Las velas Argénteas llegan 29zrdle

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Miér Ago 10, 2011 4:07 pm
Uno de los primeros barcos Marines en llegar al puerto fue el Duende del Mar. Con el símbolo de la Marina en sus Velas, nadie se opuso a su entrada, incluso recibió algún saludo desde los otros barcos y de la playa. Los marines sonrieron en su gran mayoría al saber que estaban cerca del objetivo. Otros, conscientes de que allí iban a luchar o tal vez a morir, no sonreían, y se limitaban a mantener la compostura y la integridad como soldados que eran. Cumplían, con mayor fervor o menos, con su deber, y era por eso por los que les pagaban. Poco a poco, el barco iba llegando a una zona para atracar, y Brelaina, su capitana, permanecía en la proa con su abrigo de Capitán a su espalda, su coraza ceñida a su pecho y su falda agitándose ligeramente por el viento. Mostraba un semblante serio, y reflexionaba, sobre demasiadas cosas a la vez. El sonido de los marineros desplegando la pasarela de embarque la sacó de su ensimismamiento.

-En marcha. -Comentó a todo el grupo una vez la pasarela estuvo completamente desplegada, para empezar a salir del barco. Ella, como buena capitana, fue la primera en desembarcar. Caminó, a la cabeza de su grupo, aunque nada más llegar al puesto de campaña de la Marina, divisó algo que le interesaba. Había un pequeño almacén de armas. Al lado, un pequeño libro y un hombre calvo al lado. Comprendió el sistema. Había que llegar, coger lo necesario y registrarlo. Luego, eso era descontado del sueldo del Marine en cuestión. Si sobrevivía, claro. Si no, lo de menor importancia era pasar una factura. Como Brelaina no tenía intención de morir, se acercó allí. Rebuscó un poco entre las armas de filo y se hizo con una Espada Larga que parecía bien forjada. Insciribió su nombre en el librito y se ciño su nuevo arma al cinto. Entonces, retornó con su división.

-Bien, las tropas ya se movilizan, supongo que es hora de moverse. Suerte a todos, y cuidaos. -dijo a los suyos. Una vez dicho eso, con paso tranquilo, utilizó el poder que controlaba, el Haki, para empezar a sentir presencias en los alrededores. Buscar enemigos en aquella isla iba a resultar más fácil de lo esperado. Sólo necesitaba derrotar a quien encontrase.
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Miér Ago 10, 2011 7:43 pm
Ya habían llegado, y no había marcha atrás para ninguno de los marines y agentes del gobierno presentes como soldados en esa batalla. Tenían instrucciones de ir al combate, y eso es lo que haría junto a las Velas Argénteas, su división a la que recientemente se había unido. Aunque tenía años metido en la temática de guerra, nunca le tocó meterse de lleno en lo que técnicamente sería una guerra, fueron solo misiones de infiltración, asesinato y combate directo de menor magnitud, que, aunque no careciesen de importancia, no era lo mismo que lo que estaba por vivir.

Se había quitado el traje, llevándolo en la cintura amarrado, pero, el clima de Tequila Wolf, frío con neblina, le permitía poder volver a vestirlo. Agarró con su siniestra una de sus pistolas, completamente cargada ya, y se preparó para ir donde le fuese indicado. Escuchó las palabras de su capitana, a las cuales respondió con un gesto amable con la cabeza
- Y lo mismo para usted, Capitana Alagondar - Dijo con una leve sonrisa parcialmente falsa, sonreír no era algo que hiciese. Se giró momentaneamente para ver donde se encontraban sus compañeros, los cuales, aunque no lo dijera, esperaba ver de nuevo, no les conocía, pero eran parte de su tripulación, por lo que eran importantes. Bajó del barco con determinación y se dirigió al combate con rapidez, no quería perder tiempo.
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Miér Ago 10, 2011 9:27 pm
Y tuvo que ir al baño. La presión le había provocado un gran desajuste en el estómago, y este había desencadenado un seguido de consecuencias que se podían resumir en una diarrea maloliente. Mientras estaba en su trono, empezó a deliberar. Si le tocara de enemigo alguna chica guapa... ¿Que haría? Si combatía cometía el error de ser descortés y herir carne fresca y penetrable, pero si no lo hacía era su capitana la que lo iba a herir de forma, posiblemente, penetrante. La duda llegó a su momento cumbre cuando el ruido de la cascada negra de excrementos estuvo en su máximo cabal. Después, perdió ritmo y fue escaseando su fluidez hasta que finalmente se cerró su grifo anal. Después de restregarse un suave papel blanco, que no quedó blanco después del contacto, y quedar bien limpio, estaba preparado para la batalla, dejando su ropa normal en el lavabo y quedando en la vestimenta de batalla. Su gallo estaba esperándolo afuera, pero era extraño... a su lado había una fruta. El gallo miraba la fruta, Karsten miraba al gallo, y el silencio reinó durante 0.2 segundos. Este propinó una patada a su mascota antes de que este pudiese dar un picotazo a la fruta. Aprovechando eso, Karsten se tiró al suelo, cogió la fruta y se la comió de un mordisco.

