[Pasado] - Un viejo recuerdo. 29zrdle

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Lun Ago 01, 2011 10:09 am
El recuerdo de una vieja amistad, se aproximaba a las tierras del pueblo de Shimotsuki. En la cual, el frío, sádico pero talentoso Jack D. Rocker, se encontraba dando una especie de paseo hacia una taberna nocturna. En efecto quería pasar un "buen" tiempo. Tantas luchas de por si, podrían mantenerlo cansado y lo mejor sería balancear las peleas y los llamados "días libres" para mejor rendimiento de sus habilidades. Aquella maligna presencia pateó la puerta del lugar, causando por ende, que aquella sea despegada de manera brutal, causando un enorme, fuerte y molesto sonido el cual llamó la atención de todos los que se encontraban dentro de la taberna, mirando al pirata con un cierto desprecio, pero no obstante nadie levantó la voz, nadie pudo desafiar al sujeto como se lo esperaban, así que solo con aquella mirada de desprecio se conformaban.

- ¡Malditas Basuras! - Vociferó fuerte y claro para que su voz sobresaliera en aquella taberna para que además se escuche en toda la taberna y le presten atención cada uno. - ¿Algún problema con mi visita? - Agregó en un tono agresivo al igual que el comentario anterior.

Mientras, que luego de aquél escándalo empezó a caminar hacia una de las mesas del local, sin color, simplemente con una apariencia de madera mal gastada, hasta con agujeros... Porque no decir que era una mesa asquerosa y puesta en ese lugar para que cualquiera pueda "disfrutar" de esa cómoda combinación. ¿Iba a ordenar algo?... Al parecer no, solo se encontraba enmudecido en aquél lugar efectuando las normales acciones de un humano, ver, respirar, escuchar, pensar, no se sabría cual era la más relevante en su mente en ese instante, pero de algo si se podría estar seguro, de que un hecho interesante habría de pasar, con alguien dentro de la taberna o alguien que este fuera de la taberna, todo simplemente era cuestión de tener paciencia y esperar, todo con aquél rostro sádico y con aquella larga sonrisa, que muchos podrían considerar maniática.
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Mar Ago 02, 2011 4:33 am
Había estado buscando un lugar más o menos tranquilo, y aquella mujer creía que lo había encontrado cuando pasó a aquella oscura taberna. En la oscuridad pueden esconderse muchos peligros, desde luego, pero ninguno se atrevería a hacer nada a aquella joven. A menos que quisiera encontrarse con un fuerte muro de protección. Y así había sido, a pesar de los intentos de algunos hombres por hablar con la peliblanca, esta había permanecido impasible ante ellos, sin mostrar ningún retazo de cordura o compresión, y ni siquiera la habían conseguido extraer algún tipo de emoción. Así había sido ella, aquellos que mostraban su interés eran rechazados al instante, pues no merecía la pena ir más allá de unos simples mecanismos. Su mano se deslizó lentamente por aquella barra, mientras se acercaba un hombre, detrás de ella que la indicó si quería tomar algo. Le encantaba, no obstante, que nadie la preguntara su edad pues, si lo hubiera hecho, le hubiera mentido de todas formas. Señaló unos grifos que había en la parte de detrás, cerveza, mientras él asentía con la cabeza y trataba de establecer una tranquila conversación. Ella le miraba, ausente, a sabiendas de que no le quería prestar atención y que no querría escucharle. Nada llamaba su atención en aquel lugar... Quizás fuera consecuencia de la fuerte atmósfera que había en él. Hasta que la puerta se abrió de nuevo, de par en par, haciendo que unos potentes rayos de sol entraran en toda la estancia. Ella se giró, haciendo que sus ojos, en aquel momento grises, se volvieran completamente violetas. El hombre de detrás de la barra entre-abrió la boca mirándola, sorprendido, ella hizo un gesto con la cabeza.

Las palabras de aquel peliverde hicieron que sus ojos se entrecerraran de nuevo, mirándole con cierto desprecio y desdén. Sonrió, entonces, al menos curvando sus labios en una línea, mientras giraba la cabeza. Tomó aquella jarra que se la había servido, y observó con descaro aquellos pasos que él iba dando. Sus palabras podrían resultar un tanto ofensivas, pero a decir verdad ella también había pensado algo similar al entrar en aquel lugar. La escoria solía agruparse toda ella junta... Lo que significaba, que si los insultabas a ellos, te insultabas a ti mismo. Le observó sentarse en una mesa, de la cual ella no distaba demasiado, por lo que se giró, apoyándose sobre sus piernas e inclinándose hacia delante. Chasqueó la lengua, y después dio por sentado algunas cosas. En aquella oscuridad, sus ojos parecerían los de un gato furioso, por su color metálico, grisáceo a decir verdad. Aquello, podría alterar a muchas personas... Aunque no esperaba que aquel hombre fuera uno de ellos. Se rió suavemente y después se dispuso a contestar una pregunta que seguramente hubiera sido retórica. -Los problemas que cada uno tenga han de quedarse consigo mismo, por mucho que incunvan a otras personas.- determinó ella alzando la voz, aunque no de la forma que lo había hecho él. -[color=Crimson]Pero rompiendo lo que dije... Si tengo un problema.[color]- finalizó ella. Se giró, rompiendo el poco contacto visual que con él hubiera tenido, y tomó en su mano diestra aquella jarra que había pedido con anterioridad. Dio un largo trago y después se volvió a girar con ella en la mano. -Seas quien seas, ¿Te parecen esas formas de entrar en una taberna?- musitó ella, riéndose después. Si él se lo tomaba mal, desde luego que tendría un gran problema, pero como aquel joven era él único que había llamado su atención de aquel lugar... Le gustaba expresarse con claridad, sencilla y verdadera. Sus ojos tuvieron por un momento su verdadero color, el violeta, el cual la daba su nombre.
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Jue Ago 04, 2011 8:35 am
Después de tomar asiento tan solo continuaba observando cada una de las personas del bar, simplemente con aquél mismo rostro considerado maniático por muchas personas, psicópata por otras... Por no decir que literalmente podría ser exactamente lo mismo. El cantinero caminó hacia el hombre lentamente, sin mostrar miedo ni nada por el estilo puesto que a decir verdad, no sería el primero ni el último en tener aquella personalidad. Con una postura firme el cantinero de aspecto extraño e interesante, se mostró frente a él observando sus ojos directamente. - Joven... ¿Desea algo?. - Dijo con tono sencillo y amigable, y por que no... Ese sujeto no andaba mostrando una mala personalidad y era de los pocos que le hablaban con buena voluntad. - Si quiere... Tráigame algo de beber... - Comentario sencillo y fuera de ganas para que el mismo tan solo haga una leve seña de amabilidad y proceda a retirarse de aquella mesa, más algo llamó su atención... Una voz que al parecer era de una chica, una chica muy interesante a decir verdad, para tener el valor de desafiarle o no de desafiarle, solo de decirle la verdad en su misma cara.

El joven había tenido una infancia interesante, la verdad una infancia bastante sola... Razón por la cual este joven tenía un carácter pesado y amargo. Muchos podrían pensar de que este no quería saber de las demás personas vivas, más los que si lo llegaban a conocer sabrían del hecho de por qué tenía esos sentimientos en su corazón. Pensando en mirar aquella chica solo andaba mudo, realmente sin decir nada y la verdad quería que aquella chica fuese otra persona con la cual se llevara bien o simplemente, solo otra presa con la cual tendría que pelear... Quien sabe, solo el destino podría indicar que pasaría con estos dos personajes que se habían encontrado casualmente.

