Un rumbo fijo...

Poco pero notable el tiempo que llevaban en alta mar los marines que integraban, al menos como parte reemplazable la división Bloody Sea, un conjunto que pese a estar comenzando ya tenía cierta fama con solos aber que estaba capitaneada por el mismo Ikari Gendo, conocido en tiempos anteriores como Dr. Nerv, historia que le costo una decada en prisión pero que salvo miles de vidas, algo que siempre tranquilizaba a Gendo tras la idea de culpa de los sacrificios necesarios para aquella lejana vacuna.


Como vamos...? -Preguntaba con suma calma mientras el navegante dejaba a sus asistentes encargados y paso a paso se aproximaba al capitán, acercándose lo suficiente y en acto seguido deteniendose a saludar, solo acercándose mas tras recibir un saludo un tanto falto de emoción por parte del capitán del navío. Sin embargo duró un buen rato el cuchicheo entre ambos hombres, por una parte el navegante hablando en susurros entrecortados y Gendo que expresaba una que otra palabra entre dientes que solo el jefe navegante (por el color de su rostro) podría entender como un siniestro mensaje.

Gendo dirigió una rápida mirada a los presentes y haciendo una seña a su nuevo aprendiz y al muchacho encargado de su "seguridad" les indicaba que se acercaran a donde se hallaba el capitán, por lo que, aún sin esperar su llegada pero viendoles encaminarse expresó en voz alta. Bueno Bueno mis hombres, tenemos aquí dos espadachínes con ansias de grandeza, ¿No les apetece al igual que a mi una pelea de espadas? Vamos, comiencen. -Comentó finalmente esperando el inicio del combate.

Nada ocurrió en los siguientes instantes más que un cuchicheo incesante entre el capitán Gendo y el jefe de navegación a cargo de maniobrar ese magno buque que antaño de bien seguro había pertenecido a un poderoso pirata, el cual parecía padecer una maldición. Pese al escepticismo latente en el chico, la verdad es que ese frío que el barco desprendía estaba lejos de ser algo natural, por lo que su casi inexistente creencia en lo sobrenatural le había llevado a pensar en ello. La verdad es que no se alejaba mucho de la realidad, habiendo sido el buque antaño capitaneado por un almirante cuya crueldad era famosa, el cual acabó pereciendo, dejando su barco poseído por esa extraña aura que lo rodeaba.

El cuchicheo cesó, provocando que la atención del recluta volviera a centrarse en su superior, la protección del cual le habían asignado, para ver como este les hacía una seña para decirles que se acercaran él y otro chico allí presente. Decía chico, pero la verdad es que no tenía ni idea de su edad por culpa de las vendas que el rostro del mismo cubrían, impidiendo ver más que dos ojos y una oscura cabellera. Al parecer era también espadachín, cosa que pudo constatar al oír las posteriores órdenes del capitán: enfrentarse en un duelo con sus espadas a ese otro marine.

¿Emoción? No era eso exactamente lo que sentía. La verdad es que una mezcla de alegría y otra sensación desconocida le recorría por sus adentros. De un lado se sentía feliz al poder poner a prueba sus nuevos conocimientos para demostrar su valía ante ese superior, más por otro lado una gran presión le azotaba ante la visión del posible fracaso.

- Si señor -Contestó desenfundando su gigantesco y pesado mandoble. Iba a darlo todo y no se conformaría en menos.

El marine con aspecto de momia se situó delante suyo, en una posición que podía considerarse de combate, con una espada en una mano y... ¿un arma de fuego en la otra? ¿Acaso el capitán no había especificado que se trataría de un combate de espadas? En la mente del recluta las palabras del mismo resonaban aún recién pronunciadas, por lo cual no tenía duda alguna respecto a ese tema, y más que probablemente se trataba de un malentendido.

- No usarás eso, verdad? -le preguntó al otro recluta. Si el combate incluía otros tipos de armas la cosa iba a decantarse en contra suya, ya que poder disparar con un revolver como el del vendado era una ventaja que desestabilizaría el combate en exceso para que este pudiera ser algo interesante.

