[PASADO]En las manos de un angel...o un demonio

Su breve encuentro con aquella chica ángel le había dejado pasmado, a tal punto que no se había fijado que rumbo estaba tomando, ahí ahora encontrándose en un lugar hostil y extraño, un lugar lleno de suciedad y en donde aparentemente las leyes no existían, agradeciendo a la suerte el haber comprado antes su katana no apartaba la mano del mango de la misma, caminaba con lentitud cuidadosamente escabulléndose en el lugar, ni un alma a la vista, eso lo solo le hacía ponerse más nervioso, tras una exhaustiva caminata decidió descansar un poco pues a final de cuentas no había nada que temer así que tomando su cabeza con ambas manos mientras rascaba sus cabellos ideo en la mente su próximo recorrido, se dirigiría a Loguetown, para ello usaría su bote de remos algo desgastado si pero que aun servía para viajar sin problema entre islas cuya distancia no fuera máxima.

En su mente surgían poco a poco y de manera ordenada los asuntos que había de arreglar, aunque su bote le serviría para el viaje, necesitaría muchas provisiones, provisiones que un bote pequeño no podía llevar enteramente, debería hacer una parada, quizás en Shelltown para una vez reabastecido continuar a Loguetown, por el momento debería conseguir víveres suficientes para su viaje hasta esa isla, lo cual ya representaba un problema, cerro sus ojos tratando de despejar su mente o de recordar algo importante en el poco tiempo que había estado en la villa, recordaba haber visto una tienda no muy grande la cual cerraba seguramente por las tardes, si lograba escabullirse dentro podría obtener víveres apenas suficientes para su corto viaje de unos días, eso era mejor que nada para las circunstancias de una persona como el, así que decidió que era su opción más viable.

“Muy bien, entonces supongo que primero deberé esperar a que llegue el atardecer, después de eso llegare a ese sitio, no quiero herir a nadie, sería una lástima tener que tomar vidas innecesarias, me llevare unas cuantas cajas las pondré en el bote y remare hasta Shelltown, ahí tomare algunas cosas más para después regresar al bote y dirigirme finalmente a Loguetown, me pregunto si habrá cambiado en algo” meditaba a sus adentros ya más recuperado de la caminata, con pesadez se levantó para continuar con el viaje caminando lentamente, unos cuantos borrachos peleaban entre ellos por una mugrienta cerveza a medio terminar que se encontraba en el suelo, el lamentable espectáculo llamo momentáneamente la atención del sujeto.

De pronto aquellos vagos le miraron con desprecio, parecían estar demasiado ebrios para darse cuenta de sus fachas tan deprimentes, sin pensarlo y cual toros con un blanco al frente se abalanzaron sobre el pelinegro, este únicamente observo con serenidad para después una vez los tenía cerca lanzarle un par de rápidas patadas dejándolos fuera del juego, no les había hecho mucho daño pero si el suficiente como para mandarlos a dormir, con ambas manos en sus bolsillos los contemplo con tristeza, recordando que alguna vez él había estado en su lugar, luchando contra todo aquel que se cruzaba en su camino en la espera de obtener el mas mísero trozo de pan, cuanto habían cambiado las cosas en un par de años, de estar en el fondo a poder darse el lujo de comprar una katana antes que el alimento, eso era a lo que él llamaba lujo, para el simple hecho de poder llevar a su boca un pan era ya de por si una satisfacción…satisfacción que la vida le había enseñado a apreciar en detalles mínimos que la gente comúnmente pasa por alto.

Así pues se quedó ahí parado observando “descansar” a los dos vagabundos, se inclinó un poco tomando la botella por la que antes habían combatido y mirándola por unos segundos la lanzo lejos estrellándola contra un árbol no muy lejano haciendo que el vidrio crease un estrepitoso ruido y que el poco líquido que quedaba de ella se derramara por todas partes, su tez se mostraba melancólica y observando una última vez el cielo exclamo –Hoy lloverá…- sus vocablos se perdieron con una leve brisa proveniente de las lejanías al momento que sus cabellos danzaban por el mismo efecto.