Después de acabar de engullir esa Akuma no Mi, del cual desconocía sus efectos, empezó a sonreír de forma malévola dado que su cyborg no pudo jugársela al calvo por esta vez. El silencio reinó de nuevo por dos segundos, para luego ser destronado por un ruido estomacal proveniente de Karsten. Este volvió a entrar al baño corriendo mientras el gallo le hacía burla. Otro maratón de diarrea parecía preceder tras la puerta del baño, y el gallo estaba feliz de eso, pues para él le había robado su fruta. Pero de golpe... - ¡¿PERO QUE COJON...?! - Un grito resonaba por toda la zona, y una agitación parecía suceder en el lavabo. La puerta se abrió, y se pudo ver a Karsten huyendo de la zona. Del váter surgía un remolino marrón diarreíco que avanzaba hacía todos los lados, descontrolado - No fastidies... ¿Ese es mi poder? Controlar... mi propia... mi... - Pero fue entonces cuando el remolino se desvaneció. No tenía suficiente práctica - Ufff... No se que ha sido eso, pero lo que se es que he sido yo de alguna forma, se que si no aprendo a controlar este poder... ¡Destruiré el mundo en dos días! Es broma Mecaroos, no te preocupes, era una imitación de Ragnarr'oz, ancestro del sadismo y la suerte... ¿Mecaro..? - No pudo acabar su frase.

El gallo se encontraba rozando el techo con la cabeza, atrapado en un remolino mientras movía sus alas de un lado a otro intentando liberarse de forma inútil de esa cárcel diabólica a la que había sido sometido. Karsten se concentró, suspiró y dirigió su palma de la mano hacía este. El remolino se movía al son de la palma de su mano, y cuando cerró la mano el remolino desapareció y el gallo cayó al suelo, libre al fin, pero con un chichón en la cabeza por tan arduo aterrizaje. Después de que el gallo le diese las gracias al negro, gracias que fueron subministradas por un rápido picotazo, se volvió a subir al desierto de pelo que tenía en su cabeza. Ahora, estaba preparado. Salió justo a tiempo para escuchar la frase épica de su capitana - ¡Así será! ¡Solo moriré si mi enemigo me engaña con un tipo de harem... o si mi enemigo es un harem, o si hay alguna chica guapa, o si... Bueno, dejémoslo en un: ¡Buena suerte! - Exclamó, para salir al campo de batalla con un nuevo juguete que iba a probarlo sí o sí.
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Jue Ago 11, 2011 10:45 am
A cobijado en el interior del barco se entraba el pelirrojo. No es que sintiera temor por la batalla, tan solo se tomó un tiempo de receso antes de esta, pues iba a ser su primera batalla después de mucho tiempo. Estaba ya acostumbrado al medio de trabajo que tenían los Cipher Pol, infiltración, sigilo para arrebatar la vida a su enemigo… Algo que ahora como marine cambiaba por completo, puesto que su nueva facción lo obligaba a acatar ordenes de muchos otros superiores y asistir a esos tipos de eventos. El motivo que utilizaban para atraer a los piratas al engaño era también cuestionable a nivel moral, mas el fin justificaba los medios, pues eso era lo que habían enseñado en su otra facción, pero nunca lo que su maestro le había enseñado. Mucho se había apartado ya del camino que su mentor le había mostrado, ya no podía saber si se trataba del correcto o el equívoco, pero aquel era el camino que en la vida escogió y debería hacerle frente de la manera correcta, y en ese instante, dicha manera se debía al campo de batalla junto a su tripulación, Las Velas Argénteas.