El peli-celeste le miró de reojo sin ningún tipo de temor aparente, tan solo una curiosidad se levantó dentro de si, al parecer esta chica había sido la segunda persona en toda su vida que le había hablado con aquella autoridad no ofensiva por así decirlo. Estaba mudo, no sabía que decir... Más a decir verdad dicho por aquella persona de un pasado. * No seré la única que te tratará de conocer, siempre habrán personas a tu lado. * Tal cosa lo dejaba con una cierta calma así que de una manera u otra tendría que responderle a aquella chica. - Tienes razón... Tch... - Dijo con un tono muerto de ganas para luego incorporarse y dirigirse hacia la mesa donde se encontraba aquella chica, dando pasos lentos pero seguros... Cualquier podría creer que le iba a hacer algún daño, pero no le importaba eso, basura que viene basura que muere y de cualquier modo, por aquella personalidad de la chica estaba casi seguro de que ella no pensaría así... O quizá se podría equivocar, quien sabe nadie conoce a nadie en ese lugar. - Jack, Jack D. Rocker. - Dijo con aquél rostro de orgullo mientras levantaba la mano derecha en forma de saludo, esperando una reacción o algunas palabras por parte de la chica. - ¿Con quién tengo el gusto?. - Agregó a su comentario anterior para finalizar por ese momento.
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Lun Ago 08, 2011 5:32 am
En contraste con su jovial carácter, la joven se encontró con un hombre algo apático, resentido, y a pesar de no tener conciencia en medicina, ni en psicología de patología alguna que reafirmara aquel pensamiento, sabía que no era cuestión suya, por lo que preguntar su origen, o incluso la razón era totalmente impensable. Cruzó las piernas, mientras las piel de sus rodillas entrechocó, y gracias a las botas que hasta estas articulaciones llegaban, la joven se sintió algo más segura. Observó entonces su errático comportamiento, lo cierto es que poseía toda su atención, quizás por lo “aburridos” que podrían resultar el resto de clientes. Chasqueó la lengua, cuando la dio la razón, haciendo que su cabeza se moviera en un gesto de asentimiento, mientras que su pelo poco a poco se colocaba. Una cascada plateada, blanca, había caído por sus hombros, mientras ella utilizaba su oreja derecha como soporte para parte de este. Le sonrió, lo mejor que pudo, aliviada en parte porque su interpretación había sido la correcta, mientras volvía a apoyar la espalda sobre aquel respaldo. Sus movimientos poco a poco se elevaron.

El joven se puso de pie dirigiéndose hacia ella, hacia la mesa en la que se encontraba sentada, haciendo que más de un hombre de aquel lugar callara de golpe. Quizás fuera el aspecto, lo que hacía malinterpretar sus movimientos, pero ella sabía, o al menos deseaba, que no se tratara de ninguna escaramuza pues, debido a la diferencia entre ambos, estaba claro quién saldría más mal parado. Sus ojos se volvieron completamente violetas, a la luz de uno de los sucios ventanucos de aquel lugar, mientras él tomaba asiento frente a ella. Su mente se relajó completamente mientras observó como hacía un gesto con la mano en forma de saludo. Ella asintió levemente la cabeza, en una pequeña reverencia, mientras sonreía ampliamente. Pestañeó, varias veces, molesta. Volvió a sonreír y después se encogió de hombros. -Katherina Violeta- musitó ella, haciendo caso omiso a su apellido simplemente por el hecho de que aquel hombre hubiera podido escucharlo. Sus labios rojizos rozaron suavemente la jarra que había tomado con anterioridad entre sus manos, para después dar un corto trago, poniendo fin a aquella bebida de cebada. -Pero si gusta más, señor Rocker, puede llamarme Violeta. No es que me guste demasiado otro tratamiento.- le sonrió cordialmente mientras le hacia un gesto con la mano al cantinero, que se acercó a servirle a él, significando que le trajera otra jarra similar a la que se acaba de terminar. El hombre la sonrió, y después se marchó con la jarra vacía en la mano. Ella se giró entonces, examinando a aquel hombre.

-Cualquiera diría que debería tener miedo de su persona, al menos después de mis palabras. Pero hay algo en usted que me dice que no debería de ser así.- dijo ella, gesticulando mientras seguía aquella manía de colocarse el pelo y el flequillo rápidamente. -¿Puedo preguntarle, puesto que decidió compartir mesa conmigo, qué es lo que le trajo hasta aquí mismo?- determinó ella, mientras aposentaba la mano en la mesa, haciendo referencia hacia la cuestión anterior, a cuál era la razón por la que él había decidido sentarse allí. Se pasó la mano por la chaqueta de traje, sacando de ella dos guantes que deformaban suavemente aquella prenda. Dos guantes de cuero gastados, en los que se solía aposentar aquel animal que ella tenía, Horus, un precioso ejemplar de Águila oscura. Los dejó sobre la mesa, mientras se pasaba las manos por las piernas, frías, que habían quedado a la sombra después de andar durante largo rato por el puerto en busca de una embarcación que necesitara una navegante experta en su campo. Aquella águila se había quedado sobrevolando la zona, para avisar a su dueña en caso de ver algún nuevo buque. La joven se notaba algo intranquila sin aquel animal, pero quedaba totalmente oculto bajo aquella de confianza que podía demostrar.
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Jue Ago 11, 2011 4:46 am
El peli-azul el cual se había dirigido hacia la chica mostraba aquella sonrisa "sádica" pero que literalmente se trataba de una sonrisa de felicidad transparente. Consideró un gusto escuchar el nombre de la chica, y el escuchar de igual manera la formalidad con la cual la misma se expresaba. El interés en la chica empezaba a crecer, tanto que tendría que averiguar más sobre la misma, quizá el hacer nuevos amigos no le vendría mal... Y mucho menos para alguien tan vacío y amargado como era él. El joven prosiguió a tomar asiento en la misma mesa que la chica, para luego mirarle de reojo y esquinarse recostado de aquella silla. - Entendido... Violeta. - Dijo con aquella sonrisa entre-dientes que solía mostrar a menudo, para observar como el cantinero se dirigía hacia su posición por orden de aquella chica, mientras que observando al hombre tan solo le dio a entender que aún esperaba su pedido. Sus ojos volvieron a la chica en cuanto el cantinero se alejó de ellos, observando los ojos de la misma con curiosidad.

Las nuevas palabras de la chica le causaron una cierta gracia, en verdad le sorprendía como era la actitud de la señorita, por lo cual acarició su propio pelo azulado cubriendose media cara con el mismo brazo. - En verdad me sorprendes... - Dijo con un tono orgulloso, dejando un hablar con alguna que otra risa loca por salir. Las siguientes palabras de la chica le parecieron un tanto más curiosas e interesantes que las anteriores, puesto que esta vez le hacía una pregunta directa, la cual le tendría que responder del mismo modo. - Tan solo soy un pirata... Un hombre que vaga por el mundo en búsqueda de sus sueños... El cual los obtendrá cueste lo que cueste. - Dijo en tono serio aún mirando a la chica, para darle un tiempo a que la misma pudiese añadir un comentario sobre las palabras de Jack.

Después de un corto tiempo el joven volvería a seguir indagando a la chica para sacarle un poco más de verdad. - ¿Y tú?, ¿a qué te dedicas Violeta?. - Preguntó con voz firme, dando a entender aquella actitud informal la cual claramente daría a entender que quería ganarse la confianza de aquella chica de hermosos cabellos. Mientras que por otra parte aquél cantinero había llegado a su mesa nuevamente, trayendo la bebidas de ambos compañeros de mesa, aquellas fueron colocadas sobre la mesa mientras que realizó una pequeña y corta reverencia para luego retirarse del lugar y de ese modo, Jack D. Rocker tomaría la bebida con su mano derecha y daría un gran trago para saciar aquella sed que mantenía desde hace un tiempo, esperando por ende las palabras de la chica interlocutora del momento.