Perdido en sus pensamientos observando con tranquilidad el tiempo aquel joven no pensaba en otra cosa que en su próximo viaje, tantos años que había estado fuera y ahora era tiempo de regresar a su antiguo hogar, ¿cuántas cosas habrían cambiado?, esa era siempre la pregunta obligada que su mente formulaba, de pronto aquella relativa paz se vio irrumpida mas no por borrachos o por algún sujeto buscapleitos, sino por algo mucho peor, una voz femenina irritada que le hizo reaccionar rápidamente bajando su vista hasta entrelazarla con una hermosa jovencita que no parecía estar muy lejos de su ubicación, la mujer mostraba una irritación provocada por el anterior acto del joven aunque claro este no lo sabía en ese momento por lo cual arqueando la ceja izquierda giro su cuerpo en búsqueda de algún otro sujeto a quien le hablara la damisela tras corroborar que aparte de los dos vagabundos que dormitaban después de una paliza propinada por el hábil hombre solo quedaba otra persona para que la chica atacara y era el mismo.

Apuntándose con su propio dedo índice de la zurda exclamo con firmeza -¿Me está hablando a mi señorita?- tras lo cual comenzó a pensar en la situación tan extraña, ese no era lugar para que una mujer estuviese así como sin nada, quizás era otra vagabundo pero sin embargo sus ropas le delataban como una mujer de cierta categoría además que sus facciones finas no dejaban ver rastro de pobreza, al menos no de una pobreza tal que denigrara su bello rostro, tras estos breves pensamientos el pelinegro giro su cuerpo para quedar de frente a la chica y sin moverse un solo paso volvió a exclamar -¿Qué hace usted por aquí?, este no es sitio para una jovencita, debería irse de inmediato pues de no hacerlo podría correr peligro, por cierto permítame presentarme…mi nombre es Kyo, es un gusto conocerla señorita…- espero a que la mujer hiciera lo propio al tiempo que sus ojos se deleitaban con los ojos de aquella mujer que por alguna razón eran atrayentes.

La jovencita respondió con rapidez a sus interrogantes, su nombre era Yami…un nombre peculiar para una mujer o al menos eso le parecía a él pues dicho nombre al menos en su opinión no cuadraba con nada en aquella figura femenina que a simple vista parecía frágil como una flor pero que como ya estaba acostumbrado el sujeto…las apariencias podían ser engañosas, así que manteniéndose atento a ella simplemente decidió esperar, no paso mucho para conocer la razón de la damisela quien exclamo que se encontraba descansando hasta que cierta persona había interrumpido en aquella paz que disfrutaba, pensó un poco y de ello dedujo que el botellazo que había estrellado en contra de aquel árbol era la razón por la cual se había despertado de manera estrepitosa y amenazante, sin embargo ahora no parecía llena de ira u algún sentimiento negativo visible, únicamente parecía apartada, reservada como si se tratara de una dama de categoría que decide no dar a conocer sus sentimientos –Ah, pues creo que eso ha sido culpa mía, yo lo siento es que no pensé que hubiese alguien más aquí, bueno nadie más aparte de esos sujetos- señalo a los dos vagos tirados unos metros más allá de su ubicación quienes no se encontraban consientes.