Mientras esperaba la respuesta del otro espadachín, Bellamy dejó reposar el extremo del mandoble en el suelo. Sostener ese arma sin más era exponerse a cansar su cuerpo inútilmente, y es que ese mandoble pesaba una abominación, cosa que pese a volverlo un arma a temer en los enfrentamientos provocaba que fuera una molestia cargarla de aquí para allá. Más debido a ese exceso de peso, el joven había desarrollado cierta resistencia física, la cual era considerablemente superior a la de una persona normal, permitiendo que peleara durante largos ratos sin llegar a la extenuación.

Al parecer se encontraba ante alguien que, a parte de poseer unas pintas de lo más estrafalarias, no era muy hablador, cosa que quizás le dotaba a simple vista de una apariencia bastante imponente, más que nada porque parecía que estuviera a punto de pelear contra una momia de la antigüedad. En fin, debía dejar de divagar y centrarse en el combate, como al parecer el recluta vendado estaba haciendo, quién ya había soltado su arma de fuego después de oír el comentario de Bellamy.

Visto esto, el joven marine se colocó en guardia, sosteniendo con ambas manos el pesado espadón de manera que este se encontrara perpendicular a su cuerpo, delante de su estómago. Estaba preparado para recibir los ataques de ese tipo, quién parecía disponerse a empezar la ofensiva. Así fue, lanzándose su rival a la carrera hacia él más de un modo extraño, ya que iba dando saltos hacia la izquierda o la derecha periódicamente, trazando un movimiento de zig-zag mientras la distancia entre ambos se acortaba.

No fue difícil ver la periodicidad en ese movimiento, aunque ligeramente variado a cada paso, cosa que aprovechó el recluta para lanzar un tajo horizontal hacia esa dirección, creando un arco cortante con ese espadón suyo, el cual abarcaba un radio de casi tres metros, dos de espada y uno de brazo aproximadamente. La distancia entre ambos quizás metería en apuros a su rival a la hora de esquivar, pero no podía presuponer nada al enfrentarse a un completo desconocido.

Interesante, palabra que se quedaba corta para definir las diferentes personalidades de dos personas tan similares e incontables aspectos, no solamente por el hecho de ser artesanos de la espada, o por ser defensores absolutos de la justicia aún en formación, sino quizás por eld esempaño que ponían al sujetar su espada y madoble, y con la determinación con que sus miradas se enfrascaban cual afilado puñal en el objetivo que representaba su colega, al menos todo esto lo veía Gendo quien, tras recibir el arma de fuego arrojada por Fulco permanecía inmutable observando el combate a realizarse.

Permanecía quieto, era su forma habitual de examinar a quienes le interesaban, como un lobo cazaba al conejo invernal, este médico permanecía viendo con sumo cuidado los movimientos de los jovenes que ya comenzaban a enfrascarse en el combate con una aproximación admirable de fulco pese a su típico movimiento previsible y un contrataque de Bellamy con el cual no se sabía que esperar, lo único que Gendo podía hacer era recopilar sus estilos, velocidades, pensamientos visibles en los movimientos gráciles o forzados que se demostrarían (esperaba el capitán) en este combate a bordo del barco fantasma.

El movimiento de aquel joven espadachin fue interesante, pero por su velocidad reducida a causa del gran tamaño de aquel espadon, hicieron que Fulco pudiera evitar el ataque con suma facilidad. Dio un salto simple, quedando paralelo al corte de la espada para luego, en el momento en que el corte llegara, Fulco utilizo su mano para impulsarse a base del espadon empujando esta misma hacia abajo. Termino por recorrer la distancia necesaria (Obviamente si consideramos la distancia que gane con el salto serian dos metros) para cuando llegó a la posición (un metro y medio de distancia) lanzó un corte en diaglon de arriba abajo de derecha a izquierda (la espada es sostenida con mi mano derecha por lo que ese corte iria directo al hombro derecho de aquel espadachin intentando terminar el corte en la tercera costilla (de arriba abajo, para tener en cuenta el angulo del corte) y luego una estocada en linea recta hacia adelante.

- .... - Exhalo fuertemente, para prevenir un golpe al pecho y la posible perdida violenta del aire que complicaria la movilidad del sujeto vendado.

Al parecer aquella combinación seria letal ante una persona normal, solo restaba esperar ver de que se trata la reacción del sujeto que teniendo en cuenta el uso de una espada de tanto tamaño y la leve diferencia de velocidad (por la diferencia de nivel) le haria dificil el bloqueo directo.