[Off: Perdón si es corto, pero ya sabes qué hora era en mi país y me mandaban a apagar la pc u.u.]
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Vie Ago 12, 2011 7:41 am
Aquella desafiante actitud no tapaba ningún oculto miedo, ni siquiera provocado en aquel mismo instante, pues para que aquella joven sintiera miedo por algo relacionado con aquel joven, tendría que hacer algo muy grave. Severa era su conciencia, la cual no la permitía decir exactamente lo que pensaba, pero desde luego que solía llevar a cabo muchos de los pasajes para poco a poco conseguirlo. Miró de lado, mientras tomaba ambos guantes que había dejado en la mesa, mientras entornaba los ojos y trataba de mirar por la ventana que había no demasiado lejos suyo. Observó como aquel ave volaba en círculos, queriéndola avisar de algo. Se estremeció, mientras volvía a mirar a aquel hombre. Durante un segundo había mostrado un nerviosismo un tanto raro en ello. Sonrió, de medio lado, mientras alzaba las cejas, sorprendida por sus palabras. -¿Sorprenderle?. No creía que nada pudiera sorprender a un hombre como... Usted.- finalizó de nuevo, mientras trataba de advertir que tipo de oficio sería el suyo. Desde luego, había algo claro, sus músculos y vestimenta la dijeron que, con mucha posibilidad, el era un estupendo luchador. -Pirata.- dijo seria, de forma tajante, antes de echarse a reír sin llamar demasiado la atención. Se inclinó hacia delante dejando los guantes en la mesa y apoyando las yemas de todos los dedos en ellos. -¿Pirata? ¿Sueños?. La mayoría de ellos únicamente sueñan con la fama, la riqueza y... Con alguna que otra cosa más.- musitó ella, más bajo, a pesar de que sabía que todas aquellas personas que entre las sombras de la taberna se escondían eran piratas. Ella no se había incluido en aquel grupo, pero dedujo que por aquella posición, y porque se encontraba sola él también deduciría que sería una.

Calló, por la presencia de aquel hombre que les trajo las bebidas. Escuchó su pregunta, y estuvo atenta a las formas que poseía el hombre de desenvolverse con los demás. Se giró, en cuanto escuchó como la puerta se deslizaba y escuchaba a algunos hombre hablar de la extraña presencia de un ave por el puerto, que parecía estar vigilante, expectante por si entraba en él alguien extraño. Ella torció su gesto, y agarró el marco de la mesa con fuerza. -Perdóname.- dijo aquella mujer sin todavía mirar al peliazulado hombre. Su cabeza deducía que era lo mejor, si llamar a aquel ave y hacer que se escondiera o dejar que siguiera vagando con aquel errante rumbo. No era común, desde luego, ese tipo de aves en un puerto, pero eso también le serviría a ella para alimentarse. Había estado varios días sin poder hacerlo. -Pirata.- volvió a musitar ella de forma seria, mirándole después, y dándose cuenta de que no había realizado una oración correcta, sino que había nombrado un adjetivo. Se dispuso a rectificar mientras pasaba sus manos por su blanco pelo. -Yo también soy una simple pirata... Y persigo una venganza.- determinó ella, dando a lo que su parecer era una frase correcta, cargada de significado, pero que en realidad no dejaba ver demasiado de ella misma. Atenta a lo que fuera pasaba, volvió a girar la cabeza, más de una vez un artillero había tratado de disparar a aquel ave, pero para su suerte, ese animal nunca había sido herida. Suspiró y bajó la cabeza. -Perdóname de nuevo, señor Rocked, creo que ando demasiado distraída con lo que fuera está aconteciendo.- volvió a disculparse ella, pero finalmente decidió que, a pesar de que en él no reposaría ni una pizca de confianza, decirle cual era su verdadera dedicación no sería nada malo. Con suerte el podría decirle de alguien que buscara a una navegante.

-Lo cierto es que me dedico a algo... Raro, al menos para estar en esta isla.- musitó ella, mientras tomaba aquella jarra y daba un largo trago. Respiró un par de veces y después volvió a beber, y finalmente, mientras dejaba aquella jarra, volvió a mirarle directamente a sus ojos con los suyos, que ahora rozaban el violeta intenso. -Soy Navegante, y llegué aquí porque la mayoría de tripulaciones en las que me embarco prefieren cambiarme por un hombre grande y fuerte con pocas nociones de navegación.- musitó ella mostrando que aún había un poco de machismo en muchas de las acciones llevadas a cabo por la mayoría de hombres con los que se había cruzado hasta el momento. -Y te lo puedes imaginar, claro, el hecho de que ahora mismo tengo que convencer a un capitán de que una mujer puede ser mejor que un hombre al menos en la navegación de una embarcación.- musitó ella, pero acabó riéndose. Después posó las yemas de sus dedos de la mano derecha en la comisura de su boca, para después reírse de nuevo. -Aunque creo que es imposible, tendremos que seguir buscando...- las últimas palabras habían sido pronunciadas en plural, por lo que había dado a entender que había alguien más con ella. Nunca dio a entender que fuera un animal, a pesar de que aquellos curtidos guantes de cuero poseyeran muchos arañazos delatadores de aquel animal. Cruzó sus piernas, mientras miraba fijamente a aquel hombre. -Siento haberle aburrido con esta pequeña... Historia.- finalizó ella, disculpándose de nuevo y agachando levemente la cabeza. Aquella facultad para no tener demasiado miedo le había llegado de su padre, que siempre se había mostrado bravo en cuanto había alguna embarcación que atacar, pero por supuesto, no dudaría en sentir miedo en el momento adecuado. Pero siempre, en el momento adecuado.

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Mar Ago 16, 2011 8:17 am
El joven probando aquella bebida sintió como su cuerpo se refrescaba levemente. Las palabras de la chica le sorprendieron, pues al parecer aunque no sabía si buscaba sorprenderle, lo estaba haciendo y bien. Su curiosidad hacia la chica le parecía cada vez más interesante, ya que aquellas palabras le llamaron un poco la atención, al parecer los rumores eran ciertos, Jack pudo notar que tenía una cierta "fama" que no le vendría mal o al menos eso pensaba el pirata. Pudo notar después, como la chica mencionaba algo de los piratas, cosa que no molestó al mismo, pero tampoco le emocionó el ya dicho. ¿Por qué?, simple... El era un pirata y básicamente se refería a su persona con tal comentario y de ser así, la chica obtendría una respuesta en cuanto a aquella pregunta. - ¿Fama?... ¿Riquezas?, la verdad eso viene por añadidura, solo quiero ser reconocido por todo el mundo y, si eso indica ser "fama", pues si, la quiero... - Comentó con tono seguro mientras volvía a llevar aquél vaso a sus labios para tomar nuevamente de aquella bebida, un trago esta vez más corto que el anterior. - En cuanto a la riqueza Violeta, debo decir que no me interesa en lo más mínimo... Obtener dinero básicamente es principal, pero lo obtendría para poder sobrevivir... Y esta vez como la anterior, si eso significa "riquezas", igual la quiero. - Concluyó esbozando una sonrisa y notando a la vez como aquella chica se distraía con alguno que otro comentario realizado en la taberna.