Ahora una interrogante fue expuesta por la chica, a quien no le agradaba la forma en que el pelinegro la miraba o eso había entendido con aquellas palabras, así que desviando de igual manera su vista llevo la zurda a su nuca comenzando a rascarla un tanto nervioso –Yo no miro nada, no quería importunarla es solo que se me hace extraño como ya dije, que una mujer como usted ande por aquí, no es un sitio común para señoritas como usted…digo no exclamo que no pueda cuidarse o algo semejante yo simplemente…a diablos…- detuvo sus palabras pues comenzaba a notar que estaba hablando incoherencias y que seguramente a una señorita como ella le molestaría tratar con alguien como él, realmente no estaba muy acostumbrado a tratar con mujeres, menos con mujeres que parecían provenir de una buena clase social, recientemente había tenido la oportunidad de relacionarse un tanto con una y aunque las cosas habían resultado bien eso no significaba que en este caso el resultado sería satisfactorio, se produjo entonces un breve momento de silencio entre ambos, Yami dio media vuelta comenzando a caminar alejándose de Kyo quien no sabía si sería correcto seguirla o solo esperar ahí parado.

Tras meditarlo casi al instante comenzó a avanzar tras de ella manteniendo siempre una distancia prudente para no incomodarla y una pregunta fue la que detuvo su andar -¿Qué soy yo?- se preguntó a sí mismo el joven sin entender del todo lo que le habían planteado, suspiro levemente y sonriendo carismáticamente exclamo –Pues yo soy un chico, no sé si la cola te confunde pero es solo por mi cabello, aunque no estoy seguro si es eso a lo que va referida tu pregunta, no la entendí muy bien- esperaba no haber quedado como un completo tonto ante aquella jovencita, ya suficientes problemas tenia para intentar realizar una buena conversación, además no podía desperdiciar aquel día tan extraordinario de conocer personas que realmente valían la pena y que seguramente tendrían un impacto en su vida a corto o largo plazo, las ventiscas provenientes de las lejanías comenzaban a arreciar continuamente prometiendo una pasajera tormenta aunque esto para el joven ya no era relevante, aunque pocos instantes atrás se propuso no incomodar a la joven con sus miradas ahora de manera inconsciente hacia lo mismo, buscaba sus ojos para mirarla fijamente, casi como si esperara obtener algo de ello.

La chica tomo una posición más cómoda, acto que al espadachín le agradaba pues eso evitaba la posibilidad de un desacuerdo con la señorita, avanzo hasta estar cerca de ella y repentinamente se giró golpeando la nariz del joven con uno de sus codos acto que provoco la caída del joven para después comenzar a tomar parte de su nariz en un acto reflejo provocado por el dolor, aunque esto no se mostró como un acto meditado pues en cuanto sucedió Yami pidió disculpas preguntándole que tal se encontraba, a lo cual el joven comenzó a reír a duras penas por el leve dolor provocado que había sentido gracias al accidente –No, estoy bien, bueno si me dolió pero no es nada, estoy seguro que solo necesito que pase el dolor-

Lo que vendría a continuación no se lo había esperado el joven, la hermosa mujer tomo su rostro con cuidado logrando que el pelinegro se sonrojara levemente pero que gracias a su tono de piel no se notaba prácticamente, analizo sus fosas nasales dando a entender que tenía ciertos conocimientos médicos o que simplemente conocía bastante de heridas cosa que no fue nada relevante para el joven quien mantenía su vista fija en los ojos de la chica encontrándose en automático, fue casi como si un breve instante del tiempo se detuviera para dar paso a una frase no pensada por parte del joven –Oye…tienes bonitos ojos- y tras decir la frase una pequeña gota de sangre comenzó a salir lentamente de su fosa izquierda sin que él lo notara a tal punto de parecer un zombi que no retiraba su mirada de aquellos ojos ahora tan cercanos gracias al acto de buena voluntad que había efectuado la jovencilla en su afán de reparar el daño que sin mala premeditación había causado.

La joven doctora atendía al chico con toda rapidez pero tras su comentario sus mejillas tomaron un color extraño, lo cual le pareció raro al pelinegro, ciertamente no había tenido mucho trato con mujeres después de todo un vagabundo no siempre es bien recibido por una damisela de categoría; la joven evito cursar miradas con el privándole por momentos de aquel deleite que se brindaba con ojos tan bonitos, le daba instrucciones las cuales el atendía con rapidez sin despegar su mirada de ella tratando de cruzar miradas de manera casi automática, cosa que al menos no sucedió en aquellos momentos los cuales aprovecho para exclamar -¿Te encuentras bien?, hace unos instantes tus mejillas tomaron un color extraño, quizás estas enferma-, la chica sin embargo tomo un pañuelo y lo mantuvo firme en la fosa de donde emanaba su liquido rojo, de pronto la incógnita siempre a resolver fue puesta sobre la mesa, la chica preguntaba si era un pirata, un leve suspiro se hizo presente por su parte mientras mantenía silencio.