Sus pensamientos poco a poco se iban desvaneciendo conforme el ruido exterior aumentaba y la velocidad del navío disminuida, pues todo indicaba que llegaban al lugar que de su presencia requería. - Levántate, Kuro, parece que hemos llegado… - La orden iba dirigida al pequeño animal que se mantenía recostado junto a él, pues ambos estaban acomodados en el suelo del interior del navío esperando entrar en contacto con el puerto. Su carácter aún no parecía encajar del todo y el carácter que en ocasiones adoptaba Karsten no ayudaba a su integración, pues en la mente del joven se formaban pensamientos de que cometía errores al interactuar con este. Sin embargo, todo cambiaba respecto a su compañero Mikhail, pues la confianza ya estaba forjada entre ambos y, a pesar de los caracteres de cada uno, se permitían el hablarse con libertad de opinión provocando que siempre se dijeran la verdad respecto a lo que pensaban y que, con simples gestos, en ciertas ocasiones se entendieran rápidamente. El combate como Cipher Pol’s los había curtido en ese aspecto.

Junto a su pequeño animal compañero, el joven avanzaba por el interior del navío hasta llegar a la cubierta, donde todos a su debido tiempo iban abandonándola para ir a la batalla. Parecía, que para el caso, cada uno de la tripulación enfrentaría la batalla a su modo, mas no parecía ser el caso en el que irían unidos a esta. El joven siguió los pasos de su capitana para abandonar el navío y, al igual que ella, se acercó al puesto de avanzada marine, donde tenía pensado el realizar compra de algún tipo de arma, mas no tenia seguro de cual debería ser. Era un combatiente cuerpo a cuerpo, por lo que una arma filosa o contundente no ayudaría, debía escoger un objeto que le ayudase en el campo de batalla, pudiendo incluso ser utilizado como distracción. Su mirada escudriñaba los rincones del almacén mirando el tipo de arsenal que allí estaba expuesto, entonces vio algo que le podía servir… Eran granadas. Eran demasiado ruidosas y causaban grandes estruendos, al menos las comunes, es por eso que a la hora de coger variaba en sus elecciones, llegando a escoger aquellas que pudiesen utilizarse a modo de lo que requerían sus objetivos, distracción ante su rival.

- Me llevaré estas… - El joven marine se aproximó al documento en el cual debía dejar registro de los objetos a escoger, más tarde como bien era sabido, y en el caso de que no muriese, se le retiraría el importe de su sueldo, al igual que a todo el que utilizará aquel método de adquisición. En la lista se podía ver estampados distintos objetos y firmas de oficiales y otros cargos, en el caso de Lagi la lista se completo con los tipos de Granada a escoger:

Hoja de Registro:

- Granada De Humo x2 -> 600 B
- Granadas Incendiarias x1 -> 400 B
- Granada De Fragmentación x2 -> 900 B
- Granada De Iluminación x1 -> 300 B
- Total: 2200 B

Teniente Lagi Schmetterling

Ahora estaba claro el importe que se le retiraría en un futuro y, como siempre hacía en los documentos, su firma tenia peso en el nombre por lo extraño que era respecto al resto, mas no el balde su apellido procedía de otro país. Esperaba que aquellos objetos le fuesen utilices en la batalla.

Su capitana fue la primera en partir del lugar, pues con amables palabras añorando el cuidado y regreso de la tripulación, se notaba que su carácter era el adecuado para tomar el liderazgo de un grupo tan variopinto. - Suerte también, capitana… - El joven le dedico unas palabras que regresaban el motivo que había dado a toda la tripulación pues, al igual que ella, el pelirrojo esperaba el regreso de todos los miembros que ahora formaban Las Velas. Más tarde de dichas palabras, su partida se llevo a cabo, pues todos partían con predisposición y determinación hacia la batalla, aunque aun dudaba un poco sobre el caso de Karsten, ya que extrañas fueron sus últimas palabras de despedida. Lagi echó un ultimo vistazo a los miembros que aún quedaban en el lugar, sus compañeras Wendy y Debris. - Tened suerte y cuidaos... - Aquellas serían las ultimas palabras que el joven pronunciaría en el lugar, pues guardando las granadas en el mismo compartimento en el cual llevaba sus guantes de batalla, y acompañado por su mascota, Kurokami, se adentro en la isla y, por ende, en el campo de batalla. Ahora debía encontrar donde ayudar o que rival combatir.