El hombre pirata tan solo seguía observando a la mujer, la cual de un momento a otro empezó a mirar hacia otro lugar, más específicamente hacia fuera, dónde al parecer le preocupaba algo, algo que pudiera pasar y que Jack de seguro podría saber de qué se trataba, más en ese momento no era de su interés. Una disculpa fue realizada por la chica pero, la misma no había volteado hacia el peli-celeste para darle el frente, solo proseguía a escuchar la conversación de unos hombres que entraron a la taberna y que de por sí, andaban hablando sobre una especie de ave en el puerto. Jack pudo saber a qué se referían y de qué se preocupaba aquella chica, pero guardaría silencio por esa vez. Más tarde, a no más de unos segundos la chica dejó claro que ella era una pirata, no de la forma en la cual el pirata esperaba que contestara pero lo hizo. Una leve sonrisa pudo salir de entre los dientes de el chico de esquelética mandíbula, no fue una a carcajada, tan solo una especie de sonrisa entre dientes. Por lo pronto pudo ver que la chica reaccionó al error que había cometido, dejando salir una clara frase de lo que era y el hombre al escuchar la palabra "Venganza" se sorprendió, le parecía curioso que buscara venganza, pero no era de su problema el si quería cumplirlas o no, o al menos no por ahora. El azulado capitán pirata pudo responder en ese mismo instante, pero aquella chica volvió a observar hacia fuera, distrayéndose nuevamente y por lógica y monotonía volvió a disculparse. - Descuida. - Respondió a aquella disculpa para esperar nuevas palabras por parte de la chica de interesante hablar.

Volvió a llevar aquél vaso a sus labios para dar nuevamente un trago de aquella bebida y, de ese modo proceder a seguir escuchando a la chica con suma atención. Pudo levantar unas dudas cuando la chica dijo que se dedicaba a algo raro para esta isla, obviamente pudo pensar de que no sería una espadachina, más no interrumpiría el hablar de la misma, tan solo procedía a seguir escuchando. Dentro de poco tiempo pudo escuchar a que se dedicaba la chica, la verdad no era muy común ver navegantes por esos alrededores, pero si... Así era, una navegante se encontraba en Shimotsuki, cosa que en verdad le favorecía al joven capitán pirata, que posiblemente podría ofrecerle la propuesta a la chica. Pudo escuchar la historia de la misma por completo, la cual siguió al pie de la letra, sin omitir cualquier dato de la misma. Finalmente tras escuchar como la misma había finalizado el joven sonrió, para esta vez volver a dar otro trago de aquél vaso, el cual ya empezaba a acabarse. - Descuida, a sido una historia interesante... Esos hombres que buscan fortachones para sus tripulaciones están equivocados, una chica puede tener mucha más inteligencia en la navegación que un hombre, al menos eso creo yo... Y de igual manera suelen tener habilidades interesantes. - Realizó un comentario para tragar saliva y observar hacia el techo un momento, y de ese modo iniciar su comentario de victoria. - ¡Jack D. Rocker!, ¡Capitán de los Gear Skull", una banda que persigue los sueños de sus integrantes con el fin de cumplirlos todos, suelen hacer lo que sea para cumplir los sueños de sus nakamas... Puedes unirte a mí, y seguir tus sueños, cumplir tu venganza a nuestro lado, te ayudaremos a todo lo que gustes, joven Violeta. - Concluyó colocando su mano al pecho y manteniendo aquella sonrisa en su rostro, esperando un comentario por parte de la chica.
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Miér Ago 17, 2011 9:11 am
Alzó la cabeza, mientras apuraba aquella jarra que tenía, mientras descansaba su vista sobre aquel hombre que tenía enfrente. Aquel peli-azul era realmente curioso, pero más curiosas eran sus palabras, meditadas, a menos a ojos de la joven. Sus manos se entrelazaron mientras termina de escuchar sus solemnes palabras, que poco a poco iban dando la verdadera personalidad de aquel hombre. Estaría dispuesto a hacer lo que sea para cumplir sus sueños, y por lo visto, también el de sus nakamas. Ella había mencionado la venganza, pero tendría que decirle algo más, desde luego, después de aquella proposición. Era, ni más ni menos, una de las mejores proposiciones que hasta el momento le habían dado a la joven. Se llevó entonces una mano hasta la barbilla, y acariciándosela, observó a aquel hombre. Se inclinó hacia delante, con aquel saber hacer propio de ella, mientras ambos pies, engastados en botas negras, quedaban en el suelo. Sus cejas se alzaron, mientras su mano libre tomaba los dos guantes que había sobre la mesa y se los ponía. -Es un verdadero honor la proposición que me está haciendo, señor Rocker, y créame que no la rechazaré pero... ¿Sin a penas conocer de que se trata mi venganza ya dice que puede ayudar a cumplirla?- musitó ella, a sabiendas de que si que podría hacerlo, pero quería darle un pequeño énfasis, por si acaso aquel pirata quería retirar su invitación antes de que la hubiera aceptado. Se rió, levemente mientras se inclinaba hacia atrás, en busca de un reposo de su espalda en la silla, después, apuró aquella cerveza. -Aunque lo cierto es que si puede... Pero permítame, que antes de aceptar su jugosa oferta, le cuente cual es la venganza que busco...- determinó, restando algo de tiempo a aquel hombre, por si quería realizar la acción que ella antes había determinado. Dejó reposar de nuevo ambas manos sobre el regazo, mientras su pelo blanco se movía levemente por la corriente que había alzado la puerta de entrada al abrirse, para realizar lo propio.

Ella se movió cuidadosa, tendría que cuidar sus palabras y acciones, y desde luego, de acertar aquella oferta, ella debería presentar a aquel hombre el animal que siempre la acompañaba. Sería una buena guía, si él la dejaba. Sus dedos tamborilearon en la mesa, mientras ella observaba como aquel hombre poco a poco iba vaciando aquella jarra que también le habían servido, hasta que finalmente dictaminó necesario el comenzar a hablar de aquello pertinente. -Pretendo vengarme de alguien que perseguía mi muerte, pero no quiero matarlo... Eso sería demasiado compasivo, quiero adquirir esa fama y riqueza que de los piratas es tan soñado, y así, hacer llegar a sus oídos mi nombre, haciendo que este sufra las consecuencias de tener una hija pirata...- había revelado quien sería aquel desdichado que llegaría a sufrir las consecuencias, pero una vez mostrada aquella venganza, la joven sintió quitarse un peso de encima. Hasta ahora, ningún otro capitán que había querido reclutarla la había dicho algo similar, por lo que de esa forma, sintió que de allí podría salir algo bueno. -Y como le mencioné antes, señor Rocker, no me encuentro sola... Pero no creo que su presencia abarque lugar, dado que es un animal... Aun así, creo que reclama mi presencia fuera, por lo que veo necesario precipitar, al menos mi salida de esta taberna...- finalizó ella, poniéndose en pie, y haciendo una pequeña reverencia con la cabeza, para después mirar a aquel hombre, que sentado, era casi tan algo como ella. Se rió. -Después de todo este pequeño... Discurso, creo que aceptaré su oferta... Aunque me enfadaré, si en el siguiente puerto quiere usted cambiarme por un navegante hombre...- finalizó ella, mostrando aquella faceta algo “cabezona”, que la dictaminaba como ser. Alzó sus ojos, indicándole que le esperaría fuera, mientras se dirigía a la barra y le daba unas cuantas monedas a aquel hombre, suficiente para la consumición de ambos. Alzó los ojos, y se quitó un guante mientras se dirigía a la puerta.