Cerro sus parpados meditando a la perfección cada palabra que exclamaría para después elevar su mirada siempre serena y responderle –Si, así es, puedes llamarme pirata pues algunas de mis acciones ciertamente no siguen las reglas que se han establecido sobre la moral y el orden en este mundo- sus labios callaron para después devolver el golpe -¿Y tú?- pregunto con curiosidad mientras se ponía de pie aun sosteniendo aquello que evitaba el flujo de la sangre a través de su nariz para después de un par de minutos retirarlo y dejarlo caer sobre la sucia tierra del sitio –Si ya me siento mejor, eres muy buena en esto, supongo que has de ser algo así como un medico…o quizás eres alguien con mucha experiencia en golpes je- reía levemente tratando de amenizar el ambiente y esperando su “oficio” no le fuera un impedimento para continuar tan agradable conversación.

La actitud de la chica se mostraba aun pasiva, pero las primeras palabras que exhalo fueron cruciales para determinar el rumbo que tomaría aquel encuentro, con ambas manos en los bolsillos Kyo escuchó atentamente dando la oportunidad de que terminara, su cabeza se agacho levemente ocultando su mirada por unos instantes mientras meditaba que es lo que sucedería a continuación, una pregunta nuevamente fue lanzada rumbo a su humanidad, cosa que no respondió al instante, prefería esperar antes de dar por sentado algo, cuando finalmente acabo de hablar y se separado de aquel árbol a donde se había dirigido antes elevo nuevamente su rostro mostrando consigo una tez pasiva, casi alegre a lo cual sus labios se movieron exclamando con facilidad –Vaya, supongo que eso hace las cosas un poco incomodas, una cazarrecompenzas, jamás pensé que me toparía con una, pero la vida tiene muchas sorpresas, no lo tomes a mal, pero siempre pensé que las cazarrecompenzas eran algo parecido a los ogros, no tengo idea del porqué, quizás es simplemente una imagen generada por las historias que ciertos círculos bajos cuentan acerca de esas mujeres, sin embargo al observarte noto que todo ello es una mentira, tú no eres así-

Se detuvo por algunos momentos mientras un relámpago en las lejanías anunciaba el preludio de una tormenta que arribaba a las tierras de Dawn –Eres médico, eso es de denotarse, debes ser alguien muy inteligente para haber conseguido tan brillante carrera- espero un nuevo lapso de tiempo pues para aquello que le había preguntado a continuación no tenía una respuesta tan clara, ciertamente ni el mismo estaba del todo seguro que le impulsaba a seguir por ese camino, había escuchado tantas veces que podía simplemente dejarse atrapar y pasar los días en prisión, podía de igual manera ser ayudante de algún comerciante y vivir en la miseria pero con una vida tranquila, aunque nada de eso llamaba su atención, entonces que le impulsaba a seguir, tantas cosas y tan pocas respuestas.

-Sabes, creo que quizás simplemente estoy buscando algún ángel- exclamo repentinamente de manera enigmática levantando un tanto su voz en tono amable –He tenido suerte…hoy encontré dos- exclamaba con toda seguridad al tiempo que la distancia entre él y Yami disminuía por su avanzada, el simplemente se mantuvo firme en su posición observándole con toda tranquilidad para después comenzar a caminar a un sitio que estaba protegido por algunos techos casi derruidos, era casi como una madriguera donde los vagabundos podían protegerse de las inclemencias de la naturaleza.