El desvío de su ataque efectuado por el hombre vendado fue de lo más bizarro, desviando simplemente la espada con un golpe de su mano que provocó que esta chocara contra el suelo, cesando su trayectoria y dejándolo así descubierto de los venideros ataques. Así pudo el chico momia llegar a su posición y, asiendo su espada en su mano diestra, lanzarle un corte a su hombro derecho de naturaleza ascendente. Ese recluta parecía ser levemente más veloz que Bellamy, más la diferencia no era suficientemente grande para desnivelar el combate como quizás se podría creer.

¿Qué hizo el espadachín? ¿Iba a encajar ese golpe? Desde luego que no, por lo que tiró con todas sus fuerzas de su espadón, que se encontraba apoyado en el suelo sujeto por sus dos manos, dejando de aguantarlo con su diestra para así, tirándolo hasta que el mango quedó a la altura de su hombro, interponer este entre su cuerpo y el filo de la espada del rival. Así logró frenar el golpe y, al haber interrumpido una acción anterior, parar cualquier tentativa de su adversario de realizar un segundo ataque.

Su siguiente movimiento consistió en, aprovechando que su espadón se encontraba ya echado para atrás en una posición similar a la adoptada antes de realizar una estocada, lanzar un ataque de esta misma naturaleza hacia el tórax de su rival, buscando impactar en las costillas de este. La distancia que entre ambos había y el poco tiempo de reacción que tendría, además del hecho que la diferencia de velocidades no era significativa, harían que al vendado le costara, como mínimo, evadir ese ataque tan directo.

Interesante situación... -Comentaba Gendo mientras observaba una silueta que procedía luego a adentrarse en la cubierta, era un Gyojin, unod e los tantos hombres pez que se definían por ser tan despreciablemente discriminatorios omo los humanos, mas fuertes que estos pero con una libertad que se reduce a una sola isla, era un hombre muy alto y con una apariencia de sirena en vez de Gyojin como tal, Viren, presentandose a si mismo comentaba su transferencia a esta tripulación, algo que Gendo ya conocía de antemano pero que desagradaba la falta de puntualidad al médico de mirada temible, no por cosas morales ni disciplina sino por el hecho de no contar con alguien cuando lo necesitaba, cosa que causaba en aquella división al menos un despido semanal, un hombre exigente pero eficaz.

Deja de disculparte pro un error cometido... procura no llegar tarde cuando tengamos una batalla... -Comentó apenas mirando al Gyojin y mostrandole con una mirada que sus intenciones eran seguir viendo la pelea a medida que en breve llegarían a la isla, aquella donde los reportes definían como "en potencial peligro".

OFF: Las acciones tomadas no son erróneas, por lo que se sigue el rol normalmente.

La destreza de su rival era considerable, y más si se tenía en cuenta la cierta inexperiencia en combate de Bellamy, quién observaba en cierto modo atónito como este evadía todos sus golpes sin dejarle margen de error a la hora de hacer lo mismo. Estaba contra las cuerdas, pero no podía echarse atrás si quería impresionar a ese capitán de fría mirada. La última arremetida del marine de pelo alborotado hizo que el hombre cubierto de vendas saltara hacia atrás después de bloquear la hoja de su espada, quedando a unos cuatro metros de él de manera que el combate quedara pausado unos instantes.

- Eres un buen rival contra el que batirse -Dijo con una inexpresividad marcada en su rostro, clavando sus ojos en los del misterioso sujeto.

La pregunta que le estaba asaltando era el porqué del llevar esas vendas en el rostro. ¿Habría sufrido algún tipo de quemaduras o sería un deforme? Sea como fuere eso no influía para nada en sus capacidades como espadachín, las cuales superaban ligeramente a las de Bellamy en lo referente a esa velocidad. Más el joven luchador contaba con la ventaja de ser alguien que podía estar peleando mucho más rato del normal, quién contaba con un espíritu de guerrero nato.

- Cuando quieras -Murmuró, colocándose en guardia a la vez que aguantaba el mandoble con ambas manos. La espada pesaba, pero haberla utilizado durante años hacía que no se notara diferencia de algún tipo a la hora de ver la velocidad a la que se movía, y es que podía considerarse un especialista en ese arma.

