[Pasado] Un encuentro diferente.

Reino de Lvneel, una ciudad costera, la sequedad de sus lugares provocaba que fuese famosa por el producto que la caracterizaba, el olor a mosto se podía percibir desde metros adentro de la mar salada. Esa isla es la mayor productora de vino del mundo, muchas personas iban meramente a degustar el arte que esta producía. Pero como toda buena ciudad, siempre se descarta los barrios bajos como visita, el tráfico de comida, de armas y por supuesto, el tráfico de vino era el pan de cada en la periferia. No solo era la caracterizaba y le hacía ser famosa, su verdadera noción de la grandeza la daba una terrible pero famosa historia; la historia de como en ese reino nació y fue ejecutado el "Mentiroso Norland", el relato de aquel cuento fue conocido a lo largo del North Blue, la historia de cómo hizo partir a su rey a Grand Line en busca de la Ciudad de Oro y como fue ejecutado como mentiroso tras no encontrarla. Los pueblerinos compraban y vendían en el mercado a todo turista que llegaban para ser relatados por aquellas historias, un gran murmullo se podían escuchar por los alrededores, nada en particular parecía cambiar aquellos ambientes tan pobres y degradables.

Una silueta, una sombra, quizá un espejismo, una individuo algo estrafalario caminaba por las calles de aquel mercado. Hecho extraño, pues para la gente que no quería buscar problemas o no fuese residente de aquella lúgubre zona no podían estar, una acción en la que recapacitar, la cantidad de ladrones y la poca seguridad eran motivos para echar atrás a ricachones aventureros. Los pasos de aquel joven elegante se detuvieron frente a un estante de comida. Su rostro se encontraba sombrío bajo la capucha, la negra cogulla cubría su espalda y hombros, por lo que tampoco se podía deducir su verdadera forma física. ¿Qué desea buen hombre? –Preguntó el vendedor algo confuso al tener ante él a un comprador misterioso- Con un simple gesto de educación, el individuo se quitó la caperuza, alejándolo hacia detrás y agachando levemente su torso, mostrando así sus respetos y saludando.
Mi nombre, es Enrar Bean, recluta novato, si me encuentro ante usted, no es fruto de la casualidad, pues no creo en ella, mi mente buscaba algo, un objeto acorde a mis necesidades, el cual parece encontrarse en este estante comida –Musitó el joven con total claridad- El vendedor, todo alterado, pues no era normal comprar de esa forma o simplemente relatar sus necesidades de ese nivel de expresión, quedó tartamudeando la forma de poder decirle que no sabía que venderle.

Chico… no sé qué puede andar buscando… solo vendo comida… no es nada del otro mundo… -Expuso el vendedor con nervios- Enrar llevó su mano al mentón, rascó su barbilla con total conformidad, dudando en lo que decir nuevamente. Lamento haberle incomodado con mi dificultosas forma de hablar, acabo de graduarme en la academia de marines y aun no me acostumbro a salir del registro culto con el que dirigirse a tus superiores… -Expresó mientras se aclaraba la voz- Me gustaría algo de comer, no poseo mucho dinero pero soy trabajador, podría ayudar en lo que hiciera falta… -Terminó de decir su estrofa algo extraña si se trataba de un simple joven-

Una joven Sakuya caminaba por las calles de la ciudad costera del reino de Lvneel, preocupada por la enfermedad de su madre huyo de casa y se acoplo en un barco llegando a antes mencionado lugar en donde ahora se encontraba sola, no sabia como volver pero si sabia su misión, encontrar alguna cura para su madre. La joven vagaba por las calles de la ciudad buscando algún medico en la zona ya que sabia que en donde vivían no había ninguno, la joven camino y camino sin rumbo, algo cansada de su gran viaje aunque sabia que no podía pararse ahora, su madre dependía de ella.

Solo fue unos segundos que del cansancio cerro los ojos para golpearse de frente con un grupo de tres hombres, eran marines que pronto miraron a la joven, estaba claro que le superaban en altura y en cuerpo, con el que se tropezó no tardo en empujarla tirándola al suelo.-Que te crees que haces niña? mira por donde vas- la joven callo de culo en el suelo mientras miraba al grupo de marines para volver a escuchar las palabras de uno de estos,-venga quítate de delante y déjanos pasar niña- la joven se levanto y salto sobre el del centro poniéndose sobre sus hombros sentada y comenzando a golpearle repetidamente con los puños en la cabeza.

El marine no tardo en agarrar a la niña y levantarla a una altura donde no podía hacer nada para luego lanzarla contra el suelo en donde lanzo un leve quejido mientras intentaba levantarse tras el duro golpe.-Ahora te voy a enseñar a no meterte con un marine niñata- Dijo mientras se acercaba al cuerpo de la joven, la chica andaba cansada del duro golpe recibido mientras intentaba conseguir fuerzas para levantarse.

Dejando de lado la dificultosa conversación que el peli azul mantenía con el ignorante y algo analfabeto vendedor, este quedó atento a lo que sucedería a su alrededor en unos breves instantes. Un golpe, un simple y descuidado golpe alertó la mente del joven Enrar, este divisó el choque de una joven con algunos monstruos de grandes proporciones con vestimentas algo semejantes a su profesión. Al igual que el peli azul, eran marines mas parecían tener años de experiencia pues la arrogancia de sus primeras acciones los delató. Un empujón, un golpe sin escrúpulos a una dama, a una bella y esbelta señorita, de grises cabellos y tez pálida. Con seriedad, el educado marine observó la cómica caída de la joven, esta cayó a un lado del grupo de una forma simple, de culo. ¿Mala suerte? Eso era lo que parecía tener incrustado en el cuerpo, la muchacha. ¿Aparta? ¿Le veían cara de perro u otro animal al que poder apalear sin motivo alguno? Enrar sentía la ira fluir por sus venas, de pronto y como cualquier otro humano se hubiera lanzado de cabeza al cuello de aquellos recién llegados, el joven espadachín se acercó lentamente, les miraba con poca importancia, como si meramente pasara por el lugar y sin elevar la voz se acercó a los agresores de aquella dama en apuros. Sin tiempo a poder decir nada, el peli azul quedó atónito con lo sucedido, la aparente dama saltó sobre uno de sus agresores y con velocidad y agilidad le propinó numerosos golpes directos y sin vacilar.

Puedo decir que esa joven se merece la medalla al haberme sorprendido de esa forma, maravillosa… -Pensó el marine mientras no perdía ojo de cada golpe que la señorita daba con suma elegancia y gracia- Lo siguiente que sucedió alertó sus sentidos al máximo y le hizo intervenir, sus lentos pasos pasaron a ser algo más audaces hasta llegar al punto de interponerse entre aquellos tres marines y la joven. Disculpe, creo que le debe una disculpa a esta señorita, se preguntará el por qué, pues por una sencilla razón, ¡no se golpea a una dama! –Comentó con una educación sublime mas finalizando con una dura exclamación- ¿Quién era este chico? ¿Qué le estaba pasando a Enrar por la cabeza? Nada, aún era joven y seguía los arduos consejos de su subconsciente. Creo que no te quedaste muy atento a la clase, en la academia, de “Ayudar a los civiles y no pegarle, empujarles, agarrarles del cuello ni lanzarles” esa clase faltaste o ¿te expulsaron por ser estúpido? –Terminó de decir con arrogancia y algo de superioridad- Señorita ¿se encuentra bien? He venido a ayudarla… -Alegó con educación y finalizando cada oración con una tierna sonrisa-

La joven intentaba levantarse del suelo después de la caída recibida cuando comenzó a escuchar una voz que no le sonaba conocida, alzo levemente la vista como pudo para mirar su procedencia, se trataba de un joven de pelo azulado que se acerco al grupo de tres comentándoles ciertos ''modales'' o alguna norma moral que la joven no estaba escuchando por estar mas atenta al intento de levantarse, el ''jefe'' se fue a acercar al chico pero este fue interrumpido por el otro que permanecía a su lado que en forma de susurro calmo la ira del hombre que siguió su rumbo con sus amigos pasando por al lado de la joven, al pasar por al lado del cuerpo de la chica el que estaba mas cerca de esta arrastro el pie por el suelo levantando algo de arena hacia la joven, en ese momento sus ojos permanecían cerrados así que ningún grano de arena se introdujo en estos como era el plan del grupo.

Los marines siguieron su camino dejando a la chica, el joven comento ciertas palabras a la chica, estas contenían las palabras ''encontrar bien'' y ''he venido a ayudarla'' la joven se levanto de una forma un poco tambaleante agarrándose uno de sus hombros debido al dolor de la caída. Miro a su ''salvador'' al que demostró una sonrisa mientras su rostro andaba algo sucio del suelo en el que había caído, la chica simplemente dejo escapar unas palabras- si, solo fue un rasguño- dijo mientras mantenía la compostura ante el chico que había venido a ayudarla momentos antes.

La situación parecía mejorar a cada instante, los tres marines cesaron su rabia y emplearon la arrogancia para no entablar una absurda batalla por el orgullo. Aun con la sonrisa que tanto caracterizaba a Enrar, sus puños que ocultos en sus bolsillos se encontraban, cerrados marcaban la rabia de lo que acababa de ver. Su mente había planeado numerosas estrategias que al fin y al cabo eran meros combos para poder hacer frente a sus compañeros marines; por suerte, todo había sido en vano y no requería más esfuerzo que el simple hecho de entablar una locuaz pero agradable conversación con la joven afectada. Nada, todo ha sido un mal entendido… -Pensó el marine mientras se percataba de la última pero intrigante acción- Cobarde, ese era el adjetivo que más les calificaba a aquellos individuos, atacar a una mujer mientras esta se encontraba tendida en el suelo.

Algo atento a lo que la muchacha hacía, divisó su esfuerzo para levantarse, se notaba que quería ser autosuficiente, ¿Sería la clase de chica que no se deja ayudar? Pues si así era, con Enrar tendría un grave problema, no era machismo lo que este sentía hacia las mujeres mas se preocupaba mucho por sus estados y conformidades. Estando ya de pie, el marine se percató de su posible dolor en el hombro, no era médico pero sabía que el dolor era posible que fuese debido a un simple rasguño de la caída y que no llegara a ser rotura. Su deducción dio sus frutos al sentir como la muchacha pronunció su estado actual, Enrar quedó atento a lo que esta pronunciaba. Dejando de lado lo sucedido, el peli azul se colocó correctamente la ropa y peinado, no era presumido pero le agradaba la idea de ser bien visto por una señorita, a sus diez y siete años no había entablado mucha conversación con las mujeres y en esos temas era primerizo. Enrar agarró la manga diestra de su camisa y con un simple movimiento la arrancó para ofrecérsela a la joven. Bueno… coge esto y envuelve tu hombro -Expresó mientras los colores de sus mofletes se sonrojaban al ver la tierna sonrisa de la joven- ¿Eres turista o vives aquí? Es que yo hace unos días que he llegado y me gustaría saber si me podrías enseñar la ciudad –Alegó mientras se rascaba la nariz totalmente vergonzoso-

La joven fue despertada de su sonrisa cuando escucho el sonido de una ropa rompiéndose, abrió los ojos para fijarse en que el chico había roto una de sus mangas para ofrecérsela a la joven para envolverselo en el hombro, la joven agarro la ofrenda seguida de unas leves palabras de agradecimiento ''gra....gracias'' se lo coloco en su hombro sintiendo como aquel dolor se calmaba levemente, el joven pregunto si era de aquí para saber si podía enseñarle la ciudad, la joven no vivía aquí pero lo conocía levemente por otras veces que la había traído su padre por mercancía,la joven miro al chico y le comunico -Estoy aquí para buscar medicina para mi madre, no soy de aquí pero puedo enseñarte lo que se de este lugar por dinero para comprar la medicina- dijo seriamente recordando a su madre, sabia que si llegaba tarde podría no curarla pero no tenia dinero para comprar la medicina solo podría robarla y seria mas fácil si la comprase.

La joven ladeo hacia un lado su cabeza mirando raramente al chico que se encontraba en frente de ella, ¿podia existir alguien que no mirase por sus propios intereses si no por el de los demas sin esperar nada a cambio? dicha duda existencial vago por la mente de la joven buscando alguna respuesta logica, sonrió extrañamente al chico sin realmente saber el porque de esa accion y le dijo con voz firme, -si no me equivoco hay un lugar donde venden medicinas al final de la calle- afirmo la joven mientras señalaba el camino que debían de tomar para llegar al lugar antes mencionado por la joven, no tardo en dar un paso hacia el lugar señalado y mirar al joven esperando la respuesta de este, quien sabe, quizas se echaría atrás en el ultimo momento, no tardo en recordar y preguntarle una cosa al chico de pelos azules.-¿Eres marine? ¿porque entonces te metiste con tus camaradas?- dijo mientras la duda recorria cada páramo de su cabeza.

La sonrisa de aquella muchacha traía emociones alegres en nuestro marine, ni él mismo sabía el porqué, era sencillo de entender que habiendo estado desde su más tierna infancia en un cuartel, rodeado de hombres, pues el amor había sido retenido y al ver a una persona del sexo contrario, este amor saliera a la luz muy bruscamente. El comentario sobre las medicinas hizo que aquel peli azul prestara atención y se preocupara por lo que de verdad importaba, ayudar a la familia de una joven desamparada. Pues no se hable más, dirijámonos de inmediato, no podemos hacer esperar a una persona enferma –Expresó mientras emprendía el camino hacia el final de aquella calle- Estando ya en camino, la muchacha preguntó al joven sobre su profesión, esta había entendido que Enrar era marine y no había errado. Sí, soy marine mas no permito que se hagan injusticias aunque sea en el mismo bando al que pertenezco. –Alegó con sinceridad y voz tenue- Esta vez deteniendo su paso y mirando directamente a la joven. Tampoco permito que se levante la mano a una joven dama como tú… se podría decir que fue un instinto que no logro comprender –Terminó de decir mostrando una sonrisa sincera e inocente- De pronto una llamada del den den mushi alertó sus sentidos, Enrar al terminar de hablar con la persona que le había llamado se inclinó hacia la joven y depositando unas monedas en su mano. Lo siento señorita, me debo marchar, el deber me llama... -Terminó de expresar al mismo tiempo que emrpedía una carrera por la calle-