Al llegar a aquel sitio donde había un lugar lo suficiente amplio para unas cuantas personas, el joven se recargo contra la única pared sucia con la que contaba aquel lugar, después observo a Yami de nueva cuenta con toda fijeza y exclamo –Y dime Yami, ¿qué buscas tú?, si buscaras atraparme ya lo habrías hecho supongo, eso me reconforta, pues solo puede significar un par de cosas…de las cuales solo una de ellas es oscura, pero tú no pareces ser el tipo de persona que busca una pelea sin sentido, dime…¿cuál es tu objetivo?- espero entonces la respuesta de su compañera prestando atención a sus palabras.

La jovencilla parecía una niña en todo sentido de la palabra pues ante las acciones del pelinegro lo que ella hizo fue tomar un gorro de uno de los vagabundos y usarlo sobre su cabeza preguntándole encima como se veía, todo indicaba que era una broma pero ciertamente el joven no encontraba nada gracioso en ello no porque la chica no se mostrara graciosa sino porque al vivir toda su vida en la miseria estaba acostumbrado a que aquellos que le rodeaban se vieran de una manera peculiar y diferente a la tanda común de la sociedad, simplemente arqueo una ceja mostrando en su rostro un vacío dando a entender que no había comprendido nada de lo expuesto por la bella chica, afortunadamente el acto paso rápido cual relámpago pues las palabras que había exclamado con respecto a los seres celestiales llamado ángeles despertó en la jovencilla un par de incógnitas que no dudo en liberar de manera voraz contra la humanidad del espadachín quien recargado en aquel pedazo de concreto cruzaba sus brazos sin quitarle el ojo de encima más por lo agradable que resultaba su rostro que por la desconfianza que pudiera generarle.

-Pues uno de ellos lo fue…y el actual parece que también está siendo amable conmigo, al menos hasta este momento- exclamo sin el menor temor dándole a entender con ello que esa mujer era el 2° ángel con quien el cruzaba miradas ese día, comenzó a reír levemente de manera casi inaudible para después controlarse un poco colocando frente a si la diestra tapando su vía bucal –Espero no incomodarte, es solo que no puedo evitarlo, por alguna razón soy así, supongo que es fruto de las circunstancias- reitero ahora con el control sobre sus facias guardando un breve lapso de silencio que duro unos instantes.

Giro su cabeza al lado contrario observando en las lejanías como la tormenta comenzaba a dar su toque final antes de que llegaran las crueles inclemencias que ella acarreaba, la chica simplemente con voz débil no pareció dar respuesta a su ultima incógnita y repentinamente algo sólido golpeo su cráneo haciendo que el chico cayese al suelo e impactara su rostro contra un pequeño charco de lodo cercano, se quedó ahí tirado unos dos segundos para después levantarse tomando la zona donde le impacto aquello, era parte trasera de su cráneo por lo cual había tenido un gran efecto en el –Sigo sin entender porque siempre me tienen que pasar estas cosas a mí- exclamo con cierta pereza mientras mandaba una mirada a un objeto carmesí en el suelo, era una manzana que aparentemente la chica le había arrojado.

Sin importarle mucho tomo la manzana y de un solo bocado la metió en su boca comenzando a comerla, no se dio cuenta pero ahora su rostro estaba todo mugriento cosa que podría ser repugnante o muy gracioso para la joven, termino rápidamente de comer la manzana y se quedó ahí sentado en pose de loto cruzando sus extremidades inferiores prestando atención a lo último que la joven expresaba -¿De verdad lo crees Yami?- exclamo al momento que ella terminaba de dar su opinión –Y dime…cuál es ese objetivo, ¿acaso la gente como yo es de verdad tan baja como para que no puedas regalarme unas cuantas palabras más?, venga estas en confianza…no pienso hacerte daño y aunque así fuera estoy casi seguro que me darías una paliza, ¿no es así?- finalizo con una gran sonrisa esperando el resultado de sus palabras a la vez que distinguía algo diferente en la chica tras la caída de un rayo, pero no presto atención a ese detalle, seguramente no había sido nada.