Última edición por Lagi Schmetterling el Jue Ago 11, 2011 5:33 pm, editado 1 vez
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Jue Ago 11, 2011 3:16 pm
Volaba. Había partido de Logue Town nada más recibir la noticia de su próxima, y puede que última, misión. El objetivo era Tequila Wolf, zona bajo el pleno dominio del Gobierno Mundial y cara oculta de lo que la gente denominaba Justicia. Millones de criminales eran usados como mano de obra gratuita para construir un puerte de incierto destino y cuya verdadera función solo era conocida por el Gorosei, el órgano central del Gobierno Mundial. Odiaba a esos viejos. Pero debía de agradecerles los distintos detalles que habían tenido con él durante estos últimos días. Había obtenido su Akuma, una poderosa Logia, la Mera Mera no Mi, que le confería la habilidad de convertirse y manejar el fuego a placer. Había podido entrenar la Akuma unas horas antes de partir y ahora había sacado un potencial mucho mayor a tan poderosa arma. Además de eso también había sido recientemente ascendido a Comodoro por hacer huir a la tripulación de Desmond…ascendido por fallar en una misión, resultaba irónico. Pero no podía quejarse…ahora mismo era una de las mayores autoridades de la Marina en la zona de los Blue y también uno de los más poderosos…pero solo por su Akuma. Tendría que hacerse respetar de otra forma. En cuanto vio su destino despejó su mente y descendió a toda velocidad sobre un barco conocido; El Duende de Mar.

Las llamas desaparecieron de sus extremidades inferiores y aterrizó con relativa suavidad sobre la cubierta sin causar daño alguno a la magnífica embarcación. Su aparición lo hizo víctima de la mirada de los que aún se encontraban en el lugar…y en cuanto fue reconocido algún que otro halago se escuchó. Nada importante…después de todo, su fama iba de la mano de su Akuma y no tenía un gran respeto por parte de los suyos. La persona que más lo admiraba era la Capitana del barco sobre el que se encontraba…y no estaba allí. Suspiró decepcionado. Una buena charla con Brelania siempre venía bien antes de combatir. Pero la vida no era justa y no se podía tener todo. Tomó aire y habló.


- Hoy es un buen día para morir, ¿eh?- Comentó con sarcasmo llevándose uno de los cigarrillos a la boca antes de abandonar la nave sin tomar arma alguna en pos de un buen combate. Necesitaba despejar su mente y unos cuantos golpes nunca venían mal.
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Vie Ago 12, 2011 1:25 pm
Vaya puta mierda. No se había enterado prácticamente del trayecto en alta mar limpiando vómito, y es que ¿quién iba a pensar que una Anaconda de diez metros y casi doscientos kilos de peso que adoraba el agua, iba a marearse en un barquichuelo? La médico suspiró, al fin su adorado bichejo había mejorado -tras tres manzanillas y un masaje en la tripita, y no sabéis lo larga que es la tripa de una Anaconda- y al fin, justo cuando el barco atracó, salieron ambos del cuarto en dirección la cubierta.

Y todos se habían ido ya. Solo quedaba ella y Ophicuo, que aunque tenía la cabeza pegada a ras de suelo, al lado de los pies de su dueña, el cuerpo aún seguía subiendo por las escaleras y se iba doblando como un acordeón a medida que llegaba, pero tenía una batalla esperando y no iba a ser impuntual, así que tras coger la cabeza de la serpientucha, salió brincando por la pasarela, arrastrando al reptil con ella, que siseaba enfurruñado.

Si iba a volver a ver al resto de la tripulación no lo sabía, pero al menos intentaría ser de ayuda.
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Sáb Ago 13, 2011 8:46 am
Y así, pronto el navío terminó por llegar a Tequila Wolf, lugar que, si bien era desconocido para ela, tendría que recorrerlo en busca de quien tuviera que ser su enemigo allí dentro, piratas y revolucionarios al parecer. Durante la mayoría del trayecto, Wendy se dedicó a comprobar que todo su organismo mecánico funcionaba a la perfección y por suerte era así, no había, de momento, nada de lo que preocuparse respecto a u propio funcionamiento.

Sus compañeros comenzaron a desembarcar y, para no quedarse atrás, Wendy también lo hizo, a patita y con buena letra, consideraba su condición de cyborg un punto a favor y, si lo juntaba con el posible factor sorpresa, sus posibilidades de salir viva de aquel lugar se incrementaban, mucho además. - A ver qué hay por ahí... - Murmuró la jovencita que, tras avanzar un poco empezó a acelerar el paso, adentrándose en el interior de aquella isla buscando poder cumplir su trabajo bien.
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