La abrió con la mano libre, mientras alzaba los ojos al cielo. Se acercó casi hasta el agua, pues se encontraban en un puerto, mientras se llevaba dos dedos a la boca. Silbó, fuerte, tanto como para hacer cambiar de rumbo a aquel ave, que se dirigió hacia ella, mientras se terminaba de colocar el guante. Finalmente, no sin un pequeño esfuerzo de ambos, el águila se posó en su brazo. Era pequeña, algo más pequeña de lo normal, pero era perfecta para que la joven pudiera soportar su peso. La sonrió y le acarició las plumas mientras comprobaba si se había o no alimentado en aquel vuelo. -Hay buenas noticias, Horus...- musitó ella, haciendo que el ave la mirara con aquellos dos orbes negros que resultaban tan inquietante. Acarició sus plumas, mientras volvía a la sombra de aquella taberna, a la espera de que aquel hombre saliera. El ave se apoyó, entonces, en uno de los bancos, mientras ella se apoyaba contra la pared.

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Miér Ago 17, 2011 3:42 pm
Shimotsuki. Isla situada en el East Blue, mar que gozaba de gran paz y tranquilidad así como de haber sido cuna de los Piratas más débiles de la historia…a excepción de un tal Roger ligeramente famosillo. Ironías de la vida, ¿cómo podía denominarse el Blue más seguro cuando el Rey de los Piratas había nacido allí? La publicidad vende…la ignorancia también. La ya mencionada isla antes de tan absurda reflexión lleva sobre sus hombros una gran fama como zona donde exitosos espadachines, entre los que no estaba Gold Roger, habían empezado su camino. Miles de maestros en el arte de la esgrima buscaban consejo de los más experimentados ancianos de la villa, a veces encontraban lo que buscaban y en otras ocasiones debían soportar inacabables historias sin sentido alguno. Destino poco deseado para el protagonista de esta narración quien, sin interés alguno por la esgrima, los viejos o el ya citado numerosas veces, Roger, había acabado en aquel lugar. Mucha gente podría decir que había sido el azar, la suerte o incluso el destino, responsable de empujar al joven luchador al futuro encuentro que marcaría su vida para siempre. Otros simplemente culpaban de la extraña travesía y el sorpresivo destino a la embriaguez del timonel. Ignorando su destino y la escasez de ron, cortesía del timonel, el joven de flamígera melena optó por descender de la embarcación para, por fin, posar sus botas sobre tierra firme. Un suspiro escapó de sus labios antes de que estos se cerraran sobre uno de sus tantos cigarrillos. Encendió el insano producto con una cerilla y aspiró relajado antes de exhalar una ligera nube de apestoso humo, producto de la nicotina. ¿Y ahora qué?

Numerosas opciones pasaron por la mente del aspirante a Pirata; podía caminar, gran opción. Podía, también, caminar hacia algún lugar en particular, opción mejor que le anterior. O por último podía quedarse quieto acabándose su cigarro, opción poco útil pero igual de viable. Cientos de variantes surcaban la mente del luchador quien finalmente se decidió por andar hacia algún lugar en concreto mientras se fumaba un cigarrillo y pensaba el lugar concreto al que dirigirse antes de verse privado del tabaco, esta había sido la opción más inteligente. Un hecho triste, la verdad. Paso a paso pudo contemplar que la fama de la isla estaba bien lograda pues cada dos casas que veía una de ellas era un dojo familiar, de cada tres personas que se cruzaba una portaba un arma blanca y por cada cinco piedras que pateaba nada ocurría. Esto último, aunque irrelevante, distraía al pelirrojo. Shimotsuki tenía espadachines y bien claro que de todos los que se estaba encontrando, nueve de cada diez, eran niños mimados que se creían en la cima del mundo por poseer un arma que era más peligrosa para ellos que para quienes los pudieran rodear. No sabrían que hacer en una batalla a muerte, quizá tampoco sabrían que hacer en un combate de entrenamiento…puede que el único ejercicio al que estaban acostumbrados era a la exhibición de sus armas. El pelirrojo no tenía una espada, tenía un cigarrillo…y con eso ya podría hacer frente a muchos de los que se estaba encontrando en su camino a…en su camino. El paseo fue detenido cuando el Pirata se vio de lleno en una larga calle poblada de locales…podría entrar a alguno, podría no hacerlo…tenía sed y la boca le sabía a heces de perro muerto, bendito tabaco casero. Otro paso más dio en dirección a un local cuando sintió el contacto con alguien y, por azares del destino, su cigarrillo abandonó el agarre de sus delgados labios y se precipitó contra el suelo. Un pie no tardó en seguir la trayectoria de la colilla para caer sobre ella, aplastándola. Algo dentro del luchador se rompió.


- ¡Oh, que descuido, el pelo fresa se ha qudado sin cigarrillo!- Una voz aguda, llamativa que pertenecía a un sujeto delgado ataviado con un kimono y de cabello desaliñado, unas leves orejas y lo anémico de su rostro indicaban que podía tratarse de un simple bandido envalentonado, como no, al portar una katana, vieja y destartalada que parecía que se iba a partir en cualquier momento, al cinto. Un coro de risas, proveniente de un par más de sujetos de baja estatura, acompañó a la risotada del jefecito. El luchador no lo miró.- ¡Oh, el señorito no sabe que hay peaje para ir a la taberna de esta calle, pues lo hay y deb…agh!- El luchador siguió sin mirarlo cuando su mano se había introducido en la sucia boca del intento de espadachín, agarrando la viperina lengua de este. Tampoco lo miró cuando, al estirar, se quedó con dicha zona anteriormente agarrada generando algo e sangre y un triste grito de dolor. La taberna era un buen lugar, sin duda. Observando el cercano lugar, casi en frente de donde se encontraba, tomó el rostro del ahora asustado y deslenguado sujeto e hizo lo propio que debe hacerse cuando se entra a un lugar. Llamar a la puerta.

Pocos dirían que un individuo medianamente adulto podía ser lanzado a varios metros de distancia e impactaría justo contra la puerta de una taberna rompiendo esta y atravesando parte de la estancia. Esos pocos vieron claramente el perfecto lanzamiento del luchador quien, como cazador experimentado que recoge la munición lanzada, fue siguiendo el rastro de su proyectil hasta entrar en el local. El hecho de ser el centro de miradas no fue lo que le preocupó, pues ahora el pelirrojo se encontraba preocupado, cosa no muy bien reflejada por su rostro más tieso que una patena. La verdad es que el hecho de matar o no a aquel individuo le daba igual…pero romper cosas ajenas era un asunto distinto. ¿Qué había hecho el pobre tabernero para ver la puerta de su local destrozada por un proyectil humano? Nada, y no era justo ahora que el joven Pirata se largara de rositas. Podía ser Pirata, pero tenía sentido de la responsabilidad. Avanzando hasta el cuerpo del deslenguado, quien comenzaba a moverse otra vez, descargó una veloz y letal patada en la nuca del susodicho para detener cualquier tipo de movimientos. Daba más terror la frialdad con la que había cometido tal brutal acto que la propia letalidad de este. Con tranquilidad examinó el nuevo cadáver hasta dar con una billetera de piel desgastada cuyo contenido vació antes de dirigirse a la barra, detenerse ante el tabernero y, con voz seria y fría, hablar.