Un gesto impensable se produjo casi como en cámara lenta para el espadachín, aquella jovencilla tras reírse de su infortunio se acercó a él para comenzar a limpiar suavemente su rostro acompañando aquellas acciones de cálidas palabras, palabras que le recordaban a su madre, aquella mujer que le cuidaba y apapachaba con ternura, por alguna razón esa chica le recordaba a ella y ahora que lo pensaba bien incluso físicamente se parecían, omitiendo pequeños detalles dado por la edad era casi como ver el retrato de su madre en vida tanto así que sus ojos clavados de nueva cuenta en los de la chica con paraban de intentar penetrar en su alma buscando una respuesta a las suplicas de su cuerpo, sin embargo alcanzo a reacción en cuanto Yami termino su labor para hacer una leve inclinación agradeciendo al mismo tiempo –Muchas gracias no tenía por qué hacerlo y respecto a lo anterior, estoy de acuerdo pero es algo que simplemente no puedo evitar, aunque tratare de ser alguien más atento pues de otra manera personas como usted terminarían cuidando de por vida a sujetos como yo- comenzó a reír levemente tras aquel pequeño chascarrillo hasta que poco a poco se fue disipando su alegría dejando en su lugar solo un hueco de silencio.

Las próximas palabras de la cazarrecompenzas hicieron mella especial en los oídos del joven, ciertamente jamás había esperado encontrarse a alguien de su “calaña” que pensara de forma tan pacifica, según las historias que había escuchado acerca de los que buscan riqueza en base a las capturas de famosos…eran criaturas sanguinarias y sedientas de oro, buscando un beneficio personal que se denotaba en los números de aquellos a quienes capturaban, pero esa fémina, aquella dulce sonrisa no denotaba una sed de riqueza sino de algo más, quizás algo semejante a lo que Kyo estaba buscando pero que hasta el momento no había encontrado, sus palabras tiernas se perdían en las potentes ventiscas que se hacían más frecuentes, poco a poco unas cuantas gotas comenzaron a caer titilando con levedad provocando una atmosfera más hermosa, al menos para el joven quien tras esperar su turno para tomar la palabra elaboro –Me he menos preciado…no lo es en realidad nunca había pensado en ello, siempre me he considerado una persona de baja categoría, aunque posiblemente tengas razón, quizás si viera las cosas desde otra perspectiva podría encontrar cosas buenas en mi interior…después de todo, este mundo no se divide en piratas y marines, verdaderamente creo que todos somos parecidos, todos tenemos luz y oscuridad dentro de nosotros, son los caminos que elegimos y las decisiones que tomamos las que determinan el destino al que llegaremos-

En esos momentos sin saber porque también mostro una cálida sonrisa en su rostro enviando su mano derecha hasta tomar las de Yami casi en un gesto de compañerismo para después exclamar –No me refería a eso, en tu corazón no veo maldad alguna, al menos no contra mi persona, pero si llegara el momento adecuado junto a las circunstancias obligadas tendrías que hacer algo al respecto, yo no sé mucho del mundo ni del mundo de la medicina, quizás no pueda entenderte pero sin duda alguna puedo afirmarte que te deparan grandes aventuras…que sean buenas o malas no puedo asegurarlo, pero aventuras existen a cada momento de nuestra vida, hasta las cosas más simples son una aventura y aquello que determina la grandeza de la misma…somos nosotros mismos- así terminando sus palabras elevo su contramano sacando el pulgar posicionándolo de manera vertical figurando una señal de apoyo con respecto a lo que la joven había comentado sobre su objetivo.

