues en ti noto algo oculto, parece que tus pupilas delatan a tu alma – Le decia el sujeto que se presentaba como Kardia ante ambos sujetos que le acompañaban en ese momento, guardando las manzanas en su bolso, se sacudio las manos en la gabardina que tenia, alzando su diestra en forma de saludo esperando que los presentes les brindaran un saludo.

Me llamo Orphen...Orphen Handcastle, hijo y sucesor del linaje de uno de los famosos adinerados de este pueblo, que se quedo sin familia tras un robo que fue planeado en contra de mi hogar...

Esas palabras salian de lo mas profundo de su alma, mirandolos sus ojos que no irradiaban alguna luz de esperanza o brillo de vida, comenzaban a emanar gotas de lagrimas, llenas de recuerdos, tristeza y rencor hacia su pasado que le dio este futuro insierto y lleno de misterios, al instante pudo escuchar las palabras de Kyo el otro sujeto que se encontraba en el lugar, su singular forma de expresarse le daba a conocer que el tambien tenia algo en su pasado que lo perseguia y que trataba de olvidar.

–Vengan, os invito a tomar un trago y comer algo de paso, en realidad creo que ya me hace falta- pronunciaba el personaje que poseía en su poder armas de filo, mirando a ambos sonreía mientras de aquella gabardina sacaba una espada con mango en forma de dragón, como el emblema que traía consigo pegado en su pecho y el único recuerdo que le quedaba de su familia, sin perder tiempo se puso en marcha en dirección misma a la de su nuevo compañero.**

Por alguna razón los extraños ya no le seguían, era como si se hubieran quedados ahí esperando a que algo más sucediera, en el cielo algunas cuantas nubes interrumpían con firmeza el paso de los rayos solares, por breves instantes el pelinegro detuvo su marcha para girarse enteramente en su dirección, ninguno parecía animado a continuar con él, pero no podía culparlos, apenas si eran conocidos y el ciertamente no tenía derecho alguno para obligarlos a seguirle, sin esperar más de la cuenta pues el tiempo era limitado comenzó a caminar rumbo a algunos negocios, entro en una fonda para comer algo rápido y después salió sin pagar la cuenta de manera que no fue previsible su huida hasta que era demasiado tarde; avanzo por las calles con el perfil bajo hasta que finalmente encontró un almacén de comida cerrado, ahí guardaban los venditos alimentos que tan indispensables eran.

Camino por un callejón y observo la bendición de todo pirata, una rendija abierta a cierta altura en el edificio, con agilidad felina salto hasta llegar al conducto en el cual entro sin problema alguno, se trasladó lentamente como un roedor hasta una abertura y ahí espero para corroborar que nadie se encontraba vigilando el sitio, todo despejado por lo cual de una patada retiro una rendija que evitaba el paso, cayó al sitio con sigilo y comenzó a tomar un par de cosas para su viaje, no era demasiado pues ahora la distancia entre él y su nuevo objetivo era menor apenas si necesitaría comida para un par de días, uno por uno fue retirando los alimentos metiéndolos en la abertura que resultó ser un conducto de ventilación; una vez listo salto con fuerza y entro de nuevo colocando la rendija que anteriormente había retirado, avanzo con los alimentos y una vez listo salió al callejón comenzando a llevarse con él los alimentos, no quería que nadie lo observara llevándose tantas cosas, así que tomando todo con dificultad, lo lanzo al tejado de una casa y salto al mismo.

Ahí tomo las cosas y de manera caricaturesca comenzó a avanzar casa por casa con saltos pequeños y difíciles por la cantidad de alimentos que llevaba consigo, llego finalmente al puerto donde salto cayendo con los alimentos, avanzo hasta su embarcación y ahí fue acomodando todo con cuidado, dio una última mirada al puerto de aquel lugar sin lograr divisar de nuevo a sus antiguos conocidos, subió al bote de remos y comenzó a alejarse de aquella ciudad, su próximo destino era Loguetown, esta vez no habría escalas o eso esperaba, pues tenía asuntos que resolver en dicha ciudad que al menos para el tenían cierta relevancia, así que una vez en la mar observo el cielo, parecía que pronto llovería, algo que no le desagradaba del todo, aunque podría ser peligroso, pero como hace tiempo le había dicho a un sujeto en el puerto de la Isla Dawn, que chiste tendría la vida sin peligro.

Off:

Spoiler: