Rameras, rameras everywhere 29zrdle

Unirse al foro, es rápido y fácil

Rameras, rameras everywhere 29zrdle
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

Ir abajo
avatar
Invitado
Invitado

Rameras, rameras everywhere Empty Rameras, rameras everywhere

Sáb Ago 20, 2011 4:43 pm
Por primera vez en mucho, pero que mucho, muchísimo la verdad, tiempo el luchador podía admitir que tenía suerte o algo muy cercano a lo que vendría a ser esta extraña y ficticia fuerza que tanto le había estado haciendo la puñeta últimamente. Había perdido a sus nakamas tras quedarse dormido en la última posada, ¿tan malo era retrasarse unos minutos? Pues sí, retrasarse un poco, y quien decía un poco decía unos minutos, y quien decía unos minutos decía un par de horas…que quien decía un par de horas decía seis. Minucias al fin y al cabo, nada que mereciera dejarlo solo, sin dinero y con la cuenta pagar, cosa que no había hecho pues la factura alcanzaba una cifra imposible de obtener para el pelirrojo ni entregándose a la Marina. Pero claro, si se entregaba a la arina, ¿quién obtendría la recompensa? Más importante, ¿aquel que la obtuviera tendría que pagar la factura? Y mucho más importante aún, ¿tendría él que hacerse cargo de la factura incluso estando en Impel Down? Para pagarla debería de ser la prostituta de los reclusos y debería de caérsele el jabón tres veces a la semana…¿por qué estaba pensando en eso’ Tetas, las tetas eran agradables y blanditas, suaves, con pezones, si soplabas hacían “plop” y si los pellizcabas se escuchaban gemidos…mucho más divertido, sin duda. ¿Cuándo había llegado a desvariar tanto la mente del luchador? Sacudió la cabe<a meciendo ligeramente su rojiza melena ya despeinada por la brisa que impactaba de lleno contra su rostro a causa de la velocidad que estaba alcanzando la pequeña nave en la que se encontraba. Porque claro, sin tripulación y sin barco no le había quedado otra que hacer autoestop en el Puerto en pos de que alguien le llevara a la dichosa isla en la que se encontraban sus compañeros, entre ellos el capullo de su Capitán. Este había mencionado algo de un lobo alcohólico o algo así, la temática de la isla era semejante, se suponía que había no sé qué guerra a la que asistir porque así se supone que se harían famoso, y claro así serían más buscados y más gente querría matarlos. Tentador hasta decir basta, seguro.

La vida de Pirata era de lo más contradictoria; a más recompensa más fama, y a más fama más te odiaba el mundo. Divertido de narices, desde luego. La libertad de navegar con una simple banderita negra, adornada con cuatro huesos mal puestos, era sinónima de declarar la guerra a todo Dios, ¿tanto daño hacía una puñetera y simple imagen? ¿Si ponía una foto de su abuela en bolas sería declarado el hombre más buscado y con peor gusto de la historia? Era posible, pues la anciana no estaba por la labor. Y desvaríos aparte, centrémonos en lo importante. El viaje estaba resultando ameno, suficiente extraño resultaba el hecho de tener billete en dirección a plena guerra, ¿tendría algo que ver esa bandera negra con cuatro huesos mal puestos que estaba hondeando en el mástil mayor de la pequeña embarcación? Si, podía ser probable, pero el pelirrojo no gustaba en pensar demasiado las cosas, mucho menos esa. Se centró más en el asunto que lo había llevado a acabar en un barco lleno de gentuza cuya leyenda más conocida era el significado de la palabra baño. Un grupo de sudados gyojins olía mejor que la tripulación, compuesta en su mayoría por desaliñados sujetos cuarentones y cincuentones que se creían en la cima de su poder cuando no estaban ni en la base de este. Menos daba una piedra…aunque la idea de surcar el mar en tabla a lo náufrago no era una mala idea, desde luego. La voz del Capitán lo sacó de sus pensamientos, nada importante, la verdad.


- Chaval, nos acercamos a Tequila.- Anunció orgulloso el Capitán; un anciano gordo y grasiento con una barba desaliñada, un parche y una pata de palo le daban un toque tradicional encantador. El toque se iba a la mierda con la peste que le llegaba de los sobacos. El barbudo siguió hablando durante muchos minutos sobre anécdotas y futuras aventuras. El luchador se limitó a ignorar y asentir, ignorar y asentir…así de claro. Extrañamente observó como el sonriente rostro del Capitán se contorsionaba en una cara de pánico seguido de un griterío inentendible que fue seguido de un total caos en la embarcación. El pelirrojo no cayó en la cuenta de que estaban siendo atacados por uno de los buques de la Marina hasta que varios disparos alcanzaban la nave. Suerte, bastarda ramera.

Fue el oleaje contra su cara lo que lo despertó. Quizá las toneladas de arena que se le habían colado en los pantalones y en la ropa interior, causándole unos picores de lo más insoportables en una zona bastante importante de su anatomía masculina. El culo tampoco se había librado, estaría escocido durante una semana, como poco. Tardó unos segundos en abrir los ojos para encontrar la mitad de su rostro enterrada en la húmeda arena de la costa. Le llevó unos momentos el asegurarse de que su cuerpo, algo adormilado y entumecido, respondía bien. Movió ligeramente los brazos, las piernas, luego un poco el torso y, por último, el cuello. Estaba intacto. Con cuidado se reincorporó, poco a poco y sin prisa. Primero se apoyó únicamente en las rodillas antes de seguir elevándose, hizo fuerza con sus brazos hasta levantarse por completo. Un par de estiramientos le sirvieron para mantenerse en forma y, de paso, aprovechar para echar una ojeada al mar. Un cúmulo de madera quemada se encontraba en el lugar donde había estado la nave en la que se encontraba momentos antes. La tripulación no le importaba, tampoco el amable Capitán. Los Piratas estaban preparados para morir y si no, no eran Piratas, la vida era cruel y la Marina tenía unos cañones de gran calidad. Suspiró a la par que se acariciaba el pelo y el rostro para quitarse toda la arena posible. Acto seguido dirigió sus carmesíes orbes hacia la zona donde se escuchaba mayor jaleo, jaleo interesante que mezclaba gritos, disparos, espadazos…un buen remix de sonidos macabros. Suspiró pesadamente antes de comenzar a andar. Tenía mucho que hacer, gente a la que encontrar…y pensar cómo demonios salir de aquella maldita isla con nombre de bebida alcohólica.
Volver arriba
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.