Mientras el chico sujetaba las suaves manos de Yami noto nuevamente como en su rostro se formaba un pequeño rubor ante lo cual no pudo decir nada pues rápidamente se levantó del sitio avanzando hasta quedar desprotegida y a merced de pequeñas gotas de lluvia que con timidez aun caían sobre la tierra, la tormenta había sido únicamente un retrato de un monstruo, pero no había llegado a ser nada que pudiese afectar el próximo viaje del pelinegro, cosa que le agradaba pero que por otra parte no degustaba pues conforme el sol se acercaba a su ocaso despedida se hacía más latente, ante estos pensamientos agacho con ligereza su rostro suspirando levemente y de manera inaudible para la médico que se encontraba ahora observando a los pobres vagabundos que ebrios habían pasado inadvertidos bajo la lluvia y el frio -¿Traerlos?- exclamo repentinamente el joven en una incógnita que planteaba ante la petición de la señorita –Pero…- se quedó en silencio, no entendía porque Yami se preocupaba tanto por ellos, era bien cierto que él pudo matarlos pero no lo había hecho, mas no era porque fuese alguien misericordioso, sino porque no veía objeto en ello y todo eso era muy diferente a brindar ayuda, ¿por qué debería ayudarlos?, después de todo si él estuviese en dicha situación seguramente esos ebrios no le ayudarían en lo más mínimo, ¿acaso personas como esas merecían algo de compasión?, su mente no lo entendía y mucho menos comprendió el hecho de que la joven tratase de arrastrar el cuerpo de uno sin resultados.

Tras la caída de Yami simplemente suspiro y dedujo que ella por sí solo no podría hacer mucho, se levantó de su sitio y avanzando lentamente entro bajo la inclemencia de la lluvia que como pequeñas agujas atacaban su cuerpo, tomo de un pie al sujeto y sin mayor esfuerzo comenzó a arrastrarlo, por su entrenamiento él había adquirido una fuerza ligeramente superior a la tanda humana, así que arrastrar a esa persona era para el cómo cargar un pequeño bulto, al cual acomodo recargándolo en la pared de aquella estructura semi destruida, avanzo entonces de nueva cuenta hasta el otro y haciendo lo mismo lo llevo hasta el resguardo de aquel sitio donde una vez bien acomodado elevo su mirada para penetrar en los ojos de la rubia –Ya están a salvo de la lluvia y de cualquier otra cosa que pudiese pasarles mientras estaban ahí afuera-

Guardo silencio por unos cuantos segundos, no sabía si lo que diría a continuación era correcto pero no tenía mucho que perder así que tomando valor simplemente exclamo –Los borrachos son cosas de la vida, simplemente están ahí, no creo que sea buenas o malas personas, quizás es algo inevitable…no se…aunque creo que en estos momentos deberías preocuparte más por tu salud, parece que la lluvia comienza a afectarte, hace unos instantes pude notar como ese rubor se provocaba de nueva cuenta en tus mejillas, tal vez has cogido alguna enfermedad, aunque claro tu sabes más de eso que yo- las gotas de lluvia cesaron por entero, ahora pequeños charcos era todo lo que quedaba de ella, algunas gotas caían de aquel techo que a medias los resguardaba, las plantas cubiertas por gotas de agua asemejaban el roció de manera hermosa, el silencio se prolongó unos instantes, la mirada de Kyo se enfocó en el horizonte, el sol ya se estaba acercando al sitio que indicaría su partida, suspiro levemente pero esta vez de manera audible así que lanzo una nueva mirada a la mujer esperando ver cuáles eran sus próximas acciones, al menos por ahora tenía un poco de tiempo extra.

Una vez más la cara de la hermosa jovencita se coloreaba de color carmesí, cosa que extraño aún más al chico, para el parecía casi como si estuviera a punto de tornarse de ese color permanentemente y sin embargo le giro su rostro evitando el contacto visual con el cortando así la secuencia que tenía Kyo en sus ojos, no entendía del todo porque había hecho tal cosa y tras lo dicho por la rubia cerro un tanto sus ojos comenzando a pensar -¿Mi culpa?- se rasco levemente la cabeza con la izquierda detrás de la nuca sin entender del todo el significado de aquellos vocablos –Pero…yo que he hecho, no recuerdo haber hecho nada como para que tu salgas perjudicada…a no ser que…- rasco próximamente su barbilla tratando de hallar sentido en el reclamo de la mujer más sin embargo un acto fue provocado por ella quien primeramente cruzo sus brazos y le observo atentamente cosa que el chico corroboro cruzando nuevamente miradas con ella.