- Lamento los destrozos, señor, espero que este dinero alcance para una puerta nueva…de igual forma me gustaría pedirle un batido de chocolate…por favor.La educación ante todo.
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Jue Ago 18, 2011 4:16 pm
El comentario victorioso del joven llegó a su final, dejando claro a la chica que podía ser su nakama y cumplir sus sueños a su lado. Sus ojos aún observaban fijamente a la chica con cierto ego, esperando tan solo una respuesta por parte de la mujer de buen hablar. En cuanto pasaron unos segundos la navegante se dispuso a responder, palabras que tan solo dejaron satisfecho al capitán de una tripulación con escasos miembros, pues a decir verdad que él recordara solo se encontraban él y otra chica de profesión médica, más ahora obtendría una navegante, vital para sus sin número de viajes que le esperaban al rededor de todo el mundo. Las palabras finales de la primera frase de la chica le hicieron sonreír levemente, pues la verdad para cualquiera le parecería extraño que le prometiera cumplir sus sueños sin antes saber de qué se trataba, aunque, con tan solo decir "venganza" se podría divisar una idea de lo planeado. La pirata parecía tener un cierto sentido del buen humor. La pregunta de la chica en ese instante tan solo fue respondida con una especie de sonrisa y un entrecerrar de ojos para continuar escuchando a la misma con suma atención, ya que la misma empezaría a explicarle en qué consistía aquella venganza, es decir, explicarle detalladamente para ver si aún seguía con aquella idea de ayudarla a cumplir los "sueños" que no conocía. - Adelante, deja salir la historia de tu venganza. - Masculló bajito en tono que tan solo aquella mujer lo escucharía dejando claro de igual manera que podía proseguir con su diálogo. Más sin embargo volvió a llevar aquél vaso de cerveza hacia sus labios para proseguir a beberla por completo, bebiendo la misma de un simple, largo y satisfactorio trago. Un suspiro de gusto realizado por el hombre al concluir con aquella bebida, el cual tan solo se cruzó de brazos para seguir escuchando a su única interlocutora.

La mujer no tardó en volver a expresarle nuevas palabras, en las cuales dejaba en libertad la identidad de sus sueños, cosa que no le sorprendió al joven peli-azul y solo le hizo guardar silencio con intenciones más que claras... Aunque, aquella chica había dicho que no era para matar al sujeto, pues solo sospechó algo, era su padre y por tal razón quizá no quisiera matarlo. * Hija pirata... Debe ser un marine o uno de esos... * Pensó sin apartar la vista de la mujer para proseguir a escuchar las palabras de la misma con atención. El joven dejó salir un bostezo, no en señal de aburrimiento, sino de un notable cansancio puesto que no había pasado absolutamente nada que le hiciera desear mostrar ánimos, su verdadero espíritu. Una palabra proveniente de la chica le hizo cambiar su rostro a uno con cierta sorpresa o curiosidad, pues le había dicho sobre otro compañero y se trataba de un animal, al parecer todo empezaba a tomar sentido, con razón aquella mujer andaba preocupada observando hacia fuera, tenía miedo a que lastimaran a su criatura. Finalmente la chica terminó por aceptar a su propuesta, aunque era de predecir que diría aquellas últimas palabras, pues era de suponer que el ser cambiado por otra persona con más "físico" era relativamente frustrante al menos para una mujer, pero Jack tan solo sonrió con cierta prepotencia, pues él no era de las personas que desperdiciaban oportunidades como esas. El pirata pudo notar como aquella le hacía una especie de seña con sus ojos, dándole a entender que le esperaría afuera, fue entonces que el sujeto tan solo se paró de su asiento lentamente observando la figura de la chica salir del establecimiento, pero andaba pensando a asuntos ajenos que iban a pasar, algo que relativamente cambiaría su vida de pirata, con mucho más nakamas que el inicio de su aventura.

Un fuerte sonido provocó que el tranquilo bar empiece a obtener unos ciertos gritos, todos unísonos por aquella persona que apareció tirada al piso, el rostro del peli-azul se vio completamente sorprendido, pues no quería que a la chica le pasara algo malo. Por simple impulso iba a comenzar a correr hacia fuera para asegurarse de que la misma se encuentre bien, pero antes de dar siquiera un paso un hombre peli-rojo entró al local, el cual a su suponer era el causante de tal estrago. Su mirada quedó completamente fija en el mismo hombre de buen vestir, el cual yacía acabando con aquél miserable provocador sin habilidades, al parecer tenía habilidades y buen movimiento, cosa que no le vendría mal comprobar con una provocación. - Tch.. - Sonido realizado con prepotencia observando al inadecuado y psicópata hombre. El chico del tatuaje facial se disculpó por aquellos daños mientras se aproximaba para pedir al cantinero con el dinero de la victima. Cierta emoción le provocaba entablar conversación con el muchacho y al verlo dirigirse hacia su posición cerca de la cantina sus emociones crecían cada vez más, tanto que solo quería pegarle o provocarlo para probar las habilidades aún ocultas de tal sujeto, aunque... De igual manera solo se podría tratar de un tipejo con habilidades mediocres que derribó a otro tipejo con habilidades aún mucho más mediocres que el mismo. El aire sereno caracterizaba y adornaba la personalidad fría de aquél hombre, el cual no parecía ser de las personas que aman la justicia más bien parecía de las personas que viven por su propio sentido de la justicia.

Sus ojos divisaron claramente una nueva silueta, ya que tan solo detrás del fríamente agresivo hombre observó como un sujeto iba a pegarle con una especie de silla. El capitán tomó lo primero que tuvo al alcance, que precisamente fue el pedido de aquél sujeto, no era razón de esperar, pues algo se podría evitar aunque su intensión no sea salvarle la vida, algo le decía que no se arrepentiría de ayudar al hombre. - ¡Idiota! - Vociferó mientras lanzaba aquél batido de chocolate el cual impactó contra la cabeza del hombre, haciendo que la silla cayera al suelo y el mismo se quede en el ya dicho concreto. La sangre se mezclaba con aquél dulce de lo que se llamaba chocolate, mientras que el chico de mandíbula esquelética no cesó en su ataque, puesto que una patada fue realizada para golpear al mismo en las costillas del lado derecho, haciendo que el mismo se retuerza de dolor. - Debes tener más cuidado, fresita... Aunque tú hayas matado a tu presa, yo hago lo mío a mi manera... Tan solo busco hacer sufrir a las personas, no como tú... Patético. - Comentario referente hacia el nuevo personaje notablemente agresivo y frío que había entrado al bar, acompañado de una sonrisa provocativa, buscando que el mismo quisiera empezar una pelea, pero si no hacía caso, solo tendría que recurrir a la llamada "fuerza".

La chica fuera del bar, futura navegante, solo tendría que escuchar los gritos y sonidos de golpes para percatarse de la situación, acción que no le pasaba por la mente al capitán, pues en ese momento solo se enfocaba en aquél sujeto, dejando que sus ojos penetren aquél rostro sin emociones notables del peli-rojo, del cual se encontraba esperando una reacción, aunque por aquella actitud quizá iba a ceder en aquella notable provocación.
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Dom Ago 21, 2011 8:31 am
El miedo se podía apreciar a kilómetros en el contorsionado rostro del tabernero, ¿cuántos días atraviesan la puerta de tu local con un hombre al que luego matan? Era algo normal, pero generalmente se hacía en la calle o a base de espadas y es que las artes físicas eran poco agraciadas en Shimotsuki, mucho menos apreciadas. Al menos algo de decencia había quedado demostrado por parte del pelirrojo quien no había dudado en disculparse por los destrozos así como ofrecerse a pagarlos, el dinero no era suyo pero seguía siendo dinero y eso era suficiente. En silencio asintió el dueño del local y comenzó a servir la dulce y refrescante bebida que había pedido el luchador, el temblor de sus manos dejaba advertir el pánico ante una inminente muerte. Quizá el serio aspecto del pelirrojo, a parte de la entrada hecha al local, no daban buenas vibraciones ni daban ganas de confiar en él, pero el luchador no tenía deseo alguno de hacer daño al tabernero, ¿por qué debería de hacerlo? El sujeto que había matado se había arriesgado a morir insultando e intentando acabar con la vida del Pirata, este en defensa propia había sido más veloz que el propio espadachín y había puesto fin a su vida y corta carrera. Pero su mente estaba ahora centrada en el batido de chocolate que le acababan de servir…fresco, dulce, algo de espuma formada al batirlo se escapaba por los bordes. Olisqueó el aroma del aire, se imaginó paladeando aquel dulce néctar de dioses y, por fin, cuando iba a tomar la copa…desapareció. Otra mano se cerró sobre el recipiente y lo usó a modo de proyectil para alcanzar la testa de otro sujeto, amigo del primer caído, que buscaba la vida del luchador en venganza. El lanzador, joven atlético de azulada melena y extraño adorno en el rostro, había salvado la vida del pirata. Vida ahora mismo tan vacía como su estómago, ¿por qué? Había sillas, mesas, jarras, botellas, incluso estaba el tabernero….de todos los proyectiles habidos y por haber, ¿tenía que coger el puñetero batido de chocolate? El entrecejo se frunció severamente y la colilla se consumió en menos de un segundo, el nerviosismo hizo que necesitara otro cigarrillo. La boca le sabía a mierda por la nicotina, pero eso era mejor que lanzarse al cuello del desconocido, degollarlo a mordiscos y beberse su sangre antes de pedir otro batido…¿o quizá no era mejor? La verdad es que ahora mismo darse de golpes contra alguien le venía de vicio y mira por donde se habían repartido las papeletas y, sorpresa; había ganado el peliazul.