Callado como una momia. Así era como sería más fácil describir ese otro recluta que no decía palabra alguna aunque se le hablara. Esas vendas debían ser, pensando en ello, fruto de algún que otro trauma personal que provocaba que fuera alguien asocial, o al menos esa era la opinión del chico, quién acabó deduciendo eso. Aunque existía otra posibilidad que sería el que no pudiera combatir y hablar a la vez o, simplemente, prefiriera no hacer las dos cosas. Pero eso solo eran divagaciones del joven espadachín, quién observó como el vendado saltó hacia la derecha y empezó a correr hacia su posición con, evidentemente, no muy buenas intenciones.

La distancia entre ambos se acortaba, y eso beneficiaba al joven del gigantesco mandoble, dado que a tan corta distancia era más que difícil evitar un golpe de tal envergadura al considerar el tamaño del espadón. Por eso mismo esperó hasta que su enemigo se encontrara a unos dos metros para lanzar un corte horizontal a la altura del ombligo de este. La aceleración que llevaba el vendado y la velocidad a la que iba la espada no iban a ayudar demasiado a este para que la esquivara, y es que no tendría tiempo de frenar. Además, si saltaba el mandoble se llevaría por delante sus tobillos en el mejor de los casos. Si se agachaba su cabeza sería la que quedaría seccionada, y en caso de lanzarse al suelo y que no le diera el corte, algo muy improbable, se encontraría entonces a merced del joven luchador. Otro factor en contra era el cansancio que sufriría el marine de aspecto de momia al no contar, probablemente, con esa capacidad del chico de pelo alborotado de cansarse en menor medida que el resto de personas.

Había terminado el combate, dándole la victoria al novtillo del mandoble, mas no por derrotar a su rival sino porque Fulco, como Gendo ya sospechaba ere un tipo demasiado extraño y crudo como para seguir con una pelea de espadas monótona, algo que pese a que no aprobaba, justificaba de cierto modo como una alternativa (patética por cierto) de terminar con esto justo al tiempo en el que el barco entraba en aguas territoriales de la isla donde acababan de llegar. Una isla problemática donde seguramente hallarían algo que hacer.

Bien, hemos terminado jsuto a tiempo, con un muy pobre desempeño de estos espadachines... Solo puedo decir que no me decepcionaron al 100%, o al menos uno de ustedes no lo hizo... -Gendo dirigió una rápida mirada a Fulco, y una leve sonrisa dejó ver la alegría de su derrota, por lo que sin decir nada levanto el arma apuntando al hombre de las vendas y soltó un disparo que apenas y rozo sus cabello por encima del cráneo, Gendo lucía quizás decpecionado, en realidad no intentaba acestarle pero, pensaba que el destino debía hacer lo suyo.-Que curioso... Ahora desembarquemos... Momia, irás con la sirena al lado sur... Tú, mocoso vendrás conmigo. Los demás dispersense, hay piratas aqui y deben ser arrestados. -Y cone sto comenzó a caminar hacia la escalerilla mientras el barco terminaba de llegar a Logue Town.

Obstruyó el mandoble con su espada el vendado individuo, de una manera muy parecida, por no decir idéntica, a como lo había hecho anteriormente. La verdad es que ese maldito combate no llevaba a ningún lugar más que a un intercambio de golpes que iba en aumento a medida que el tiempo pasaba, manteniéndose ambos adversarios completamente ilesos. Eso fue lo que pareció ver el hombre de aspecto de momia, quién decidió retirarse de la pelea bajo la atenta mirada del capitán.

Entonces fue cuando este habló para seguidamente sacar una pistola y apuntar a la cabeza del vendado individuo, disparando de manera que la bala rozara sus cabellos sin provocar herida alguna en su persona, como si solo se tratara de un toque de atención para decirle que no le había gustado su actuación o algo parecido. Acto seguido fue cuando este empezó a hablarles sobre las ordenes venideras, las cuales constataban que el joven espadachín debía ir junto al capitán a la isla, con un fin que era desconocido para Bellamy, quién se limitó a guardarse el gran mandoble en su espalda y erguir la misma para empezar a caminar hacia sus superior con la intención de seguirlo. No tenía mucha idea de lo que iban a hacer allí, por no decir que lo desconocía totalmente, más debía obedecer como buen marine.