Sin decir palabra Yami se acercó hasta quedar prácticamente frente a el rompiendo su lugar personal invadiéndolo con su figura, cosa que a Kyo le extraño pues al menos en su visión personal parecía que estaba buscando algún detalle en específico, no se movió de su lugar y tampoco retrocedió su rostro, simplemente se quedó ahí parado observándole fijamente, dentro de él algo comenzaba a latir con fuerza, según parecía era su corazón, algo que le impulsaba a realizar ciertas acciones pero que ya sea por imposibilidad o por su mera voluntad no realizo, simplemente ladeo un tanto su cabeza y elevo un poco la diestra hasta tomar unos mechones rubios de la cazarrecompenza, eran suaves y hermosos…casi como mirar un destello de luz en vivo, envió entonces sus ojos a las facciones hermosas de su rostro y exclamo –En realidad no tengo idea de que tienes pero…- elevo ahora la zurda y tomo una mejilla de la chica con suavidad para después sonreír levemente –Pero al parecer has manchado toda tu ropa, deberías tener más cuidado, eso es lo que me dijiste y creo que deberías seguir tu propio consejo, aunque no importa mucho…después de todo tienes un hermoso cabello…me recuerda a una persona que conocí cuando era apenas un chiquillo- y así retirando sus manos de la joven las guardo en sus bolsillos esperando lo próximo que pudiese ocurrir.

[Salgo del tema]

La chica pareció reaccionar ante algo importante que tenía que hacer, simplemente se alejó despidiéndose del joven y dejando con él la prenda del vagabundo, no tardo mucho para que su bella silueta se perdiera en la lejanía, una vez que los ojos del espadachín no la divisaron suspiro levemente quitándose aquel gorro y mirándolo detenidamente sumido en sus pensamientos elevo después la vista al horizonte, las estrellas lentamente comenzaban a aparecer en el espacio y el aviso próximo de la noche era innegable –Que chica más rara…- exclamo con toda naturalidad ahora encontrándose solo en aquel sitio, bueno…al menos solo en cuanto a gente con quien platicar o eso pensaba el pues después de un rato comenzaron a escucharse murmullos a su espalda provenientes de los vagabundos que con dificultad comenzaban a reaccionar después de aquella paliza que se les había propinado –He tu…que haces con mi gorro chaval- exclamo uno levantándose con dificultad mientras su compañero hacía lo propio, el joven apenas si le prestó atención pues sus orbes seguían enfocados en el sitio donde había desaparecido la figura femenina de Yami, al ver que sus palabras no surtían efecto en el jovencillo los ebrios comenzaron a planear débilmente una estrategia.

Pasaron unos cuantos segundos y con toda la intención se lanzaron en su contra, cosa inútil pues el muchacho apenas se giró observando esto cuando a cada uno propino una fuerte patada en la cara mandándolos a contar estrellas, con cuidado tomo la cabeza de uno y le coloco el gorro de manera correcta –Lo siento señor, ahí está su gorro, duerma bien- así con una reverencia de disculpa y a la vez de despedida comenzó a caminar rumbo al puerto de la isla, pasando por sobre algunos charcos creados por la tormenta pasajera. Llevaba ambas manos en sus bolsillos y sus pensamientos ahora se dirigían a la ciudad de Loguetown, donde nuevas aventuras le esperaban y quien sabe, quizás también nuevas personas por conocer –Hoy…será un buen día- finalizo para posteriormente salir corriendo rápidamente hasta las orillas de aquella isla.