- ¿Presa? Aquí no hay presa ni nada…él era débil, yo fuerte, me atacó y murió. Si atacas a alguien te arriesgas a morir…y si tiras su batido de chocolate, también.- Obvia declaración de guerra acentuada por la gélida mirada que le dirigió el luchador al desconocido. Tocaba desquitarse.

Sacando conclusiones precipitadas de lo poco que había visto, el lanzamiento de la botella y el par de golpes, podía dar por hecho que su contrincante era especialista en cuerpo a cuerpo, al igual que él. Algo así también quedaba claro por su cuerpo considerablemente trabajado…aunque siempre podía ser una farsa, él no tenía tanto aspecto de trabajado y aun así tenía una considerable fuerza. Daba igual, había tirado su batido de chocolate, no tenía perdón. El pelirrojo gustaba de estrategias sencillas pero eficaces que le permitieran acertar sin problema sus golpes ante cualquier movimiento de evasión que quisiera hacer su oponente. Así pues tomó uno de los taburetes y se lanzó a la carrera contra su enemigo lanzándole este estando a poco menos de un metro de distancia el uno del otro. El taburete voló en dirección al rostro del peliazul, pero no muy deprisa, ni mucho menos pues el objetivo del utensilio no era otro que el de tapar el punto de vista de aquel que había osado tirar su batido para poder atacarle sin problema alguno. Como acostumbraba a hacer usó su pierna para atacar lanzando una potente patada con la suela de su bota en dirección al estómago del enemigo, esperando dejarle sin respiración unos segundos para poder acabar con el combate rápido.
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Dom Ago 21, 2011 9:42 am
Taberna de Shimotsuki, bar de peleas callejeras, lugar de mala muerte, estadio de boxeo, sin número de sobrenombres le podrían colocar al establecimiento de bebidas que habían entrado un par de chicos problemáticos, que de todos modos solo había demostrado aquella prepotencia o descontrol el peli-rojo. El pirata de hakama blanco dividía sus ojos con los de el joven de interesante actitud. Claramente fue testigo del como aquél sujeto respondía sus palabras y, en ese mismo momento pudo darse cuenta en las palabras finales que el mismo, que aceptaría el duelo, claro... De manera indirecta puesto que no dejó clara una oración firme para poder interpretar lo mismo, tan solo una palabra que de cierta manera le dejaba dicho que él igual se vería como aquél recién muerto. Mal agradecido salió el sujeto, después de salvarle la vida dejaba salir comentarios arrogantes y prepotentes, no se le culpaba... Pues Jack de igual manera los dejaría salir. El cuerpo del chico de mandíbula esquelética se dispuso a colocarse en posición ofensiva abriendo sus brazos cada uno de una forma diferente, el derecho, brazo que se situaba cerca de aquella mandíbula a unos centímetros no más de 50 lejos de la mejilla del mismo lado, mientras que el izquierdo se posaba frente a sus labios a casi la misma distancia de separación como el otro, sus piernas se extendieron un poco hacia cada lado para mayor movilización y se dispuso a escupir hacia el piso hecho completamente de madera para seguir observando cualquier movimiento proveniente de aquél extraño sujeto. - Me da igual que sentido tengas de interpretar... Adelante. - Como era de esperarse el luchador mata por batidos iba a efectuar una de sus fechorías, era fantástico encontrarse alguien con su mismo genio de prepotencia e impulso y por qué no, esa actitud sádica de acabar con una vida. La tensión se podía sentir en el local, aquellas personas con miedo, algunas con ánimo, más ninguna intentaría detener aquella batalla, tan solo se disponían a observarla manteniendo su distancia. Por lo pronto tan solo sabían que una batalla quizá buena, quizá mala daría inicio en cualquier momento, la cuestión era sentarse y animar a el que se le pegue la gana.

- Entonc... - Intentó culminar unas palabras pero no pudo, sus ojos se abrieron de par en par cuando observó lo que iba a suceder, ya que el primer movimiento realizado por el sujeto fue el uso de un objeto dentro del bar, el cual estaba cerca del mismo para suerte. Jack observó como aquél taburete fue lanzado hacia su rostro, más con aquella mano que portaba cerca de su mandíbula lanzó un fuerte puñetazo tendría intensión bastante claro de golpear el objeto de madera, el cual al ser golpeado de manera directa, es decir en la parte donde se sientan las personas, saldría disparado quizá con una velocidad considerable desde la parte que estaban las 4 patadas por así decirlo de aquél objeto. Este podría golpear al sujeto si no mantenía una reacción eficaz para ello, pero por experiencia propia de supervivencia, sabía que ese movimiento no iba a acabar con el mismo pero... Algo ocurrió, una presión fue sentida por el peli azul, la cual andaba en dirección a su estómago, cosa que hizo que sienta una sensación desagradable en el mismo órgano ya mencionado. Su cuerpo fue impulsado levemente hacia atrás con reacción a la presión ejercida por aquél chico, que con su habilidad para la lucha había alcanzado a Jack para impactarle en su cuerpo, más no era del todo malo... Puesto que si ese golpe se trataba del mismo que pensaba el capitán, aquél objeto le daría. Dicho sea de paso que el mismo posea una agilidad mayor o ese golpe se lo haya dado otra persona dentro del mismo, aunque... Se dudaba que alguien más se metiera con personajes tan psicópatas como lo eran esos dos destructores de bares. El mismo se alejaría unos cuantos metros de aquél sujeto del cual no sabía resultado, no más de 5 metros ya que no era para huir, tan solo para marcar una cierta distancia y volver a optar por una pose de batalla, la misma pero con brazos más cerrado, es decir... Una posición de defensa.
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Dom Ago 21, 2011 10:28 am
Bueno, por fin el pelirrojo debía admitir que la suerte lo acompañaba. El azar y el destino, fuerzas que le habían traído a aquel puñetero lugar, le habían juntado con esa puñetera gente en ese puñetero local en el que le habían roto su puñetero batido de puñetero chocolate, esas jodidas fuerzas le habían dado un oponente subnormal. Era prepotente, era sádico, era un bastardo hijo del mar que solo se vería saciado al ver el mundo en llamas. No soportaba a la gente así. Mas aún por el hecho de que aquel individuo parecía pensar que el pelirrojo era igual que él, vaya superficial; entrabas a un bar matando a alguien y ya eras un sádico obsesionado con la muerte y la sangre, ¿es que nadie había prestado atención a lo del dinero y reparar los desperfectos? Mata un perro y te llamarán mataperros, solían decir…mata a un capullo, todos te odiarán y te dejarán sin batido. Un buen refrán creación propia del pelirrojo quien. Estirando su pierna buscando estampar la suela de su zapato contra el abdomen de su oponente, vio devuelto el taburete de madera. Nada de lo que asustarse pues era una defensa obvia y una trayectoria clara; línea recta. Sus brazos, antes lacios y relajados cayendo a sus costados, se movieron velozmente entrecruzándose frente a él y abriéndose con fuerza, desviando de forma sencilla el taburete a tiempo de apreciar y de sentir como su pierna se hundía en el estómago de su rival, empujándole unos metros hacia atrás. Ya tenía más cosas comprobadas; los músculos de su oponente eran reales, bien trabajados por entrenamiento físico, tenía reflejos capaces de devolver proyectiles de buen tamaño a media velocidad…pero seguía dependiendo de su punto de visión, algo claro pues su ataque había dado en el blanco. Encima la postura que adoptó el peliazul, defensiva con los puños en alto y las piernas algo abiertas, mostraba que tenía experiencia marcial de algún dojo, pues una postura tan formal era complicada de ver en la calle…como era su estilo. Formal contra informal, ahora se vería que tipo de arte destacaría.

