La sombra del terror. [Privado]

Con la calma que tenía el mismo diablo en las cruzadas Gendo recorría el puerto con su carga humana a cuestas, siendo saludado por sus novatos y sin cuestión alguna por parte de nadie, era una hermosa mezcla de temor y respeto que era infundido por el hombre de edad madura en parte por las legendas de sus antecedentes y por otra parte por la confianza que inspiraba en los demás, siendo estricto, planificador y siempre certero en sus decisiones, aunque violaran un poco la siempre visible linea de la moralidad; Linea que pretendía violar de nuevo al dirigirse a su laboratorio, un sitio en el fondo del barco que estaba protegido por un par de puertas de última tecnología, con sistema de identificación, protección antibalas y con el seguro de que al hundirse el barco esta cámara de investigación llegaría hasta el mismo fondo del mar antes de llenarse de agua y destruirse.

Con un simple discado de su código las puertas metálicas se abrieron y luces cegadoras dieron paso a una profunda escalera que terminaba en un ilumnado y repleto laboratorio, con libreros, una cama pegada a la pared y burbujeantes frascos con mecheros preparados para las mezclas de los instrumentos de experimentación, era su lugar preferido, un sitio de relajación, el lugar donde Gendo ahora sujetaba al muchacho, que yacía inconciente por la perdida de sangre y las drogas que le había suministrado en el bar, estaba perfectamente bien pero, sujetado por las correas a la pared y con el pecho descubierto dejaba ver su herida suturada y un punto que Gendo, con un pequeño lapicero marcaba con una X, solo preparando un par de documentos y observandod e reojo una mezcla rojisa que yacía tras un cristal.

Ya estaba listo, llevaba un buen rato mezclando los componentes y agregando poco a poco la adrenalina a la enrojecida formula que ya vertía en un envase de color negro, era común lo normal que se había hecho esta practica para el científico con titulo de médico, que limitandose a solo salvar la vida no podía aún así dejar de lado su amada ciencia experimental, dodne todo era posible, donde la sorpresa y el enigma eran instrumentos más útiles que los frascos, un mundo en el que ahora estaba sumergido y se hundía conc ada succiónd e la aguja sobre el líquido pesado y rojo; Ya lo había introducido en la inyectadora y cogiendo otra de un gabinete procedió a acercarse al muchacho que yacía inconciente.

Esto debería darte el doble de energía... al menos teoricamente... -Comentaba aún sabiendoq ue el chico estaba inconciente, mientras inyectaba el líquido en el pecho del muchacho y se alejaba un poco antes que este comenzara a gritar y agitarse con locura amarrado en la pared, sus ojos se pusieron bancos y sus venas se marcaban sobre todo su cuerpo con el color rojo brillante tan caracteristico de esta droga, mientras Gendo se alejaba y sentándose comenzaba a tomar nota em un par de cuadernos, ambas a la vez, con su habilidad de ambidiestro le era sencillo hacer el trabajo de dos, y así le resultaba mas placentera la espera, que pronto terminó dejando al muchacho nuevamente inconciente y sudoroso.

Pro fin te has calmado... -Dijo clavando la inyectadora limpia en el muchacho y sacando de suc uerpo sangre que lucía mucho mas líquida que la normal, llenando en reci´piente y regresando a su enrome mesa dodne, colocando un poco de la sangre en un frasco traslucido y chato, observaba con un microscopio las reacciones en la sangre y anotaba cuanto veía en sus cuadernillos de color negro. Era evidente que esto le gustaba, era su área, y su fría sonrisa daba prueba viva de su talento.

El gesto de Gendo cambiaba constantemente, a veces pasaba de la frustracion a la incertidumbre, otras de una leve sonrisa al ceño mas frnucido, sin embargo lo raro pero que a veces sucedía era el asombro, cosas que nos e habían tenido en mente ni planeado en lo mas mínimo, reacciones ante el tipo de sangre, caracteristicas personales y singulares del paciente, estado fisico y género que afectaban en poca monta los resulatdos de una prueba que según los apuntes se titulaba 1.0, como referencia al primer salto del teórico marco plasmado en papel a la viva experiencia y salvaje autonomía de la experimentación como realización del trabajo para el que Gendo había nacido.

Las manos ágiles del médico se movían con precisión y rapidez, como si tuviesen vida propia, mezclando formulas, anotando, moviendo la perilla del microscopio, en fin, variedad de acciones que incluso pasaban de la atención visual del médico, tal como si fuese algo tan rutinario como engullir un trozo de carne, simplemente masticar, machacar y tragar, así era para él este proceso tan complejo, simple, anotar, deducir y probar, cosa que ultimamente había evitado al no tener el preciado organo faltante, un humano listo para probar sus nuevos conceptos de una medicina que algunos pasaban a llamar locura. Interesante... -Palabra que emitía cada tanto cuando alguna situación le daba el goze que solo la experimentación le permitía disfrutar, algún cambio, algún tropiezo, cualquier cosa fuera de los plane sy que abría un mundod e posibilidades a sus ojos, un mundo de caos o victoria, de justicia o destrucción, todo un panorama partiendod e un error que le confirmaba letra por letra el triunfo de su vacuna.

Pasaban las horas y Gendo estudiaba sin parar aquél aparatosos sistema de virus y anticuerpos, mientras la vacuna se hacía mas estable cada vez en mayor porción se le inyectaba al muchacho demsotrando reacciones que poco a poco pasaban de un dolor incontrolable a simplemente cambios en el sistema muscular, una mejora innegable pero que tristemente demostraba la necesidad de otro especimén de prueba, no para hacer este tipo de experimentos sino para el perfeccionamiento de la vacuna energizante, y quizás la oportunidad de pulir uno que otro detalle antes de presentar la potente vacuna a la marine y dejar que se instale en las bases como uso de emergencia, después de todo según se veía hasta ahora, una vacuna que triplicaba tu fuerza a cambio de descargar toda tu energia era algo que debía usarse con cuidado, o al menos en un lugar donde la ventaja numérica fuera significativa.

Por fín el lápiz se detuvo, el microscopio volvió a su gabeta de origen y Gendo, con una sonrisa triunfante se aproximó al muchacho y le inyecto lo que sería por ahora la fórmula final de la prueba 0.1, una vacuna que le duplicaría la fuerza al menos por unas 4 horas, sin mencionar que como efecto secundario, quizás por siempre le quedarían problemas circulatorios o quizás cambios de ánimos y agresividad, algo que, según demostró el muchacho no era de lo que tenía que preocuparse este chico para nada simpaticón, a quien Gendo amarraba y cargaba en hombros, saliendo del barco con el muchacho para deshacerse de este criminal, no en prisión por supuesto, sino quizás en algún barco mercante, no lo sabía bien.