Viendo que su oponente no parecía tener intención alguna de moverse, nuevamente, el pelirrojo tomó la iniciativa. Volviendo a una postura relajada se inclinó hacia el frente comenzando a caer sobre el duro y húmedo suelo de la taberna, como si el combate hubiera acabado para él. No se acercaba ni un poquito a lo que pretendía hacer el luchador quien, recuperando el equilibrio en el último momento, aprovechó la fuerza de su propio peso para impulsarse en una veloz carrera recortando así en un abrir y cerrar de ojos la distancia que lo separaba de su oponente. Ya enderezado el joven luchador pasó al ataque en una técnica doble. Su zurda se lanzó directa hacia el rostro, bien cubierto del peliazul, buscando que este reforzara más su defensa e hiciera cada vez más escaso su ángulo de visión. Su diestra buscó nuevamente el estómago de su oponente, y es que a más golpes en la misma zona, mayores serán los daños. Con este doble golpe volvía a buscar el acertar aquel ataque que resultaba invisible para su oponente, pero no acababa ahí. Aprovechando la poca visión que ofrecía aquella posición defensiva su pierna se introdujo por el amplio hueco que había dejado su oponente bajo la cintura y rodeó la extremidad inferior zurda de su oponente buscando así desequilibrarle y, finalmente, echarlo a bajo con el puñetazo en el estómago.
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Dom Ago 21, 2011 11:55 am
La distancia marcada entre él y aquél sujeto era suficiente para poder prepararse para cualquier tipo de ataque, aquél sujeto efectuó un rápido movimiento con las manos para poder bloquear el taburete y de esa manera salir ileso de aquella maniobra improvisada del impulsivo sujeto de mandíbula esquelética. Aquél peli rojo parecía estar tranquilo después de efectuar su defensa pero, la prepotencia de Jack andaba calmada, tanto que no había atacado de manera iniciativa y tan solo se había guardado aquellas ganas de romperle la cabeza en veinte mil pedazos. Los hombres y mujeres dentro del bar gritaban animando a uno y a otro, no se sabía cual tenía más potencial en la batalla, más era un dato que sencillamente se descubriría en el desenvolvimiento de la misma. El gran emprendedor de principios seriamente agresivos iba a tomar la iniciativa nuevamente, esta vez con un ataque muy poco común pero peligroso. Su andar con su aparente máxima velocidad recorrió agresivamente la distancia en la que se había alejado el pirata de pelo azul. El último muy habilidoso observaba los movimientos de su oponente, los cuales parecían tener cierta experiencia. Aquél hombre se paró frente a él en unos instantes, cosa que sorprendió en gran manera al peli azul, sus vistas se cruzaron, podrían haberse dichos un sin número de palabras en ese momento, más el momento de tensión evitaría algo así, además de la actitud del peli rojo sujeto.

- Uuhh... - Dijo para utilizar su posición de combate y sujetar el puño del ataque de aquél sujeto, observando la cara del mismo de manera lenta sin moverse su mismo lugar. Luego este con la mano libre, es decir la derecha, lanzaría un ataque directo al rostro del mismo sujeto, el cual con suerte llegaría a impactar al mismo más cuando lanzó ese ataque de igual manera sintió una especie de golpe en el estómago, aquél sujeto era simplemente sorprendente, era un haz de la batalla, le encantaba encontrarse con personas que se movieran de tal manera. El golpe en el estómago le haría sentir una presión desagradable más no la haría notar, su ataque funcione o no solo observaría detenidamente al sujeto de tatuaje interesante. - Me agradas... Quiero que te unas a mí, fresita. - Dijo con una gran sonrisa en su rostro, risa que mostraba un deseo insaciable de una batalla, esta sería el inicio de una gran y peligrosa amistad, ese era el recuerdo de un gran peleador y una gran navegante conocidos ambos en Shimotsuki, parte de la futura tripulación "Gear Skull".

(Jack finaliza el tema.)
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Lun Ago 22, 2011 4:30 pm
Podía empezar a considerar la posibilidad de que aquel día, aquel que había empezado mal, había seguido peor y parecí prometer una total hecatombe en su fina, no fuera tan malo. Se había perdido, había tenido que matar a un idiota, pagar los destrozos de un inocente local y encima no tenía batido de chocolate, un capullo le había salvado la vida y le devolvía el favor a golpes…golpes que alcanzaban con éxito su destino y es que en los pocos minutos que llevaban combatiendo el pelirrojo había dado más golpes de los que había encajado, los cuales eran nulos. El peliazul había recibido todos y cada uno de los ataques del luchador quien ya comenzaba a saborear la cercana victoria cuando vio su puño hundirse, otra vez, en el estómago de su rival. Este, herido, no pudo hacer otra cosa que retirarse, víctima de la fuerza contraria, mas debía de andar con cuidado el aspirante a Pirata. No había logrado otra cosa que golpes simples y de daño medio, podría ganar una batalla de desgaste si seguían así, pero tenía la sensación de que aquel sujeto hacía de todo menos emplearse a fondo. Y eso le molestaba seriamente. Preparado ya para un contraataque solo lo detuvo la frase del extraño individuo quien, conforme con la fuerza demostrada, lo invitaba a unirse a su tripulación. La cosa mejoraba por momentos.

- Primero…si me llamas fresita te arranco los huevos, te hago tragarlos y cuando los cagues te los vuelves a tragar…lo segundo; quiero mi batido de chocolate.- Aclaró el pelirrojo llevándose otro cigarrillo a la boca.- Me llamo Seicer, capullo.

Presentación amable donde las hubiera en toda la historia del luchador quien poco había sabido de la amistad o el compañerismo. Tenía claro que para ser un buen Pirata necesitaba una tripulación, y para eso compañeros…le valía cualquiera. Hacía unos momentos que intentaba matar al idiota que se había cargado su batido, pero este le había ofrecido formar parte de una tripulación y ya le valía, al menos por el momento. Abandonó entonces la taberna en silencio tras quien sería su nuevo y jodido Capitán. Respiró profundamente llenando sus pulmones de mierda y veneno cortesía del cigarrillo y reflexionó. ¿Cuándo podría beberse su batido de chocolate? Alternando eso y tetas continuó su camino, tenía hambre.

Off: Salgo...
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